Historia de Amor. C-2
El amor llegó a mi vida de sorpresa..
Novios
Pasé el fin de semana pensando en ella, todavía me costaba asimilarlo, no buscaba el amor, estaba cómodo, sólo preocupado por estudiar.
Ahora, en la U esperando a mi compañero para preguntarle por el número de teléfono de Ingrid.
– Hola, llegaste temprano – dijo él.
– Hola, si, te estaba esperando – respondí.
– Y éso a qué se debe? –
– Quería que me dieras el número de teléfono de la Ingrid –
– Hombre, te pegó fuerte, eh? –
– Es que quedé de llamarla y no tengo su número –
– Ella no te lo dió? –
– No, dijo que te lo pidiera a ti –
– A mí? Pero si yo no tengo su teléfono, nunca me lo ha dado –
– Cuando se lo pedí esa noche antes de separarnos dijo – Pregúntarle a tu amigo – y me imagino que se refería a ti –
– Qué raro. Mmm, ya sé, la Helena lo tiene, ellas conversan siempre –
– Ah, por éso me dijo » pregúntale «, no me dijo » pídele » –
– No te preocupes, yo voy a hablar con mi hermana, ahora entremos a clases – dijo mientras entrábamos a la sala, nos tocaba Física ll y me gustaba a esa hora porque uno está fresco.
– Hola, como te fue – le pregunté impaciente.
– Hola, bien, pero mi hermana me preguntó que era lo que pasaba y le dije que no sabía. De todas maneras me entregó esto, se lo dió Ingrid para que me lo diera – dijo él entregándome el papel doblado.
– Gracias – le dije guardándolo sin mirarlo, como no queriendo saber el resultado de un examen.
En la noche pensé llamarla, con el teléfono en una mano y el papel en la otra. Pero no sabía qué le podía decir, intenté varias frases pero las encontraba ridículas. Al final no la llamé y me puse a estudiar. Pasaron los días sin atreverme a llamarla. El viernes me decidí y la llamé.
– Aló? – escuché su dulce voz, mi corazón saltaba, me faltaba la respiración y tenía un nudo en la garganta.
– Aló? Quién es? – preguntó. Me quedé en silencio armándome de valor.
– Aló? Voy a colgar! –
– Soy yo – dije con un hilo de voz.
– Quién habla? No escuché bien – parecía molesta.
– Yo, Carlos – dije carraspeando para que me saliera la voz.
– Carlos? Eres tú –
– Si, soy yo – dije más relajado.
– Sabes, me imaginé que eras tú, era un número desconocido y no contesto llamadas anónimas. Pero no decías nada –
– Si, es que no me salia la voz – dije divertido. Ella se echó a reír y eso terminó por relajarme.
– Oye, tienes algo que hacer mañana? – le pregunté.
– Por qué? Siempre tengo algo que hacer –
– Es que quería invitarte a salir – le dije.
– A ver, déjame ver…a qué hora sería éso? –
– No sé, en la tarde, cómo es sábado podríamos ir al mall, al cine, a comer… –
– Ah, bueno, déjame cancelar algunas citas. Ahora dime dónde nos juntamos? –
– Puedo ir a buscarte –
– No, juntemos en el mall, dime a qué hora.
– Te parece a las seis? –
– Me parece, allá te veo mañana, te aviso que soy puntual y no espero – nos pusimos de acuerdo con un punto especifico, hablamos sólo un poco más y nos despedimos con un beso.
A las 5 y media de la tarde la estaba esperando, no podía perder ésa oportunidad. Llegó a las seis en punto, ni un minuto antes ni un minuto después.
– Hola!- nos dijimos y nos dimos un abrazo y un beso en los labios. Mi corazón que estaba inquieto antes, ahora sacudía me pecho.
– Oh, no pienses que a todos los saludo igual – dijo tapándose la boca.
– Te entiendo, a mi pasa lo mismo, me siento feliz de verte, de estar contigo, de abrazarte y besarte –
– Pero no somos novios…- dijo ella, todavía mis manos seguían en su cintura.
– Ingrid, quieres ser mi novia? – pregunté soltandola y tomando una actitud formal.
– Pero no nos conocemos aún – dijo mirando a mis ojos.
– Puede ser que tu no me conozcas, porque yo te conozco de toda mi vida – le dije casi suplicando.
