Fogoso encuentro en una reunión de exalumnos de secundaria
Mi marido no quiere acompañarme a la reunión de excompañeros de la secundaria y sin saberlo me deja las puertas abiertas para coger con un guapísimo macho que me hizo gozar muchísimo..
Relato anterior «El bautizo de mi chiquitín»
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Recibí la invitación a la reunión de exalumnos de secundaria con agrado, me hacía ilusión volver a encontrarme a todos mis excompañeros, algunos con años de no vernos, además la fecha era en la etapa de descanso de mi esposo, por lo que podría presumirlo con mis amigas y darles un poco de envidia, sin embargo, mi esposo no compartía mis planes.
– Amor, sabes que en esas reuniones me siento extraño, todos se la pasan hablando de anécdotas de la secundaria, que si tal profesor, que si esto, que lo otro y yo me siento como un intruso, perdona, pero prefiero quedarme y cuidar al bebé.
Lo del bebé era excusa ya que la nana podría cuidarlo, pero no me gusta llevar a mi marido a la fuerza, así que no insistí, sé que no es muy sociable y respeté su decisión, me llevó en el coche a la reunión y quedó de que le hablara para ir a recogerme.
Me había vestido muy sexy, quería presumir mi cuerpo, ser la envidia de mis amigas y admirada por mis amigos, seleccioné un vestido corto, de color negro, ajustado al cuerpo, sin mangas y escotado de frente y espalda.
Llegamos a la reunión que se celebraba en casa de Andrés, uno de mis excompañeros, que todavía se conservaba soltero y sus padres se habían mudado a otra ciudad, la casa contaba con un amplio patio.
Efectivamente me dí cuenta que llamé la atención, tras una lluvia de piropos, empecé a saludarlos uno a uno, reconociéndolos a todos, menos a uno, un hombre rubio, alto, varonil, con un cuerpo atlético y musculoso que me impactó.
– Hola Paty, ¿parece que no me reconoces? – Dijo el apuesto hombre al tiempo que una sonrisa se dibujaba en toda su cara.
Esa sonrisa era inconfundible, una sonrisa sincera de oreja a oreja que hacía se le marcaran los pliegues de los ojos y ligeramente torcida.
– Miiiicheliiin, ¿eres tú?,- respondí con sorpresa y todavía con cierta duda.
– Sí, yo soy, Creo que he cambiado un poco.
Un poco, ufff, estaba irreconocible, me acordé al instante de su figura en la secundaria, su nombre era Miguel, era el gordito güerito, tierno y risueño de la secundaria, y por su figura obesa le habían puesto como apodo Michelín en alusión al personaje emblema de una conocida marca de neumáticos, era respetuoso, simpático y me caía muy bien, pero el pobre era blanco frecuente de bromas por parte de los compañeros del salón por su obesidad.
Se sentó a mi lado, me contó que después de la secundaría continuaba recibiendo muchas burlas y bromas, hasta que decidió cambiar su vida, empezó a hacer dieta y ejercicio y ahora era un exitoso médico nutriólogo que tenía una clínica de control de peso en la ciudad de México, estaba de visita en la ciudad visitando su familia.
– Sabes, por mi obesidad era muy inseguro y temeroso en la secu, por eso nunca tuve una novia, pero había una chica que me gustaba mucho, era mi amor platónico, mi crush secreto e imposible.
– ¿Y quién era? – respondí curiosa.
– Eeeras tú- respondió con voz tímida, tras algunos segundos agregó:
– Si, te miraba, eras la chica más hermosa de la escuela, me parecías un ángel inalcanzable, te miraba y cerraba los ojos, soñando.
– Me ruborizó su confesión y con una sonrisa nerviosa y un poco coqueta le respondí:
– Ji,ji, hubieras insistido un poco, quien sabe, ji ji, aunque tuve muchos pretendientes, ninguno realmente me interesó, mi familia era muy tradicional y siempre me decía que antes del físico estaban los valores, tal vez tu hubieras sido mi novio.
Ahora el que se ruborizó fue él, sus manos temblaron y, tomo un trago de cerveza, seguramente tratando de calmar sus nervios.
– Siii, verdad, jamás lo hubiera pensado.
– Sabes, me casé con un chico que se parece mucho a ti, es muy respetuoso, tierno y dulce, además de guapo, tengo un hijo de dos años.
