Fernanda, mi hermanita (parte 1)
Relato de cómo conquisté a mi hermanita menor y la convencí de que me entregue su virginidad..
En definitiva, existen muchos placeres en la vida, pero ninguno se compara al tener a tu pequeña hermana de doce años recostada en tu cama, con sus piernas abiertas esperando a que le quites su inocencia, o ser el causante de su primer orgasmo. Esta es la historia de cómo enamoré a mi hermana menor y cómo logré convencerla de que yo podría hacerle conocer nuevas cosas.
Y todo comienza en el 2021, cuando nuestros padres fallecieron en la pandemia del covid y tuve que encargarme del cuidado de mi hermana menor, ya que era el familiar más cercano que tenía, y además, a mis 21 años yo contaba con un trabajo que me brindaba la posibilidad de sustentar nuestros gastos.
Los primeros meses fueron muy cruciales para que mi relación con Fernanda se fortalezca, ella cayó en una profunda depresión a raíz de la muerte de nuestros padres, por lo que siempre intenté estar presente para ella. Sin embargo, jamás imaginé que mi hermanita menor se convertiría en una mujercita muy atractiva a sus doce años.
Fernanda se había convertido en una niña muy linda, que a sus doce años lo que más resaltaba en su cuerpo son sus pechos, pues eran algo grandes a comparación de las otras niñas de su edad, tuve la fortuna de verla crecer y desarrollarse, pero jamás la había visto con morbo hasta un viernes por la tarde, cuando llegué de trabajar, la casa estaba silenciosa y a pesar de que la llamaba, no encontraba respuestas, por lo que me dispuse a buscarla en el baño, se escuchaba el agua caer, entonces supuse que se estaba dando un baño. Me recosté en el sofá de la sala para esperar a que ella salga y poder saludarla, pero me encontraba muy cansado, así que solo me quedé dormido.
Una suave voz me despertó, era ella, se presentó ante mi con un top que cubría sus pechos y una falda pequeña que apenas lograba taparle unos centímetros debajo de sus nalgas. Le sonreí mientras intentaba terminar de despertarme.
—Hola preciosa, ¿cómo estás? —le dije, en el fondo sabía que esos apodos le gustaban mucho, por lo que me devolvió la sonrisa y se sentó a mi lado, envolviéndome entre sus brazos y dándome un beso en la mejilla, sus labios realmente se sentían demasiado bien, y su aroma limpio me encantaba.
—Te extrañé mucho hermanito —Fernanda estaba acostumbrada a ser cariñosa conmigo, y yo siempre le devolvía esas muestras de afecto, esa había sido nuestra relación desde que ella era pequeña, ambos crecimos siendo unidos.
La abracé por la cintura y ella se sobresaltó, era algo nuevo, pero nada fuera de lugar, hicimos contacto visual por unos segundos mientras guardábamos silencio, en toda la sala solo se escuchaban nuestras respiraciones.
— ¿Qué quieres cenar hoy? —era casi fin de semana, me gustaba consentirla por esos días.
—Quiero pizza —me respondió con una sonrisa y le devolví el gesto, ella se incorporó y yo ordené la pizza, me gustaba verla sonreír, después de muchos meses ella estaba logrando superar la muerte de nuestros padres.
Fui a bañarme mientras ella esperaba la pizza, me apresuré en cambiarme y fui nuevamente a su encuentro, llevaba puesto solo un short y el torso desnudo, por mi edad, yo tenía un buen cuerpo, pues hacía ejercicio continuamente.
La pizza aún no llegaba, por lo que me senté a su lado en el sofá para ver la tv con Fernanda, ella estaba viendo su película de princesas favorita. Fue tal vez en ese momento en el que me di cuenta de lo hermosa que era mi hermana, su piel blanca, sus ojos grandes y aquellos labios que se veían tan suaves, pero si algo me llamó la atención en aquel momento fueron sus piernas, que eran delgadas y largas, sentí fascinación por ellas en unos segundos. Al levantar la mirada, allí estaba ella, viéndome, yo le sonreí y extendí mis brazos, ella lo entendió y se acurrucó en mi pecho.