– Si, yo también me siento igual, quiero ser tu novia – me me dijo y nos abrazamos y nos besamos como novios, pero de esos novios que no se veían en mucho tiempo. Mi corazón retumbaba en mi pecho, mi cabeza daba vueltas como mareado. Seguimos abrazados unos minutos y después nos fuimos caminando abrazados por los pasillos del mall. No podía creer que le había pedido ser mi novia en la primera cita. Buscamos un lugar tranquilo, más ocultos de las miradas de la gente y nos abrazamos nuevamente. No habíamos dicho ni una palabra después, sentía el calor de su cuerpo pegado al mío, y yo sentía un fuerte calor de su pelvis contra la mía, sentía mi erección y seguramente ella también la sentía.
– Tengo sed, quieres tomar bebida? – sentía mucho calor y la boca seca.
– Si, también tengo sed – me dijo al oído, todavía seguíamos abrazados. Nos separarnos y yo metí la mano por dentro del pantalón para enderezar mi miembro doblado y que hacía mucho bulto.
– Y éso? – dijo ella con una sonrisa mirando los ajustes que hacía.
– Perdona, pero nunca me había pasado algo así antes – le dije abochornado alizando mi miembro hacia arriba.
– Ahora está bien? – preguntó pasando la mano suavemente por sobre mi miembro. La abracé y besé con pasión.
– Vamos – le dije en un susurro, la tomé de la mano y nos fuimos al patio de comida. Después nos fuimos al auto que estaba en el estacionamiento del mall, en el subterráneo. Ahí seguimos con los besos y las caricias.
– Aún es temprano, te gustaría que fuéramos a un motel? – le pregunté, se arregló el pelo y se miró en el espejo retrovisor.
– No, llévame a mi casa –
– Perdona la pregunta pero pensé… –
– No, no es éso, soy virgen y no tomo ningún tipo de anticonceptivo –
– Podemos pasar a comprar condones – estaba muy muy caliente.
– No, no quiero perder mi virginidad así, prefiero regalártela en otra ocasión –
– Si, claro te entiendo, me parece bien – ella bajó el respaldo del asiento del copiloto, se echó hacia atrás, cerró los ojos y respiró profundamente. Se veía muy hermosa, además andaba con una falda corta que dejaba sus piernas al descubierto. Creo que si hubiera corrido dos centímetros la falda hacia arriba le hubiera visto su ropa interior. Pero éso hubiera sido una falta de respeto. Después de varios minutos transitando por las calles hacia su casa, abrió lo ojos y enderezó el asiento.
– Cómo estás amor? – me preguntó poniendo su mano sobre mi mano que estaba en la palanca de cambios.
– Feliz, te veías tan hermosa recostada en el asiento y tus piernas también hermosas, aunque no me creas no me había fijado en ellas.
– En serio? Bueno, te creo, si apenas nos hemos visto –
– Pero no es muy corta tu falda? Casi se ve tu ropa interior – dije sonriendo.
– De verdad? Ni tengo nada que esconderte – dijo y tomando la falda de los dos lados, la subió lo suficiente para ver su ropa interior blanca casi transparente que dibujaba su vulva. Solté el acelerador por la adrenalina que invadió mi torrente sanguíneo. Ella se dió cuenta y bajó la falda con una sonrisa.
– Déjame por aquí – dijo ella en una plaza a una cuadra de su casa. Detuve el auto y me di vuelta para besarla, nos besamos y puse me mano izquierda sobre su pierna subiendo por la cara interior de su muslo. Ella sujetó mi mano moviendo la cara de manera negativa.
– Después hablamos – dijo dándome un beso en la boca y bajando del auto. La vi caminar con mucha gracia y muy femenina. Ahora me di cuenta de su hermoso trasero. La seguí con la mirada hasta que llegó a su casa, me tiró un beso y entró. Me eché hacia atrás, casi no podía creer lo que me había ocurrido.
Llegando a mi casa me fui a mi pieza y me acosté, cerré los ojos y repasé todo desde el principio, todavía tenía la erección y me dolían los testiculos. Me pasé suavemente la mano por mis testiculos, Solté el broche y bajé el cierre, abrí el pantalón dejando mi bulto al descubierto y acariciando así mis testiculos que realmente me dolían – voy a tener que masturbarme – pensaba subiendo mi mano por mi erección que sobresalía su cabeza rosada del bóxer.
– Qué te pasa? – preguntó mi hermana parada al lado de mi cama.
– Es que me pegué y me duele – dije abriendo los ojos para no decirle la verdad.
