En la ciudad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marioo95.
Imaginaos una ciudad, con su estrés diario de trabajos y vidas fundidas en rutinas. Ahora imaginaros un par de críos de 18 (él) y 16 (ella) que están dentro de esta corriente ciudad con sus corrientes vidas.
Él, Fran, es el segundo hijo de una familia de 5 personas, su madre (42), su padre (48), su hermana mayor (21) y su hermana menor (15).
Estudia el final de bachillerato en un colegio privado, es moreno, como su padre, con el pelo corto y cuidado, hace una mezcla interesante con sus ojos azules, mas azules que un cielo despejado, siempre han sido su punto fuerte a la hora de conquistar chicas. Su cuerpo no es ninguno que se muestre en anuncios Calvin Klein underwear, pero tampoco tiene nada que envidiarles, una espalda anchita y algo musculada por su trabajo veraniego en un chiringuito playero, unos brazos acordes, con las venas algo marcadas por su vicio relativo de tabaco, un pecho algo poblado de pelo pero dentro de lo atrayente, no de lo repelente, y un abdomen plano pero no marcado. Sus piernas son fuertes por el fútbol que practica ocasionalmente con sus amigos y por las largas caminatas que a veces se da por la falta de coche propio.
Siempre ha aspirado a ser alguien inconformista con la sociedad, contrario a muchas reglas, pero respetuoso con ellas en algún tipo de autoconciencia. De todas formas, irremediablemente sigue la estela que la sociedad le marca, con sus horarios y deberes, sin apenas tiempo para disfrutar de la vida como a él le gustaría…
Un viernes tarde, estando por su barrio en un pub con unos colegas de clase, se encontró con una amiga de hace algún tiempo y se pusieron a beber algo sentados en una mesa apartados del resto. Ella le contaba que repitió el curso pasado y que por eso dejó de juntarse con el grupo en el que se conocieron. Entre cerveza y cerveza recordaron anécdotas como que en una fiesta se liaron por lo borrachos que iban y demás historias graciosas. Recobraron la confianza pasada y decidieron quedar al día siguiente, él traería a algún amigo y ella a alguna suya…
A la tarde siguiente, como lo hablaron, quedaron en el mismo sitio. Fran estaba con su mejor amigo en la barra charlando mientras esperaban a todos, habían llegado demasiado pronto. En la otra esquina, cerca de la puerta, había otro par de chicas, a su bola, una rubia y otra morena, algo menores que él pero muy guapas. De reojo las miraba y apreció el culo pequeño pero bien puesto de la rubia y los aparatos dentales de la morena, el presuntuoso escote de la rubia que poco dejaba a la imaginación y la sudadera ancha con capucha que tenía la morena.
A esto que llego su amiga y fue directa a saludarlas a ellas.
"Va a ser que no voy a tener que inventarme excusas para conocer a la rubia" pensó Fran "siempre hay una amiga fea en todos los grupos, podre superar conocer a la morena" y se rió para sí mismo.
Al poco, Lucía, su amiga puente hacia la rubia, se acercó a saludarlos con las otras dos detrás:
– Ey chicos! ¿Qué tal?? – Dos besos a cada uno – esta es mi amiga Isa – la rubia – y mi…
Fran ya no escuchó el nombre de la morena, no le dio importancia, solo se concentro es saber que la rubia se llamaba Isa.
– Encantada – y se acercó a Fran a darle dos besos, los cuales lo sacaron de sus pensamientos –
– Fran – respondió secamente y a los besos, la sudadera que llevaba era de los Rolling, eso le gustó –
– Encantada – con una sonrisa deslumbrante propia de un anuncio de blanqueamiento de dientes – jeje os habíamos visto pero no teníamos ni idea de que vosotros erais los amigos de Lucía.
No sabe si no respondió al saludo por que se le bloqueó el pensamiento después de oler el rastro del perfume Fantasy que dejó Isa tras besarle o porque ya se había presentado antes y era obviable la respuesta.
– Bah, así nos ha dado tiempo a observarnos sin que fuese incomodo jajaja – Esteban tan agudo como siempre –
– Incomoda es la situación que acabas de crear, imbécil – le dijo Fran bajito, pero lo escucharon las tres y se pusieron a reir.
– Anda, vamos a tomarnos esa copa –
Se sentaron en una esquina del pub, cada uno a un lado de la mesa cuadrada y Lucía en una esquina entre Esteban e Isa. Fran estaba sentado entre Isa y Laura, viendo de frente a Esteban con la posibilidad de hablarse con la mirada, cosa posiblemente importante.
