Fiesta de amigos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Arturo.
El viernes pasado, como todos los años, un grupo de matrimonios amigos, hacemos la fiesta de fin de año. Nos reunimos en la casa de campo de uno de ellos en las afueras de la ciudad, nos vestimos de fiesta, y preparamos una cena y luego bailamos y jugamos. Este año estuvimos catorce matrimonios, asi que organizar aquello nos costó un buen esfuerzo.
Sobre las 8 de la tarde fuimos llagando todos, yo llegué con Asun mi esposa y con Angel y Mar otra pareja. Nosotros íbamos como siempre de traje y las señoras de fiesta. Cuando llegamos ya habían llegado algunos del resto de amigos.
Estaban los dueños de la casa, también Martín y Concha y Lola y Juan y algunos más que fueron llegando. Juan es un amigo que tengo desde el colegio tiene mi edad 54 y se ha casado solo hace dos años con Lola que tiene 38. Se casaron apenas a los 8 meses de conocerse. Juan nos comentó que no tenía mucho tiempo que perder, que con su edad se le pasaba el arroz, quería tener familia, y quiso casarse en cuanto antes. Siempre nos reíamos de cómo Juan, con lo soso y aburrido que era, es catedrático de historia, abría enganchado a esa mujerona. Lola era una mujer muy llamativa, era alta, con tacones, como llevaba hoy, mas alta que Juan, y la verdad tenía un cuerpo espléndido, tenía un culo magnífico y unos pechos que llamaban la atención y además al contrario que Juan simpática y abierta. Terminaron de llegar todos mientras bebíamos unas copas de vino y a eso de las diez comenzamos a cenar.
A pesar de que montamos nosotros la mesa, y que para 28 no es fácil, se veía tentadora. Como suele ocurrir al final los hombres en una esquina y las mujeres en la otra. Aunque siempre decimos que asi no luego se ponen a hablar y siempre quedamos asi. Yo estaba entre Martín y Luis, el dueño de la casa, y seguido a él comenzaban, con Lola, las mujeres de este lado de la mesa.
Yo veía a Luis que no quitaba la vista de Lola, la verdad tampoco yo en lo que podía ver, y es que era difícil quitarle la vista, Llevaba un vestido gris oscuro largo con algo de brillos, con una abertura lateral que subía hasta casi arriba del muslo, y muy ajustado. Un escote, que fue el comentario de algunas de las invitadas y de todos nosotros, que se abría hasta dejar ver todo el canalillo, y que dejaba ver un par de pechos grandes y redondos. Ese escote apenas cubría donde supuestamente deberían estar los pezones. Yo veía a Luis que cada dos por tres miraba hacia abajo ya que sentada la abertura dejaba ver toda su pierna y muslo.
Cuando se giraba para hablar con Luis, yo con más perspectiva, podía verle casi las bragas, aunque como eran oscuras no estaba seguro. Y Luis continuamente inclinándose para hablarla, tratando de ver lo poco que faltaba de sus pechos. Así pasó la cena, todos calientes con Lola la esposa de Juan.
Luego empezamos a bailar y a los juegos de siempre, gallinita ciega y tonterías de esas porque en definitiva a todos nos va un poco de morbo, de tocar y ser tocado .Luego partidas de cartas por grupos, etc. Con el ruido se acercaron unos amigos de Luis vecinos de la casa de al lado y se sumaron a la fiesta asi que ya éramos treinta y tantos.
A eso de las tres, estaba yo bailando con Teresa, la calienta pollas la llamamos, por que es asi, aunque creo que ni su marido se la tira. Es de esas que baila muy pegada que te hace caricias, que cuando mira su marido té baja la mano al culo, para que le vea y siempre esta jugando con el equívoco.
La verdad yo, con equívoco o no, no estaba para juegos, me había levantado ya caliente de la mesa con Lola y…, ahora Teresa, que no era nada del otro mundo pero bueno, con su vestido muy fino, pegada a mí, y con las manos posadas en su culo, que estaba muy durito y rico. Me las puso, mientras le decía a su marido, que bailaba al lado nuestro con otra, “¡ Venga aprovecha ahora a tocar otro culo!” “Mira este como aprovecha ja, ja, ja..” .
