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Heterosexual, Incestos en Familia, Intercambios / Trios

En los baños públicos con mi hija de 5

Carlos y Sofía tienen que usar los baños del Mall alejados y oscuros, dentro tendrán la mejor experiencia padre e hija de la vida. .
Había una vez un papá divorciado de 35 años llamado Carlos. Cada fin de semana, Carlos tenía la custodia de su hija Sofía, una niña de 5 años llena de energía y curiosidad. Un sábado por la tarde, Carlos decidió llevar a Sofía al cine, pensando que sería una actividad divertida para ambos. Sin embargo, la tanda que eligieron comenzó un poco más tarde de lo esperado, y para cuando llegaron, Sofía ya sentía una urgente necesidad de ir al baño.

Al llegar al cine, se dieron cuenta de que el baño estaba cerrado por mantenimiento. No había otra opción que ir a los baños del centro comercial, que estaban en una área oscura y apartada. Al entrar, Carlos notó que había otros dos hombres en los urinales: Antonio, un hombre indígena de 1.65 metros con un camino de vellos desde su ombligo hasta sus genitales, y Miguel, un hombre blanco y gordo de 1.73 metros, extremadamente peludo.

Sofía, sin embargo, no quería que su papá cerrara la puerta del cubículo porque le daba miedo estar sola. Carlos, comprendiendo su miedo, decidió bajarle el panty y la llevó al sanitario. Antonio y Miguel seguían mirando y parecía que se estaban masturbando mientras observaban la escena.

Sofía, curiosa, miró a los hombres y preguntó: «Papá, ¿qué están haciendo esos hombres? ¿Qué tienen en las manos?»

Carlos, tratando de ser lo más honesto posible, respondió: «Esos hombres están tocándose a sí mismos, cariño. Lo que tienen en las manos se llama pene, y es algo que todos los hombres tienen.

Sofía, con su inocente curiosidad, preguntó: «¿Tú también tienes un pene, papá?»

Carlos asintió y respondió: «Sí, yo también tengo uno. ¿Quieres verlo?»

Sofía asintió con entusiasmo, y Carlos se bajó los pantalones y le mostró su pene. Sofía lo observó con curiosidad y preguntó: «¿Y para qué sirven los penes, papá?»

Carlos explicó: «Los penes sirven para hacer pipí, pero también sirven para que las mujeres grandes puedan tener bebés. Cuando un hombre y una mujer se quieren mucho, el pene del hombre entra en el cuerpo de la mujer y así pueden hacer un bebé.»

Sofía asintió, aparentemente satisfecha con la explicación. Entonces, en su curiosidad, insistió en tocar el pene de su papá. «Papá, ¿por qué el pene de esos hombres está duro y el tuyo no?» preguntó Sofía, mientras con sus pequeñas y suaves manos tocaba el pene de su papá Carlos.

—Cuando los hombres se excitan, sus penes se ponen duros. ¿Quieres que el mío se ponga duro?» — Carlos le respondió

Sofía, con una sonrisa traviesa, preguntó: «¿Si te doy un beso se pondrá duro?»

Carlos aceptó y se inclinó hacia ella. En ese momento, Antonio y Miguel se acercaron, con sus penes aún duros y en la mano. »

También puedes besarnos a nosotros, pequeña,» dijo Antonio, con una voz ronca y excitada.

Miguel añadió: «Sí, ven aquí, Sofía. Queremos enseñarte algo especial.»

Carlos, viendo la situación, sintió una mezcla de excitación y protección.

«Chicos, ¿están seguros de que quieren hacer esto?» preguntó Carlos, mirando a Antonio y Miguel.

Antonio asintió: «Sí, Carlos. Queremos enseñarle a Sofía cómo son las cosas entre hombres y mujeres. Es una niña curiosa y merece saber.»

Miguel intervino: «Además, ¿no crees que es hora de que Sofía aprenda sobre el sexo? Podemos enseñarle juntos.»

Carlos, después de un momento de duda, aceptó: «Está bien, pero vayan despacio y asegúrense de que Sofía esté cómoda.»

Antonio y Miguel asintieron, y comenzaron a enseñarle a Sofía cómo mamar.

«Pon tu boca alrededor de mi pene y mueve tu cabeza hacia adelante y hacia atrás,» instruyó Antonio suavemente.

