En la escuela
Experiencia erótica real de un docente.
En la escuela
Parecía que todo se desarrollaría como un día normal. La Formación el timbre y luego dirigirnos al aula. En efecto, mi compañera de trabajo delante de los niños los llevaba hasta el salón de clase. Hablamos de una escuela de primaria cualquiera en cualquier parte del mundo.
Entre seis y siete años de edad tienen los niños del primer grado. Con casi 20 chipilines para dos maestros son perfectamente controlables. A los niños(as) les encanta que les demuestren afecto. Tal vez en sus casas las abrazan y besan poco. Lo cierto es que las niñas se encariñan rápido, en especial con los docentes masculinos.
Como decía, todo indicaba que sería un turno normal pero, desde la entrada una las niñas, Alexa de seis añitos, se acercó para decirme que se sentía mal. En efecto, al tocar su cuello comprobé lo acalenturada que estaba. Intenté decirle que se le pasaría pronto y le di un sorbo de mi agua (la que normalmente llevo al trabajo). Al mismo tiempo le comente a mi compañera de trabajo lo que sucedía con Alexa, quien también la tocó y poco se preocupó.
Lo cierto fue que con esta “excusa” la niña se acercaba más de lo acostumbrado para que la consintiera y mimara. Así lo hacía, con precaución para evitar comentarios de sus compañeritos y también de la profesora…
Durante todo esto la clase diaria se desarrollaba y mientras podía le daba mis atenciones especiales a Alexa. La niña quería más. Mientras todos copiaban la mimaba y decía que se le estaba pasando, aunque lo cierto es que parecía que su fiebre iba en aumento.
En una de esas la siento en uno de los pupitres y yo en una silla pequeña para quedar al frente de ella. Tomo sus pies y le retiro uno de sus zapaticos y la media también. Le pregunto que si le dolía ella me dijo que no, aun así comencé a sobarlo y acariciarlo. Mis manos subieron rápidamente por su talón casi hasta su rodilla. ¡Sorpresa!, al continuar deslizando mis manos por sus piernas noto que su piel se eriza. La niña se estaba excitando con mis caricias. Aunque intentaba disimular ya que estábamos a la fácil mirada de todos en el aula.
Me atreví a meter aún más mis manos para llegar casi hasta su panti sin que la niña protestara o se incomodara. En tanto mi pulso se aceleró, debía estar rojo, pero tenía que disimular mi erección, podía ser sorprendido y eso me causaría problemas. Lo cierto fue que aquellos momentos eran súper excitantes. Parecía que la niña quería decirme que continuara pero estábamos en el aula de clase.
Puede acariciarla un poco más, pero tenía que disimular parándome a buscar cualquier cosa. Estoy seguro que la pequeña hasta se mojó y que como yo, recuerda semejante experiencia…
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