Fantasía cumplida: Mi esposa probó a dos negros
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una forma de excitarnos era cuando al estar acostados conversábamos sobre fantasías sexuales y dábamos rienda suelta a nuestra imaginación prometiéndonos que en un futuro cercano las íbamos a realizar. Para esto, ambos cerrábamos los ojos y poníamos la película imaginaria en nuestras mentes en la que éramos los principales actores. Cada uno narraba su propia imaginación y los temas variaban entre ella y yo. A ella le encantaba soñar con uno o dos negros muy bien dotados, o un trío con dos hombres blancos y yo incluido, eso sí, que ellos fueran de penes grandes y gruesos. A veces me hacía participar solo como filmador o fotógrafo. Mi imaginación generalmente era dirigida a un trío con mi mujer y otra chica, eso sí, blancas, no por ser racista, sino que no me apetecen las negras. Luego ambos pensábamos en cuartetos e intercambio de parejas. Una vez se imaginó hacer sexo con 4 hombres y yo solo filmaba.
Mi mujer era blanca, delgada, frágil, delicada y yo siempre le decía que me parecía imposible que pudiese resistir una sesión de sexo tal cual ella se imaginaba. Lo importante era que estas historias imaginarias nos ponían muy excitados y siempre terminábamos haciendo un sexo loco perfecto.
Nuestra locura sexual incluía que al momento de estarlo haciendo yo le decía que cerrara los ojos y se imaginara haciéndolo pronunciando nombres de hombre ficticios o en algún caso verdaderos si se imaginaba a algún amigo o conocido.
Sin embargo, no nos atrevíamos a realizar nuestros sueños y anhelos sexuales, solo lo revivíamos cada vez que hacíamos el amor.
Un día, mejor dicho una noche del 18 de septiembre, (mi mujer era virgo, el signo de las mujeres más sexy y ardientes) estuvimos bebiendo vino en nuestra salita, los dos solos, pues una pareja de amigos se retiró pronto después de la cena y el brindis respectivo pues a ella le tocaba turno noche en el hospital ya que era enfermera, y sorpresivamente mi esposa me dijo: “hoy quiero un regalo de cumpleaños inédito, algo que nunca me has dado”
Intrigado le dije que la cartera y zapatos que le había comprado quizás no le gustó. Me dijo que sí, pero que el regalo diferente era sexo extra, es decir sexo con otro hombre.
Aunque sorprendido no dudé ni lo pensé y de inmediato le dije que aceptaba y que sus 35 años serían inolvidables, pero para esto era importante que cumpliéramos con una regla: NO ENAMORARSE DE LA OTRA PERSONA POR MAS RICO QUE HAGA EL SEXO. La regla era para ambos, pues esta salida nocturna podría presentarnos la oportunidad de un trío, un cuarteto o yo que sé.
El club privado estaba a las afueras de la ciudad, era exclusivo.
El coche solo llegaba hasta la puerta principal, ahí nos esperaba un seguridad que nos dio la bienvenida y nos pidió las llaves del coche para llevarlo al parking.
Por dentro las luces tenues y a colores no permitía distinguir a los ocupantes de las mesas lo cual daba una seguridad a los que querían pasar desapercibidos .
Al fondo se distinguía la barra con algunas personas bebiendo o fumando.
Atravesamos directamente el amplio local, pasando por la pista de baile en la cual algunas parejas disfrutaban de una balada muy apretaditos como si quisieran fundir ambos cuerpos en uno solo.
Nos sentamos en una mesa cercana a la barra y junto a la pared para tener un panorama amplio y total sobre todo el local y pedimos dos tragos al mozo que cortesmente se nos acercó.
Mi esposa muy entusiasmada me hizo mirar hacia la barra y me dijo: "allí está mi regalo especial por mis 35 años".
Apoyando los codos sobre la barra estaban dos hombres negros de unos 30 años aproximadamente, altos a los cuales solo se les podía distinguir la blanca dentadura al sonreír.