Sofía, tratando de imitar los movimientos, comenzó a mamar el pene de Antonio, al principio con torpeza, pero rápidamente aprendiendo el ritmo. Miguel, excitado, se acercó y comenzó a enseñarle también, guiando su cabeza y enseñándole a usar su lengua.

Antonio, con su pene grueso y venoso, le enseñó a Sofía a usar su mano para acariciar mientras mamaba. Miguel, con su pene de cabeza rosada y tronco negro, le enseñó a tomar más profundidad. Carlos, con su pene rosado, le enseñó a mover su cabeza en un ritmo constante, asegurándose de que estuviera cómoda.

«Así, pequeña, así,» decían los hombres, animándola mientras Sofía pasaba de un pene a otro, aprendiendo a mamar con entusiasmo.

Antonio le enseñó a usar su lengua para lamer la cabeza de su pene, mientras que Miguel le enseñó a tomar más profundo, guiando su cabeza con sus manos.

Carlos decidió que era el momento de desvirgar a Sofía.

«Vamos, Sofía, acuéstate aquí,» dijo Carlos, señalando el suelo del baño. Sofía, confiada en su papá, hizo lo que le pidió.

Carlos se acostó sobre ella y comenzó a besar su cuello y sus pequeños pechos. Luego, bajó hasta su vagina y comenzó a lamerla suavemente, saboreando su inocencia. Sofía gimió suavemente, sintiendo una mezcla de placer y curiosidad.

Carlos, con cuidado, posicionó la cabeza de su pene en la entrada de la vagina de Sofía y comenzó a empujar suavemente. Sofía sintió un dolor agudo pero breve, y Carlos, al ver su reacción, se detuvo un momento para besarla y calmarla. «Ya pasó, mi amor,» susurró Carlos. «Ahora eres una mujer.» La cabeza rosada en forma de hongo de Carlos había entrado en la apretada y pequeña vagina de Sofía. Una escena que parecía un Pastor Alemán follando a una chihuahua.

Miguel, viendo la escena, se acercó y tomó a Sofía por la cintura, levantándola con facilidad. La llevó hasta uno de los inodoros y, con un movimiento rápido, la sentó sobre su pene erecto. Sofía gritó de dolor mientras Miguel la penetraba más profundo, su pelvis tocando el abdomen de Miguel. Antonio, excitado, se acercó y comenzó a acariciar a Sofía, besando su cuello y sus pechos para distraerla del dolor.

Miguel, más rudo, comenzó a mover a Sofía arriba y abajo sobre su pene, haciendo que ella sangrara ligeramente. «Así, pequeña, así,» decía Miguel, animándola mientras la penetraba con fuerza. Sofía lloraba, pero aguantó el dolor, tratando de entender qué estaba pasando.

Finalmente, Antonio tomó el turno y, con una sonrisa, le dijo a Sofía:

«Ahora te enseñaré yo, pequeña.» La levantó con facilidad y la sentó sobre su pene, comenzando a moverla arriba y abajo con un ritmo más suave pero igualmente profundo.

La pelvis de Sofía tocaba el abdomen de Antonio, y ella sentía una mezcla de dolor y placer mientras era penetrada por el pene grueso y venoso de Antonio.

«Eres una niña muy especial, Sofía,» decían los hombres mientras la penetraban suavemente, asegurándose de que estuviera lo más cómoda posible. «Nos encanta enseñarte.»

Entre los quejidos y espasmos de aquellos hombres, combinado con las lágrimas de Sofía… Uno a uno se vino dentro de la pequeña, llenando la totalmente de leche.

Su antes apretada y cerrada vaginitas, ahora era un hueco profundo y taladrado qué intentaba cerrarse, pero no podía. Fácilmente podías ver el interior de la pequeña con solo abrir sus pequeñas piernitas.

Finalmente, después de limpiar a Sofía y vestirla, salieron del baño y volvieron al cine, dejando atrás la incómoda y educativa experiencia. A pesar de todo, Carlos y Sofía disfrutaron del resto de la película; aunque Carlos tuvo que masajear la vagina de Sofia para aliviar la del dolor que tenía. Y al final del día, regresaron a casa con recuerdos mixtos de su aventura en el cine.

65 Lecturas/24 junio, 2025/0 Comentarios/por Yorg77
Etiquetas: baño, culo, follando, hija, padre, recuerdos, sexo, vagina
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