Gracias a los Jefes me cogieron los amigos de mi esposo
Mi marido llevaba una racha envidiable, pero algún día tenía que terminar y ser cogida nuevamente por los amigos de mi esposo..
Enlace al relato anterior:
Por culpa del América me cogieron los amigos de mi esposo delante suyo.
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Llegó la fecha del Superbowl, el partido de campeonato entre los Jefes de Kansas City y los Cuarenta y nueves de San Francisco, como les había comentado, nuevamente mi marido me apostó y ya había pasado casi un año desde los eventos del relato anterior, mi marido llevaba una racha ganadora increíble, había ganado la apuesta por la final del torneo de clausura, la apuesta por el superclásico y la final del torneo de Apertura, así que estaba muy confiado en prolongar su racha, sin embargo, creo que ya todos, incluyendo mi marido, deseábamos que terminara, si bien los amigos de mi esposo se me habían insinuado en este tiempo, no había caído, ni le había propuesto nada a mi marido, quería que todo se repitiera como esa noche, me encantó ser empalada por dos machos al mismo tiempo, había sido mi mejor experiencia sexual hasta la fecha y el que mi marido fuera testigo, le había añadido mucho morbo.
Le había pedido a mis padres que me cuidaran a la niña porque pensábamos salir esa noche (mentira), a fin de no tener ninguna interrupción.
Me di un buen baño, me perfumé y me vestí en forma similar a aquel día, tal vez, sea cierto lo de las cábalas, pensé, elegí un shorcito de licra negro y un top ajustado y escotado de color blanco, quería que fácilmente me desvistieran y me hicieran suya, solamente cambiaba que ahora llevaba una tanguita de encaje negra muy sexy.
Pronto llegaron y salí a recibirlos,
– Te ves hermosa amor, siempre tan sexy, que les parece mi vieja chicos- expresó Fernando, mi marido.
– Mmmm, está para comérsela enterita- expresó Luis.
– Si, ufff, siempre te he dicho que tienes la mejor vieja de todas, es una ricura, me pone tan cachondo que ya quisiera encularla.- Agregó Daniel
– Tranquilos chicos, seré su premio, pero solamente si ganan los Jefes, de lo contrario, voy a estrenar ropa con mi dinerito- expresé sonriendo.
Se sentaron y pusieron la TV, les llevé los bocadillos que había preparado y sentí las miradas sobre mí cuerpo al ir a la cocina, por lo que contoneaba mis nalgas descaradamente.
Empezó el partido, si de fútbol soccer se muy poco, de fútbol americano menos, mi marido me invitó a ver el partido a un lado suyo, pero recordando los toqueteos que me dio Luis la última vez que me cogieron preferí sentarme coquetamente en sus piernas, no consideré prudente arriesgarme a que Luis me volviera a toquetear el culo y mi esposo o Daniel se dieran cuenta, era afortunada, no importa quien saliera vencedor, podía ganar un buen dinero o una rica cogida de esos machos cachondos, pero después de tantas apuestas ganadas, me moría de ganas por perder y nuevamente ser cogida, por lo que fingía apoyar a San Francisco por mi marido, aunque realmente quería que ganara Kansas City,
Los veía sumamente emocionados y no dejaban de gritar, aplaudir, celebrar y lamentarse en casa jugada.
Terminó el primer cuarto empatados y fui por más cervezas, nuevamente contoneando mi culo y Luis comentó en voz alta.
– Mmmm, que rico culito me voy a comer hoy.
Volteé y coqueta le respondí:
– Eso falta por ver, ja, ja, mi marido va enrachado y creo que nuevamente te quedarás con las ganas, ya quiero mi dinerito para renovar mi guardarropa.
– Ya sabes que Kansas es el actual campeón, no cantes victoria, se me hace que hoy termina la racha de Fernando y nuevamente te vamos a empalar Luis y yo,- añadió Daniel.
– Ya cabrones, se siente gacho que estén hablando de cogerse a mi mujer en mi presencia, no sean así, respétenme- reclamó mi marido.
Todos reímos de la puntada de buena gana.
Traigo las cervezas y se las doy a cada uno, mi marido abre sus piernas y me pide sentar en medio de ellas, ya que se le había “dormido la pierna”, así que me senté, y me recliné apoyando mi cabeza en su pecho, en esta posición mis nalgas quedaban pegadas a su pelvis y pude sentir que su verga estaba dura, señal que se había excitado con los comentarios morbosos de Luis y Daniel.
Empieza el segundo cuarto y San Francisco se adelanta en el marcador con un gol de campo para ponerse 3-0 y poco después hacen otra anotación ahora por tierra para ponerse 10-0. Mi marido gritó y festejó cada anotación a todo pulmón, no lo podía creer, parecía que la racha de mi marido se alargaba y nuevamente me iba a quedar con las ganas, aunque de premio de consolación tendría una cogida de mi esposo, que tenía la verga tremendamente dura, fingía festejar con mi marido, y les dije a los chicos.