Cuando el mozo regresó con nuestro pedido le preguntamos sobre los dos negros de la barra y nos dijo que eran Dandys y que estaban al servicio del mejor postor y que si nos interesaba le pediría a uno de ellos que se acercara a la mesa.
Mi esposa le pidió que por favor se acercaran los dos para escoger.
Al minuto ya los teníamos frente a nosotros y con mucha confianza se sentaron y pidieron dos tragos a nuestra cuenta.
Creo que en lo único que no coincidíamos con mi esposa era en cuestión de razas y colores.
Por ejemplo a mi me encantaban las japonesas, bajitas ellas, suaves , delicadas, respetuosas pues piden permiso hasta cuando te van a mamar le verga, pero mas que nada son estrechas y hay que follarlas muy delicadamente.
A mi esposa no le gustaban los japoneses, decía que eran muy bajitos, desabridos y con pene pequeño.
A mi no me gustan las negras, quizás porque en mi única experiencia sexual la encontré muy profunda y abierta de vagina y esto que yo la tengo gruesa, además despiden un olor característico que no es de mi agrado, aún cuando estén recién salidas de la ducha.
En cambio a mi esposa su gran fantasía es hacer el amor con uno o dos negros potentes y bien dotados.
Según su filosofía dice que el olor no se percibe con la calentura sexual y que quizás la excitaría más.
VEINTE VEINTIUNO
Allí estábamos frente a frente, uno de ellos era delgado, rasgos finos, guapo, bien vestido con chaqueta y pantalón blanco y su compañero era de rasgos toscos, labios abultados, nariz achatada contextura de boxeador con la camisa negra desabotonada que dejaba ver unos abundantes bellos ensortijados en el pecho.
– Cuanto, dijo ella.
– Cien, contestaron al unísono,para lo que sea y por una hora, incluida habitación.
– Medidas
– Veinte dijo el negro tosco
– Veintiuno agregó el negro fino.
Mi esposa abrió su cartera y sacó 100 dólares y se los puso en las manos del negro fino, así le llamaremos pues no dieron su nombre.
Brindamos hasta secar los tragos de nuestros vasos y salimos del local .
A un costado estaba un hotel 3 estrellas y en el segundo piso tenía su habitación de dos piezas.
La regla es, me dijo, que tu te quedas en esta salita viendo la tele y al cuarto vamos solo ella y yo.
Acepte, no me quedaba otra.
Prendí el televisor y le quité todo el volumen, quería escuchar, quería atravesar esa pared y ver que era lo que sucedía.
Me resigné y por más que puse mi oído en la puerta interior solo salían leves quejidos de mi esposa.
Pasó una hora exacta (parece que lo tienen cronometrado) y se abrió la puerta y apareció mi esposa un poco seria y nos despedimos del negro y fuimos a sacar nuestro coche para irnos a casa.
Durante el trayecto de regreso no hablamos nada y al estar en casa se fue directo a la ducha y saliendo solo con su toalla me dijo:
– Supongo que estas ansioso porque te lo cuente todo
– si, le dije
– Te lo detallaré tal cual sucedió: "La habitación es espaciosa, un espejo a cada lado de las paredes y uno en el techo, la cama muy ancha, todo alfombrado donde puedes caminar descalzo.
Empecé por quitarme el abrigo pero el me contuvo y me dijo que el haría todo.
Eso me gustó.
Y así fue, muy pausadamente me fue quitando pieza a pieza todo lo que traía puesto, con una delicadeza extrema, me trataba como a una reina o quizás como a una niña.
Suavemente me sentó en la cama y luego el se quitó toda la ropa.
Lógicamente el boxer al final.
Antes que se quite el boxer miré con ansia y curiosidad y se le notaba un bulto grande que decía claramente que en verdad tenía una verga de 21.