– Te felicito, me alegra mucho, yo soy divorciado, no tuve tanta suerte, me casé con una bailarina muy hermosa, que llegó a mi clínica, pero resultó ser una zorra hija de puta que se acostaba con un empresario a mis espaldas – expresó con resentimiento
– Lo siento mucho, pero no te expreses así de tu ex, no me gusta, no pareces el chico tierno y dulce que recuerdo – No me gustó su comentario, no sé si porque no era acorde al muchacho respetuoso de mis recuerdos o si, tal vez, me identifiqué con la zorra de su ex.
– Perdona, pero me dolió mucho su engaño, yo la quería mucho.
– Entiendo, pero odio el insulto a las mujeres, los hombres hacen lo mismo y nunca se les trata de esa manera, o ¿acaso nunca tuviste un desliz?
– Si, te confieso que sí, pero es diferente, las mujeres que se respeten no hacen eso.
– ¿Y porque estás tan seguro?, también las mujeres podemos tener alguna aventurilla, no somos de palo, pero somos mucho más precavidas y nunca lo andamos pregonando, contrario a ustedes que hasta lo presumen, la sociedad nos juzga diferente, al hombre incluso se le celebra ser infiel.
– ¿En serio?, ¿Tú has tenido algún desliz?
– Ja, ja, no te voy a responder eso, ya te dije que somos muy precavidas, sólo te diré que no soy una santa.
Al dar mi respuesta implícitamente, reconocía que había sido infiel, por lo menos en alguna ocasión, Miguel abrió sus ojos como platos, incrédulo, toda su cara se había puesto roja y se quedó mudo unos instantes.
A Andrés se le ocurrió poner música y algunos compañeros se pusieron a bailar, Miguel seguía turbado y pensé que sacarlo a bailar podría calmar su tensión, lo tomé de la mano y lo saqué a bailar.
Realmente me excitaba mucho, sentir su mano tomando la mía me puso muy húmeda, cachonda, nos dirigimos al centro del patio, el cual era ahora una pista de baile.
Tímidamente pone su mano en mi cintura, un escalofrío recorre mi cuerpo, desde mi columna vertebral hasta mis pies, es tan guapo que parece un ángel, nuestras miradas se entrelazan y le sonrio.
– Siempre soñé con bailar contigo en las fiestas de la secu, te veía siempre bailar, parecías una princesa en medio de la pista, recuerdo que todos los chicos te pretendían, y me daba pena sacarte a bailar – expresó
– Miguel, no lo hubiera imaginado, nunca te vi bailar, pensé que no te gustaba, siempre me caíste muy bien, eras tan tierno, tan respetuoso, que si me hubieras sacado a bailar, claro que hubiera aceptado – respondí algo coqueta.
La música se pone más lenta, música para bailar pegados, me doy cuenta de que está muy nervioso y evita acercarse, así que tomo su otra mano y la pongo en mi cadera, apoyo las mías en sus hombros, quedamos pegados cuerpo a cuerpo. empezamos a balancearnos muy lentamente, su cuerpo temblaba, le pedí que se relajara.
– Tranquilo, tranquilo, déjate llevar, despacio, sigue mis pasos- le dije
Entonces sentí un trozo de carne dura en su entrepierna rozando mi vientre, en el primer contacto se separó apenado, realmente era muy tímido, así que, tomando la iniciativa, me le repegué más mientras miraba sus lindos ojos y le sonreí, entendió que no me molestaba sentir su miembro apoyado a mi cuerpo y tomándome de la cintura me apretó contra su cuerpo, sentía su calor, mis tetas se presionaban contra su pecho firme, su cara rozaba la mía, y me embriagó su aroma varonil, era tan electrizante, mis pezones se endurecieron y mi vagina se puso super mojada. Bailamos un par de canciones sin decir palabra, balanceándonos lentamente al ritmo de la música, sintiendo como cada vez ese pedazo de carne se ponía más duro y hacía presión contra mi vientre, lo sentía palpitar, ardiente, terminó la música y nos separamos un poco, me miró y por fin pronuncia algunas palabras:
– Bailas excelente Paty.- su frente sudaba
– Gracias, también bailas fenomenal- respondí
– Quieeres seguir- preguntó con timidez.
– Si, claro.- respondí
Era evidente que el baile era un pretexto, ambos queríamos seguir sentir esas cachondas sensaciones, ahora la música era una salsa lenta, me hace girar y se repega nuevamente a mi cuerpo, siento claramente su verga en medio de mis nalgas, la tela del vestido es muy elástica y siento como se adentra esa dura barra de carne entre mis nalgas, me encantaba sentirla y empujé mi culo contra su verga, restregando mis nalgas contra su herramienta y haciendo el contacto más intenso, di otra media vuelta y seguimos bailando pegaditos, acurrucándome contra su cuerpo, Miguel me fue arrinconando poco a poco a un extremo del patio.