– Lo siento chicos, creo que nuevamente van a perder y tendrán que irse a jalársela a su casa – comenté, ocultando mi decepción.
– El partido no acaba, ya verás que Kansas le da la vuelta y se chinga a San Francisco y Daniel y yo te chingaremos a ti.- replicó Luis.
– Falta ver eso, por mientras ya vamos 10-0 y cerca del medio tiempo, así que quien se va a chingar este bomboncito soy yo y además me los chingo a ustedes con la lana- replicó mi marido.
El partido siguió y faltando 20 segundos para terminar Kansas mete un gol de campo para dejar el marcador 10-3 al medio tiempo, Daniel y Luis festejaron esa anotación gritando estrepitosamente y casi me les uno en la celebración.
– Ya solamente estamos a una anotación de empatar, vas a ver que en la segunda mitad le damos vuelta al partido- celebró Luis.
Me sentía tremendamente caliente y tanto mi esposo como Daniel y Luis estaban igual porque se les había formado una carpa en sus respectivos shorts.
Voy a la cocina por más bocadillos y mi esposo se mete al baño, en eso me alcanza Luis y tomándome de la cintura me repega su verga contra mis nalgas, sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo y mi coño se humedeció al instante, me dejé hacer y moviendo mi culo me repegué más a él, cerré los ojos y disfruté el contacto de su verga a través de la ropa, en eso escucho la voz de mi marido.
– ¿Hey cabrón que haces?
Me quedé estática, nerviosa, había sido descubierta por mi marido, pero Luis no se inmutó y respondió:
– Nada, solamente una probadita de lo que me voy a comer esta noche.
– Eso está por ver, ven amor, vamos a ver el show del medio tiempo.
Mi marido no estaba molesto, y me fui con él, Luis se me quedó viendo con una mirada lasciva.
Me volví a sentar en medio de sus piernas, nuevamente su verga estaba durísima y abrazándome me la dejaba sentir a través de la ropa, sentí ganas de quitarme mi shorcito de licra y que me cogiera allí mismo enfrente de Luis y Daniel, pero me contuve.
En la televisión veía que el campo se había convertido en un escenario impresionante y estaban dando un show fabuloso, condenados gringos pensé, como son capaces de hacer un espectáculo así en tan poco tiempo, pero con la verga de mi marido pidiendo guerra en medio de mis nalgas, la verdad poco interés le puse al show, cerré mis ojos y me concentré en las sensaciones que sentía, empecé a mover mi culo hasta que escuché a Daniel decir:
– Puta madre, par de calientes, van a hacer que me masturbe, la verdad que vieja tienes, Fernando, está tan buena y es tan caliente y tan putita, me muero de ganas de cogerla, ¿que tal que nos la cogemos entre los tres sin importar quien gana?
– Ni madres, que dijeron, ya nos cogimos a la palomita, no, será suya solo si ganan.
Consideré prudente levantarme y me dirigí al baño a arreglarme un poco y después a la cocina para preparar más bocadillos, el ambiente ya estaba muy tenso y caliente.
Ya había empezado la segunda mitad y escuché desde la cocina los gritos de Daniel y Luis celebrando un gol de campo y posteriormente otra anotación, increíblemente Kansas City le había dado la vuelta al marcador y se ponía arriba 13 a 10, mi corazón empezó a palpitar de emoción.
Ya había pasado mucho tiempo en la cocina y les llevé más bocadillos, todos se me quedaron viendo con cara de deseo, Daniel y Luis empezaron a burlarse de mi marido.
– Ya te jodimos, tu esposa será nuestra wey, vas a ver que cogida le vamos a dar, nos desquitaremos todas las ganas que le tenemos, ya verás- sentenció Luis y al pasar junto a él me da un apretón de nalga exquisito, metiendo sus dedos entre mis nalgas, hasta alcanzar mi ano, todo mi cuerpo se estremeció y a punto estuve de tirar los bocadillos.
– No seas cabrón, aguanta, el partido no ha terminado, wey, falta un cuarto y San Francisco puede dar la vuelta – expresó mi marido.
– Ya cabrones, dejen todos de manosearme, son unos calientes- expresé simulando enojo, pero estaba que ardía y tenía ganas de encuerarme ahí y me hicieran suya entre los tres.
– Traje una silla del comedor y me puse a ver el partido lejos de los tres, ya no aguantaba y al siguiente toqueteo podía caer rendida y encuerarme ahí mismo.
El último cuarto no fue apto para cardiacos, cada jugada era tensa y llena de emociones, sentía las miradas de deseo de los tres y se empezaron a tocar la verga por encima de sus shorts mostrándome descaradamente sus bultos, primero anotó San Francisco para dar vuelta al marcador y ponerse 16 a 13, pero fallaron el punto extra, después respondió Kansas City y con un gol de campo empató el partido 16 a 16, todo eran gritos de emoción de uno y otro bando, faltaban menos de 2 minutos cuando nuevamente anota un gol de campo San Francisco y parecía que ganaba el partido, pero faltando 3 segundos para terminar el partido anota Kansas City y empata nuevamente. El partido se iba a tiempo extra.