– Lucía, que edad me has dicho que tienen tus amigas?
– No te lo he dicho Fran, ni te lo voy a decir jajaja lo que si te voy a decir es que esa chaqueta marrón con esa bufanda te hace un poquito gay –
– No empieces a meterte conmigo que nos conocemos. Siempre hacías lo mismo –
– Me lo pones demasiado fácil trayéndote estas pintas –
Lucía lo miró de soslayo y con media sonrisa en la boca. Era castaña con unos ojos verdes muy imponentes, no medía más de 1’60, y se podría decir que estaba entrada en carnes, pero para nada gorda. Es una de esas personas de las que se dice que vienen en frascos pequeños, pero que merecen la pena conocer. A Fran no le atraía en el físico pero sus personalidades eran muy parecidas y eso fortalecía la amistad que estaban construyendo.
Fran salió a fumarse un cigarro y mientras estaba distraído con sus pensamientos, Isa lo despertó.
– Tendrías fuego?
– Claro, toma.
– Y que bachillerato estudias tú?
– Tecnológico, tú?
– Sociales jaja no soporto las mates, son agobiantes.
– Bueno, depende, a mí me gustan por eso, te plantean situaciones difíciles de responder pero que tienen una solución.
– No puedo con ellas, me superan – calada al cigarro
– Jajaja bueno, para gustos los colores. De que conoces a Lucía?
– Pues de clase, igual que a Laura.
– Primero? Eso son… 16 añitos no?
– 17 ya guapo.
– Vale, espero que no me times jajaja y el novio donde te lo has dejado?
– Pues en su casa de caramelos y nubes porque aún no ha venido jajaja
– Ya te darás cuenta, pero no pillo ni una indirecta, eso es que no ha venido o que no tienes?
– Oju chiquillo, para tener 18 tacos… jajaja no tengo, no tengo.
– Tu también te vas a empezar a meter conmigo?
– Es que como dice Lucía, lo pones demasiado fácil.
– Bueno, y porque no tienes novio?
– Pues no se ha dado la ocasión, no tiene mas complicación jaja tu si tienes novia?
– Pues no la verdad. Supongo que la vida es más complicada de lo que parece – le da la última calada y lo tira al suelo.
– Si lo pisas es un polvo más, asique más te vale que lo apagues jeje – dice Isa haciendo lo propio con el suyo.
– Eso son tonterías, no tengo pensamiento de echar ninguno, ni tampoco con quien echarlo – acababa de lanzarle una indirecta a Isa??
– Jajaja no lo echas porque no quieres, no pongas excusas baratas – acababa de responderle con otra indirecta a la indirecta de Fran??
– Excusas o no, el resultado es el mismo.
– Solo mientras no quieras cambiarlo.
– Y dale jajaja no se puede discutir contigo eeh
– Si estuviéramos discutiendo te darías cuenta.
– jajaja vale, lo tendré presente.
– Entramos?
Una vez dentro no dejaron de habar los 5 y de gastarse bromas, se conocieron mejor y pasaron un buen rato.
– Yo ya llevo más de 5 cervezas… y son más de las 2 de la noche… me voy a ir yendo a casa que mañana tengo que madrugar – anunció Lucía.
– Si os parece podemos ir nosotros a otro sitio, que esto está a punto de cerrar – Laura –
– Vale, pero yo tengo que ir a mear, ahora vengo – Esteban –
– Yo también – Laura –
De nuevo, Isa y Fran se quedaron solos asique salieron a esperarlos fuera.
– Me invitas a un cigarro? – Isa no quería gastar más de los suyos y podría ser divertido retarlo de nuevo.
– Te he visto el paquete por la mitad antes – sacando uno de los suyos y poniéndoselo en la boca.
