Enamorada de mi hijo
Mi obsesión con mi hijo me lleva a pasar los limítes.
Enamorada de mi hijo. No puedo llamar de otra manera este relato, porque es lo que realmente pasa por mi mente y mi corazon. Les cuento enseguida a detalle para que me entiendan.
Hola lectores, soy Eli y de nuevo vengo a contarles una historia reciente de mi vida. Soy una soltera madura de 45 años recién cumplidos y madre de 5 hijos. Soy lo que muchos ahora llaman una MILF.
Tengo el cabello negro y largo, aunque a veces en mis momentos de locura me lo he llegado a cortar demasiado. Quienes me conocen me comentan que según a como llevo el corte de cabello influye mucho en la personalidad y opinion que tienen las personas de mí.
Segun me dicen mis amigas de confianza con el cabello corto me veo como una tierna madre de familia, mientras que con el cabello largo me veo como una puta deseosa de verga . No se si sea cierto esto pero divierten esos comentarios y a la vez me gusta jugar con esa dualidad.
Soy morena, de ojos cafes, nariz ancha pero exquisita y labios gruesos y carnosos que me gusta lucir en labial rojo o negro dependiendo de la situacion. A pesar de la edad y de ser madre, mi cuerpo se mantiene en un peso estable. Tengo tetas medianas, no muy grandes y aunque ya estan caidas aun son suficiente sabrosas para divertir a mi pareja. Soy bajita de estatura, con cintura marcada y piernas gordas y caderas sexys. Y tengo un culo ancho que no desentona con el resto de mi cuerpo. No niego que ya apareció la celulitis propia de mi edad, pero a pesar de no cuidar tanto mi alimentación como debería y no acudir al gym, puedo decir con honestidad que aun luzco bien para ser una cuarentona.
Lo que quiero contar a continuacion es algo que viene pasando en mi vida ya de un tiempo atras. Algo que no podria contarlo a nadie, ni a mis amigas de mas confianza, Y es por eso que de nuevo uso esta plataforma para poder desfogar esto que quiero contar y que puedo hacerlo aqui protegida por el anonimato de esta caliente pagina.
Dicen que el primer amor de un hijo es su madre. En mi caso Adrian Moises, mi hijo mayor, se ha convertido no solo en mi primer amor, pero si tambien el que mas deseo. Lo he visto crecer y pasar de ser un niño rechoncho y juguetón, a ser una joven apuesto, alto, responsable y de cuerpo atlético. Al no tener yo una pareja sentimental eatable y mis hijos no contar con una figúra paterna, mi hijo Adrian Moises a pesar de ser todavía un adolescente se ha adjudicado el mismo la tarea de ser casi un padre para mis demas pequeñas hijas. Mi trabajo me absorbe la mayoria de mi tiempo, y la ayuda que Moises me brinda es invaluable.
Como ya lo he contado en anteriores relatos, al ser 6 de familia nuestra casa no es suficiente y eso tiene sus dificultades. Una de ellas es compartir el baño. Mis hijos y yo llevamos varios años compartiendo baño. A veces cuando alguno de mis hijos se ducha, otro hace sus necesidades. Tras muchas mañanas estresantes (llegando tarde al trabajo o a la escuela), hemos buscado rutinas que nos funcionen a todos.
Mis hijas y mi hijo, los más pequeños, no eran el problema. Más bien era entre Moises y yo quienes teniamos que esperar uno al otro que terminara de ducharse, o bañarse con agua fría pues nuestro calentador de gas no es lo suficiente grande. Y como dije, se nos hacía tarde para salir a la escuela o trabajo.
Tras una conversación poco incómoda, llegamos a la conclusión de que la única solución era ducharnos a la vez cada mañana. Siendo totalmente sincera, la idea de ducharme con mi hijo mayor había pasado a darme pensamientos tremendamente cachondos. No es normal y no está bien, pero no podía evitarlo.
Recuerdo haberme despertado la primera mañana con muchísima ilusión y haber corrido al baño. Me quité mi pijama, luego mi tanga la cual la sentí que incluso jalaba algúnos de los pelos de mi panocha de lo mojada y pegajosa que la traía. Luego de quitarme mi sucia tanga la posicioné descaradamente encima de la taza de baño para que Moises la viera casi al entrar.
Ya estando totalmente desnuda me miré al espejo no solo para admirar mi cuerpo sino para «interrogarme» a mi misma en mi reflejo.
Mis tetas ya están caídas y mi culo es grande y se que con pantalón llama mucho la atención. Pero ya así al desnudo si se nota lo aguado y la celulitís. Tendré lo suficiente para poder excitar a un hombre joven? O mas importante, excitar a mi propio hijo?