Entonces sentí que la mano que estaba en la cintura bajaba a mi nalga y unos segundos después empezó a apretarla, me sorprendí un poco, había perdido su timidez, me vio a la cara y le sonreí, al ver mi aprobación me apretó la otra nalga y me empujó fuerte contra su cuerpo haciéndome sentir su ardiente miembro, al tiempo que me susurró al oído:
– Paty, me gustas mucho, quiero estar contigo a solas, no quisieras ir a un lugar más íntimo..
– Pero… y nuestros amigos, están todos y seguramente se les hará extraño que nos marchemos.
– Anda, no te arrepentirás, déjame estar contigo, estoy seguro de que también lo deseas. – agregó.
– Espera un poco, déjame pensar, siento sed, voy por un vaso de agua.
Me separé de él, pensativa, era cierto, estaba muy cachonda, no pensaba llegar tan lejos, no con todos mis excompañeros presentes, solo pensaba en un faje discreto, dejarlo cachondo por si se presentaba alguna oportunidad más adelante, sin embargo, era una oferta muy tentadora, mi corazón palpitaba agitado, me quedé pensando que pretexto dar para salir de la reunión, ¿sospecharían algo?, me metí en la cocina, observé que Miguel se acercaba al dueño de la casa y platicaban. Tardé un par de minutos en la cocina intentando poner mis pensamientos en orden, Miguel entra en la cocina y se acerca a mí, me toma de la cadera y me aprieta contra su cuerpo, mi pulso se acelera, su piel ardiente me quema, sus ojos se fijan en los míos y siento sus labios rozando mi mejilla, me siento morir, desfallecer, me da un beso en mis labios, pero abro mi boca y permito que su lengua entre y explore mi interior, sus labios son tan suaves, acaricia mi pelo y muerdo suavemente su labio inferior, su ataque venció rápidamente mis últimas defensas, me decidí a ser suya en ese instante, susurró en mi oído:
– Lista para irnos, vamos, esta noche será inolvidable.
– Sí, estoy lista.
Me toma de la mano, realmente deseaba a ese hombre, pero tomando conciencia me zafo y le digo:
– Espera, no podemos ser tan obvios, no quiero ser el blanco de los chismes.
Llegamos con nuestros amigos y busqué mi mejor excusa.
– Bueno chicos, fue un placer verlos, pero tengo un bebé de dos años que me espera.
– ¿No se quedó tu marido cuidándolo? – preguntó una de mis amigas.
– Sí, pero ya sabes cómo son inútiles los hombres a la hora de cuidar bebés, ya me habló que no se quiere dormir y que llora porque extraña a su mamá.
– Yo también me despido- señaló Miguel.
– ¿Y tú por qué?, si todavía es temprano- le recriminó otro de nuestros amigos.
– Es que mañana viajo a México en auto y no me puedo desvelar, disculpen chicos, fue un placer volver a verlos.
– ¿Se van juntos? – señaló otro indiscreto amigo.
– Si, aprovecharé para que me dé un aventón a casa- señalé, tratando de actuar con naturalidad.
Todos nos siguieron con la mirada mientras nos retirábamos, percibí la mirada burlona de Andrés, como pensando, estos van a coger, posiblemente otros hayan pensado lo mismo, pero no me importó.
Llegamos al auto, era de modelo muy reciente, se notaba que no le estaba yendo mal económicamente, no tenía idea a dónde me llevaría ni pregunté.
Su auto se desvió y se metió por un camino poco transitado, alcancé a ver un letrero que decía Motel a lo lejos, al estar fuera de las arterias principales era muy discreto, tenía toda la pinta de ser un excelente refugio para amantes, pide una suite por medio de un interfon.
Llegamos a una Suite, grande y espaciosa, totalmente alfombrada, con una enorme cama King Size, un sofá y un camastro de una forma muy extraña, estoy segura de que era para coger, sobre una pared estaba colocado un televisor de gran tamaño y en las paredes de la habitación y en la parte superior enormes espejos, el baño era amplio con tina y regadera, y en la sala un enorme Jacuzzi indudablemente era un lugar muy propicio para que los amantes descarguen sus pasiones.