Al quitarse todo pude ver por primera vez en mi vida un pene de 21 centímetros, medianamente grueso que colgaba sobre los testículos abultados y que me hicieron pasarme la lengua por los labios y tragar saliva.
Que ganas tenía de chuparme esa gran verga y sentirla que se pare dentro de mi boca y pasé la mano acariciando sus piernas, sus testículos, su pene y cuando me incliné para mamárselo él me agarro la cara y me dijo que solo le diera un beso.
Lo besé en el glande con los labios abiertos y húmedos y el de pronto me recostó sobre la cama , me abrió ambas piernas , se arrodilló al filo de la cama y me empezó a lamer el clítoris muy suavecito mientras sus manos acariciaban mis tetas.
se puso de pie y me levantó las piernas hasta sus hombros y pronto sentí una interminable verga que se adentraba en mi vagina que se encontraba totalmente húmeda y caliente.
El largo era muy largo pero entró toda en cambio el ancho no es como la tuya mi amor, tu la tienes más gruesa.
Me la clavó toda una y otra vez y empecé a sentir un gran gusto pero de pronto me cambió de pose y esa noche hice algo por primera vez, el negro empezó a girar mi cuerpo con las piernas en alto y me volteó boca abajo pero sin sacar su verga de mi vagina.
Sentí como si fuera un torniquete que giraba dentro de mi haciéndome sentir algo nuevo.
En esta nueva pose me agarró de la cintura y empezó a meter y sacar como si me estuviera bombeando aceleradamente y nuevamente empecé a sentir ese gustito de arrechura que me lleva siempre a gritar de placer.
Pero nuevamente me cambia de pose interrumpiendo mi delirio loco sexual.
Ahora se pone de pie prende un equipo de música y con las notas de una bachata se pega junto a mi y me dice que bailemos.
Desconcertada porque este baile me cortó todo lo rico que empezaba a sentir, pero, sin embargo accedí a su requerimiento pensando en experimentar cosas nuevas.
El negro era alto, más alto que tu, mi querido esposo, y su pene parado y duro apuntaba desde mi ombligo hacia arriba y por lo tanto no me excitaba pues me habría gustado sentirlo en mi vagina.
Me soltó, se paró a un lado y me dijo que bailara para él.
No soy experta en el arte de bailar pero hice un show aceptable como para un cabaret dándome ganas al mirar esa hermosa verga parada frente a mi invitándome a que me la comiera.
Nuevamente me acerqué hacia él y fui directamente a su pene agarrándolo con ambas manos y abriendo mi boca me comí la mitad de esa hermosa verga pues no podía comérmela toda por su gran tamaño.
Al empezar a saborear ese delicioso manjar súbitamente me apartó y me dijo que no siguiera, que ese era su punto débil.
Es decir que si se lo mamaba iba a terminar muy rápido y en mi boca.
Nuevamente cortada y desconcertada no sabía que hacer y lo peor era que me enfriaba totalmente y tenía que volver a empezar.
Le dije que quería una última pose para terminar la sesión y le dije que se tumbara de espaldas en la cama pues quería hacer el caballito.
El pene del negro se había enfriado también y como no me permitía mamárselo para reanimarlo me acosté sobre su pecho para sentir todo su cuerpo frotándome contra él.
Empecé a besar esos labios finos que es muy raro ver en un negro , besar su cuello, sus tetillas y si es verdad lo del olor peculiar de los negros pues en ese momento que trataba de calentarme y al no lograr la arrechura necesaria instintivamente alejé mi cara de su cuerpo y me puse sobre su pene cogiendo con una mano y frotándolo en mi cosita .
Me costó un poco pero logré introducirlo totalmente en mi coño hambriento de placer y de verga y empecé a cabalgar sobre mi negro logrando llegar mis primeros quejidos de arrechura.
Yo quería sentir uno o varios orgasmos pero su pene no estaba tan duro como al principio, lo sentía que se doblaba al hacer mis movimientos, incluso algunas veces se salía y tenia que volver a introducirlo y esto me quitaba concentración.