– Venga! Tienes que comprender que prefiera tu Marlboro a mi Chesterfield! – acercándose a él e intentando arrebatárselo. Los 1’78 metros de Fran se hicieron notar cuando al levantar la mano con el cigarro, los tan solo 1’64 de Isa no alcanzaban a quitárselo. Ya lo tenía contra la pared, se puso de puntillas, estiró el brazo y lo agarró. Pero había algo más allí, sin darse cuenta, la otra mano de Fran se había puesto en su cintura y notaba su aliento muy cerca de su mejilla, se quedó inmóvil, giró la cabeza y se encontró con unos ojos azules penetrándola por el iris, esa mirada que no es seria, ni alegre, es más bien una mezcla de ambas que te mira el alma y no los ojos. Sus labios tocaron los de ella, simplemente los rozaron pero tuvo que cerrar los ojos porque un escalofrió la atravesó desde sus labios hasta la rodilla como una descarga eléctrica atraviesa un cobre, rápida, instantánea, insignificante pero dejando un cosquilleo que esbozó media sonrisa en su boca y pidiendo más. Se fundieron en un beso, labios contra labios, boca con boca, cuerpo con cuerpo, las manos en alto bajaron para agarrar más cuerpo del otro, las suyas recorrieron su espalda, las de él la apretaron contra ella por la cintura. Las lenguas empezaron a jugar, sus narices se encontraban a mitad de camino en los cabeceos típicos y los sonidos de la ciudad desaparecieron, la luz se apagó, el aire se desvaneció y sus cuerpos se encontraron.
– Enserio? Jajaja Parece que ninguno de los cuatro nos hemos podido resistir – Esteban les cortó el rollo y los dos no pudieron evitar la cara de asco y luego la risa al ver los labios de éste llenos de pintalabios.
Comenzaron a caminar por las calles buscando otro garito.
– En realidad yo me voy a ir yendo a casa también, aquí está la parada del bus y el nocturno está a punto de pasar – Isa tenía en mente pasárselo bien esa noche, ya era hora de volver a casa con el objetivo cumplido.
– Espera que te acompaño, no voy a dejar que te vayas sola – Fran siempre era un caballero.
– Yo acompañaré a Laura a la suya entonces.
El autobús llegó, pero Isa desde la puerta gritó:
– Laura!! Se te ha caído el papel!!
– Que papel?
– El que te envuelve, bombón!! Jajaja
Fran estaba teniendo una conversación muy animada con Isa de camino a su casa, le parecía guapísima, ojos marrón miel, pelo rubio casi plata y largo como a él le gusta, con unas tetas bien puestas, no muy grandes para que estorben, ni muy chicas para no poder disfrutar de ellas… Estaba concentrado mirándoselas cuando Isa se dio cuenta de donde iba dirigida la mirada y no le pareció mala idea, el chaval se lo estaba currando.
Él la hacía reír, era extrovertido, algo patético pero con su punto de mono y tenía unos ojos que la volvían loca.
Vivía lejos, en un barrio que casi se podría decir que era un pueblo mas que una prolongación de la ciudad.
– Aquí vivo yo señorito, en este humilde portal
– No me invitas a la última?…
– Bueno anda sube
– Era broma mujer, no están tus padres? Aun no los quiero conocer eeh – mientras subían las escaleras –
– Vivo sola desde hace tiempo, mi madre es Alemana y vive allí y mi padre está perdido por el mundo y tampoco tengo muchas ganas de buscarlo.
Cuando llegaron al piso, soltaron las chaquetas y bufandas, abrieron las cervezas, se pusieron cómodos en el sofá. Tal cual se entra por la puerta te encuentras con la cocina-salón a la derecha y a la izquierda un pasillo oscuro, la decoración era típica de universitario, un cuadro en toda la pared blanca y algunas tonterías mas pero nada que destacase.
Estuvieron charlando animadamente, sobre el instituto, sobre los conocidos en común… De todo en general pero se quedaron cayados, mirándose fijamente, no hacían falta palabras, el deseo de uno se reflejaba en el otro, era una conexión que estalló esa noche en ese sofá.
Comenzaron a besarse violentamente, con deseo y pasión, los besos de él eran casi pequeños mordiscos en los labios, los de ella, pequeños intentos de devolvérselos. Entre risas, besos, tonteos y más besos, Fran comenzó a meter su mano entre el sofá y el culo de Isa, los shorts que llevaba eran algo anchos, lo suficiente para que tuviera holgura.
Con la mano derecha le acariciaba el pelo y la besaba, se lo peinó por detrás de la oreja y empezó a deslizar su boca por su mentón, dejando un leve camino d saliva, allá por donde su boca pasaba. Cada centímetro sacaba los dientes y los apretaba un poco contra la blanca piel de ella, y cuando no tenía los dientes fuera, se insinuaba con un simple contacto de la comisura de los labios ligeramente mojados.
A través del mentón, llegó a la oreja, donde como si de una montaña rusa se tratase, bajó, arrastrando los dientes desde la base de la oreja hasta la base del cuello a través de la yugular. Ella estaba sintiendo un cosquilleo cada vez que le hacía eso, no sabría cómo expresarlo pero era una mezcla de beso/chupetón/mordisco.