Tan pronto entramos me tomó entre sus brazos y buscó mi boca, un beso lleno de pasión, su lengua exploraba el interior de mi boca y se entrelazó con la mía, mordía mis labios y los succionaba, sus labios recorren mi cuello, sigue bajando, mientras me va quitando la blusa, sus manos se apropiaron de mis tetas, me quité el sostén y se las ofrecí.
– Toma amor, son todas tuyas.
No se hizo esperar, sus labios recorren mis pechos, los lame y los succiona, me retuerzo de placer y tomándole del pelo hundo su cabeza entre mis tetas, mis pezones están tan duros que me duelen, los mordisquea suavemente, de mis labios sale un leve gemido, estoy en el cielo, me dice:
– Paty, me encantas, tienes las tetas más lindas y ricas del mundo.
Toma mi mano y la lleva a su entrepierna, por fin tengo en mis manos su ardiente herramienta, la acaricio por encima del bóxer, es larga y dura, siento su palpitar, sin pensar me arrodillo frente a su verga y le doy un beso a su miembro a través de la delgada tela, que rico se siente, no puedo evitar abrir la boca y darle pequeños mordiscos por encima de la tela, ya no aguanto más y le bajo el bóxer liberando su miembro de su prisión, sale disparada, completamente erecta, es bellísima, no será la más larga, ni la más gruesa, pero me parece la verga más hermosa que he visto en mi vida, el largo tronco blanco y completamente lineal, muy estético, con una cabeza descubierta, rosada y brillante, las proporciones eran perfectas, se ve tan rica y jugosa, se me hace agua la boca y acerco mis labios, beso la cabeza con suavidad, todo su cuerpo se estremece y da un ligero gemido, abro mis labios y cabeza de su verga desparece en mi interior, succiono con suavidad, me sabe a gloria, un sabor saladito y dulzón que me encanta, está muy limpia, todavía olía a jabón, se nota su pulcritud, sigo chupando, que rica verga, la cabeza de su verga es tan suave, poco a poco se va deslizando dentro de mi boca, Miguel acaricia mi pelo y gruñe de placer, sigo devorándolo hasta que la siento tocar mi campanilla, me da un poco de nauseas por lo que a mi pesar, la saco de mi boca, restriega su verga en mi cara, una suave caricia que recorre mi piel, de la punta gotea precum y mi cara queda impregnada de ese viscoso líquido, veo mi cara por medio de los espejos, llena de su néctar, brilla, es la imagen de una puta mamando una deliciosa verga, vuelvo a lamer la cabeza y succiono, se siente tan rica, alcanzo a sacar unas gotas del viscoso líquido, el cual queda depositado en mi lengua y lo saboreo, me encanta, indudablemente es la verga más rica que he probado, me toma del pelo y va hundiendo su verga, siento como recorre mi paladar, la sensación de nauseas regresa, pero la quiero toda, aguanto y logro tragarme casi toda su verga, mi saliva escurre por el tronco hasta sus huevos, empieza el vaivén, literalmente está cogiéndome la boca, me encanta sentir como recorre toda mi cavidad bucal, cuando menos lo espero me hace levantar, sus labios buscan los míos y me da un candente beso, un beso dulce son sabor a su verga, me siento desvanecer en sus labios, me alza en brazos y me lleva a la cama, me deposita con suavidad y lentamente sus labios recorren mi cuello, siguen mis tetas y luego mi vientre, cuando pienso que va a llegar a mi sexo baja y besa la cara interna de mis muslos, es tan excitante, abro las piernas y arqueo el cuerpo de placer, me quita mi tanguita, está completamente húmeda de mis fluidos, su lengua recorre mi rajita, me estremezco al sentir ese ardiente, húmedo y rugoso músculo recorriendo mi zona más íntima, no paro de gemir, cierro los ojos, siento mi sexo chorreante, sensible, sus labios succionan mis pliegues vaginales, parece una aspiradora, mis labios vaginales palpitan, su lengua puntea y se va abriendo camino en mi interior, todo mi cuerpo tiembla, no perdona ningún centímetro de mi sexo, levanta mis piernas y las lleva contra mi pecho, toda mi rajita queda expuesta, lame toda mi rajita, chupa, ricos chupetones que inician en mi clítoris y va bajando hasta acabar en mi culo, lame mi entrada y penetra con su lengua mi agujero, es un Dios del sexo oral, el más rico que me han dado en mi vida, su boca me transporta a otro mundo, espasmos recorren mi cuerpo, mi culito se contrae involuntariamente, estoy a punto de correrme, justo cuando creía que me volvía loca de placer se aparta y me dice:
– Que rico coño, Paty, es un dulce, me encantas.