Cerré los ojos tratando de explotar pero no pude y use la estrategia del engaño, grité como si estuviera gozando y simulé terminar en un orgasmo fabuloso.
Me bajé y noté que mi vagina estaba chorreando semen del negro.
La explicación de la flacidez del pene era que el ya se había hecho dentro de mí cuando yo aun no estaba ni por la mitad del acto sexual.
Me vestí rápidamente pues no quise usar la ducha y le dije adiós ; el levantando la mano me dijo chau nena cuando quieras me buscas".
Y eso fue todo.
Acaricie a mi esposa y le dije que no se traumatizara por lo sucedido y que ya tendríamos oportunidades de encontrar algo mejor y a su gusto.
Nos acariciamos y dejando la toalla a un lado hicimos el amor como solo nosotros lo sabemos hacer.
Toda los días siguientes de la semana mi esposa se lamentaba del incidente con el negro fino y me preguntaba si todos los negros serían así.
– Es muy fácil mi amor saber la respuesta.
Este sábado iremos nuevamente al club y .
– Nooooooo me interrumpió, ya no quiero saber nada de ese negro
– Plan B mi amor, le dije, lo harás con el otro negro y si ese también falla quedarás curada de tu trauma sacando de tu fantasía de hacer el sexo con negros.
Pero si ese negro es bueno igualmente te curarás del trauma , seguirás con tus gustos de negros pero sabiendo escoger.
PLAN "B"
Al igual que la semana anterior, tuvimos la suerte de ocupar la misma mesa, por ser día sábado el club estaba repleto y los negros estaban sentados en una mesa contigua y los podíamos distinguir perfectamente.
Frente a ellos estaba una pareja un poco desigual ya que el tendría unos 60 a 70 años y ella unos 40 a 50 como máximo.
– creo que no funcionará nuestro plan B, le dije.
– que mala suerte, me dijo.
Miremos a la barra y busquemos otra alternativa, aunque sea un blanco pero que sea bien dotado y hacemos un trió contigo.
De pronto el negro tosco se levanto de la mesa y se dirigió a la barra pasando por nuestro lado.
– Hola, le dijo mi esposa, estas desocupado? siéntate.
– Ok, dijo él.
Mi compañero se va con esa pareja a una zona residencial a celebrar el aniversario de matrimonio de ellos.
– Parece que tu compañero capta mas clientes que tú .
– Te garantizo que la que me prueba, vuelve y repite, dijo el negro
– 100 dólares? y lo hago contigo?
– hecho , pero primero invítenme un par de tragos.
Y así fue, tomamos 4 tragos cada uno y ya estábamos eufóricos celebrando y bromeando como grandes amigos.
Sin pedir permiso el negro cogió de la mano a mi esposa y la llevó a la pista de baile.
Era una balada en inglés, lenta, muy lenta y ellos bailaban muy pegados, ella colgada del cuello y con su cara arrimada al pecho descubierto frotándose sobre los bellos con los ojos cerrados dejándose llevar.
El sujetándola por la cintura bajaba la cabeza hasta el oído derecho de ella murmurándole algo y le pasaba la lengua y algunos besos en cuello y oreja.
La pierna derecha del negro la tenía bien metida entre las piernas de mi esposa y por momentos se bajaba un poco para ponerle el tremendo bulto a la altura de su vagina y frotárselo rítmicamente al compás de la música.
Al termino del baile ella parecía que flotaba agarrada de la mano y embobada le dijo al negro que era hora de hacerlo.
Sin más , salimos y para sorpresa nuestra nos llevó al mismo hotel y misma habitación de la semana anterior.
Y al igual que la pasada vez, la misma regla, tenía que quedarme fuera y esperar una hora.