Su mano izquierda era la dueña del cachete derecho de Isa, esta estaba recostada bocarriba, con sus manos intentando hacer algo útil, pero un poco desorientadas, la mano derecha de Fran estaba ya acariciando el costado de la mujer y provocándole una sensación de escalofrío al sentir las uñas de él arrastrarse sin presión por su piel. Mientras, su lengua seguía jugando con su yugular, a la vez que los dientes con su piel y sus labios con sus sensaciones.
Las manos de Isa encontraron algo que hacer y empezaron a quitarle la camiseta a su compañero, sentía sus músculos tensados para aguantar encima sin apoyarse en ella. Fran, al ver que él estaba más desnudo, quiso equilibrarlo y con mucho arte le quitó la blusa escotada que llevaba. Con las dos manos le acariciaba ahora los costados mientras su boca bajaba poco a poco por el cuerpo.
El sujetador negro de encaje tan exquisitamente bonito, se le antojó a Fran y quiso quitárselo para poder verlo mejor y ver lo que guardaba, unos pezones oscurecidos y endureciéndose por la excitación yugular del chico. Volvió a la base del cuello y arrastrando los dientes bajo hasta el centro del escote y poco a poco se fue aventurando en el canalillo.
Con una mano le agarró un pecho, con decisión pero sin rudeza, su boca se decantó por el solitario, ese pecho que no podía dejar de mirar durante toda la noche, ese pecho que le volvía loco, ese pecho que tanto ansiaba. No fue directamente a por el manjar, sabía que a las mujeres les gusta que les besen las tetas, sabía que ella lo estaba deseando. Cuanto más se hace esperar algo, mejor es el resultado. Solo con la punta de la lengua jugueteó por la aureola, su mano seguía amasando el otro pezón, apretándolo, soltándolo, estirándolo, aprisionándolo, acariciándolo.
Su lengua se deleitaba con cada milímetro que encontraba, dio una vuelta al pezón, lo rodeó, sin llegar a tocarlo le echaba el aliento, húmedo y caliente que al aspirar de nuevo, sufría el duro frio del ambiente y se endurecía. Se lo metió en la boca ensalivada, el cambio de entorno y de temperatura provocó un gemido, signo claro de total aprobación. Se dedicó a ese pezón por largo tiempo succionándolo, mordiendo, mojando, amasando, besando… Y así, después, también con el otro pezón, mientras que la mano iba a atrapar a aquel que habían dejado solo. Los pechos tenían una copa que el solo cogerlos con las manos pondría burro a cualquier hombre y Fran no era una excepción, su miembro daba claros signos de presencia y ella lo sentía con gozo.
Las manos de Isabel estaban concentradas en la espalda de su amante pero decidieron dar otro paso para desabrochar los pantalones o al menos intentarlo. Fran, se dio cuenta de sus intenciones, con una mano, hábilmente desabrochó los botones de los shorts de ella y acto seguido los del suyo ayudándola. Cogió ambas tetas con ambas manos y puso su cara sobre ellas, su cuerpo empezó a bajar a través de la línea vertical del abdomen, aún con ambas manos en los senos de ella y apretando los pezones duros, retorciéndolos, estirándolos y sobándolos, sin descanso.
Se deleitó en lo que para él era la parte más preciada de una mujer, su vientre, estaba a la misma distancia de la planta alta como de la baja, tenía una textura suave, plana, fresquita y con movimiento por la respiración algo acelerada de Isabel. Se pasó besando todo el vientre unos minutos, provocando algo de desesperación y algo de cosquillas en ella, lo chupaba, lo lamia, lo mordia, lo extraía como una sanguijuela extrae la sangre. Por fin desató sus manos de esos manjares de tetas y fue a quitar la siguiente prenda para poder seguir haciendo el tour por su cuerpo.
Ella colaboró levantando la cadera y sus shorts se desvanecieron en algún sitio del salón. Llevaba un tanga simple pero Fran ni lo miró, también desapareció. Aunque sus manos habían estado algo ocupadas, su lengua, su boca, sus dientes, su saliva y su mente seguían disfrutando de cada milímetro del vientre de Isa. Comenzó a bajar por el llamado caminito de la felicidad pero no había ni un pelo. Sus labios iban notando cada poro de su piel. Ella, sintiendo cada milímetro de su cuerpo mojado por esa saliva que tanto deseaba que la tocara, no pudo reprimir otro gemido al sentir su parte más íntima ser rozada por la barba de tres días del hombre.
