Graciela mi primer amor, mi primera vez.
Mi prima mayor me inicio en el gusto incestuoso y después lo pagarían las menores. .
Pertenezco a una familia numerosa de 6 tíos y en esa época, cuando aún no cumplía los 7 años, había muchas primas y primos de mi edad, algunos más grandes por unos años y otros menores a mí. Aún recuerdo las fiestas en casa de mis abuelos paternos; las reuniones de los adultos siempre acababan en alcohol, baile hasta la madrugada y total despreocupación de los niños. Nadie se iba porque al otro día el recalentado era ley.
De noche jugábamos a las a escondidillas en grupo; tengo hermanos menores y por orden de mis padres me tocaba a mí cuidarlos, pero cuando era la hora de esconderse todos corríamos por doquier. La casa era enorme y había cuartos vacíos, patios traseros y otros jardines, por lo que había infinidad de sitios donde esconderse. Hasta teníamos una casa en obra sin terminar de dos pisos donde algunos corrían a ocultarse. Tengo que decir que para mí todo era juego y no tenía ni malicia, ni deseos sexuales; pero todo se tornaría en lujuria esa Navidad.
Me viene a la memoria que marché a esconderme a un tanque de concreto de un metro de altura sin agua en la azotea de la casa que estaba aún en construcción; yo conocía bien ese lugar y era mi preferido para ocultarme porque nadie me encontraba allí. Mi sorpresa fue cuando, sentado viendo hacia el cielo, escuche pasos y de repente se asoma alguien. Era mi prima Cheli que también estaba buscando donde resguardarse. Me dice «qué buen sitio elegiste», le digo «cállate que nos van a encontrar» y se mete de un salto. Les cuento que mi prima es mayor que yo, ya cumplía 15 años y estaba desarrollada, tiene una cara bonita además poseía unos senos formados y nalgas grandes. No le puse mucha atención y guardamos silencio, escuchando de vez en vez que gritaban a lo lejos «te encontré». Después otra vez el silencio… ella me miraba y sonreía, pues me notaba nervioso, pero no era por su presencia sino por el juego. Me dice en voz baja: «¿tienes novia?» Le contesto que «No», me susurra: «es que eres muy lindo…» La observé y vi en sus ojos una mirada de deseo.
Me pregunta: «¿quiere ver algo?» Le contesto con curiosidad «¿qué es?» Nos alumbraba la luz de la luna, entonces sube su falda y se baja el calzón; su vulva estaba apenas cubriéndose de pelos negros y sin pudor me dice, tócalo, yo temeroso no quería, entonces me toma la mano y empieza a frotarse con mi palma sobre su sexo dando suspiros; yo comencé a disfrutarlo también metiendo un poco mi dedo. Siento como una energía recorrió mi cuerpo, quizá instintivamente, y mi pequeño pene pasó de estar flácido a ponerse muy duro. Seguidamente, ella me dice: Sabes… si tú me lo lames, después yo beso a tu amiguito. Ella me tocaba con la mano encima del pantalón, masajeando mi pene. Se paró frente a mí ya sin los calzones y sosteniendo su falda en alto. Mi cara quedó entre sus piernas y me dice lámelo… fue la primera vez que vi algo así de cerca; era un olor fuerte, pero agradable; con los dedos ella se abría los labios vaginales y acercaba con su otra mano mi cabeza hacia su sexo. Me ordenaba sacar la lengua y relamerlo como una paleta; lo hice y empecé a ver cómo se mojaba más y más; sus piernas empezaban a temblar. Lámelo, nene, cómelo, me decía —verdad que soy tu novia—, ya somos esposos y vamos a tener un bebé. Hablaba, yo estaba como loco saboreando su rajita. En un momento se convulsionó y dijo, qué delicia, lo hiciste bien mi amor, mientras se apretaba las tetas. Estaba mi miembro erecto dentro del pantalón y el bulto se notaba mientras permanecía sentado, entonces ella se me puso encima. Siendo más grande y pesada que yo se montó, me dominaba, tomó mis manos y los puso en sus senos de jovencita, se posicionó bien frente a mí, desabotonando su blusa, liberó su corpiño y sacó sus senos elevados diciéndome, mámalos mi bebe, cuando tengamos un hijo estos serán de él, mientras disfrútalos, succiónalos mi vida, lo profería con ternura y lujuria, en tanto yo los chupaba gustoso. Me guiaba dándome órdenes; ahora besa mi cuello, bésame los hombros, besa mis pezones, gózame, soy tuya. Yo estaba totalmente embelesado; apretaba sus nalgas, besaba, lengüeteaba, era algo nuevo y excitante. Ella se restregaba en mi pene aprisionado por el pantalón; no aguantaba más; deseaba liberarlo. De repente se detuvo y me dice: «Ahora me toca “eres mi novio”». Me dijo «recuéstate», había suficiente espacio y me coloqué boca arriba, entonces aflojo mi pantalón y ahí quedó mi pito al aire. Me dijo ¡qué bonito es!, es mío y entonces lo metió en su boca. Yo era aún pequeño; no estaba desarrollado, pero lo tenía muy