Yo no sé si se reía de verdad o no, o solo disimulaba, porque tenia por fuerza que notar mi polla, que se había puesto dura, en su vientre. Bailando me fijé que no veía ni a Luis ni a Lola por allí. Una sospecha me embargó. ¿Dónde estarían los dos?. Cuando terminó la canción le dije a Teresa que me iba al baño. Riéndose me dijo que todos éramos iguales y dejábamos todo a medias, y de forma muy sarcástica continuó “Quiero decir que bebéis mucho y tenéis que evacuar ja ja ja”. Con lo cual confirme mi sospecha de que la había notado dura, pero ¿y aquello de dejar todo a medias?, ¿Qué significaba?. Bueno asi que me fui a investigar.
No localizaba a ninguno de los dos, recorrí los baños, las habitaciones de arriba, nada de ninguno. Entonces me acordé de la cabaña que había en el jardín, me subí a unos troncos para mirar por un ventanillo que había y …¡joder! Allí estaban, Luis recostado contra unos muebles apilados, con los pantalones desabrochados abiertos, ella de cuclillas con el vestido recogido en la cintura, un pecho fuera y mamándosela. Luis la cogía de la cabeza mirando su pecho bailar al ritmo de la mamada. ¡Que pecho!, Grande, redondo, con un pezón gordo y parecía duro. Ella, no sé, parecía que no llevaba bragas, aunque probablemente llevase un tanga muy fino para que no se notase con aquel vestido tan ajustado, pero sus nalgas aparecían desnudas.
Inmediatamente, Luis hizo un gesto, probablemente chilló, pero de allí no oía, y se corrió en la boca de Lola, esta se levantó y escupió la leche terminándose de limpiar con la mano. Parecía enfadada y Luis abría los brazos como si se estuviese disculpando, tenía pinta de haberla dejado a medias. Ella se metió su pecho en el sostén y en el vestido, ahora si veía llevaba un diminuto tanga negro que apenas, con un triangulito por el que se veía vello, tapaba su pubis. Con dificultad, era muy ajustado, se bajo el vestido, y limpiándose con la mano de nuevo la boca salió hacia la casa. Y al poco Luis. Yo quedé escondido para no violentar aquello.
Cuando llegué ya estaban los dos allí, Lola había sacado a bailar a su marido, parecía tensa, y Luis se preparaba un cubalibre. Teresa al entrar al salón me vino, “¿Andas con próstata ya?, se rió, “¿o has tenido algún otro problema?. No sabía que después de lo que había visto ahora el problema era mucho mayor, que buena estaba Lola.
¿Bailamos? Me dijo Teresa. La verdad no me apetecía mucho, pero tampoco era cosa de hacer feos allí. En cuanto empezamos de nuevo se pego a mí. “¡Aprende a bailar!” le dijo a su marido, que nos miró y sonrió y que no paraba de bailar, y estaba como una cuba. Al sentirla pegada a mí y con aquellas imágenes en la cabeza, me volví a empalmar. Teresa no era nada del otro mundo, pero bueno tenía su polvo, no muy alta y algo entradita en carnes, tenia un buen par de tetas, seguro que necesitaba sujetarlas bien, y un culo bastante hermoso, un poco de régimen no le vendría mal.
La verdad habían puesto aquello con una luz como la de los guateques de joven, no se veía ni jurar. Teresa me hablaba sin callar, yo solo miraba a Lola, y la verdad no sé ni de que me hablaba, tenía mi cabeza al otro lado del salón. Pero un gustillo me hizo volver allí, noté las tetas de Teresa clavadas en mi pecho y las note duras y se le marcaban los pezones, pero lo que notaba era que mi polla estaba muy dura y sentía un masaje en ella.
Cuando volví a la realidad del momento me di cuenta que Teresa apretada a mí movía sus caderas en círculos muy despacio, lentamente al ritmo del bolero que tocaban, masajeando mi polla con su vientre y que yo seguía su ritmo. Al darme cuenta de lo que estaba sucediendo me apuré, ¿Qué hace Teresa? Y ¿yo?. Pensará que le sigo el juego o pensará que me lo sigue ella a mí.
Terminó la canción y me dijo ¿Mejor si seguimos otra mas? ¿o no? “tu mujer se ha ido a jugar a las cartas”. Todavía confuso y notando como estaba mi bulto le dije que sí. De nuevo se pegó a mí. Ahora, además de en mi polla, notaba que también sus tetas acompasaban suave, muy suavemente, el ritmo sobre mi pecho haciendo círculos.
Estaban durisimas y notaba sus pezones pasar por mi pecho. Dijo “La suerte de las mujeres es que nuestras excitaciones son más discretas ¿no?”. “¿Por qué dices eso?” Le pregunté haciendo como que no sabía de que iba.
