Experimentando a los 13
A mis trece años la calentura me traicionó y quise experimentar sensaciones nuevas.
Experimentando a los 13
No recuerdo si fue a los 11 ó 12 ó 13 que comencé a jalármela pero era delicioso. Las revistas porno que había encontrado ocultas entre cosas arrumbadas en un cuarto de mis tíos no ayudaron a disipar mi lujuria nata. Por el contrario, a mis trece la calentura me traicionó y quise experimentar sensaciones nuevas.
Fui a vivir a casa de un tío que se creía parido por la virgen María. Fui a vivir allí porque me llevaba bien con sus hijas e hijos. Antes de eso, había estado viviendo en la casa de mi abuela materna y como mis padres me habían dejado allí para emigrar yo solamente pude encontrar paz mental en mis pajas tan ricas y tan satisfactorias a solas sin que nadie me molestara.
Buscaba rincones en casa de mi abuela o de mis tíos para poder deslecharme y darle un poco de felicidad a mi vida tan falta de felicidad. Me encontré a mi «Personal Jesus» como dice «Depeche Mode» en su canción jajaja 😀
Ya en casa de mi tío, el guadalupano (quien solamente le hacía honor a las últimas tres letras de esa palabra) pasaba tiempo con mi prima a quien le llevaba por unos meses de edad. No era la belleza pero casi la mayoría de secundaria son buenas para inspirar unas buenas pajas.
Siempre quise meterle mano y más que eso a mi prima pero nunca pude. Así que como no pude tenerla a ella tuve que transferir esa fijación como lo indica la psicología. A lo que me refiero es: al poder tener a la persona que deseas, tomas algún objeto que le pertenezca para satisfacción de posesión.
Una noche después de haber visto porno estaba tan caliente y ya me la había jalado una hora antes en la noche y dos veces o tres durante el día. Pero aún así andaba muy caliente y quería echar leche al imaginar sus chichis talla b de mi prima hermana.
Recuerdo que fui al baño que compartíamos ya muy noche y tomé su cepillo dental. Le puse lubricante de mi pene en las cerdas imaginando que se chuparía ese cepillo durante la mañana. quise terminar y llenarlo de semen pero por la hora tuve miedo de hacer demasiado ruido y que saliera y me viera.
Y fue entonces que mi calentura me llevó a hacer algo que nunca me habría pasado por la mente: me metí la puntita del mango de su cepillo dental en la entradita de mi ano :-O
No sé por qué lo hice pero según la psicología la etapa anal, aquella entre el año y tres de edad cuando los niños comienzan a hacer popó, se forma una asociación de placer y el movimiento del ano.
En ese momento solamente comencé a meter la puntita y lo saqué y sentí rico al deslizarlo para entrar y para salir. Tenía pensado entrar y salir rápidamente del baño para no ser descubierto pero me emocioné por la sensación y me quedé allí explorando ese nuevo placer descubierto. Siempre he sido muy curioso en el terreno sexual.
Después de haberme masturbado analmente por primera vez usando agua y jabón para hacer que resbalara rico lavé bien el mango y dejé todo en su lugar para salir rápido de puntitas hacia el cuarto donde yo dormía.
Fui a mi cuarto con mi corazón latiendo a mil por hora por el golpe de adrenalina que sólo se puede experimentar cuando no se ha vivido lo suficiente.
Ya en el cuarto no sabía qué pensar pero saqué una cámara de video y la conecté a la tele y la acomodé de manera que viera las nalgas en la tele. Uf. Eso me prendió y me comencé a tocar mi nalga y me agarraba la verga, mi trasero y me agarraba la verga. Era tan erótico sin saber del tema racionalmente. Solamente sé que era esa lujuria adolescente que me controlaba.
Me recosté un rato en la cama y después acomodé la cámara para que me apuntara al trasero mientras me puse a cuatro patas en la cama y también acomodé la cámara para apuntar hacia mi verguita adolescente. Después de mirarme con lujuria en el gran espejo y en el televisor decidí jalármela tan desenfrenadamente que exploté y salpiqué mi leche adolescente a un metro sobre la alfombra.
Qué venida tan rica!!! Y en ese momento recordé un anécdota de un compañero de la escuela. Nos había contado a una bola de pajeros que cuando había estado en un internado de seminaristas encontró a un compañero probando su semen y dijo que era algo egoísta porque era para compartirlo con su esposa en una edad adulta etcétera.
Y sabiendo que estaba solo pero con temor y curiosidad, lleve un poco de mi semen a mi boca para probarlo. Sabía a algo diferente, entre dulce y salado y con un aroma entre cloro y el jugo del maíz crudo o la caña de azúcar. Era algo nuevo y nunca le dije a nadie por miedo a que me juzgaran porque crecí rodeado de gente que solamente se dedicaba a juzgar pero eso sí, súper religiosos y castos y puros jajaja 😀
Hasta aquí dejo este relato. Felices pajas, jaladas, mamadas, dedeadas y lo que les guste hacer jajaja!!! Denle duro!!! El muerto al pozo y el vivo al gozo!!!
JAJAJA!!!
¡Es increíble! Yo empecé casi igual que tú. Me gustaría desahogarme contándote mi experiencia. rilomi06arrobahotmail