rígido. Lo succionaba transmitiéndome una maravillosa sensación, lo miraba y bajaba el prepucio masturbándome, pasándome la lengua sobre el glande. Yo no me movía; me quedé inmóvil, disfrutándolo. Entonces se levanta y observando su pubis peludito, se va sentando sobre mi pequeño pene, coincidiendo sus labios vaginales en mi falo. Pude sentir su humedad… en ese tiempo no sabía que era; pensé que fue por la saliva que dejé allí. Sentí su calor y pude penetrarla, aunque muy poco. No era nocivo mi trozo de apenas 4 cm en ese tiempo. Escasamente, logré entrar por lo apretado, estaba caliente fue fantástica la sensación. Entonces siguió frotándose así y me besaba; me empezaba a doler y sus pelos me raspaban, pero no dije nada. Se colocó de rodillas y giró colocándose en cuatro. Me dice, súbete observe hacia mi pija diminuta totalmente roja, aunque me ardía cuando la vi en esa posición con sus nalgas al iré me excito era algo más familiar para mí, recordando cómo vi en alguna ocasión a los perros hacerlo (de hecho, yo imaginaba con ingenuidad que el sexo era por detrás). Me subí sobre ella, quien era más grande y me cargaba así en cuatro, yo montado tratando de meter mi pene en su ano. Me decía así, amor, más adentro, más adentroooooo; seguía así moviéndose, atrayéndome con la mano, deseando que mi pene fuera enorme para poder penetrarla, empujaba mi peso sobre ella, pero solo era superficial. De repente sentí una agitación; sentí como la fuerza me abandonó y mi pene se puso flácido. Ella se incorporó, lo observó, luego se puso su calzón y se acomodó la blusa; respirábamos hondo y así sentados nos abrazamos y seguimos besándonos. Me dijo que me amaba y lo confieso: “Graciela fue mi primer amor”. Con ella aprendí cosas nuevas, cosas que ella me contó que una vez vio en unas películas pornográficas que su hermano mayor guardaba y que, por curiosidad, al estar sola, miró en la televisión. Se masturbaba continuamente; estaba demasiado adelantada. Imagino que mezclada esa experiencia visual con su pubertad era lo que desencadenaba con lo que fuera que sentía; estaba enteramente entregada a los placeres carnales, lo que se repetía cada vez que nos encontrábamos en las frecuentes visitas a casa de mis abuelos, nos escondíamos juntos y nos frotábamos uno contra el otro. Éramos novios oficialmente; me quería demasiado y era posesiva, además me celaba con mis otras primas. Había ocasiones en que ya de noche todos nos sentábamos en torno a la televisión y ella buscaba la forma de estar cerca de mí. Entrelazábamos los dedos de la mano, encontrándonos como por casualidad. A veces juntaba el dedo anular y el índice haciendo una «O» y yo metía el dedo medio .i. allí, sacándolo y metiéndolo mientras me lo apretaba; “eso nos calentaba en demasía”. Decía en voz alta que iba al baño y me daba con el codo para que la siguiera; yo iba tras ella, pero no de inmediato para no levantar sospechas. Mientras todos estaban entretenidos viendo alguna película, entonces esperaba un momento y luego la alcanzaba. Allí buscábamos un cuarto vacío mientras la iba nalgueando y lo hacíamos lo más rápido posible. Ella trataba de vestir falda en los días de encuentro y así ser más práctico poder levantarla y yo poniéndome detrás de ella, bajando el cierre del pantalón, liberando mi pene y meterlo lo más que pudiera entre ese enorme par de nalgas, hasta sacarnos las ganas y regresar luego como si nada.
Pero después Cheli se fue distanciando; el motivo fue que había llegado un primo de visita por parte de la familia de su mamá. Era un tipo más o menos de su edad y seguro ya tenía un buen tamaño de verga, así que me empezó a rechazarme mis acercamientos. A veces por lástima quizá me dejaba frotarme en su trasero, pero con la ropa encima se veía que estaba entusiasmada con su otro primo.
Así nos fuimos alejando y en ocasiones, ya de adulto, la miro en reuniones familiares; sin embargo, ella me rehúye porque sabe bien lo que me hizo, lo que compartimos de infantes. Fantaseo y deseo mostrarle mi gran verga para que eche un vistazo en alguna ocasión le di un arrimón, pero salió corriendo; sintió que ahora sí tengo con que complacerla y no como cuando era niño que ella me abusó y después me desprecio. Desde entonces todas mis parejas han sido mayores a mí, a veces muy mayores; a la edad de 24 años anduve con la abuela de una amiga que ya tenía 58 años; era una delicia la doña, aunque esa es otra historia. A raíz de esas experiencias de cuando niño, ahora las elijo dominantes, experimentadas, independientes, maternales, celosas, quizá por lo que sucedió en el pasado y sueño con hacer mía a mi prima algún día en el futuro.
Woooooooooooooooww qué delicia de relato!