Con una gran decepción sintió como el rumbo, en vez de seguir hacia abajo, se torcía hacia un lateral. Fran estaba tumbado bocabajo, con su cabeza entre las piernas de Isabel pero seguía jugando. Con la lengua empapada de saliva se la restregó por el lateral de su secreto sin llegar a tocarlo pero si haciendo que Isabel produjera todos los jugos que le faltaban de saliva, estaba muy caliente, quería esa juguetona lengua jugando en su parque particular y que todo lo que se estaba demorando acabase ya.
Tras dar unas lamidas en su ingle y unos besos por el muslo, Fran besó ese manjar que tanto se había reservado, le dio un lengüetazo de abajo arriba como un gato que bebe agua del río, pasó a hacerlo con más intensidad, a chupar su clítoris, a absorber sus jugos, a lamer sus labios interiores, a hacerla gemir sin piedad.
Isabel estaba en el cielo. Sentía la lengua de alguien que ya no recordaba en su interior mientras golpeaba constantemente su clítoris a la vez que lo absorbía. Provocaba una corriente de aire, del frío ambiente, pasando por su zona ardiendo a la vez que una lengua demasiado rápida, para sentirla por separado, estaba golpeando incesantemente su glande particular. También sentía los pelos de la barba pincharle por todos lados, pero lejos de hacerle daño o cosquillas, la ponían aún más cachonda, ella cogía el pelo de su amante y lo atraía hacia ella para que no se escapara esa boca que ¡joder! ¡lo que le estaba haciendo!
Fran aguantó más de 15 minutos practicándole el sexo oral, pero tuvo que parar porque ya las cervicales le dolían. Ella comprendiéndole y estando aún muy, pero que muy caliente, para devolverle el favor, se abalanzó sobre su miembro, ella no se iba a andar con rodeos, ella no iba a hacerle calentamientos, no los necesitaba, agarró esa cosa y la saco de la tela que la cubría y mientras él se la bajaba, ella se quedó unos instantes observando ese manjar de unos 16 cent. No parecía nada del otro mundo pero esa verga le iba a hacer disfrutar como nunca esa noche. Fran se acomodó en el brazo del sofá e Isabel sentada cerca suya, con su pierna izquierda doblada sobre su regazo y la otra apoyada en el suelo, hizo que su aliento rozara al glande brillante que la llamaba con impaciencia.
La besó y de cerca pudo observar que no había ni un pelo en su base, con ansia se la metió en la boca, con tanta prisa que le produjo una arcada cuando iba por un poco más de la mitad, rápidamente la sacó, trago saliva con un toque ácido de líquido pre seminal, y se la volvió a meter más lentamente, lubricándola todo lo que pudo, la volvió a sacar haciendo chupetón en la punta, la ladeó y la recorrió con la lengua desde la base hasta la punta por el lateral, lo mismo por la parte contraria cambiándosela de mano y levantándola, desde los huevos, le pegó un lametón mientras exhalaba el aliento subiendo hasta arriba para volver a engullirla como si de una boa se tratara.
Los huevos de Fran se encogieron por el contraste de temperatura y dio gracias al cielo por dejarle disfrutar de esa mamada, cerró los ojos y se concentró solo en su extensión y en la boca que se la comía una y otra y otra y otra y otra vez, sin más arcadas ni contemplaciones. Isabel masajeaba los huevos con la mano mientras que con la otra agarraba el cacho que no era capaz de tragar. Las manos de Fran estaban entrelazadas con su pelo agarrándolo para no estorbar y haciéndole un leve masaje a la vez que se apretaban cuando éste sentía un placer máximo. La felación estaba siendo de concurso y duró algo menos que la correspondiente contraria pero aun así Fran lo agradeció porque de continuar, no habría sido capaz de aguantar.
Isabel, levantando la cabeza y con ello la mirada, esbozó una media sonrisa, lo miró a esos ojos azules y su cara pasó de ser media sonrisa a una mirada de loba que solo una mujer es capaz de poner después de hacerte una mamada como dios manda aun hombre, esa mirada que nos vuelve locos. Con la polla llena de saliva y más dura que un diamante, levantó a la chica de su asiento, poniéndola a 4 patas, dispuesto a penetrarla y dispuesta a ser penetrada.
Con más ganas que un mono de que le den su plátano, esperaba la penetración que llenara sus entrañas de ese vacío que tenía. Antes de eso, Fran metió un dedo para abrirlo y un segundo para acomodarlo.
