Historia de Amor. C-5
Después de más de un año de relación, pude conocer a su madre..
La fiesta de cumpleaños de Ingrid, aunque pequeña, estuvo genial, conocí además de su madre que me cayó muy bien, a sus amigas y alguno de sus amigos.
– No me digas suegra, ni señora, ni tía, dime Katy – me dijo ella al ver que dudaba en como llamarla. Ella es una mujer hermosa aun para sus 41 años. Si casi parecía la hermana mayor.
– Si, siempre nos preguntan si somos hermanas – dijo Ingrid cuando hice el alcance.
– Lo hacen para hacerme sentir bien – dijo Katy.
Esta conversación más relajada se dió cuando todos ya se habían ido.
– Bueno, creo ya es muy tarde y supongo que quieren descansar – intentando pararme de la mesa.
– Mamá, se puede quedar? – preguntó Ingrid.
– Van a dormir juntos? – preguntó Katy.
– Ay mamá, llevamos más de un año durmiendo juntos, cuál es el problema? – está bien hija, me voy acostar estoy cansada – dijo ella parándose de la mesa, también nos paramos nosotros y Katy se despidió con un beso de su hija.
– Bien venido a esta casa – me dijo Katy al oído mientras me abrazaba. Un abrazo cálido, un perfume agradable, sus pechos firmes y su estómago casi plano pegado a mi me revolucionó las hormonas. Después del beso en la mejilla casi labios que nos dimos, un beso cálido y húmedo con un pequeño hálito alcohólico, me dió las buenas noches.
– Le caíste super bien a mi mamá, primera vez que le presento un novio, bueno tampoco he tenidos – dijo Ingrid mientras nos desnudabamos.
– Si, a mi también me cayó súper bien – dije
– Ella no está acostumbrada a beber alcohol, creo que por eso estaba tan contenta contigo y te dejó quedarte –
– Yo la encontré bien y me hizo sentir bien – dije obviando lo de » cariñosa «.
Después de unos besos y caricias, Ingrid se montó arriba mío, a ella le gusta esa posición porque domina el acto a su gusto, la forma, la velocidad, todo.
– No hagas tanto ruido – dije en un susurro a su oído. Ella se aguantó los gemidos pero creo que Katy escuchó o estaba pendiente. Estando Ingrid sobre mi, moviéndose despacio, hacia atrás y hacia adelante, vi la puerta entreabrirse y me pareció ver a Katy en la puerta. No dije nada, Ingrid seguía con esos movimientos largos y lentos, en un momento mi miembro se salió y ella rápidamente lo tomó y se lo introdujo de nuevo. No sabía si Katy seguía en la puerta, había vuelto la cara hacia el otro lado, la situación me incomodaba.
Seguimos cojiendo en silencio, o lo que se podía hasta que ella tuvo su horgasmo. Después se bajó rendida y se acostó a mi lado.
La puerta estaba cerrada, no sé cuánto tiempo estuvo Katy mirando. Como era tarde y con algo de alcohol nos quedamos dormidos.
Desperté en la mañana con ganas de orinar, Ingrid seguía durmiendo, me levanté con cuidado de no despertarla. Al orinar sentir un olor desagradable, después de tener sexo no me había lavado. Después de orinar puse mi miembro en e lavamanos y lo lavé, tomé un toalla y me sequé. Me miré al espejo y me peiné con los dedos, en eso se abre la puerta y entra entra entra Katy rascándose la cabeza. Al verme desnudo parado frente a élla se paralizó, tenía puesto una camisola o como se llame, blanca, casi transparente, que se veía la aureola y los pezones levantaban la tela, abajo y seguramente porque tenía las manos el la cabeza, le llegaba poco más abajo del ombligo, dejando al descubierto su depilado pubis y los labios vaginales semiabiertos dejando salir al clitoris que empujaba para hacerlo. Mi miembro tuvo una reacción instantánea, como no había eyacualdo la noche anterior, talvez pensó que éste sería el momento. Los ojos fijos de Katy sobre mi erección me tenía sin saber que hacer. Ella dió un paso y me abrazó. Nos quedamos así, abrazados, sintiendo sus pezones contra mi pecho y mi miembro contra su pelvis. Su aroma y su calor me envolvieron, cerré los ojos y acaricié su espalda, la sentí vibrar, acaricié su firme nalga.