No pensé que un partido de fútbol americano pudiera ser tan emocionante, Luis se para y le hace una seña a Daniel, se van ambos a la cocina y empiezan a murmurar entre ellos, trato de agudizar mi oído para descubrir que traman, pero no tengo éxito.
Después de unos segundos regresan con cervezas y me traen una a mi y otra a mi marido, ambos lucen sus vergas paradas formando una carpa bajo sus shorts en forma descarada, no puedo dejar de ver sus bultos.
Empieza el primer tiempo extra, Luis nota que le veo el bulto y se acomoda el bulto de tal forma que deja descubierta la cabeza que sobresale por un lado del short por la abertura de una de sus piernas, cabezona, roja y brillante, se me hizo agua la boca y casi me paro a mamársela, cuando escucho los gritos de júbilo de mi marido, San Francisco ha anotado un gol de campo y se ha puesto arriba 22 a 19, Luis se guarda la herramienta para que no lo descubra mi marido, pero cuando termina de celebrar mi marido la deja nuevamente fuera, recreando mi vista y poniéndome bien caliente, se la veo sin recato y Daniel se da cuenta pero solo sonríe en forma libidinosa.
Mi marido estaba tan contento que no se daba cuenta de nada, absorto en el partido, parecía que alargaba su racha de suerte, cuando en el último instante, faltando solamente 3 segundos para terminar el tiempo extra, Kansas City anota y da la vuelta al marcador ganando 25 a 22. Daniel y Luis gritan de emoción y no puedo evitar gritar también, revelando mis ganas de que ganara Kansas City, ante la mirada de sorpresa de mi marido, que estaba cabizbajo.
Sin esperar, Luis se quita el short junto con su bóxer y Daniel lo imita.
– Ganamos Fernando, tu mujer es nuestra, vamos Daniel por nuestro premio- señaló Luis.
– Está bien, ganaron mi vieja es suya- expresó mi marido resignado, pero no se veía molesto, al contrario, tenía una mirada pervertida.
Se levantaron y me levanté también, los vi acercarse con sus enormes vergas completamente erectas y duras como rocas, Luis fue el primero en llegar a dónde estaba y me plantó un tremendo beso en la boca que mostraba su pasión contenida, un beso de macho lujurioso parecía querer comerme la boca, mordía mis labios y su lengua filosa como una navaja se coló en mi boca y exploró mi interior, encontró mi lengua y se enredó con la suya, parecía querer cogerme con ella, en eso Daniel llega por detrás y me baja el short de licra que llevaba de un solo jalón y empieza a besar mi cuello al tiempo que sus manos apretaban mis nalgas, susurra en mi oído:
– Que rico hueles mamita, me encantas, no sabes cuanta leche me he sacado imaginando que nuevamente eres mía, eres la mejor hembra que he tenido y moría por cogerte de nuevo.
Vaya pasión contenida que tenían esos dos machos, desde el primer instante demostraban que estaban obsesionados por cogerme como una puta, así que no los quise hacer esperar más:
– Vamos a la recámara- les dije, agarrando a cada uno de sus vergas.
– Ven amor, quiero que me cojan entre los tres- le dije a mi esposo, sabiendo que también estaba muy caliente y deseoso de coger.
– Ni madres- protestó Luis.
– Fernando perdió la apuesta, así que se aguanta sin coger como castigo, pero lo vamos a dejar ver la verguiza que te vamos a dar, chiquita, como la ves anterior.- agregó.
La idea de que mi marido fuera testigo nuevamente como me iban a coger esos sementales me excitó sobremanera, era algo que le añadía mucho morbo y creo que a Fernando tampoco le disgustaba la idea de ver a su mujercita siendo empalada por esos machos, porque no protestó.
– Es justo cabrones, hagan con mi esposa lo que quieran, yo solamente miraré- contestó mi esposo y los cuatro nos dirigimos a la recámara, no dejaban de apretarme las nalgas mientras íbamos caminando.
Llegamos a la recámara y Fernando se sentó en el sillón a observar como su mujercita sería empalada.
Luis volteó a ver a mi esposo y dijo:
– Hoy nos cobraremos todas las veces que nos has ganado, le vamos a dar verga a tu esposa hasta por las orejas, te la vamos a dejar completamente llena de leche por todos sus agujeros, la vamos a hacer más puta de lo que ya es.
Lo escuchaba y me excitaba todo lo que decía y no conforme con eso todavía los reté:
– Ya veremos si pueden conmigo, puedo con los dos y más, van a caer rendidos.
– Wauuu, a huevo, así me gustan las viejas, bien entronas y putonas, que suerte tienes de tener semejante puta como esposa- agregó Daniel.
Me hicieron sentar en la cama y acercaron sus vergas a mi cara, no hacía falta saber que querían, tomé cada verga con una mano y las acerqué a mi boquita.
