Enseñándote y después prueba máxima de dilatación de tu esfinter anal
Relato basado en la realidad. Fuiste mi amiga y despues mi amante.Te enseñe sobre el sexo anal siendo amiga y la prueba me la diste ya siendo amantes.Volver a recordar al escribir este relato me hace ver cuan hermoso fue nuestra historia(De amor?).
Querías saber cuánto se podía dilatar el músculo del ano, y cuánto además, dolía el tener relaciones sexuales por el ano. Buen tema pensé yo.
De eso, ¿cuánto tiempo ha pasado?…uff!!…serán unos 14 años?…no lo recuerdo bien. Si recuerdo que estabas recién casada y me contabas que tu marido quería incursionar por esos lados de tu anatomía y tú también tenías interés en hacerlo.
Bueno, te expliqué y te recordé las características de los músculos y sus propiedades de estimulación, contracción y elongación. Hablamos sobre los umbrales, sobre todo el umbral de dolor y de cómo puede ser mas alto o mas bajo según el grado de placer que este viviendo el individuo.
Hablamos de la importancia de los dedos y de la lengua en la excitación, lubricación y dilatación gradual del músculo del ano. Tu expectante e imaginativa ibas tragando toda la información. Te dije, que la introducción debía ser con un buen lubricante alojado al interior del ano, con uno o dos dedos previos de tocaciones. La verga debía entrar lenta, debía vencer la resistencia del anillo del ano y dejar la cabeza del prepucio adentro un rato mientras el ano se adaptaba a el…Y después seguir empujando y retirando…retirar un poco, introducir más de lo que se sacó….ese era el ritmo. Y una vez que toda la verga estuviera adentro de tu intestino, empezar a moverte suave, con ritmo constante, para ir in crescendo hasta dejar escapar a la pasión y dejar de lado el dolor.
Y lo pusiste en práctica. Y lo gozaste como todas las cosas tuyas relacionadas con el sexo.
Una vez, cuando tu separación con tu marido era inminente, me decías, de que, si de alguna cosa estabas segura, era de la forma de como tu el gozaba, cuando tú en cuatro patas, le ofrecías tus nalgas duras y blancas y el anillo rosado y resistente de tu ano a ese individuo. Te lo metía de una forma que parecía que se estaba volviendo loco. Fuerte, duro, violento, hasta el fondo y lo sacaba hasta la cabeza…lo dejaba así un ratito para después metértelo nuevamente hasta el fondo de tu intestino….y tu gozando como una poseída, teniendo orgasmos como loca, con una verga gorda y dura en tu caliente culo. Así te transformaba el sexo anal. Así de adicta te habías vuelto a él. Hubo una época que lo único que querías era una verga en tu ano y yo lo pude comprobar.
Ese día, atardecer ya, lo habíamos hecho por todos lados. Mi verga había recorrido tus tres orificios. Tu, satisfecha por tu labor….yo, en la gloria del paraíso. Desnuda en la cama, sudorosa de placer, húmeda de jugos que eran néctar para el paladar, así te encontrabas cuando saque la sorpresa que te traía….un pepino de ensalada. Media como 20 cm de largo, pero en su parte media, su grosor era de 6 cm….Me había tomado la molestia de medirlo.(sería buen ejercicio que dibujaras un circulo con un diámetro de 6 cm, para que percibieras la magnitud de ese pepino).
Saque el preservativo de su envoltorio y se lo puse al pepino. Busqué el frasco de lubricante anal que había comprado y empecé a untar la punta del pepino con ella. Te pedí que te alzaras y te pusieras en 4. Que bajaras el dorso. Quería ver solo tus opulentas nalgas frente a mí. Ahí estabas…lista, hermosa, caliente, deseosa, ansiosa, gozosa, para mí. Me acerque a tus nalgas, las tome y las abrí, para descubrir el secreto de tu hermoso orificio oculto en el fondo. Y desde allí me saludo, cerrado, con un rosa oscuro de tono delicioso. Yo me acerqué, despacio y tiernamente, empecé a besar tu hermoso ano. Principalmente con mi lengua lo rozaba. Lo recorría completo, lo abría un poco con la punta de mi lengua y tú te dejabas abrir, estabas ardiente y no era difícil entrar en ese orificio cálido. Me entretuve varios minutos besándolo, tocándolo, calentándolo, abriéndolo, excitándolo…Y tu ya gemías nuevamente….movías tus caderas cadenciosamente al ritmo de mis besos y lamidas de tu ano. Tu vagina ya estaba muy mojada….podía oler tus jugos llenándola y corriendo a tus lindas piernas.
Me pediste, me imploraste casi que te metiera el pepino…Pero yo, introduje mi boca en tu vagina y empecé a hacerte gozar con mi lengua y a absorber el manantial de jugos del placer que brotaban de tu interior. Simultáneamente con mi nariz hacia cariños y tocaciones a tu ano sediento de algo mas duro y grueso…Seguí en eso, hasta que te sentí en las proximidades de un orgasmo y me detuve….
Entonces lo introduje….entro fácil, hasta un cuarto de él. Tus suspiros profundos de goce al sentirlo entrar fue delicioso. Me detuve un rato, quería darle un reposo a tu músculo anal. No quería lesionarlo ni nada parecido. Tu ano ya estaba abierto, distendido y húmedo con el lubricante y tus jugos vaginales. Se veía ansioso de más pepino, se veía ansioso de abrirse más. Y eso hice, te lo metí más. De un solo empujón hasta la mitad. Tu gritito fue de goce total, fue un grito de putita viciosa, que se satisface con tanta dureza en su culo…Tus músculo anal se veía como una octava maravilla….brillante, dilatado al máximo, como queriendo explotar de tanto goce, sin entender tanta maravilla de dilatación. Yo lo tocaba suavemente con mis dedos por sus alrededores y se sentía increíble…estaba al máximo de dilatación y sensibilidad…
Y en ese momento te empiezas a mover de una manera increíble. Como si estuvieras poseída por la locura del ,placer, gimiendo, aullando, apretando tus puños girando tu cabeza, apretando los puño, pidiendo casi en un lenguaje extraño más y más…y yo, yo metiendo y sacando el pepino hasta la mitad que era donde estaba el máximo de su grosor, una y otra vez sin parar y a un ritmo rapidísimo…..Y después de unos 3 minutos de mete y saca al ritmo más furioso que haya sido capaz de poner, llego tu orgasmo…Fuerte, violento, sin piedad, electrizante….Tu ano se contrajo de una manera violenta…demasiada diría yo, que por un momento temí que cortara el pepino y quedaras lesionadas…pero no paso. Tu espalda se curvo rígidamente y tu cabeza se contrajo hacia atrás y empezaste a boquear y gemir como una loba en celo hacia el cielo…Fueron 2 minuto interminables de espasmos, contracciones y gemidos sin parar, para después caer abatida sobre tu cabeza sin atinar a nada más que a tomar mi mano, para detener mis movimientos que eran incontrolados y sacar lentamente el pepino de tu ano. El quedo abierto por un rato. Se negaba a obedecer las leyes de la relajación y contracción. Guardaba en su memoria genética lo que había logrado en ese momento…dilatarse al máximo y gozar como nunca. Tú y tu ano ya sabían lo que eran capaz de soportar…
Me miraste feliz y agradecida y te quedaste dormida en mi regazo.
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