– Miguel, no sabes lo que me haces gozar, nunca me habían chupado así, sigue.
Se incorporó y me dio un candente beso, sabía a mi coño, a mi culo, una mezcla excitante de sabores, su lengua se introdujo hasta mi paladar, nuestras salivas se intercambiaron, sus dedos se deslizaron alrededor de mi clítoris y luego se hundieron en mi sexo, mi gemido se ahogó en sus labios, ya no podía más y le rogué que me cogiera.,
– Cógeme, ámame, necesito ser tuya.
Su lengua recorrió el lóbulo de mi oreja y susurró en mi oído:
– Si princesa, mi amor, no sabes cuantas veces soñé en hacerte mía, mi mujer.
Cuando sentí la cabeza de su verga restregando mis labios vaginales casi lloro de emoción, necesitaba su verga, empezó a presionar, suavemente pero con firmeza, sentí la cabeza entrar en mi coño, balbucee algunas cosas sin sentido y poco a poco se fue deslizando en mi sexo, hasta que sentí sus huevos rebotar en mi pelvis, me entró muy profundo, empezó el vaivén, lo hacía tan rico, aunque no era muy gruesa me la restregaba bien por dentro, estimulando rincones insospechados en mi interior, el movimiento de su verga me estremecía, sentí una corriente eléctrica interna que empezó en mi sexo y recorrió toda mi columna vertebral haciendo que me retuerza del placer, empecé a gemir y gritar como loca, sentía su verga recorrerme por dentro, mis fluidos escurrían en cada ensartada, poco a poco las arremetidas se fueron intensificando, su pelvis chocaba contra mi cuerpo con fuerza, sus gritos y gemidos me anunciaban que pronto me llenaría de su tibio néctar, mis piernas temblaban, escalofríos recorrían mi cuerpo, empecé a convulsionar, mis ojos se pusieron en blanco y entre gritos anuncié mi corrida:
– Me corroooo, me corrroooo, agghhh.
Al mismo tiempo me enterró su verga hasta lo más profundo y entre gruñidos de placer sentí que su verga se engrosaba y me depositaba chorros de ardiente semen, fue una corrida larguísima, sentía un chorro tras otro estrellarse e inundar mi interior, cayó desfallecido sobre mí, nuestros cuerpos sudaban, estaba agotada, me dolían las piernas, me sentía pegajosa, pero muy feliz, la verga de Miguel seguía dura, y continuaba moviéndose en círculos en mi interior, no podía creerlo, que aguante, la mayoría de mis amantes después de correrse su verga perdía su dureza y se ponía flácida, no era el caso de Miguel.
Al fin sacó su verga de mi coño y me dio vuelta, me abrazó por la espalda, colocando su hermosa y larga verga entre mis nalgas, empezó a morder son suavidad mi nuca, mi piel se ponía chinita y empecé a gemir, poco a poco fue recorriendo mi espalda y tomando un cojín lo puso bajo mi vientre, mi culo quedo levantadito y expuesto, indudablemente quería disfrutar mi culo, algo tiene mi culo que todos lo quieren gozar y se lo iba a entregar sin reparo, su cara llegó a mis nalgas, las lamía y mordía con suavidad, su nariz me hacía cosquillas muy cerca del culo, separó mis nalgas con sus manos, cuando la punta de su lengua tocó mi orificio, sentí un escalofrío, mis piernas se aflojaron y di un gemido intenso, abrí más las piernas ofreciendo mi culo en todo su esplendor.
Presionó y la puntita de su lengua venció mi esfínter anal, que rico sentí, era delicioso sentir su lengua entrando en mí, saliva escurría por mis muslos, sus dedos se posicionaron en mi clítoris y empezó a masajearlo haciéndome gemir como loca, mientras su lengua perforaba mi ano.
– Me encanta tu culo, linda, es tan rico, me lo comería día y noche- dijo al tiempo que hundía su cara entre mis nalgas y me ensartaba más profundo su lengua haciéndome dar un respingo.
Jamás hubiera pensado que el tímido gordito de secundaria se convertiría en tan buen amante.
Siguió lamiendo y succionando mi ano por un rato cuando sentí sus dedos hundirse en mi coño y con sus dedos lubricados con mis fluidos, masajeó la entrada de mi arrugado orificio, empujó la punta de uno de sus dedos y di un respingo de placer al sentir como su largo y grueso dedo profanaba mi interior, Miguel pensó que me había dolido porque expresó.