Allí estábamos nosotros, ella recostada sobre mi pecho desnudo y yo repartiendo suaves besos en su cabeza, nuestras manos estaban entrelazadas, nuestra respiración se había vuelto pesada. En algún momento solté sus manos y puse la mia sobre su cintura, tocando su suave piel, pude sentir que se estremecía y su respiración se volvió incluso más pesada, incontrolablemente mi erección comenzó a crecer, y ninguno de los dos se molestó en querer alejarse, ella solo se limitó a mirar la tv mientras mis manos paseaban por su vientre y mi erección se frotaba contra su espalda baja, nos vimos envueltos en un momento tan íntimo y especial que ambos soltamos un bufido cuando se escuchó ruidos en la puerta principal, la pizza había llegado.
El ambiente se tornó algo tenso cuando comíamos, el silencio inundó la casa y solo se escuchaba el ruido de la tv, ninguno de los dos habló por el resto de la noche, de alguna manera me sentía culpable por haber tenido una erección y por tocar de esa manera a mi hermanita menor, así que solo subí a mi habitación para despejar mi mente, pero estando ahí, sobre mi cama, recordé lo que había sucedido, la suave piel de mi hermana entre mis dedos, el delicioso aroma de su cabello, y hasta su respiración pesada con cada caricia, todo eso volvió a causarme una erección, y por muy culpable que me sentía, me dispuse a tocarme por encima del short, poseía un bulto de gran tamaño cuando me di cuenta de la situación, estaba excitado gracias a mi hermanita menor, la tierna niña a la que cuidé por doce años.
Inevitablemente se presentaron ante mi los recuerdos de mi adolescencia, cuando me tocaba bañar a Fernanda, recordé todas las veces que me pedía que frote su pequeña vagina porque le causaba cosquillas, la recordaba cerrando sus ojos mientras mis dedos pasaban en medio de sus piernas, un ir y venir que para ese momento no le tomaba más que como un juego, pero ahora resultaba ser tan excitante y prohibido. Fue así como en medio de la soledad de mi habitación, me puse a imaginar lo lindos que deberían ser los pechos de mi hermanita, o lo hermosa que ella se vería debajo de mi, gimiendo mi nombre y pidiéndome que termine en su interior, fueron todas esas imágenes las que causaron que mi erección se intensificara, y cuando justo cuando quería quitarme el short para desahogarme, la puerta de la habitación se abrió, y la luz del pasillo me dejó ver la silueta de mi pequeña hermanita en el marco de la puerta.
—Rodri, ¿puedo dormir contigo? —yo sabía lo que significaba, meses atrás habíamos comenzado a dormir juntos porque nos sentíamos solos en casa, y se fue convirtiendo en un hábito porque todos los días desde la muerte de nuestros padres solíamos dormir juntos, pero hacía solo unas semanas eso había cambiado, Fernanda volvió a dormir en su habitación y desde ese día solo dormíamos juntos cuando alguno se sentía solo.
—Claro que si preciosa, pasa —mi erección era evidente, pero bastó con verla a mi lado para que se me pase, ella me abrazó y me dio un suave beso en la mejilla.
—Tenía miedo, lo siento si te molesté.
—Tranquila, aquí estoy para protegerte.
Ella me abrazó en medio de la oscuridad, mis brazos la envolvieron y nos pegamos, uno al otro, sintiendo nuestras respiraciones, sintiendo el contacto cálido de nuestros cuerpos. Estaba por quedarme dormido cuando la escuché hablar.
—Oye Rodri, ¿que fue lo que sucedió en la sala? —Su pregunta me dejó tenso, tenía miedo de lo que ella fuera a decir.