El olor a verga inundó mi nariz, era excitante, un olor a macho que me volvía loca, acerqué mi lengua y lamí la punta de la verga de Daniel, que se estremeció, de la punta salía un líquido transparente y viscoso, un sabor salado y ligeramente dulzón inundó mi boca, recorrí toda la cabeza de su verga con mi lengua y empecé a masturbar con mi otra mano a Luis, seguí recorriendo el tronco con mi lengua hasta llegar a sus huevos, lo escuché suspirar, así que abriendo la boca me metí toda la cabeza dentro de mi boquita y alce mi vista para ver su cara, poniendo mi mejor cara de puta, tenía una mirada de perversión, hacia muecas de placer cada que succionaba la cabeza de su verga, en eso estaba, cuando sentí la verga de Luis en mi oreja, tersa y caliente, recordé su frase sobre cogerme hasta por las orejas y parecía querer hacerlo, continuó restregando la cabeza de su verga en mi mejilla, chorreaba líquido preseminal en abundancia, estaba pidiendo su turno, así que sacando la verga de Daniel de mi boca me metí la de Luis y empecé a succionar, Luis era más ansioso, me agarró la cabeza y empezó un movimiento de mete y saca de su verga en mi boca, me aferré a sus duras nalgas mientras seguía mamando, solamente me cabía en la boca un poco menos de la mitad, lo miraba a los ojos y el a mi, observando como su enorme verga entraba y salía de mi boca, Daniel regresó a la batalla, azotando su verga contra mi cara y recorriendo mi mejilla hasta llegar a la comisura de mis labios, ahora era Daniel que reclamaba su turno, saqué de mi boca la verga de Luis que salió con un hilo de saliva mezclado con su líquido preseminal y seguí con la verga de Daniel, esforzándome por darle el máximo placer posible, le daba succiones profundas a la cabeza de su verga, haciéndolo gemir, su verga latía en mi interior e inesperadamente me la sacó y me dijo.
– Ya basta corazón, me vas a hacer acabar y no quiero, necesito dejarte mi lechita dentro de tu culo y coño.
Miré a mi esposo y estaba desnudo y masturbándose lentamente, así que seguí con la verga de Luis que todavía pedía más guerra, escuché a Daniel hablarle a mi marido:
– Fernando, dejé mi short en la sala, traje un botecito de lubricante porque quiero encular a tu mujer, ¿me lo traerías?.
Alcancé a ver por el rabillo de mi ojo como mi esposo obediente salía por el encargo de Daniel, cooperando para que su amigo me enculara.
Luis me toma de la cabeza y nuevamente empezó su mete y saca, dando gruñidos de placer, empezó a acelerar el mete y saca hasta que en un momento me tomó fuerte de mi cabeza y me la enterró lo más profundo que pudo, sentí la punta de su verga tocando mi garganta, lo que me causo arcadas, la tenía tan adentro que sentía que no podía respirar, mi cara se puso roja y un par de lágrimas recorrieron mis mejillas, el miraba mi cara divertido y expresó:
– Aguanta un poco, putita, me encanta tener toda mi verga dentro de tu boquita.
Alcancé a ver a mi marido, en la puerta de la recámara, regresaba con el frascoDaniel de lubricante en la mano.
Ya no aguantaba, me faltaba el aire, sentía que me ahogaba cuando de pronto me la sacó, permitiendo que tomara bocanadas de aire desesperada, y sin previo aviso me la volvió a enterrar hasta el fondo, dando un suspiro de placer, pensé que se correría en mi boca, cuando me la saca nuevamente y dice:
– Puta madre, que rico, pero tienes razón Daniel, casi me corro en su boca y vale la pena esperar para darle caña toda la noche.
Me levantaron y me hicieron acostar boca arriba en la cama, mi esposo le entregó el frasco de lubricante a Daniel, Luis se recostó a mi lado y buscó mi boca mientras Daniel me tomó de los tobillos y abrió mis piernas, mi rajita quedó expuesta, su lengua rasposa recorrió toda la brecha desde mi culito a mi clítoris, me estremecí, Luis seguía comiendo mi boca con pasión, su larga lengua entraba y salía de mi boca como si me estuviera cogiendo con ella, después de un rato la sacó y su lengua recorrió mi cara, me lamía las mejillas como un perro, alcanzó mi oreja y la punta de su lengua la recorrió por dentro, todo mi cuerpo se retorció y lancé un gemido de placer, Daniel succionaba mi clítoris y tenía dos de sus dedos dentro de mi vagina, espasmos recorrían mi cuerpo, Luis continuó lamiendo mi piel, siguió por mi cuello y llegó a mis pechos, los recorre con su lengua y abriendo su boca succiona uno de mis pezones, su mano pellizca suavemente mi otro pezón, Daniel saca sus dedos de mi coño y escupe en mi culo, su dedo pulgar acaricia mi arrugada entrada trasera en círculos y empujando suavemente su dedo me lo mete dentro, sin dejar de succionar mi vagina, ya no aguanté, espasmos recorrían mi cuerpo y mi vista se nubló, exploté en un orgasmo larguísimo entre gemidos intensos, mi primer orgasmo de la noche, Daniel bebió mis fluidos con gula, Luis seguía pegado a mis pechos, cuando me recuperé me hicieron poner en 4, con las piernas bien abiertas y el culo parado, sentí un par de azotes en mis nalgas y un líquido frío y viscoso recorriendo el surco entre ellas.
