En la mesa del ordenador
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me suplicó por favor que me acercara a su domicilio, me pagaría bien las molestias dijo.
Termine de arreglar aquellos ordenadores y me dispuse a ir al domicilio que apunte en un post-it, no estaba lejos del taller, así que fui caminando.
Llegue a la dirección en cuestión y llame al porterillo, -¿Si?- – El técnico – respondí, se abrió la puerta y subí por el ascensor, la puerta de su casa estaba encajada, toque dos veces y abrió una chica que me dejo estupefacto.
Una joven mas baja que yo que aparentemente tenia mi edad, pelo castaño claro largo que cubría sus hombros, piel morena y brillante, ojos verdes oscuros que se achinaban con su dulce sonrisa matizada por sus labios carnosos, nariz fina y proporcionada. Su cuello desembocaba en unos hombros rectos que ponían fin a sus brazos. Tenia unos pechos no muy grandes, perfectos, proporcionados y rectos, podía imaginarme como eran sus pezones que se marcaban en un top blanco de algodón que llevaba puesto, sin sujetador, eran pequeñitos y casualmente parecían duros, quizás por el fresco que corría en el pasillo.
Su top no cubría su abdomen, marcado por un claro ejercicio diario, liso, cintura rectas, sus músculos oblicuos externos se perdían en unos shorts de licra ajustados de andar por casa.
Piernas carnosas, lisas y suaves a simple vista, y en sus pies, nada, iba descalza.
– ! Hola ¡ – Dijo achinando sus ojos y sonriendo, – ¿ Que tal ?, le respondí igual, sin mas y sin apagar su sonrisa me indico con la cabeza que la siguiera. Llegamos a su habitación, las paredes estaban pintadas de rosa, las cortinas también lo eran pero con algunos tonos menos, tenia pósters de cantantes y actores, era un cuarto pequeño donde justamente cabía una cama, una mesilla de noche, un escritorio y un armario, en el centro una alfombra de lanas largas roja, muy suave.
Me dispuse a sentarme en la silla, era de oficina, con ruedas, negra, reposabrazos y respaldar alto, me llevo 30 minutos aproximadamente arreglarle el ordenador a la chica, durante todo ese tiempo ella estuvo sentada junto a mi en un banquito pequeño con sus codos apoyados en las rodillas y las manos sujetando su cabeza, aburrida por lo que se veía, no pude dejar de mirar a su escote, en esa posición casi que podía ver todo su pecho, no pude aguantarlo y dije: – perdona se te ve un poco… – – ¿ El que ? me respondió sonriendo, – mm eso… el escote -, – ¡ Ah !, ¿ te molesta entonces ?, – ¡ No ! para nada.. todo lo contrario…- – O sea que te gusta entonces -, – Esto… si, la verdad es que si -.
En la vida pase tanta vergüenza, la chica quedo sonriendo y me dijo:
– Entonces no te importa que me ponga así -, se inclino un poco más, consiguiendo que la camiseta se despegara más aun de su pecho, quedando así completamente al descubierto. Quede con cara de tonto mirando fijamente a su escote, conseguí por un momento que la sangre volviera a la cabeza, le mire a los ojos y le dije sonriendo:
– No, no me importa, para nada – y reí, la chica compartió la risa y me pregunto – Bueno… ¿ no vas a decirme nada más ? – No sabría que decir, la verdad -, respondí, – No se… que te parece lo que ves, por ejemplo, ¿ no te gustan ?, son pequeñas ¿ Verdad ? – dijo con voz de mimosa, – ¡ No ! – dije, – Son perfectas créeme, me parecen muy… – . ¿ Muy qué ? – me volvió a preguntar impacientemente, – Muy apetecibles… la verdad, tienes unos pechos muy dulces – – ¿ Muy dulces ? como lo sabes si no los has probado… – me contesto con voz misteriosa y sensual a la misma vez -.
El pulso se me aceleraba por segundos, nunca me había estado en una situación similar, no sabia que hacer, así que, me deje llevar.
Sin decir nada mas, le aparté un mechón suavemente de la cara con la mano, me acerque poco a poco y me atreví a besarla, sentí que le gustaba cuando me comenzó a acariciar la cabeza con su mano derecha, y con la otra, metida en mi camiseta, acariciando mi cintura.
Estábamos el uno muy cerca del otro, sentados en sillas diferentes, pero poco hubo que esperar para que la chica, en ropa interior como describí anteriormente, se levantase y se sentase encima mía, con las piernas abiertas y de rodillas. Mientras nos besábamos, la chica, con los brazos encima del respaldar de la silla, la cabeza gacha buscando mi boca y su cintura, desplazándose suavemente hacia delante y hacia detrás, sin despegarse de mí, rozándose, mientras que la respiración acelerada se ahogaba en nuestras bocas. Mis manos, cosquilleaban su espalda, deslizando suavemente la yema de mis dedos en su piel.