Pero no todo fue igual que la vez anterior, pues al poco rato mi esposa daba unos gritos desaforados de inmenso placer y por momentos su voz llegaba claramente a mis oídos pidiéndole más y más o suplicando que el negro la castigara en las nalgas y le rogaba que no terminara nunca.
Esta situación era nueva para mi y me puso muy caliente y el tiempo transcurrió muy rápido entre gritos, quejidos, alaridos y llanto.
Luego silencio, se abrió la puerta y apareció el negro con ropa distinta y me dijo:
– los espero en el bar del hotel.
Pasa y ayúdale a vestirse.
No se olviden de cerrar la puerta.
Pasé, y allí estaba ella, tendida boca arriba completamente desnuda, los ojos cerrados, una mueca de satisfacción en su boca pues parecía sonriente y con los brazos y piernas abiertos en forma de aspa.
Me senté a su lado, la acaricié y le di un suave beso en la frente.
Ella entreabrió los ojos y me dijo:
– Estoy extenuada, casi muerta , este negro es de otro planeta, fabuloso, extraordinario.
Tenías razón, el plan B funcionó, sigo pensando que los negros son buenos.
Desnúdate y acuéstate a mi lado quiero contártelo todo.
" Antes que nada quiero que toques mi cosita y la sentirás completamente mojada, inundada, no porque siga caliente o con ganas, sino porque estoy llena de toda la leche que me dejo el negro.
No podría enamorarme pero si volverme adicta pues es maravilloso.
Hice eso, puse mi dedo medio en su vagina y comprobé que realmente la tenía llena de semen y que poco a poco iba discurriendo hacia afuera mojando las nalgas y llegando incluso hasta el mismo ano.
Continua, le dije.
"Nada más cerrar la puerta me dijo: ahora vas a saber lo que es tirarte un buen polvo.
Mi compañero no creo que te haya hecho sentir lo que sentirás conmigo.
vaya, dije para mi, este negro me ha salido vanidoso y presumido.
Nos paramos frente a frente al costado de la cama y me dijo que no me moviera porque el me iba a quitar la ropa.
Así fue, una a una me iba sacando mis prendas de vestir, yo solo facilitaba con mis movimientos para que el lograra su objetivo.
Al final me quede solo con mi diminuta tanga.
Se arrodilló y la bajó suavemente hasta mis rodillas.
Yo simplemente junté bien mis pies y la tanga cayó hasta el suelo y abrí mis piernas para que viera mi conchita ansiosa de sexo.
Me acarició los bordes de mi vagina con sus dedos y entreabrió mis labios vaginales y puso su lengua, tremenda lengua, en mi clítoris con movimientos de abajo hacia arriba y en el acto sentí un placer intenso que me hizo cerrar los ojos y menear mis nalgas como si fuera un baile hindú.
Luego mis pequeños quejidos se fueron acrecentando hasta convertirse en gritos al sentir como me abrió más mi vagina y su lengua dura y recta como un pene se introdujo dentro de mi.
Puse mis manos sobre su cabeza acariciando esos cabellos crespos y empujando su cabeza hacia mi como si quisiera que no solo entrara su lengua sino hasta su cabeza completa.
Sus manos ahora me apretaban las nalgas y su lengua seguía perforando mi vagina .
Uno de sus dedos buscó el hueco de mi culito y lo fue metiendo haciendo movimientos circulares y lo raro era que no me dolió cuando lo hizo puesto que antes lo había lubricado con mi propio líquido que mojaba mi concha.
No aguante más y sentí que se me venía un rico orgasmo que lo disfruté como nunca.
Se puso de pie y me dijo: desnúdame.
Temblando aun debido a mi primer orgasmo de la noche empecé a quitarle la camisa a duras penas pues el es muy alto y quedé frente a un tórax de pura fibra cubierto por una maraña de vellos.
No pude evitar la tentación de acariciar ese pecho y frotar mis manos y luego mi cara restregándome contra el como si fuera una perrita mimosa .