Luis se levantó y azotaba mi cara con su verga, abrí la boca para mamársela, pero solo me la restregaba en la cara, la cabeza tersa y caliente de su verga recorría mis mejillas, justo hasta las comisuras de mis labios, sin meterla en mi boca, chorreaba líquido preseminal y dejaba la piel de mi cara viscosa, estaba jugando conmigo, poniéndome más ansiosa por su verga. Daniel ya tenía dos dedos dentro de mi culo y los metía y sacaba cada vez más rápido, Luis por fin metió la punta de su verga en mi boca, pero en vez de meterla profundo la movía de un lado a otro, hasta estirarme las mejillas por dentro, dibujando la punta de su verga en mi cara.
– Que puta te ves así, me encanta tu cara de putita come vergas.- exclamó
Daniel por su parte, sacó los dedos de mi culo, se arrodilló detrás de mí y lubricó su verga, abrió mis nalgas y sentí la punta de su verga punteando la entrada de mi culo, lentamente metió la cabeza dentro, sentí como mi esfínter se abría y se cerraba apretando el tronco de su verga, no me dolió, solamente una pequeña incomodidad al estirarse mi esfínter, a dejó quieta un instante, la sentía palpitar, poco a poco la incomodidad se convirtió en placer, extrañaba esa verga, quería gozarla toda, así que empujé mi culo hacia atrás para que entrara un poquito más y darle la señal que podía avanzar, me tomó de la cintura y me la fue metiendo lentamente, con firmeza y sin detenerse hasta que sus huevos chocaron con mis nalgas, abrí la boca para lanzar un fuerte gemido y Luis aprovechó para tomarme de la cabeza y meterme la verga hasta la garganta.
Estaba completamente llena de carne por mis dos agujeros, se quedaron un momento quietos antes de iniciar la culeada, Daniel empezó un lento mete y saca, la sacaba hasta dejar solamente la cabeza dentro y me la volvía ensartar hasta el fondo, con mucha calma, pero sin detenerse, se notaba que no quería apresurar las cosas y aguantar lo máximo posible, Luis lo imitó, empezó a cogerme por la boca muy lento y profundo, así estuvieron unos diez minutos, entre gemidos y gruñidos de placer de ambos, hasta que Luis sacó su verga de mi adolorida boca y pidió cambiar, pensé que sacaría Daniel la verga de mi culo, pero en un movimiento sorpresivo, metió su mano abrazando mi vientre y cargándome me hizo girar, junto con su cuerpo, sin sacar la verga de mi culo, quedé boca arriba, encima de él, su verga se enterró profundamente en mi culo, impulsada por el peso de mi cuerpo, pegué un grito estruendoso, mezcla de placer-dolor por el brusco movimiento, me dolía, pero era un rico dolor, estaba completamente empalada, como una bandera en un mástil, Luis se acercó y se arrodilló frente a mí en medio de las piernas de Daniel, su cara reflejaba malicia, me dí cuenta que me iba a empalar cuando me agarró de los tobillos y separó mis piernas, acercó su verga a mi coño empapado y mirando mi cara me fue enterrando su maravillosa verga, siento su caliente trozo de carne abriéndose paso en mi interior, despacio, lentamente, mi coño se había estrechado por tener otra verga enterrada en mi culo, por lo que la fricción era muy intensa, me la enterró hasta el fondo, no lo podía creer, nuevamente me tenían doblemente empalada, mi marido miraba incrédulo la acción.
– Me van a matar, cabrones, Aghhhhh, exclamé.
– Te vamos a matar de placer putita, llevamos meses añorando cogerte nuevamente entre los dos y hoy vamos a desquitarnos.- replicó Luis
Se empezaron a mover, el placer de ambas vergas en mi interior era infinito, indescriptible, sentía que me desmayaba, gemía intensamente lo que no pasó desapercibido por mis machos.
– Vaya, se nota que te gusta tener dos vergas dentro, putita.- dijo Luis.
– Fernando, no sabes que rico es empalar doblemente a tu mujer, es lo máximo, cuando quieras nos invitas a Luis o a mí, para que goces como nosotros, verdad Silvia.
– Aghhhhh, cabrones, siento que me parten en dos, pero el placer es tan intenso.