– Tranquila, te lo haré daño, solamente relájate y afloja el cuerpo, vas a sentir un placer que nunca has sentido antes.
El pobre era un poco ingenuo y pensó que iba a estrenar mi culito, pero no quise quitarle la ilusión, aunque ya había sido usado infinidad de veces, mi culo tenía una excelente tonalidad muscular, conservaba su elasticidad y seguía siendo apretadito.
Suspiré y empiné más el culo.
En la cómoda había un paquete de condones y un par de sobres con lubricante, abrió uno y vació el contenido en dos de sus dedos, me embadurnó mi ojete por fuera, masajeando mi esfínter y expresó:
– Así, muy bien preciosa, entrégate por completo, te voy a meter un dedito, relájate, afloja las nalgas y no aprietes.
Empezó a presionar y sentí como mi esfínter se abría, su dedo se iba hundiendo, lentamente, lancé un largo ahhhhhh, empezó a girar su dedo acariciándome por dentro, mi esfínter se contraía de placer.
– Así, princesa, así, no aprietes, ¿sientes mi dedo?, ¿verdad que no ha dolido?
– Tienes un culito precioso, muy estrechito, caliente y suave, te va a encantar, vas a ver cómo vas a gozar, y vas a querer que te siga dando por el culo.
Me encantaba sentir su dedo en mi interior y levanté más el culo, siguió disfrutando un rato más, metiendo y sacando su dedo, y cuando sintió que estaba bien lubricada, otro dedo se unió y repitió la operación, metiendo y sacando ambos dedos y girándolos en mi interior, embadurnando bien el lubricante por dentro, los abría y cerraba como tijerita, dilatando mi colita, se sentía delicioso, ya sus dedos entraban y salían con facilidad, apretaba sus dedos con mi colita, estaba disfrutando de lo lindo, cuando los saca y me da una nalgada:
– Listo, princesa, estás lista.
Pronto sentí la cabeza puntiaguda de su larga verga, bien lubricada, resbalando entre mis nalgas y buscando mi agujero, sentí un escalofrío cuando lo encontró y apoyó en la entrada, me hizo abrir más las piernas y con su mano hizo que doblara mi cintura al máximo quebrando mi espalda y levantando todavía más el culo, separó mis nalgas con sus manos y empezó a presionar lentamente, su punta era afilada y me fue abriendo poco a poco hasta que la cabeza traspasó mi esfínter y se cerró abrazando su tronco de carne, me había penetrado con sumo cuidado, tratando de no lastimarme, realmente pensaba que me estaba desvirgando el culo, así que me quejé un poco,
– Ahhhhh, me duele, sácalaaaa- mentí.
– Aguanta un poco, ya pasará el dolor, me voy a quedar quieto hasta que pase, confía en mí y relájate- mientras acariciaba mi espalda y mis nalgas, intentando que me relajara.
Sentía como palpitaba la cabeza de su verga y contraía mi culito arropando al caliente invasor, me encantaba y a punto estuve de ensartarme solita, pero me contuve, preferí seguir con la farsa de que me estaba desvirgando el culo, creo que a cualquier hombre es algo especial desvirgar un culito y quise darle ese gusto.
– Tranquila, preciosa, ya pasó lo peor, tu culito se adaptará al diámetro de mi verga y sentirás placer.
Esperé un poco y le dije
– Ya papi, ya, ya no me duele tanto, puedes seguir, pero despacio, no me lastimes.
Empezó a avanzar abriéndome muy lento, me gustaba la forma tan suave que me entraba, mi culo estaba acostumbrado a vergas más gruesas, por lo que para seguir con la ilusión apreté el culo, de tal forma que costaba un poco avanzar, al apretar el culo notaba la forma de su verga, el grosor de sus venas, el calor que desprendía.
– Uffff, Paty, tienes el mejor culo del mundo, que calientito y suavecito se siente y como me aprieta, aghhhhh, que rico, me encanta, ahhh- expresó
– Ya casi entra toda hermosa, ufff.
Poco a poco la metió completa, pude notar su delgado vello púbico rozar mis nalgas, en todo momento fue muy cuidadoso, y no sentí dolor alguno, puro placer, su verga me llegaba muy profundo, sentía cada centímetro de su carne dura, deslizándose en mi interior, una sensación riquísima, aunque me quejé a fin de seguir con la ilusión.
– Aghhhh, me dueleeee.
– Listo, preciosa, ya entró toda, te la he ensartado completa, aguanta, ya pronto pasará el dolor y será puro placer.