La chica a 4, él, detrás con dos dedos metidos y la palma hacia abajo, hacía que los inquilinos llegasen al clítoris por la parte interior, el mete saca de los dedos provocaba un chapoteo muy explícito de lo cachondísima que estaba.
Sin más preámbulos sacó los dedos y colocó la punta del sable en la entrada de la cueva. Poco a poco fue introduciéndola. Con sus manos, agarradas por las caderas de ella, fue echando el cuerpo de Isabel hacia atrás, el acoplamiento fue perfecto. Fran sentía un calor exquisito envolviendo su polla, Isabel sintió una cosa enorme, dura y exquisita rellenando sus entrañas.
El bombeo fue inminente. A la vez que la cadera del hombre retrocedía, las manos aflojaban la cintura, para luego volver a hincársela coordinadamente. Ella apoyó sus codos en el sofá y agachó la cabeza para dejarse hacer y poder apreciar esa sensación de llena que la estaba matando de gozo. No podía parar de gemir, de gruñir, de aspirar, de gritar, de gemir, de pedirle que siguiera, que no parase, no sabía ya cómo expresar, ni como liberar esa locura mental que estaba recorriéndole el cuerpo. Fran no paraba de castigar ese pedazo de cuerpo que lo estaba volviendo loco. Se la metía una y otra vez, rápido, lento, muy rápido, muy lento.
Una tras otra, la penetraba, los chasquidos eran cada vez más grandes, más intensos, más placenteros, más increíbles, sentía todas las rugosidades de la mujer abriéndose y cerrándose a su paso.
Se le escapó un azote en ese culo hipnotizador, pensó que la había cagado pero instantáneamente ella gimió más fuerte aún. Oh dios, le estaba poniendo muy burro esa mente desquiciada que le pedía más y más. Cada gemido era un premio a su labor y eso le estaba enloqueciendo Volvió a azotarla mientras que con la otra mano mantenía agarrada su cadera, parecía que estaba galopando, no lo parecía, ¡¡¡la estaba galopando!!!
– AAAHH… AAHH… ¡SIGUE FOLLANDOME FRAN! ¡JODER! ¡¡¡¡¡¡¡SIGUE!!!!!!! ¡¡¡¡SIIIII!!!!
La locura mental había saturado toda razón existente en el mundo. De repente, cuando más fuerte la estaba follando, cuando todo parecía perfecto, una oleada de jugos comenzó a atravesar su polla. Sus entrañas se contraían y la presión sobre su miembro era total. No tenía ni idea de que la perfección se podía mejorar.
Isabel se estaba corriendo de gusto como una campeona y él aun podía aguantar más, no quería acabar todavía. Los chapoteos se hicieron más sonoros aún si cabe y ella levantando su tronco, curvando la espalda, dejando el culo en pompa, abrazando y arañando el cuello del hombre que la penetraba, sintiendo su aliento en su nuca y con sus tetas pegando botes al aire salvaje que se respiraba, tuvo un orgasmo de dos pares de cojones.
– Dios para Fran que necesito respirar jajajaja joder macho…
– Bien o qué? Jajaja
– Por si no lo has notado, que es casi imposible, me he corrido como una leona, que puta locura, ya echaba de menos esto joder.
– Cuanto llevabas sin hacerlo? – recuperando el aliento poco a poco.
– Más de 5 meses, estaba ya amargada y me acabas de devolver 2 años de vida.
– Mola jajaja
Estaban los dos sentados en el sofá azul, con los pies sobre la mesita de delante y con el brazo sobre el hombro de ella. Ésta miró de reojo la inflamación de su compañero y no pudo evitar volver a reiniciar motores.
– Quiero que me vuelvas a follar Fran, quiero más, te voy a exprimir hasta la última gota.
– Me parece perfecto jajajaja como quieres hacerlo ahora?
– Mmmm… Y si… No sé, no sé, quizás es una tontería, déjalo.
– No empieces a decirme algo y luego no acabes!
– Jajajaja perdona, pero es que me da algo de corte…
– Después de esto? Ouou
– Te gusta hacerlo por el culo?
– Joder que si
– Pues el mio es todo tuyo
Fran tuvo un orgasmo psicológico en ese instante. Imaginarse follándosela por el culo estaba fuera de sus expectativas, pero ¿darle por el culo literalmente? Eso no estaba ni de lejos en su pensamiento para esa noche.
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