—Oye, lo siento si eso te incomodó, en realidad yo también te había extrañado mucho en todo el día y quise demostrártelo, solo que no planeaba que las cosas terminen así.
— ¿Por qué se te paró? —Preguntó ella, por curiosidad, me sentía nervioso ante esa pregunta, asi que solo atiné a quedarme en silencio para buscar la respuesta correcta.
—Porque te me haces muy linda Fer.
— ¿Que? —Se soltó de mis brazos y se sentó en la cama, acto que imité porque sabía que diría algo o al menos se había escansalizado. — ¿Se te puso dura porque te parezco linda?
—Así es, se me pone dura cuando una chica es muy linda, y tú eres una niña muy linda, la niña más hermosa que vi en toda mi vida —Sabía que se sonrojó por mis palabras incluso si estábamos en medio de la oscuridad, incluso si después de mis palabras hubo un silencio muy profundo en la habitación.
—Yo… No soy linda —La escuché decir en voz baja unos minutos después, yo encendí la lámpara del velador por impulso y la vi, frágil. Como su hermano mayor, no intentaba mentirle, yo quería que ella se sienta bien conmigo, fue por eso que extendí mis brazos nuevamente y mi hermanita menor se puso de espaldas para poder abrazarla.
Ahí estábamos ambos de nuevo, en medio de la soledad de mi habitación, abrazándonos, mis brazos la sostenían con fuerza y mis labios le daban pequeños besos en su cabeza, Fernanda era una niña realmente linda, así que solo me esforcé por hacerle entender aquello.
—Tú eres muy linda, Fer, no sabes lo afortunado que me siento de que seas mi hermanita —susuré en sus oídos, pude ver su sonrisa y le abracé más fuerte.
—Tócame como hace rato, por favor —habló bajito, y mis grandes manos se adentraron en su pijama sin hacerla esperar. Imaginen esto, un hombre de 21 años, con una creciente erección, dando suaves caricias a una niña, a su hermanita menor, a la niña más linda que él haya visto en toda su vida, imaginen cómo ambos se sienten nerviosos ante el primer contacto pero aún así continúan, continúan hasta que el calor se apodere de sus cuerpos, y esta vez, nada iba a detener sus muestras de cariño.
Mi hermanita menor temblaba ante mi tacto, su respiración se volvía más pesada con el pasar de los minutos, y mis manos no dejaban de tocar su vientre. Tal vez fue el hecho de tenerla así de cerca, pero las escenas que había imaginado antes que ella invada mi habitación se habían vuelto mi verdadera fantasía aquella noche, sentía la necesidad de tocarla más, de volver a hacerle sentir cosquillas entre sus piernas como cuando era más pequeña, o tan solo tocar sus pechos, todo eso hizo que la calentura en mi se vuelva más intensa, y con ello mis toques también lo fueron.
No me di cuenta de lo que hacía hasta que salí de mis pensamientos, lo hice cuando escuché el suspiro de mi hermanita, y entonces pude ver lo mucho que se habían movido mis manos mientras me la imaginaba desnuda, mis dedos se encontraban casi dentro de su pantalón, me encontraba tocando los suaves bellos que adornaban su pubis, mi niña cerraba sus ojos y se encontraba sonrojada, ni siquiera en mi más grande fantasía me la hubiera imaginado de esa manera.
— ¿Quieres que continúe? —Le pregunté para no hacer algo que ella no quiera, aunque lo dudaba, porque sabía que le estaba gustando mucho.
—Si… —Respondió apenas, con la voz temblorosa, y bastó solo escucharla decir eso para que mis manos se adentren en su pantalón del pijama. Para ese momento mi pene estaba tan duro que lo sentía explotar, mis manos exploraron la suave piel de su pubis hasta que me encontré con su vagina, la pequeña vagina que había tocado hace algunos años estaba nuevamente siendo víctima de mis dedos, mis largos dedos se deslizaban con facilidad por los labios mayores de mi hermanita, quien había comenzado a derramar gotas de sudor, ella mantenía sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos, su respiración se aceleró mientras continuaba con mi trabajo.