Me encantó la forma tan delicada como me ensartó, pero seguí haciendo un poco de teatro, su verga me llegaba muy adentro y me encantaba sentirla escarbando y estimulando mis rincones más profundos.
– Que rico has desvirgado mi culo, Miguel, ahhhh, mi culo es tuyo, agghhh, me encanta, cógeme.
Me dio una nueva nalgada y tomándome de la cintura empezó el vaivén, sentía como su verga arremetía una y otra vez en lo más profundo de mi ser, rozando mis paredes internas, en forma cuidadosa pero persistente, sus huevos acariciaban mis nalgas en cada vaivén, se echó sobre mí, besando mi nuca y mi cuello y me empezó a dar más rápido, más fuerte, en cada embestida me hundía en la cama, su cadera golpeando contra mis nalgas, apretaba el culito ligeramente para que le costara un poco penetrarme haciéndole gemir de placer, detuvo sus embestidas, no quería correrse todavía.
– Puta madre, que culo más rico, me aprieta tan rico la verga que estoy a punto de correrme y no quiero, espera un poco, aghhhh.
Me empezó a coger muy despacio aun así se la apretaba un poco, continuando con la ilusión de que mi culo era recién desvirgado, y eso lo estaba haciendo gozar como loco.
– Aghhhh, ay, por Dios que rico, tu culo es tan apretadito, siento como si me estuvieras ordeñando.
Estaba gozando de su suave cogida cuando empieza a sonar mi celular.
Miguel estaba echado sobre mi cuerpo y trato de zafarme para contestar, pero no puedo, me tiene muy bien sujeta y sigue cogiéndome lentamente, le tengo que suplicar.
– Miguel tengo que contestar, seguro es mi marido.
– No contestes, le hablas al rato.
– No, no puedo, si no contesto va a ir a buscarme y va a descubrir que no estoy en la reunión, por favor, no quiero que esta cogida me cueste ml matrimonio.
Con desagrado me sacó la verga y se echó a un lado y a gatas me acerqué a mi bolso que estaba en el buró al lado de la cabecera y alargando la mano saqué el celular. Efectivamente era mi marido.
– Hooola amoor- Dije tratando de normalizar mi respiración que estaba muy agitada.
– Hola amor, ¿Como estás?, ¿ya voy por ti?
– No, amor, no te preocupes, mejor cuida al bebé, ya no despiertes a la nana, me llevará Claudia, una amiga.
Había quedado boca abajo mientras hablaba con mi esposo, Miguel seguía caliente, sentí que se acercó y abrió mis nalgas, empezó a chuparme el culo, se sentía tan rico que tuve que morder mis labios para no gemir, mi esposo seguía hablándome:
– ¿Y cómo está la reunión?
– Bieenn, muyy diveeeertida.- expresé en forma entrecortada.
– ¿Estás bien?, te escucho agitada.
– Siiii, sólo que he bailado muuucho, aghhh y tuve que salir afuera paaara poder hablarrr- expresé.
Miguel metió un dedo en mi culo y mi marido no terminaba de hablar, mordí una almohada para ahogar mis gemidos.
– Sabes amor, me sentí culpable por no haberte acompañado, perdóname- expresó mi marido
– Noooo, te apuuuures, me estooooy divirtiendo muuucho- dije con mucha dificultad, ahogando mis gritos de placer.
En eso siento que Miguel me toma de la cintura y me pone en cuatro patas, me hace doblar la cintura, y su verga recorre mi rajita, todo mi cuerpo se estremeció, me iba a empalar, mientras seguía hablando por teléfono y no podía hacer nada, mi culo estaba indefenso y tampoco podía colgarle a mi marido.
Tomé el celular y lo puse en altavoz al tiempo que lo alejaba, necesitaba oír que decía y al mismo tiempo evitar que escuchara mis gemidos.
Siguió hablando, disculpándose, de lo que me extrañaba y de cómo se había comportado el bebé, mientras que Miguel dio un golpe de caderas y de un certero golpe me enterró toda su verga, mordí las sábanas para ahogar mi grito de placer, empezó a embestirme y ya no podía articular palabras, sólo contestaba con monosílabos a mi esposo, Ahhhh, siiii, siiii.
Dio un golpe de cadera y me la enterró de una sola estocada, no lo esperaba y no pude evitar dar un grito ahogado, mordiendo la almohada, se escuchó también un gemido de Miguel, en el espejo ví como sonreía en forma pícara.