“No sé, a vosotros se os nota cuando os excitáis más ¿no crees?. Al menos a mí me parece notarlo”.
“¿Sí?” “ Yo te noto a ti. ¿Y tú a mí?” dijo “ No”, un poco confuso contesté, “¿Lo estás?.
“Claro, ¿qué crees? Que solo tu te excitas y yo sintiéndote en mi vientre ¿no?. Estoy mojadisíma”.
A mí era Lola la que me estaba poniendo así, aunque la verdad la sensación de aquellas tetas en mi pecho y el masajito en la polla también, le contesté “ Va, no creo” “Espera un segundo, no te muevas” me dijo y la vi marcharse al baño.
Al de un segundo volvió de nuevo se pegó a mí, me cogió con una mano y empezamos de nuevo a bailar, al poco sentí que su otra mano se metía en mi bolsillo del pantalón, y que algo había dejado en él. Metí mi mano y…enseguida noté era una puntilla, ¡No! Eran unas bragas y mojadisimas, pringosas. Se sonrió, “¿Qué dices ahora?“. Me susurró al oído. “¿Me crees?. Son mis bragas como te habrás imaginado”.
Instintivamente pasé mis manos por su culo, efectivamente ahora no notaba sus elásticos como antes, lleve mis manos hacia la altura de su raja, no, no había nada, no llevaba. Ella bailando pegada sin bragas y yo con ellas pringadas de sus jugos en mi bolsillo y su marido bailando al lado nuestro. Me note duro como nunca. Con disimulo llevé mi mano hacía su coño, lo palpe notaba bajo la tela fina del vestido de noche su vello. Intente apretar mis dedos contra sus labios. Separó su culo. Y susurrándome al oído me dijo “Cariño, si me aprietas ahí este vestido rojo se manchara de los jugos que me están chorreando por los muslos, asi que quita esa mano”.
Y siguió masajeando con su vientre mi polla. Y yo le dije “no sé si te has dado cuenta como estoy, pero estoy a punto”. ¿por qué no vamos un poco fuera del salón?. Sé un sitio tranquilo”. Pensando en la cabaña.
“No, cariño” me dijo muy bajito, “Nunca le he sido infiel a mi marido. Y no tengo ni la remota idea de follar con nadie que no sea él” “ ¿Y me vas a dejar así? Le contesté.
Ella no contestó siguió con su vientre masajeando mi pene, yo no aguantaba más, me apretaba y me apretaba contra aquel vientre caliente y carnoso, y pensar que se mojaba, sin bragas me estaba poniendo a mil.
“¡Para!” La dije sin gota de convencimiento, “Me voy a correr aquí en los pantalones”.
Ella no contestaba y frotaba sus tetas contra mi pecho, los pezones parecían clavarse de duros. Y seguía cada vez más rápida con sus movimientos de cadera sobre mi pene. Me apreté fuerte contra ella noté como empezaba a brotar leche de mi pene, quería contenerme, pero era tarde. Apretándome contra ella noté como me corría como un loco, como estaba mojándome el slip y los pantalones, ella de repente, se agitó, un gemido mudo lanzó, separó su vientre del mío arqueando su culo. Se había corrido también. Se separó y miro su vestido a la altura de su pubis, y me dijo: “Perdona, me tengo que ir, enseguida vuelvo” y salió rápida para el baño.
Yo disimuladamente, me fui a la mesa de la bebidas a hacer que me preparaba algo y ocultarme contra ella, lo más rápido que pude salí del salón, tenía el pantalón hundido. Subí a las habitaciones, había traído un pantalón de sport. Pero no tenía slip para cambiarme, me quité el pantalón, tenia un manchón de leche en él, y después el slip fui a meter el slip manchado en el bolsillo del pantalón cuando encontré de nuevo las bragas de Teresa, las saqué estaban muy mojadas, muy pringosas, no pude evitar acercármelas a la nariz y olerlas. Ummmm me gustaba el olor me excitaba.
Estaba con la polla al aire y oliendo profundamente, aspirando aquel olor a chocho, cuando me sobresaltó la voz de Teresa, “¿Te gusta como huelen?. Dame tu slip a mí para que lo huela también. “¿Cómo te voy a dar mi slip? ¿Qué hago si mi mujer se da cuenta de que no lo tengo? “Yo te he regalado mis bragas. ¿Y mi marido que dirá si se da cuenta que no llevo?.