Poco a poco fueron aumentando el ritmo de sus penetraciones, lo hacían de forma sincronizada, cuando Luis embestía nos hacía gemir a Daniel a mi, que disfrutaba de la fricción de la verga de Luis a través de mi cuerpo, lo mismo pasaba cuando embestía Daniel y éramos Luis y yo los que gemíamos, sentía como sus vergas se friccionaban entre ellas, solamente separadas por una delgada membrana, el placer era máximo, es glorioso sentir como se mueven dos tremendas barras de carne caliente, llenándote por completo, al máximo, una sensación de que te revientan por dentro, friccionado y estimulando cada rincón de tu cuerpo, los embistes se fueron haciendo cada vez más rápidos, embistiendo los dos al mismo tiempo, se sincronizaban perfectamente, todos gemíamos sin parar, mi cuerpo se zangoloteaba sin control, sentía espasmos en todo mi cuerpo y me puse como en trance mis ojos se pusieron en blanco y empecé a convulsionar.
– Me corroooooo, me corrroooo, aghhhh, me corrrooo-grité entre gemidos y con la voz entrecortada.
Mi orgasmo fue intenso, y larguísimo, no dejaba de sentir espasmos y ellos no dejaban de taladrar mi cuerpo, hasta que sentí que Daniel me daba una embestida profunda y descargaba un potente chorro de semen ardiente muy dentro de mi culo, sentía su verga engrosarse en cada chorro de leche que me depositaba y Luis aceleró todavía más sus embestidas hasta que gritando como un demente inundó mi vagina con su ardiente néctar, sentía como tensaba su cuerpo cada que me lanzaba un chorro de su espeso semen, quedamos rendidos, empapados de sudor, mi corazón latía con fuerza, sentía sus vergas palpitar dentro de mi cuerpo, seguían completamente erectas, duras.
– Ha sido fenomenal, reina, eres la mejor puta del mundo, ¿lista para el segundo round?- exclamó Luis, todavía con su verga dura en mi cuerpo.
No lo podía creer, estaba agotada y ellos querían más guerra, pero el placer había sido tan intenso que no me negué, solo le pregunté a mi esposo.
– Amor, que dices, ¿me pueden seguir cogiendo tus amigos?.
Mi esposo tenía la mirada extasiada y a diferencia de Luis y Daniel ya tenía su verga relajada, pero todo el piso alrededor del sillón lleno de semen.
– si quieres, adelante, y amigos, para que vean que los consiento, pueden seguir cogiendo a mi esposa.
Sus vergas seguían enterradas en el interior de mi cuerpo sin perder un ápice de dureza y les pedí un poco de clemencia.
– No sean malos dejen recuperarme, cabrones, aghhh- ya sáquenme sus vergas, necesito asearme un poco.
Así lo hicieron, pronto sentí mis orificios vacíos, pero muy dilatados y con un pequeño escozor, con paso tembloroso me dirigí al baño y me aseé.
Cuando regresé estaban los tres tomando una cerveza y Luis y Daniel seguían al palo, lo cual no era normal, así que les pregunté.
– Chicos, como le hacen para seguir con la verga parada.
– Ja, ja, esa era nuestra sorpresa, al iniciar el tiempo extra, fuimos a la cocina y nos tomamos una pastilla de Viagra, y de la versión más potente, creo que exageramos porque no se nos baja con nada y ya hasta nos duele la verga de tan dura que la tenemos- confesó Luis.
– Cabrones, debería dejarlos así por tramposos, a la otra, compren un Viagra menos potente, ya estoy lista para el segundo round, ¿como quieren cogerme?
– Ven mamacita quiero que nos cabalgues como una buena yegua.
– Ok, pero pónganse frente a mi esposo, el pobre es el único que no tiene la verga parada, así que quiero que se excite nuevamente.
Así se pusieron, ambos, acostados boca arriba con su mástiles apuntando hacia el techo, imponentes y venosos, no sabía con cuál comenzar, pero preferí a Luis porque sabía que era más ansioso.
Puse una pierna a cada lado de su vientre y lentamente fui descendiendo hasta que la punta de su verga tocó mis labios vaginales, poco a poco fui descendiendo muy lentamente y mirándolo a los ojos, primero entró la cabeza, lo ví dar un suspiro y empecé a moverme, movía la cadera en forma circular, al momento que seguía descendiendo, me excitaba ver su cara de gozo, pero impulsivo como era me tomó de la cadera y me hizo descender hasta que mis nalgas chocaron con su pelvis, ahora fui yo quien lanzó un fuerte gemido, sus manos me agarraban fuerte de las caderas y me empujaban contra su cuerpo, empalándome duro, haciéndome sentir su verga hasta lo más profundo, me encantaba ese macho, lo tomé de las manos, las quité de mi cintura para ponerlas en mis pechos y empezar a cabalgarlo, empecé a subir y bajar combinando movimientos lentos y rápidos y en forma circular, mirando las muecas de placer que hacía y repitiendo aquellos movimientos que lo hacían gemir y gruñir con más fuerza, me encantaba, ahora era yo, quien controlaba la cogida, mientras el disfrutaba y acariciaba mis pechos, después de un rato, sus manos bajaron y se aferraron a mis nalgas, empezó a moverme a su antojo, me levantaba y me dejaba caer sobre su verga al tiempo que él también levantaba su pelvis para embestirme, enterrándome la verga una y otra vez, cada vez más rápido, pensé que se correría cuando escuché el reclamo de Daniel.
