Fue una casualidad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos, voy a contar como conocí a Lola, una amiga que resultó ser genial.
Me llamo Eduardo, argentino, 58 años, vivo en Talavera de la Reina, España.
Lola es una señora viuda, 65 años, metro cincuenta, sin más señas que siempre está riendo, y es muy simpática.
Nos conocimos en el supermercado, entablando una conversación casual como tantas otras que se entablan.
Salimos del súper hablando y caminando los dos para el mismo lado.
Nos dimos los nombres, y hablamos tonterías.
Llegamos a la puerta de su casa y nos quedamos hablando unos minutos más, «te apetece tomar algo en el bar», le dije, «ahora no, gracias, tengo que hacer la comida para mis nietos, pero si quieres a la tarde sí», me dijo y quedamos así, de vernos a la tarde.
Como a las seis de la tarde fui a su casa a buscarla y fuimos a una terraza a tomar unas cañas.
Me contó que es viuda hace muchos años, que hace algunos años había intentado tener una pareja, pero el hombre habia sido muy alcohólico y violento.
Que lo había dejado porque le había levantado la mano.
«Y vos que buscas Lola, rehacer tú vida, tener una pareja?», le dije siguiendo la conversación, «bueno, yo quiero un amigo con quien salir, irnos de excursión y pasarla bien», me dijo con su eterna sonrisa.
Seguimos hablando hasta que la acompañé hasta su casa.
Así salimos varias veces, hasta que la invité a ir a mi casa.
Llegamos, descorche una botella de vino y nos pusimos a hablar, «y si vamos de excursión vos y yo, pedimos habitacion juntas o separadas?», le dije riendo, «juntas, que me vas a hacer que no me hayan echo ya?», me respondió riendo a carcajadas.
«Lo primero sería besarte», le dije acercándome a Lola y le beso los labios, «y que seria lo segundo?», me dijo poniéndose de pie y dejando su copa junto a la mía.
Nos abrazamos y nos volvimos a besar, ya con toda la fuerza.
La agarré de la mano y nos fuimos a mi dormitorio, nos seguimos besando y la empecé a desnudar.
«O sea que lo segundo que me harías, sería desnudarme?», me dijo sonrriendo y dejando que le quite la ropa, hasta que quedó solo en bragas, enormes, le llegaban casi hasta la barriga.
«Esto sería lo tercero», le dije besando sus tetas, grandes, caídas, con pezones enormes y nos fuimos dejando caer en la cama, abrazados, basándonos.
«Y tú no te vas a quitar la ropa?», me dijo levantando la cintura para que le pueda sacar la braga.
Me puse en pie y me saqué la ropa, viendo el cuerpo desnudo de Lola, sus tetas que caían para los costados de su cuerpo, su barriga que no es tan abultada como muchas mujeres de su edad, su concha peluda.
«Ven a mis brazos argentino, que vas a ver lo que somos las españolas», me dijo estirando sus brazos hacia mi, y abriendo sus piernas.
«Mmmmmmm, cuanto hace que no toco una polla», me dijo besando mi boca y subía y bajaba el prepucio de mi pija, «y ni te cuento cuanto hace que no la chupo», me dijo poniéndome boca arriba y me empezó a chupar la pija, «mmmm, mmmmmmmm, mmmmmm», hacía mientras chupaba y lambia toda mi pija, metía su cabeza entre mis piernas y me besaba, lambia, se metía mis huevos en su boca.
Yo le acariciaba la espalda, las nalgas, le metía los dedos en su concha, se los pasaba por el ano.
Se sacó mi pija de su boca, se subió sobre mí y ella sola acomodó mi pija contra su concha, y dando fuertes gemidos se fue sentando encima haciendo que mi pija desaparezca dentro de su concha.
«Haaaaaaaa, cariño, no sabes cuanto hace que no tengo una polla dentro, que no me folla nadie desde que murió mi marido», me decía cerrando sus ojos y moviendo sus caderas sobre mí.
Lola daba fuertes ayes de placer, moviendo sus caderas, yo le acariciaba, le apretaba las tetas, le daba pellizcos en sus pezones.
«Mmmmmm, cariño, yo pensé que nunca más iba a volver a follar, y acá estoy disfrutando de tu polla», decía Lola con una cara de placer, que no me dejaba duda que estaba disfrutando de verdad.
«Lola, Lolaaaa, dame el culo, déjame que te la meta por el culo», le dije moviendo mi cintura junto con ella y estrujando sus tetas.
«Eres un pervertido», me dijo bajando de mi pija.
«Eres un pervertido que quieres follar por el culo a esta anciana», me dijo besando mis labios y dejando que la ponga en cuatro patas en medio de la cama.
La vi así, arrodillada, sacando su culo para afuera, sus nalgas gordas, se las abrí y sin poder resistir le empecé a lamber el ano, escuchando el grito de placer que dio Lola.
«Cariñoooooo, nunca en mi vida mi marido me chupó el culo», me gritó moviendo sus nalgas con mi cara entre ellas, «te voy a hacer cosas que nunca te hicieron», le dije apoyando mi pija contra su ano, dando un empujón y escuchando el fuerte gemido que dio Lola cuando le empezó a entrar en su culo.
«Si cariño, así metela despacio», me decía abriendo sus nalgas y gimiendo a medida que mi pija iba entrando en su culo, hasta que quedamos pegados el uno contra el otro, sus nalgas estaban aplastadas contra mi cuerpo.
Lola empezó a jadear y movía su culo para los costados, yo la agarre de la cintura y me movía haciendo que mi pija entre y salga de su ano.
«Creí que me iba a doler más», me dijo Lola mordiendo las sábanas y abriendo bien sus nalgas mientras yo seguía metiendo y sacando mi pija de su culo.
Los gemidos que daba Lola, eran casi gritos de placer.
Le saqué la pija del culo y la hice poner boca arriba, le levanté bien las piernas, «que bien me estas follando, haaaaaaa», me dijo y gritó cuando le volví a meter la pija en el culo y la seguí cogiendo.
Las piernas de Lola estaban apoyadas en mis hombros, a medida que le cogía el culo, le empecé a pasar uno de mis dedos por su concha, notando como temblaba y gritaba de placer.
«Dame más, dame más que voy a corrermeeeeeee», me gritó y empezó a sacudir el cuerpo, parecía que le había dado un ataque, balbuceaba cosas que no las entendia, yo la empecé a coger mas fuerte, me movía más rápido, escuchaba como Lola se pedorraba a medida que mi pija salía y entraba de su culo, fuerte, rápido, hasta que le agarré fuerte de sus piernas y me empecé a acabar dentro del culo de Lola.
Lola y yo parecíamos dos locos gimiendo y gritando de placer mientras nos corriamos.
Cuando me tranquilice, le saque la pija del culo, me acosté a su lado y nos abrazamos, respirando ya más tranquilos, «que bien me haz follado, pero esto no quiere decir que haya algo entre nosotros, solo somos follamigos, te parece bien cariño?», me dijo besando mis labios y nos quedamos relajados en la cama.
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