Espectador con premio
Mi amigo Cornelio fue a ver (a ver si se podía coger) a su exesposa, pero ella tendría una visita ya planeada y él tuvo que esperar caliente y pacientemente para lograr su propósito..
Hace rato leí el relato «Mi esposa la zorra que me excita» de JAPACA y, precisamente me acordé de Cornelio quien el viernes, después de la reunión que tuvimos con otros colegas y cuando éstos ya se habían retirado, mi amigo Cornelio me platicó que la tarde del día anterior fue a la casa de su exesposa para cogérsela, pero como llegó sin avisar, ella le informó que ya tenía una cita en su casa con Ociel, uno de sus “amigos” habituales. “Pero, ya sabes, él es casado y tiene que dormir en su casa. Si quieres puedes ver el show mientras esperas que él se vaya”, le sugirió la puta. Ellos se divorciaron porque a su mujer es una ninfómana, pero, como se aman y tienen hijos, continúan en estrecha comunicación. Quedarse a ver el show, significaba verlos en acción sin que el amante se enterara, aprovechando el tinglado que él había ideado para verla coger el año pasado. (Esta adecuación está contada en mi relato «El cumpleaños de Cornelio»). Aunque hace cuatro años se dio una situación parecida con esta misma persona y todo terminó tal como lo conté en “Trío inesperado”, hubiera sido mal visto hacer lo mismo, así que le pareció excelente ser sólo espectador sin que el galán se enterara. Aquí cuento, por boca de él, lo que pasó esta vez.
Yo quería aprovechar esa noche para estar con Stella, pues sabía que los hijos se fueron con mi hermano. Llegué muy caliente, aún no oscurecía cuando toqué la puerta. Ella no tardó en aparecer, me abrió y pasé. Estaba tan hermosa que, de inmediato le di un beso donde mi lengua paseó dentro de su boca, mis manos le estrujaron las chiches y le pegué al vientre mi verga, extremadamente dura y tan crecida que parecía rompería mi pantalón.
–¡Detente, me vas a desarreglar! –reclamó mi exesposa.
–Con las ganas que tengo vas a quedar desvestida, despeinada y muy inseminada –le respondí metiendo mi mano bajo su falda queriendo estrujar los pelos de su panocha.
–¿Qué te pasa? Ahora no puedo, estoy esperando a Ociel –explicó deteniendo mi mano y me enfrié de golpe.
–Disculpa, mi Nena, te vi tan linda y yo estaba muy arrecho… –me justifiqué– Será mañana…
–Él llega en unos minutos más, pero, ya sabes, él es casado y tiene que dormir en su casa. Si quieres puedes ver el show mientras esperas un par de horas a que él se vaya –me dijo la puta llevándome a la recámara.
Me invitó a pasar al closet de su recámara, allí desde donde tú y yo vimos cómo cogía con Carlos el día de mi cumpleaños. Empujé la ropa del armario hacia un extremo, metí una silla y cerré el espacio con el vidrio, espejo de una cara y transparente por la otra.
La espera no fue mucha, llegaron a la recámara ya desnudos y con una copa de vino en la mano. Yo también me había quitado los pantalones y la trusa para acariciarme mientras miraba la acción.
–¡Quiero cogerte por el culo, puta chichona! –le dijo jalándole las tetas después de haber dejado la copa vacía y colocarla en el buró.
Stella, después de vaciar su copa, también la colocó sobre el buró y se puso en cuatro sobre la cama ofreciéndole las nalgas al macho, Quien le dio una sonora nalgada.
–¡Primero mámamela y ensalívamela toda para que te entre sin dolor! –exigió.
–Sí, papito, pero no te vengas en mi boca porque después te tardarás en volver a poner dura la verga –le contestó Stella cambiando la posición y se metió la verga completita y bien parada.
–¡Qué rico mamas, mamacita! ¿En qué vergas lo aprendiste? –pregunto Ociel con los ojos cerrados por el disfrute.
Stella no contestó y siguió mamando. Sí, al principio de nuestro matrimonio, a veces me la chupaba a mí, sin tanta enjundia, más bien con desagrado, ciertas veces que yo le insistía. Y estoy seguro que también le pasó a Carlos lo mismo, según me contó ella. Pero todo cambió cuando se la cogió Guillermo, quien le dio una chupada de panocha que la hizo ver estrellas. No cabía duda, calentísima por las mamadas y chupadas que Guillermo le dio sin tregua durante muchos minutos, mientras Stella gritaba y se retorcía de placer al sentir un orgasmo tras otro, le inhibieron la resistencia que antes había tenido conmigo y con Carlos. Pues esa vez ella, con deseo sin igual, cuando pudo colocarse para formar el 69, mamó frenéticamente y, con la calentura tan alta, logró que Guillermo eyaculara pronto. ¡Se sorprendió disfrutando el sabor ligeramente agridulce y sumamente fresco! Al saborear y deglutir se preguntó cómo sabría el semen de otros. Ese momento fue definitorio para que Stella incluyera de manera inevitable el sexo oral en sus siguientes relaciones. Fue el primer trago que la volvió semenólica. La putez de Stella estaba declarada y todos salimos beneficiados.