Se lo di sin pensar más. Estaba caliente, aturdido con aquella mujer. Se me estaba empezando a levantar otra vez.
“¿Otra vez estás así? Tu mujer debe estar encantada.
Me fui hacia ella pero me separó. Me recordó lo que me había dicho sobre el follar.
“Es mejor que lo dejes ahí” me dijo “No te voy a poder ayudar ya más, así que es mejor que te tranquilices o esperes a tu mujer” y se rió y siguió “ De todas formas tienes un pajarito precioso ¿eh? Ummm que pena”. Me masturbaré con el olor de tu slip.
No sabía que hacer quería follarmela aunque no fuese Lola. “Tu me has regalado tu braga mojada y yo el slip con mi leche” le dije “tu me has visto el pajarito pero yo no te he visto nada, eso no es la igualdad que tu pedías” “Lo hacía por tu bien, para que no te pongas peor”. Me dijo. “Pero como quieras”, y se comenzó a subir el vestido, “Te lo he dicho se acabó, solo mirar, ¿Vale?”.
Se lo subió hasta la cintura, tenía un chocho peludo, muy peludo, carnoso y estaba mojado y sus labios abiertos. Sus muslos y su vientre gorditos lo cerraban. Se giró sin bajarse el vestido y su culo con unas nalgas gorditas me aceleraron aun más. Se volvió riendo y me dijo: “¿Satisfecho?.
Me abalancé como un poseso sobre su culo pegando mi polla a él. Se giró rápidamente tratando de separarme, mi mano fue a su coño, y note en ella un escalofrío, estaba mojadisíma, me separó con fuerza tratando de bajarse el vestido.
“¡Para!. No montes un escándalo, te he dicho que se terminó”. “Los dos nos hemos corrido, asi que tranquilo y para ya”.
Había perdido el rumbo de la noche, bajé, mi mujer seguía jugando a las cartas, Lola bailaba con Luis, Teresa charlaba como una cotorra con Juan, su marido bebido seguía bailando, y yo me puse a beber mirando sin parar a Lola.
Teresa me miraba, cruzamos miradas, se reía viéndome ensimismado mirar a Lola. El corte de su falda con ese muslo que aparecía de vez en cuando por él. Sus tetas fantásticas. Seguía bebiendo. Otra vez caliente, otra vez empalmado. Y ella pasaba de su marido a Luis en su charla.
Vi a Teresa salir, la seguí, iba al baño. Abrí la puerta de golpe. Ufff se había metido la mano bajo el vestido y se masturbaba. Me miró, se quedo quieta. Me coloque tras de ella, la subí el vestido, sus nalgas quedaron desnudas frente a mí, posé mis manos en ellas, mi mano se metió entre su raja, fui bajándola, llegué a su chocho, mojado, abiertos sus labios, caliente.
“¡Parate! Te lo dije, soy fiel” pero mientras me decía esto notaba que separaba sus muslos, que se abría a mi mano.
Mis dedos entraron en su vagina, su clítoris duro era una tentación, jugué con él. Con la otra mano me empecé a soltar el pantalón, el cinturón, la cremallera, me lo bajé un poco, lo suficiente para que mi polla saltara, cogiéndola del muslo la separé, la hice inclinarse un poco sobre el lavabo,.
Ella decía que me parase, que ya me lo había advertido, pero no ponía resistencia, mi polla buscó su coño, estaba húmedo, con sus labios muy abiertos, mi glande gordo y caliente se colocó entre ellos. De un golpe mi polla se clavó en ella. Suspiró, gimió, y empezó a mover su culo, mi polla empezó a entrar y salir de ella, las embestidas cada vez más fuertes. La follaba con ganas con rabia de que no fuese Lola, ella gemía, mi polla se clavaba una y otra vez.
“¡Cabrón! Te había dicho que era fiel” me decía entre gemido y gemido.
Cogido a sus caderas la atraía contra mí y mi polla entraba en ella ritmo cada vez más intenso. Estaba a punto de correrme, notaba la leche llegar a mi polla y llenarla y reventar en su coño. Teresa empezó a gemir fuerte, alto, su repiracíon entrecortada y empezó a gritar: ¡ Cabrón me corro! ¡me corrooooooo! Aaaaaaaaaaaaaaaggggggggggg SSSiiiiiiiiiiii Esto me hizo estallar, mi polla reventó de nuevo, un chorro de leche llenó el coño de Lola. No, era Teresa pero yo me había follado a Lola, aunque ni Lola ni Teresa lo sabían.
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