«De verdad quieres hacer esto, Eli?» -me pregunté haciendome pendeja a mi misma cuando sabía yo bien la respuesta.
No quise pensar más. Abrí la cortina de la ducha, prendí las llaves de agua y procedí a bañarme.
Me enjaboné y empecé a jugar conmigo misma mientras esperaba a que mi hijo se levantara.
Metí un par de dedos en mi pucha, primero lentamente para luego aumentar la velocidad y agregar otro dedo más. Poco tiempo después 3 dedos no fueron suficientes y entonces eran 4 de mis dedos que se alojaban dentro de mí.
Estaba al borde del orgasmo pensado en meterme la mano completa (ya lo he hecho y si me cabe) cuando oí que se abría la puerta.
Escuché como Moises se despojaba de su ropa y sentí la necesidad de abrir un poco la cortina para mirarlo pero me tuve que controlar. Sin dudarlo, mi hijo descorrió la cortina de la ducha y se metió de un salto. Casi me quedo boquiabierta al verlo allí de pie, con su pene erecto apuntándome directamente. Las benditas erecciones matutinas de los hombres. Nos reímos un poco (de nervios y por lo gracioso de la situación) y nos duchamos.
Las primeras duchas fueron muy inocentes, pero no tardaron en calentarse. Soy una mujer de talla grande, y cuando digo grande no me refiero a gorda, sino más bien de culo grande. Así que me costaba no estar constantemente embistiendo con mi culo a mi hijo.
Las primeras veces notaba a Moises incomodo e incluso llegó a decir que mejor nos ducharamos cada quien aparte, cosa que le negué y le hice ver nuestras duchas como algo normal entre nuestra familia.
Perdón, mamá. Fué sin querer – me dijo Moises una vez que su verga punteó mi culo.
No te preocupes, hijo. Se que fué por accidente, no te disculpes – le respondí de forma casual.
Es que a pesar de que ya tenemos varias veces bañandonos juntos no puedo evitar…. – dijo Moises dejando la frase sin terminar.
Evitar qué? Que se te pare? Que se te ponga dura? – le dije con descaro.
Mamá! No lo digas así! Me da…pena.
Jaja, pena? Porque pena? Son cosas normales, Moises. O sea eres hombre, soy mujer. Nuestro cuerpos reaccionan de forma normal y no hay porque sentir pena por eso – las pendejadas que decimos cuando estamos calientes, pensé para mis adentros jaja.
Además, sabes que? -agregué mirandolo fijamente- siento bonito ver que aúnque soy una vieja aún puedo excitar a un hombre.
Ay mamá, como dices eso? Eres muy bonita. Eres la más bonita de todas las mamás entre todos mis amigos. Ellos mismos lo dicen.
Y no te molesta que digan eso?
No, al contrario. Es bonito tener una mamá sexy – dijo Moises ya un poco entrado en más confianza.
Oooh, entonces no solo soy bonita, sino tambien sexy? -le dije abrazandolo y sintiendo su verga pegada a mi vientre. Sentí como mi pucha lubricaba en exceso.
Pues…sí. Eres muy sexy, mamá – dijo Moises un poco nervioso por el contacto de nuestros cuerpos.
No quise forzar más las cosas y ese día no pasó nada más. Nos duchamos y cada quien tomó su camino. Pero las cartas ya estaban echadas, ya solo era cosa de saber moverlas para lograr mi cometido.
Las siguientes duchas le pedí que me ayudara a pasar el jabon por mi espalda, cosas que luego yo hice a él. Poco a poco fuí siendo más atrevida. Le pedí que me enjabonara mis nalgas, y después mis tetas. Al principio se negó pero le dí una terapia de que «era normal»
Le dí una historia acerca de la importancia de la higiene de nuestros organos sexuales, y como debemos estar limpios para evitar enfermedades, según yo jaja. Todo con tal de trabajar su mente y conseguir que accediera a tocarnos nuestros cuerpos ya de forma mas directa.
Obvio fuí yo quien dió el primer paso y tomándolo por sorpresa empecé a enjabonar su verga, que de inmediato se puso erecta y más dura que de costumbre. Se negó pero al sentir mis manos subiendo y bajando por su miembro se dejó hacer.
Tuve que reúnir todas mis fuerzas para no masturbarlo ahí mismo y tragarme su leche. Pero si queria conseguir algo tenía que ser inteligente. Lo dejé así, a medias, y me salí de la ducha. Sabía que iba terminar masturbandose cuando se quedara solo.