Fernanda soltó pequeños y tiernos gemidos mientras los dedos tocaban su clítoris con mucha habilidad, el calor se sentía en cada rincón de la habitación, sus gemidos se repetían después de cada roce, le estaba dando todo el amor que un hombre le puede dar a una pequeña niña de doce años.
Mis manos continuaron frotando esa pequeña vagina, mojada y sensible, mientras Fernanda intentaba cerrar sus piernas, y entonces supe que pronto terminaría, pero para que su orgasmo sea más placentero la dejé descansar un momento, quité mis manos del interior de su pijama y me hice a un lado, permitiendo que ella se recueste sobre mi cama, y entonces la vi con tanto amor, la vi más hermosa que nunca, realmente no sé de dónde saqué el valor pero la besé en sus labios. Nuestros labios hicieron contacto y sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo, estaba seguro que ella también lo había sentido, su falta de experiencia fue evidente, así que tomé el control y le besé sus labios, el momento se sintió tan mágico y excitante que no pude soportarlo más y me quité el short junto con el bóxer, mi pene quedó a la vista y ella se sorprendió, lo vio por unos segundos antes de que me mueva y le quité el pantalón de pijama, ante mi quedó su pequeña vagina, ella abrió sus piernas y me deleité con sus jugos mientras le hacía sexo oral.
Ahora imaginen esto, un hombre mayor jugando con su lengua en la vagina de una pequeña de doce años, probando sus fluídos por primera vez, arrancándole gemidos y suspiros a su hermanita. Ese era yo, me tomé el tiempo de probar los fluidos de mi hermana menor, mi lengua pasaba por su clítoris, por el pequeño agujero de su vagina, yo era el hombre más feliz del mundo en ese momento y tal vez ella también estaba siendo feliz, no sé cuánto tiempo pasé haciéndole sexo oral a mi hermanita, pero ella terminó en mi boca unos minutos después, pude sentir sus fluídos invadir mi boca, debo decir que nada se compara al sabor de una niña, podía sentirme dueño de su primer orgasmo, de sus gemidos y de su primera vez con un hombre.
Pronto me levanté y la besé mientras yo me masturbaba, me sentía tan caliente que en solo minutos exploté, me corrí sobre su vulva, ensuciando con mi semen cada parte de su piel.
—Te amo —Le dije mientras expulsaba varios chorros de semen, le sonreí y me tumbé sobre su cuerpo, apoyado en mis brazos para no lastimarla. Estuvimos así por unos minutos hasta que se me bajó la erección.
Para un hombre que había pasado varios meses ignorando sus necesidades carnales por prestarle atención a los cuidados de su hermanita menor, había resultado liberador cumplir su fantasía y deslecharse sobre la piel de una niña de doce años.
Me levanté de la cama en busca de toallitas húmedas y me dediqué a limpiar su vulva, ambos guardábamos silencio y nos volvimos a vestir, nos abrazamos, la envolví entre mis brazos y sentí cómo poco a poco se iba quedando dormida. Me sentía culpable, claro, pero al menos había tenido su consentimiento para hacerlo, ambos nos quedamos dormidos, me sentía feliz por haber permitido que mi hermanita descubra nuevas emociones a mi lado.
[…]
SALUDOS queridos lectores, esta es la primera parte de esta gran historia, espero que les guste y espero sus apoyo, gracias por leer, nos encontramos en un siguiente relato.
Lamentable por la partida de sus padres, pero muy excitante!
Uf
Ansío poder saber la continuación de esta hermosa historia!
Por favor continua la historia, es muy erotica y excitante. También tengo una hermanita de 12 y yo 21 y ha decir verdad le tengo unas ganas de penetrarla y no me he atrevido aún..
Muy rico el relato, continua por favor, para saber como termina esa nena.
muy bueno espero la continuación
Uff que fantasia. El sueño de muchos.