– ¿Estás bien?, me pareció oir un grito- dijo mi esposo.
– Siiii, creo que fue una amiga gritando en la reunión están cantando canciones rancheras, toooodo bien- mentí.
Miguel seguía empalándome, me sostenía de la cintura y con certeros golpes de cadera me la enterraba hasta el fondo, su pelvis chocaba con mis nalgas y se empezó a escuchar el clap, clap, clap característico, la cama se balanceaba al ritmo de sus embistes.
– Que es ese ruido – preguntó mi esposo.
– Están aplaudiendo, te dije que están haciendo un concurso de canto.
– Lástima, de haber sabido, me gusta cantar, me hubiera divertido mucho, a la próxima no me pierdo la reunión.
– Siiii, amor, no te preocupes, en un rato llego.
– Siii, ya no tardoooo.
Colgué el teléfono y me le quedé mirando a través de un espejo, dejó de empalarme y me sonrió, una sonrisa traviesa y divertida, como la de un niño después de hacer una travesura.
– Eres un cabrón, casi me cachan- le expresé.
– Perdóname es que estás tan rica que no podía dejar de cogerte- respondió, con su sonrisa de oreja a oreja, aquella tan tierna que era imposible no perdonar.
– Además, fue tan morboso, me excitó mucho como tratabas de contenerte mientras te estaba cogiendo.-agregó
– Si, cabrón, sufrí mucho para no gemir, espero no haya sospechado mi marido. – respondí, le oculté que también me había excitado mucho que me cogiera con mi marido al teléfono.
– No, no sospechó nada, eres buena actriz, preciosa- expresó al tiempo que reanudaba sus embestidas y mis gemidos de placer, se sentía tan bien poder gemir con total libertad.
Aunque me hubiera gustado seguir cogiendo toda la noche, ya era tarde, habíamos pasado mucho tiempo cogiendo y mi esposo no tardaría en volver a hablar, así que decidí que tenía que hacer que Miguel acabara.
Me incorporé apoyando mis rodillas en la cama de la cama y empecé a culear hacia atrás apretando su verga con mi culo, lo escuché gruñir, movía el culo en círculos, como una puta, restregando mis nalgas contra su pelvis, me gustaba tener el control, sabía que no aguantaría mucho con mi tratamiento, ninguno de mis amantes anteriores había logrado aguantar mucho y Miguel no sería la excepción, prácticamente le succionaba la verga con mi culito mientras lo escuchaba gruñir de placer, a través del espejo veía sus muecas de placer y vi que ponía los ojos en blanco.
– Aghh, ahhhh, ahhhhhh, – gemía
De pronto, reaccionó, me tomó de la cintura y arremetió contra mi culo a un ritmo salvaje, mi cuerpo se bamboleaba sin control, prácticamente taladraba mi culo, ya no pude aguantar más, mi cuerpo empieza a convulsionar y me corrí en un intenso orgasmo, justo en ese instante me da una última embestida, muy profunda y siento que descarga sus chorros de semen ardiente en mis entrañas, siguió embistiendo unos segundos más, gruñendo como oso, hasta que cayó exhausto sobre mi cuerpo, su verga en mi interior, poco a poco, fue perdiendo dureza, hasta que por fin salió de mi ardiente agujero..
Nos quedamos recostados unos minutos para recuperar el aliento, sudorosos, me ayudó a levantarme y a darme un rápido baño, aseándome bien, pero sin mojar mi pelo y salimos presurosos.
Unos minutos después llegamos a casa, le di mi teléfono y él el suyo, quiso bajar a ayudarme a abrir, pero no quise, ya que se supone que me había llevado una amiga.y era posible que mi marido estuviera esperándome.
Cuando entré a la recámara efectivamente mi esposo seguía despierto, me abrazó y me dijo que me había extrañado mucho, sentí su verga dura contra mi vientre, definitivamente quería guerra y se la iba a dar, pero antes le pedí tiempo para bañarme, de esta forma evitaba que notara que estaba recién bañada, me bañé y me aseé bien, nos acostamos y me dio una muy buena cogida, se notaba que estaba cachondo, afortunadamente no sospecho que mi coñito estaba recién cogido.
Al otro día recibí un mensaje de Miguel, quería que nos volviéramos a ver, le dije que no era posible ya que mi marido estaba en etapa de descanso, desgraciadamente se tuvo que regresar a México y no volvimos a coger, pero ya habría oportunidad más adelante.
Si les gustó, espero sus comentarios a [email protected]
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