– Ya mamacita, es mi turno, cabálgame también.
Así que me levanté y saqué la verga de Luis de mi interior, giré la vista y mi marido ya tenía la verga tiesa y se estaba masturbando lentamente, así que me acuclillé sobre Daniel para repetir la operación que había hecho con Luis.
Cuando ya estaba cabalgando a Daniel a placer, se levanta Luis y le hace una seña a Daniel que me toma de la espalda y me empuja contra su cuerpo, haciendo que levantara el culo, pronto siento el chorro frío del lubricante entre mis nalgas, me di cuenta que me iban a empalar nuevamente entre los dos, me recosté totalmente sobre el pecho de Daniel y traté de relajarme esperando el embiste de Luis, pronto sentí la cabeza de su verga acariciando mi agujero en forma circular, como afinando la puntería y empezar a empujar, a pesar de lo dilatado que tenía el culo, me dolió cuando entró la cabeza ya que tenía el culo lastimado por el intenso uso que le dio Daniel, pegué un pequeño grito y un largo gemido, y siguió empujando hasta que me la metió entera, la verdad dolía bastante pero sabía que pronto estaría gimiendo de placer, además el morbo de sentirme nuevamente llena de carne por mis dos orificios valían la pena, empezaron a moverse, y el roce de sus vergas me hicieron temblar, el placer era muy superior al dolor que sentía.
– ¿Recuerdas que en esta posición te empalamos los dos por primera vez?- me susurró al oído Daniel.
Era verdad, con la diferencia que en aquella ocasión Daniel me empaló por el culo y Luis por mi coño, ahora era al revés, pero igual de intenso.
Empezaron a embestirme con mayor potencia, embestidas largas y profundas, taladrándome sin piedad, mis gritos de placer eran estruendosos, mi vista se nubló y perdí la noción del tiempo, solo escuchaba sus bufidos de placer, hasta que nuevamente me corrí en un largo e intenso orgasmo, mi cuerpo se estremecía y mil espasmos recorrían mi cuerpo, sin importarle, siguieron taladrándome, hasta que sentí los chorros de leche de Daniel inundando mi vagina, seguido de los chorros de leche de Luis que se corría intensamente dentro de mi culo, dando un alarido espectacular, nuevamente se desplomó sobre mi cuerpo, su segunda corrida de ambos en la noche y sus vergas seguían duras, vaya que era potente ese Viagra que tomaron.
Quedamos rendidos sobre la cama, tratando de recuperar fuerzas y sus vergas profundamente en mis agujeros, las sentía palpitar en mi interior y semen escurriendo por mis nalgas y coño, empapados de sudor.
Después de un rato, ya recuperado Luis me abrazó por mi vientre y me levantó como una muñeca sin sacarme la verga del culo, la verga de Daniel se salió de mi coño, y se le quedó viendo a Luis, quien le hizo una seña para que se parara, así quedé en el aire con la verga de Luis enterrada profundamente en mi culo, intentaba ponerme de puntillas pero no alcanzaba el suelo, eso me ponía ansiosa, Daniel se acerca, me levanta una pierna y Luis levanta la otra, acerca su verga a mi coño y me penetra lentamente mirándome a los ojos, alcancé a abrazar el cuello de Daniel buscando un punto de apoyo, otra vez estaba empalada hasta lo más profundo con todo el peso de mi cuerpo sobre sus vergas, en sincronía subían y bajaban mi cuerpo, por lo que sus vergas entraban y salían al mismo tiempo de mi coño y culo, me sentía completamente ultrajada, abierta, empalada, como una muñeca de trapo sin voluntad, levantándome y haciéndome caer sin compasión, enterrándome sus enormes trozos de carne que parecían quererme partir en dos y al mismo tiempo estaba extasiada de placer, una sensación difícil de explicar, todo mi cuerpo se estremecía, la vista se me nubló y sentía que en cualquier instante perdería el conocimiento, no dejaba de gritar y gemir de placer, aumentaron el ritmo y ya no pude aguantar más, empecé a correrme gritando más fuerte que nunca y el orgasmo que tuve fue aún más largo que los anteriores y que cualquier orgasmo que haya sentido antes en toda mi vida, empezaron a gruñir y casi al mismo tiempo me llenaron nuevamente de su semen, no fue tanto como en las corridas anteriores, se notaba que sus huevos ya no tenían más leche y se habían quedado completamente secos.
Nos desplomamos los 3 en la cama para recuperarnos y por fin sus vergas perdieron firmeza, aún así no estaban completamente flácidas, sentía mi culo y mi coño arder y palpitar, completamente hinchados, escurría semen por mis piernas y mis dos huequitos repletos de su leche, necesitaba asearme, mis piernas no me respondían, le pedí ayuda a mi esposo y me ayudó a levantarme e ir al baño, me ayudó a sentarme en el WC y luego a darme un baño, me ayudó a bañarme como un bebé y a secar mi cuerpo, e incluso me quiso revisar cómo me había quedado el coño y el culo preocupado por tan salvaje cogida. Al revisarme me dijo.