Sacar el pantalón ya fue una tarea más fácil junto al par de mocasines quedándose solo en calcetines y un boxer blanco que contrastaba totalmente con su color de piel.
Ahora venía el plato fuerte.
Sentí una corriente eléctrica al mirar fijamente ese bulto, tremendo bulto, que escondido en ese boxer me invitaba a descubrirlo.
Copiándome de lo que hizo el negro, me arrodillé y se lo bajé totalmente hasta el suelo.
A unos diez centímetros de mi cara estaba un monstruo colgando sobre unos prominentes y redondos testículos, grueso, muy grueso, y con una cabeza que parecía un hongo que se mostraba mas gruesa que el diámetro del pene.
Los vellos púbicos también eran abundantes.
Se diría que este negro era un oso pues tenía pelos por todos lados.
No sé, pero por primera vez en mi vida descubrí que un cuerpo lleno de pelos me excitaba muchísimo.
Mi cabecita ya no pensaba ni razonaba, como un robot mis labios se abrieron , mi boca se lleno de saliva, mi vagina se volvió a lubricar y mis manos se aferraron a este hermoso y riquísimo manjar que estaba a mi disposición y de la que en esos momentos yo era la dueña.
Mi boca se tuvo que esforzar para abrirse y embullirse esa cabezota y un poquito más de pene.
En realidad me hubiera gustado comérmelo todo pero eso era imposible.
Era largo y grueso y conforme lo mamaba se iba poniendo rígido con lo cual tenía que contentarme con saborear esa cabeza rica y esos testículos sabrosos pero pasando mi lengua a lo largo de esos 20 centímetros que parecían 50.
Se dejó mamar todo lo que yo quise y luego me puso de pie y me cargó en sus fuertes brazos como si fuera una bebé.
Me posó suavemente sobre la cama y se acostó sobre mi cuerpo.
Nuevamente sentí la corriente eléctrica en todo mi cuerpo a frotarme con sus vellos.
Me miró muy cerquita a mi cara y mis ojos ya no veían a un negro tosco de labios gruesos.
Ahora lo veía lindo, y mis labios entreabiertos suplicaban un beso.
Más que besos era un succionador que me comía los labios, la boca, mi lengua.
Me ahogaba, me quitaba la respiración y cuando parecía que me desmayaba, me dejaba espacio para respirar y gozar de esta nueva experiencia.
Y es cierto, era nuevo para mi.
Yo nunca había besado a un hombre con esos labios tan abultados y carnosos.
Al mismo tiempo sentí su tremendo bulto frotándose sobre mis piernas y mi vagina.
Sin dejar de besarme me abrió las piernas .
Eso significaba que se aproximaba la introducción.
Dejé de gemir y gritar cerrando los ojos como un condenado a muerte que espera el sablazo que le dará fin.
Y si fue un sable, pero no cortaba, no mataba, no tenía filo, no me hacía daño.
Empecé a sentir que ese monstruo se adentraba en mi vagina poco a poco copando todo mi interior.
Tuve miedo que no lo pudiera resistir, más que nada por el grosor.
Me llenaba totalmente, no me dejaba ni un milímetro libre.
Mis paredes interiores elásticamente se amoldaban a esa tremenda verga hasta que entró totalmente.
Mi gran lubricación ayudaba esta penetración y facilitaba el mete y saca continuo que el negro me hacia.
Yo como una loquita empecé a mover mis caderas tal si fuera una licuadora de 12 velocidades.
El negro me abrazó fuertemente y yo puse mis manos aferrada a su espalda clavándo mis uñas desesperada por las ricas sensaciones que sentía una tras otra.
Mi segundo orgasmo no se hizo esperar.
El negro se dio cuenta y me cambió de posición.
Se bajó de la cama y me puso de pie al filo inclinándome hacia adelante apoyando mis codos y en posición de gallina tomando agua.
Se puso tras de mi , me cogió la cintura y me atrajo hacia el y me la clavó una y otra vez en forma completa sin dejar nada afuera.