–¡Ya puta, ya! –gritó Ociel separándose abruptamente de ella–. ¡Voltéate, cabrona!, antes que me venga.
Stella dio la media vuelta y su macho le chupó el culo antes de cogérsela por allí. Abundaron los gemidos de ambas bocas. Stella no solamente mantenía el mismo ritmo que le imponía el amante, sino también movía circularmente la grupa. La frecuencia de las penetraciones aumentó hasta que gritaron al unísono declarando la cúspide del orgasmo. En una coreografía muchas veces practicada, Stella se extendió sobre la cama metiendo sus piernas entre las del amante, quien las abrió un poco más para que la maniobra fuera limpia y no se saliera la verga del ano de su mujer; digo, “mi mujer”, bueno, en verdad es la mujer de quién sabe cuántos, incluido tú, mi amigo que ya te la has echado varias veces, y le gusta contigo.
Así como te cuento, yo miraba, pero sufría porque deseaba ser yo quien estuviera en ese culo. ¡Lo peor fue que no podía jalármela a satisfacción! Me daba unos apachurrones de glande pasando el prepucio lleno de presemen entre jaladas lentas, y me jalaba el escroto, aguantándome las ganas de gritarle puta a mi esposa.
“¿Tu esposa?”, lo interrumpí. “mi exesposa, pero la amo igual, aunque sea muy puta”, contestó Cornelio.
Ociel quedó encima de Stella y descansaron así hasta que se le salió la verga del culo de MI ESPOSA (insistió en voz más alta). El macho rodó hacia la orilla y comenzó a besar a Stella quien se volteó para corresponderle de la misma manera, mostrando las nalgas hacia donde yo estaba. El semen comenzó a salir y resbaló hacia la cama haciendo un ligero charco que se fue absorbiendo por las sábanas. Los arrumacos y caricias siguieron por casi media hora.
–¿Ya te repusiste? Porque también quiero que te vengas en mi vagina –argumentó Stella la razón de su pregunta.
–Sí, te doy otra cogida como quieres –aceptó Ociel.
–¿Te coges a tu esposa por el ano? ¿Lo hace mejor que yo? –preguntó mi ex.
–No, no quiere así. Ni tampoco coge tan rico como tú. Cómo me gustaría que fuera tan puta como tú, que me pediste, entre tus calenturas que te estrenara ese camino –precisó–. Tampoco me mama tan sabroso. Es más, ella no me mama casi nunca, en cambio tú sacas la leche, y ¡hasta los sesos!, y das besos blancos muy sabrosos. ¿Tu esposo te enseñó a mamar? Hace rato te pregunté y no contestaste –recordó.
–No, yo estaba como tu mujer, no me gustaba, pero un día me pusieron tan caliente a puras mamadas que exigí mamar yo también. Fue mi primer 69 y me fascinó. Me pasó algo similar contigo y el sexo anal –contestó Stella, quien, por lo general, cuenta todo y no calla más que los nombres.
Todos la sabemos puta ninfomaníaca y así la disfrutamos, pero pronto se dan cuenta que son uno más de sus machos. Se molestan cuando se dan cuenta que coge con otros, pero no la dejan porque hace el amor mejor que cualquier suripanta experimentada y es elegante como la Mesalina misma.
Al poco rato, Stela le dio unas mamadas para pararle el pito al macho. Una vez que éste lo tuvo erguido, ella se acostó y abrió las piernas para que la montara, lo cual Ociel hizo gustoso. Otra vez mi sufrimiento al ver la manera en que se besaban y cómo ella le aprisionaba las nalgas entre sus piernas para sentir en su profundidad la ostentosa erección que pistoneaba reluciente por los jugos de mi hermosa mujer puta. Otra vez los gemidos y gritos exagerados se Stella que enardecían a su macho, hasta que éste eyaculó. Otra vez el silencio sólo cortado por los ruidos de inhalaciones y exhalaciones, apurados al principio, pero cada vez más calladas. Otra sesión más de besos y palabras tiernas hasta que el pene quedó fuera.
–Me dejaste seco, mi putita –recriminó amablemente y con alegría Ociel.
–Yo creo que aguantas otra venida más, casi siempre son tres, a veces cuatro –dijo Stella.
–Mejor me voy, porque llevaré a cenar a mi mujer, es su cumpleaños –confesó Ociel.
–¡Ups! Ya te gastaste gran parte del festejo conmigo –exclamó Stella fingiendo un mohín de preocupación, pero una sonrisa de felicidad por lo recibido por ella y escamoteado para su rival.
–Vamos a vestirnos –le ordenó el macho tomándola de la mano.