– Tienes tanto el culo, como la concha hinchados y al rojo vivo, pero no hay sangre, creo que en un par de días estarás bien.
– Gracias amor, te amo por ser tan comprensivo, déjame descansar un par de días porque tus amigos me dejaron mis dos hoyitos muy maltratados y tengo un ardor tremendo, no voy a poder ni caminar ni sentarme en un par de días, y le di un tierno beso en la boca.
Al regresar a la recámara ya estaban ambos levantados y tomando una cerveza, vieron mis dificultades para caminar y sonrieron maliciosamente.
– Parece que te dejamos fuera de combate- exclamó Luis
– Si, cabrones, vaya que se desquitaron de todas las veces que les ganó mi marido, la próxima apuesta si perdemos, no sean tan cabrones.
– Si, yo también creo que se pasaron, son muy brutos- añadió mi esposo.
– Pero si tu esposa gimió y gritó de placer como loca, se corrió varias veces, le encantó como la cogimos, ¿O no, Silvia?
Era verdad, no respondí, no hacía falta hacerlo, fue muy evidente.
Ambos sonrieron con mi silencio y pidieron permiso para bañarse, la habitación tenía un fuerte olor a sudor y sexo.
Primero se metió a bañar Luis y luego Daniel, se vistieron y salieron.
Ya no quisimos cambiar las sábanas y nos fuimos a dormir a una recamara que tenemos por si tenemos visitas.
Antes de dormir estuvimos platicando un rato:
– Eres fantástica amor, tengo como esposa a la mejor puta, me da un morbo tremendo ver cómo te cogen, pero sabes, me gustaría también participar.
– Y porque no invitas a tus amigos y me cogen los tres sin apuestas- le señalé
– No, no me gustaría, la apuesta le da una emoción tremenda, además si gano, gano buen dinero, ¿no crees?
– Y si le digo a Luis que me gustó mucho como me cogió y que te imploré me dejaras coger con él, pero que aceptaste a cambio de 2,000 pesos y que tú también puedas participar y lo mismo le digo a Daniel, pero que todo en secreto y no lo vaya a contar.
– Tienes una mente maquiavélica, amor, pero no creo que vaya a funcionar, a esos cabrones les gusta presumir entre ellos, así que tan pronto te coja uno, el otro lo sabrá de inmediato.- aseguró mi esposo
– Tu déjamelo a mí y ya veras que no es así- le respondí.
– Sabes toda la conversación me ha puesto cachondo, me darías una mamadita.
Así lo hice le di una mamada un largo rato hasta que se corrió y me tragué su semen y cansados nos dormimos.
En la semana le hablé a Luis y le comenté que me había encantado que me cogiera, que le había suplicado a mi esposo y había aceptado, pero a cambio quería $2,000 pesos y participar en la cogida, si estaba de acuerdo, de inmediato me respondió que sí, pero le advertí que todo debía ser muy secreto y cauteloso, que no le podía contar a nadie, ni a Daniel, ya que era una mujer casada y cuidaba mucho mi reputación y si me enteraba que le contó a Daniel o a alguien más, se acababa todo, que nunca más en su vida me iba volver a coger y que perdería la amistad de mi marido para siempre y que si se lo cuenta a Daniel yo me daría cuenta enseguida porque las mujeres tenemos un sexto sentido y me daría cuenta solo viendo el comportamiento de Daniel, ya que los hombres no saben disimular. Escuchó con atención y estuvo de acuerdo.
Quedamos en que el encuentro se realizaría el domingo y que debería acudir como todos los sábados a ver el fútbol en casa de mi esposo y aparentara normalidad, como siempre.
Ese sábado todo transcurrió con normalidad, e incluso se fijó la siguiente apuesta que será el 13 de marzo a quien resulte vencedor de la eliminatoria entre América y Guadalajara por la liga de campeones de Concacaf y que la apuesta se pagaría en caso de perder América el sábado 16 de marzo, después del superclásico en el torneo de clausura, dónde se apostarían otros cinco mil o que me cogieran todo el fin de semana si América perdía ambos encuentros, pero solamente doble penetración el domingo para poder aguantar, está última condición mía. Una apuesta muy interesante. No noté ningún comentario o actitud rara con Luis o Daniel, por lo que estaba segura que Luis no había dicho nada y seguramente no lo haría ante la amenaza de nunca volver a cogerme.
El Domingo tuve mi primer encuentro con Luis y mi esposo y fue espectacular y ayer le hablé a Daniel y le hice la misma propuesta que a Luis y estuvo de acuerdo, este fin de semana tendremos el encuentro y seguramente también será maravilloso.
Me encanta que me escriban y me cuenten sus experiencias y fantasías, me pueden escribir a [email protected]
Que rico y si son los tres mejor