– Aquí? – preguntó sentándose en la cama y pasando sus dedos por mis testiculos. Mi miembro pegó un salto hacia adelante.
– Aquí también dijo ella sonriendo y pasando su mano a lo largo de mi erección.
– No lo hagas – le dije pero no le saqué la mano porque se sentía delicioso. Sus dedos palparon la punta descubierta y húmeda.
– Qué es ésto? – preguntó levantando el líquido preseminal con lo punto de su dedo índice haciendo un hilo.
– Sabes lo que es – le dije. Con la otra mano tiró el bóxer hacia abajo liberando mi erección. La tomó con la mano y comenzó a masturbarme lentamente, que agradable se sentía su mano, mi miembro palpitaba en su mano, ella lo miraba con mucha atención. No era la primera vez que ella hacía esto, pero siempre le decía que eso no podía ser entre hermanos – es sólo un juego – me decía ella.
– Ya, basta, me vas hacer eyacular – le dije para que me soltara.
– Bueno, hazlo – me dijo.
– No porque voy a manchar todo, déjame ir al baño – le dije sacando su mano. Mi hermana tiene 15 años y nunca ha habido entre nosotros ningún tabú, salvo el sexo, la puedo ver en ropa interior e incluso sin ropa y ella a mí y no hay problema. Ahora note sus mejillas rosadas y sus labios rojos con un pequeño temblor.
Me fui al baño y me paré frente al excusado con los pantalones abajo.
– Sale que puede venir la mamá – dije con mi miembro en la mano.
– No está, fueron al supermercado a comprar – comencé a masturbarme con mi hermana a mi lado, la verdad es que eso me excitaba más. A los dos minutos estaba tirando mis chorros dentro de la taza. Después del último chorro quedó algo de líquido cremoso en mi miembro lo que aprovechó mi hermana para tocarlo. Después se metió los dedos a la boca.
– Es rico? – le pregunté, se encogió de hombros y pasó los dedos por mi miembro y metió los dedos en mi boca.
– Tu que piensas? – me dijo mirándome a los ojos.
– No es malo – le dije saboreandome.
– No – dijo ella sentándose en la taza y tomando mi miembro lo metió en su boca. Se sentía muy rico aunque con algunas cosquillas. Después se lo sacó, se paró y se enjuagó la boca en el lavamanos.
– Mis amigas dicen que es rico, pero yo no lo encontré tan rico, me moria por saber cuan rico era – dijo secándose la boca con la toalla mientras terminaba de abrochar mis pantalones.
– No te vas a lavar? – me preguntó.
– No, la que se tiene que lavar eres tú – le dije .
– Si, estoy muy mojada, me quieres lavar tú? – entendí lo que quería, pero era mi hermana y podía dejarla embarazada.
– Bueno, échame agua tibia – sacándose las bragas abriendo las piernas. Saqué agua tibia con un jarrito que tiene mi mamá, ella levantó su vestido con una mano dejando al descubierto su vulva de labios gruesos y rosados. Le eché un poco de agua y me pidió el jabón, me eché un poco de jabón líquido en los dedos y comencé a lavar su vulva, ella sujetó mi mano con el jarrito apoyando su frente, la sentí gemir cuando lavaba su clitoris con mis dedos, seguí a lo largo de sus labios hasta su vagina, la sentía vibrar mientras apretaba mi brazo, aceleré los movimientos hasta que comezo a tener su orgasmo, finalmente emitió un gemido largo y se echó hacia atrás. Comencé a echar agua y a lavarla, de pronto tenía unos movimientos espontáneos. Después tomé una toalla y la metí entre sus piernas para sacarla.
– Estas bien? – le pregunté. Me miró y tomándome de las piernas puso su mejilla contra mí. A todo ésto tenía un nueva erección que ella sintió en su mejilla. Me miró sonriendo y con sus dos manos comenzó a desabrochar mi pantalón.
– No, que haces – le dije.
– Un poquito – me pidió, la dejé hacer, se lo metió a la boca, lo hacía muy bien, ya estaba pensando en penetrarla cuando sentí el ruido del motor del auto.
– Llegaron! – dije sacando mi miembro de su boca y arreglando me salí del baño cerrando la puerta. Saqué bebida del refrigerador y me tomé un gran vaso.
– Hola hijo, que bueno que estas en casa para que le ayudes a tu papá –
– Dónde está tu hermana? – preguntó en seguida.
– Me parece que iba al baño – y salí a ayudarle a mi padre.
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