De nuevo no quise forzar las cosas y solo lo enjaboné a él. Deseaba que él me tocara pero me aguanté las ganas.
Empecé a ser más descarada, pero todo haciendolo como si fuera algo casual. Me pasaba el jabón por mis tetas y mi panocha de forma impúdica. O me abría las nalgas con el pretexto de enjuaguar la espuma del jabón, dandole a Moises una vista completa de mi ano. Incluso llegué a rasurar los pelos de mi panocha frente a él.
Por suerte, a mi hijo ya no parecía importarle y lo aproveché. Buscaba cualquier excusa para agacharme y acercarme a él, y al final rindió frutos. Casi pierdo la cabeza la primera vez que, sin querer, me metió la verga entre las nalgas mientras me inclinaba frente a él. Contuve los gemidos mientras se disculpaba. Le dije que no tenía de qué preocuparse y, desde entonces, se ha convertido en algo constante entre nosotros. No hay mejor sensación que sentir la verga grande, gruesa y venosa de mi hijo deslizarse entre mi enorme culo.
He cogido en mi vida con una gran cantidad de hombres, con miembros de todos tamaños. Pero juro que ninguna verga me había hecho sentir lo que sentí cuando Moises puso su trozo de carne en mis nalgas. Y eso que solo fué un poquito! Ni siquiera me penetró.
Después de varios días duchándome así, me puse como una perra en celo. No podia aguantar más. Necesitaba esa verga dentro de mí, llenandome con su semilla.
Una mañana decidí arriesgarme y empecé a abrirme el culo de par en par, dejando que me hundiera la verga entre las nalgas antes de volver a cerrarlas. Sentir su chorizo contra mi ano me excitó. Ya nada me importó, empecé a frotarme el clítoris. Golpeando mi jugoso culo rítmicamente, perdí el control y tuve un orgasmo enorme delante de él. Ahora quería que se corriera para su mami.
Reuniendo las pocas fuerzas que me quedaban me giré hacía él y tomando su bastón de carne empecé a masturbarlo freneticamente. Esta vez ni siquiera intentó detenerme, señal de que lo necesitaba tanto como yo.
Mamá, oh mamá! – repetía mi Moises en extásis mientrás yo bajaba y subia mi mano por su miembro.
Damela mi amor, dame tu lechita. Mami quiere tu lechita, corazon -le alentaba al tiempo que acercaba mi rostro a su verga esperando su disparo.
Ohhh mamá, ohhhhh! -fué todo lo que escuché decir a mi hijo como respuesta.
No tardó en rociarme la cara con su semen. Logré contar 4 espesos y fuerte disparos seguidos de otros 3 más leves. Abrí mi boca y saqué mi lengua intentando tragarme su leche. No quería desperdiciar ni una gota.
Me cubrió la cara con su semen y yo estaba en el cielo. Le seguí jalando la verga queriendo ordeñar hasta la última gota, mientrás mi hijo sentía la muerta chiquita. Se retorcia y gemía en agonia en medio de un extenuante orgasmo.
Mamá…yo… – trató de decir algo mi hijo pero le hice callar.
No digas nada, todo está bien mi amor – le dije poniendo mis dedos en su boca -Ambos lo necesitabamos. Solo no digas nada de esto a nadie, menos a tus amigos. Ok?
Si mamá, es nuestro secreto – dijo Moises ya recuperado del aliento.
Después de esa vez mi hijo me evadió un par de días. Sentía sus nervios cada vez que hablabamos. Sabia que el remordimiento lo estaba carcomiendo por dentro, y aunque quería hablar con él decidí darle su espacio.
Otro par de días más y volvió a meterse a la ducha conmigo y volví a masturbarlo. No hubo necesidad de palabras. Yo misma tambien me masturbé frente a él.
Desde entonces esa es nuestra rutina diaria en la ducha. Ambos empezamos el día con un orgasmo y salimos de casa con una sonrisa.
Espero que pronto tenga el coraje de meterme esa verga joven y gorda y llevar las cosas más lejos. Muero por sentir su semen llenando mi útero o porque no, incluso dejarlo que me la meta por el culo tambien. Pero no quiero forzar las cosas. Me ha resultado bien ser paciente y quiero que sea Moises, mi hijo, quien dé ese paso.
Por ahora así van las cosas. Si llega a pasar más, se los hago saber aquí.
Hola Eli, maravilloso relato, eres una escritora excelente, me has traído recuerdos maravillosos y muy emocionantes, espero la continuación con mucha ilusión, no te demores. Gracias y Felicidades por el relato. Quizás me atreva a mandarte un correo.