Fui seducido por Martina, una chiquilla de ocho años – Parte II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Martina, luego descubrí leyendo en internet, era una chica de las denominadas "Ninfómanas".
O sea que tenía una desviación mental que la obligaba a tener sexo al menos una vez al día.
Le gustaba el sexo más que la comida, y había encontrado en mi un partenaire excelente, yo me presté siempre a su juego.
Les contaré la primera vez que probé sus jugos vaginales y me permitió que la penetrara vaginalmente.
En el recreo largo de la mañana, Martina me avisó que por la tarde la viera en la biblioteca, donde habíamos estado anteriormente, y que llevara un trapo para que nos limpiáramos.
Yo estaba convencido que otra vez que chuparía la pija, para mí estaba fenómeno.
Se hicieron las tres de la tarde y salí corriendo para la biblioteca, cuando llegué, ella ya estaba esperando, apenas me acerqué a ella, me hecho los brazos al cuello y me dio un tremendo beso de lengua, me tenía totalmente intimidado, de donde esta chica sabía tanto sobre sexo.
Se frotaba contra mi pubis y rápidamente logró que mi verga se pusiera como tabla, sin que yo se lo pidiera, se arrodilló y bajando mis pantalones y calzoncillo se apoderó de mi badajo, la chupaba muy bien, la lamía por el tronco, se metía la cabezota dentro de la boca, chupaba con fuerza mientras con sus manos me pajeaba.
La verdad que me volvía loco, nuevamente en pocos minutos me hizo acabar, pero esta vez se tomó todo el semen, y siguió mamando y no permitió que se me bajara la pija, entonces se paró, apoyando la espalda en una de las estanterías de libros, se levanta la falda, se baja la bombacha y me deja ver su conchita, lampiña, sin ningún vello, de labios gorditos y rosados, de los cuales se veía un jugo brilloso bajando por sus piernas, me ordena que me arrodille frente a ella y que le chupe la concha.
Sin demorarme hice lo que me ordenaba, yo nunca había chupado una vagina, pero hay cosas que no necesitan libros, si no ganas, y me puse a lengüetear su cuquita.
Pasaba mi lengua por entre sus labios mayores y me gustaba el sabor de sus jugos, ella solo gemía y pedía más, luego me pidió que le metiera los dedos dentro de su agujerito, le metí dos dedos y ella se retorcía, me fue indicando como y donde le gustaba que la toquen, y pronto llegó a un poderoso orgasmo, temblaba y se retorcía gimiendo, el olor de sus jugos invadía toda el área.
Para esto mi pene se había endurecido de vuelta, ella viendo eso me hace parar, ella se da vuelta y se pone de espaldas a mi, con lo que su culo queda enfrente de mi verga, ella se hace para atrás y con su mano busca mi pedazo, se abre de piernas, y lo dirige a su concha, obviamente que la altura no me favorecía, ella se agachó hacia adelante y pude ver su concha totalmente bañada en sus jugos, tomé mi pija desde el tronco y se la aproximé a esos labios rosados semi abiertos, cuando ella sintió el toque de la cabezota, gimió y se hechó para atrás, con lo que mi verga se enterró entre sus pliegues vaginales, prontamente topé con una obstrucción, ella mirándome de costado me pide, por favor métela toda, no seas malito, y sin hacerme rogar empujé a fondo y le enterré toda la verga hasta que mis testículos pegaron en su pubis.
Ella soltó un gritito y comenzó a gemir y a llorar, pedía que se la saque por que le dolía mucho y al instante me decía que se la meta hasta el fondo, pasados unos minutos, ya se había acostumbrado al grosor de mi tripa y ella se movía buscando que se la enterrara hasta el fondo, estaba totalmente desaforada, gemía, se retorcía, se habría los cachetes del culo para que las pija le entrar más, estuvimos así como 15 minutos y ella de golpe se vino en un tremendo orgasmo que le dobló las rodillas, pero pedía más y más.
Yo bombeaba a más no poder, y de repente le aviso que estoy por acabar, Martina se saca la verga de la concha, se arrodilla prontamente frente a mi y se mete la pija hasta la garganta donde descargo mi corrida sin ningún tapujo.
Ella traga y traga, se le salen los ojos de las orbitas prácticamente por el esfuerzo, pero aguanta a pie firme hasta que mi pija deja de manar fluídos.
Se la saca, la mira, la sacude un poco y le lame la cabeza.
Saca el pañuelo del bolsillo del guardapolvo, limpia mi verga y se limpia la concha, el trapo sale lleno de semen, sus jugos y sangre.
Sonriendo me pregunta si me gustó, le confirmé que sí, entonces ella me dice que a ella también y que repetiremos mañana.
Y se va sonriendo al encuentro de sus compañeras en el aula.
Yo me subo los pantalones y sin dejar de pensar en Martina me dirijo al aula donde recibiré una reprimenda por llegar tarde del recreo.
Pero que me importa, debo ser el único pibe del colegio que coge todos los días con una nena de 8 años.
En el próximo relato contaré cuando se me puso peleaguda la cosa, ya que Martina decide recibir mi tripa por el culo y sale lastimada.
Los veo pronto.
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