Descolgué los tirantes de su camiseta, que cubría ligeramente sus hombros, tiré de ella y la dejé olvidada en su cintura. Busque sus glúteos con mis manos impacientes, los apreté y dejé de besarla para disfrutar de sus pechos. Sin manos, busqué con la lengua su pezón derecho, cuando lo encontré, lo adentré en mi boca húmeda, juguetee con él dentro de ella, chupé su pecho, sintiendo su pezón endurecerse en la punta de mi lengua cuando lo rozaba, mientras tanto, la chica extendía suaves gemidos de placer en mi oreja. Me encantaba sentir su vagina aplastándose y abriéndose mientras se balanceaba sobre mi pene erecto marcado en el pantalón.
Me quite la camiseta, nuestras pieles transpiraban, mi frente estaba mojada por el sudor de su pecho, y mis manos, se secaban en sus culotes cuando acariciaba su trasero.
Devoraba su cuello, a la vez que hurgaba debajo de la ropa interior, buscaba nervioso su vagina, abriendo sus glúteos con una mano, con la otra, pude penetrarla con 2 dedos, estaba realmente empapada, húmeda, deslizaron los dedos dentro de ella sin esfuerzo, podía escuchar el sonido de mi índice y corazón abriéndose paso entre sus labios, el roce de su liquido.
Me levante con ella encima abrazada, separé los objetos de la mesa del ordenador y la tumbé en ella, con las piernas levantadas le quite los culotes negros, al mismo instante que los extraía por sus piernas, podía ver los hilillos provenientes de su vagina, pegados al tejido y que se estiraban sin fin. Con su ultima prenda en el suelo, caminé con mis labios por sus piernas, desde los tobillos bajé arrastrando la lengua, saboreando su piel centímetro a centímetro, cuando llegue a la parte interior de sus muslos, la miré y sonreí, ella me preguntó caprichosamente, mordiéndose los labios al final de la pregunta – ¿ Qué me vas a hacer ? -, sin responderle con palabras, baje mi cabeza, y como si de un helado se tratase, lamí lentamente desde el perineo hasta el monte de Venus, una y otra vez. Absorbía sus labios mayores en mi boca mediante chupetones, pellizcaba sus muslos, cerca de sus ingles, mientras que con la lengua erecta la penetraba, me gustaba acelerar sus gemidos, dejándola en su interior y moviéndola rápidamente.
Ella permanecía masajeando sus pechos y gimiendo, unas veces fuerte, otras ahogándolas dentro de su boca cerrada y otras absorbía su saliva y expiraba después, mientras yo tenía hundida mi boca en su vulva, lamía, chupaba y mordisqueaba hasta que veía venir el momento del coito.
Me incorporé a la vez que acariciaba con las palmas sus muslos hasta llegar a sus tobillos, mantuve sus piernas en alza con una mano, con la otra baje mis pantalones y mis boxers, yo también estaba muy excitado, completamente mojado, ella, ardiente desde el principio, con voz caliente dijo: – Vamos, métemela, vamos no aguanto más, quiero que me la metas -, haciéndole caso, y sujetando sus tobillos con ambas manos, miré hacia mi pene, coloqué el glande cubierto en el orificio de su vagina, y cuando la punta de mi sexo quedo hundida en sus labios, fui apretando despacio, observando el rostro de la chica, que con sus cejas fruncidas y la boca abierta, alargaba un suave gemido mientras mi pene se perdía dentro de su cuerpo. La penetraba sin pausa, cambiando de ritmo cada poco tiempo, haciéndola desear cuando lo hacia despacio, liberé sus piernas de mis manos y cayeron abiertas, una pierna a cada lado.
Continúe penetrándola sin cesar, el orgasmo se veía cercano, los gemidos y el ritmo se iban incrementando, no podía retener más mi eyaculación, mis testículos estaban ya muy hinchados, mi incline sin sacarla sobre ella, con los brazos apoyados en la mesa y la bese. el final de esta historia era inminente, se oía mi cintura como golpeaba en su entrepierna, sus pechos vibraban, con cada golpe sus gemidos secos terminaban en mi boca.
Antes de eyacular dentro de ella, la saque, estaba completamente mojada, goteaba incluso, lo aproveche como lubricante para terminar , levante un poco su trasero, le dije que se sostuviera las piernas, las rodillas casi rozando su pecho, coloque mi glande descubierto sobre el orificio de su ano, fui apretando poco a poco, la chica gritaba de placer cuando mi pene ensanchaba su recto lentamente.
Cuando por fin conseguí introducirla por completo, ella, con sus manos se abría el trasero para sofocar un poco mi penetración, mi pene era algo gordo, veía deslizar chorros desde su vagina que mojaban su perineo y finalmente en mi pubis depilado. Apreté la marcha, estimulaba sus muslos con cachetadas, cuando para mi era imposible retenerme mas, la saque una milésima antes y, finalmente eyaculé en su vulva, cubriéndola entera de blanquecino semen, ella terminó su tercer orgasmo, frotándose su clítoris con el dedo rápidamente, yo antes de que mi pene se volviera flácido, seguí penetrándola para ayudarla, acompañe el incremento del ritmo de sus gemidos empujando cada vez mas rápido hasta que por fin, su ultimo orgasmo llegó, quedo estupefacta, las piernas le temblaban, quedo con la boca abierta y acariciándose el abdomen, mientras que condujo el dedo a su boca.
Escrito por David Cantón (il Duce) 2008
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