–¡Ah, qué…! Yo me quedo así para disfrutar los pelos y el semen que dejaste en la cama –exclamó ya fuera de la recámara, fuerte, para que yo escuchara, y Ociel se carcajeó.
Cuando oí que Stella cerró la puerta de la casa, salí y me desvestí completamente. Efectivamente, las sábanas daban cuenta del gran fragor de la lucha cuerpo a cuerpo. El olor a sexo consumado me puso a mil. Regresó Stella con la botella de vino que habían abierto. Sirvió sobre las mismas copas que ellos usaron y, cuando dejó la botella, la tiré a la cama para saborear su panocha. Tragué con suma dicha el abundante atole.
–¡Puto, yo también quiero mamar! –exclamó obligándome a formar el 69.
No venimos una y otra vez a puras mamadas. Se guardó un poco de mi semen en su boca y me dio un beso blanco delicioso. Nos sentamos en la cama para tomar el vino.
–¿Cuál es tu vaso? Para tomar en él –pregunté.
–¿Te preocupa la saliva de Ociel? No veo por qué, si te tragaste su semen con deleite… –explicó haciéndome ver a mí mismo como un imbécil.
Sólo me quedó tomar la copa sin mayor preocupación y dije “Salud por ti y por la cumpleañera”. Lo que siguió ya lo imaginas. ¡Me vine cuatro veces más! Antes de levantarnos al día siguiente.
¿Qué tal si a Cornelio le dieron vino en la copa de Ociel? ¡Ja, ja, ja, ja! Si Cornelio ya le había lamido el rabo a ese amante de su ex, lo leí en trío inesperado. ¡Qué buena respuesta de Stella.
Es una lástima que Cornelio no contó lo que él hizo después, al menos tú no lo quisiste contar, si es que sí lo dijo.
Esa Stella es un doble de Tita (con el perdón de mi amiga Tita, pero se ve, se nota…)
Coincido contigo. A no ser por los casi 40 años de diferencia, yo supondría que Tita y Stella son gemelas.
Respecto a lo que contó Cornelio, sí, también me platicó lo que siguió…
Cornelio es el cornudo perfecto. ¡Lo amo! Toda mujer quisiera un marido así, y unos amantes de esos. No te hagas pentonto, Ber. Se guro que hasta te enseñó el video que tomó desde el closet. Es más: ¡apuesto que también se la chaquetearon uno al otro viéndolo!
La escena de la cama llena de pelos del amante y la esposa es muy fuerte para los cornudos primerizos, según lo cuenta Cornelio en alguna parte y también Paca, la hermana de Tita: «me entristeció la soledad en la que lloraba Saúl, mirando la cama del estudio con sábanas húmedas y ajadas, con vellos castaños y morenos, las cobijas revueltas, y el cuarto hedía a sudor y sexo», PERO… ¡cómo lo disfrutan cuando han sido domados por su mancornadora! Hasta buscan el olor y el sabor del amor que la esposa le brindó el amante. Ese gozo es el que no contaste y que seguramente sí te relató tu amigo, pues tú también ya estás en el hato de Stella y gozaras cuando otro se la coge.
Ya estás muy cerca de ser como Stella. Verás que sí le gustará a tu marido saber que día a día le crecen los cuernos.
No, Cotnelio no tomó video esta vez. Él estaba gozando el show en vivo.
Sí, no niego que Stella me fascina y que disfruto cuando ella me busca para coger. ¡No puedo negarme!
¡Claro que también me contó lo demás!
Pues a mi marido yo he dado show (involuntario) a través de la Web con las cámaras de seguridad instaladas en casa.. La verdad, me pasa como a Stella: cuando estoy en la acción, ni me acuerdo de las cámaras. Lo que sí gano es que al irse el macho, mi marido aparece para tomar atole. Sospecho que siempre supo cuando había tenido una cita clandestina pues le gustaba chuparme a mi regreso a casa, sin importar que me hubiese aseado para no llegar con los vellos llenos de lefa.
Dices «Sospecho que (Saúl) siempre supo cuando había tenido una cita clandestina». Yo estoy seguro que no siempre fue con antelación, pero después…
Esas situaciones tan calientes no me han ocurrido, aunque sí le mando fotos a mi marido o algún video en el memento que me están pasando. Miguel, mi marido, dice que hace unas chaquetas riquísimas apenas puede.
También, a la pareja de Mario y Laura, nuestros amantes, les mandamos videos de nuestra acción, o ellos nos los envían y cogemos más calientes.
Sí, el gusto por la lefa de otro en la pepa es muy agradecido, tanto por el que lo prueba como por la que lo da.
Sí, Stella y Tita son muy parecidas en su accionar.
Stella y Tita son muy casi idénticas en su accionar. Ellas saben disfrutar del sexo y hacer que sus «parejas» sean felices en ella.
Ése Cornelio… ¡Cuenten cómo vivió esa noche y las cuatro venidas!
Lo haré, porque tú me lo pides (y otros también). Lástima que tú nunca podrás darle a tu marido una dicha similar.