Créeme que pensé que me la iba a meter por el culo.
Pasado mi temor empecé a gozar y a delirar y me imagino que habrás escuchado mis alaridos.
No se cuantos metidas y sacadas me hizo .
Yo le rogaba que no se hiciera, que siga, que siga, que no acabe.
Los manazos que me daba en las nalgas eran un complemento a mi placer y le pedía que me diera más y más fuerte.
Como un maestro en el arte del sexo el negro hacía coincidir el palmazo con la metida de su gran verga haciendo que llegue al máximo de locura sexual.
Lo cierto es que nuevamente sentí un largo orgasmo, tan largo como el tamaño de su pene y tan rico como el grosor de esa pinga que me estaba llevando a mundos desconocidos del placer.
Este negro parecía de acero, solo jadeaba mientras que yo estaba empapada en sudor que chorreaba por mi frente.
Lo sacó me puso delante de el y abrazándome me dijo al oído: Quieres ser mi amazona?
Le dije que si y me prendí a su cuello besando largamente esos carnosos labios intercambiando nuestras lenguas en nuestras bocas hambrientas de deseo.
Se acostó de espaldas con las piernas abiertas y con su gigante apuntando hacia el techo como si invitara a mi conchita a que se lo comiera.
Me acomodé sobre el, y al sentir la toda dentro de mi comencé a aullar como loba en celo,
Yo subía y bajaba sin cesar para sentirla entrar y salir, o me pegaba muy fuerte a él y giraba en círculos mis nalgas.
Quería que sepa que yo también se follar, quería demostrarle que le podía sacar su leche.
Que no soy neófita en el sexo porque yo aprendí mucho o todo de ti .
Cuando pasó de sus quejidos a dar gritos comprendí que se estaba viniendo y eso hizo que nuevamente me llegara el cuarto orgasmo de la noche.
Después de tantas metidas y sacadas, movimientos , giros, gritos, palmazos, rasguños etc, al fin sentí que un aluvión de leche me llenaba mi concha mezclándose con mis propios fluídos que manaban de mi interior.
Se fue quedando quieto este gigante y tambien su armamento.
Me incliné hacia un lado y me quedé echada totalmente extenuada después de librar una tremenda batalla sexual en la cual no hubo perdedor.
Los dos ganamos.
"
-Eso es todo mi amor.
Nunca había visto a mi esposa tan entusiasmada al contarme detalladamente lo sucedido.
Vamos a ducharnos, le dije, luego vamos a casa para hacer el amor.
– No, quiero que me hagas el amor aquí y ahora.
Recuerda que tu me enseñaste que contigo hacemos el amor .
Con el negro solo hice sexo.
En realidad la historia me había excitado mucho, así que me desnudé rápidamente y subí sobre ella y al meter mi verga sentí los restos de semen que el negro había dejado dentro de su vagina y que se iba saliendo conforme metía y sacaba y que parecía que esto excitaba más a mi mujer.
Terminamos nuestra noche con mi leche rellenando esa concha hambrienta y ella con su quinto orgasmo.
Mientras regresábamos a casa en el coche le pregunté que si hubiese permitido que el negro se la metiera por atrás.
-No sé, es posible que si, pero tampoco se si ese monstruo podía entrar en mi huequito, aunque en su cómoda pude ver que tenía lubricantes.
Pero sabes mi amor? Me gustaría hacer un trio en nuestra casa , tu, yo y el negro.
Allí tu me la meterías primero por atrás abriendo el camino para el negro.
Que opinas?
Aceptado, y yo que pensaba que mi verga era la más gruesa de Venezuela, al menos eso me han dicho todas las mujeres que he tenido.
Tu la tienes gruesa y grande mi amor, pero el negro te gana y no te sientas mal pues la diferencia es que yo hago el amor contigo porque te amo, en cambio con el negro solo es sexo, placer.
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