– Lo siento, no puedo hacerlo – dijo en mi oído en un leve susurro. Acaricié su pelo, su cabeza, mi miembro palpitaba aplastado entre los dos.
– Si, lo sé y también lo siento – le dije a modo de consuelo.
– Por favor, suéltame – dijo pero sin soltarme, la solté y acaricié su nuca, ella me soltó, nos miramos a los ojos sin separarnos.
– Buenos días – dijo dándome un beso en los labios con sus labios húmedos y calientes.
– Buenos días – respondí retirándome de ella lo suficiente. Se dió media vuelta y se metió a la ducha, lo que me permitió ver su lindo trasero desnudo.
Lavé mi miembro con agua helada para calmar las pasiones y me fui a la cama.
– Dónde andabas? – me preguntó Ingrid despertando.
– En el baño, fui a orinar y aproveché de lavarme –
– Estas helado – dijo tocando mi miembro que rápidamente comenzó a elevarse.
– Si, el agua está helada – respondí.
– Venga para acá, aquí se lo voy a calentar – me dijo acomodándose y abriendo las piernas. Me puse entre ellas y la penetré suavemente.
– Oh, está rico – dijo empujando su pelvis contra la mía. Poco a poco fui aumentando la intensidad, en algún momento pensé en Katy, si ella será igual de rica que Ingrid, pero lo saqué rápidamente de mi cabeza. Además de que con todas las tensiones estaba comenzando a eyacular sin esperarla a Ingrid.
– Oh, si, sigue, sigue que estoy acabando – dijo moviéndose con frenesí. Segundos después vino la calma y el relajo.
– Primera vez que hago el amor en mi cama – dijo dándome un beso con una risita. Nos quedamos así, aplastándola un rato, cuando sentí ruido .
– Escuchaste? – le pregunté.
– Mi mamá! Vamos a ducharnos – dijo ella.
– Buenos días – dijimos entrando a la cocina.
– Buenos días! – dijo Katy abrzando y besando a Ingrid en los labios.
– Buenos días – me dijo abrazándome y besándome también en los labios.
– Vayan a sentarse – dijo Katy.
– Mamá, yo te ayudo – dijo Ingrid.
– Y yo para qué sirvo? – pregunté.
– Tú lleva el pan a la mesa – me dijo Katy, eso me hizo sentir como en casa. La conversación giró alrededor de varios temas, principalmente en mis estudios. Ingrid había entrado a su segundo año de universidad y o estaba terminando.
– Que estaba contenta mi mamá, es la primera vez que me besa en los labios, de cuando era chica lo hacía, pero después dejó de hacerlo, no supe porqué. Pero ahora estoy contenta que lo haga y también lo hizo contigo, como si fueras el hijo que siempre quiso y nunca tuvo – Ingrid estaba feliz mientras comprábamos unas frutas y verduras en una feria libre local.
Después del almuerzo hicimos algo de sobremesa y después Ingrid y Katy lavaban y secaban la loza y los trastes. Yo las miraba de la puerta – las dos hermanas – pensé, alegres y hermosas. Después hicimos la siesta, le dije que mi hermana quería conocerla, se lo había dicho varias veces, pero no se atrevía.
– Ahora ya podemos ir a conocer a tu familia, o a que me conozcan, mejor dicho – dijo Ingrid dándome un beso.
– Si, bueno, lo voy a programar – le dije. Yo también me sentía feliz en esa casa, si tuviera que vivir con ellas. Crucé los dedos de mis manos bajo la nuca mientras Ingrid apoyaba su cara en mi pecho y su mano acariciaba mi bulto produciéndome una erección.
– Perdón, interrumpo? – dijo Katy desde la puerta que estaba abierta. Ingrid detuvo el movimiento de su mano pero sin sacarla de mi miembro erecto.
– No mami, pasa – dijo sacando la mano de mi erección.
– Quería preguntarles si les interesa comer el postre que dejé en el refrigerador y que se me olvidó – dijo Katy dando unos pasos mirando mi bulto bajo el pantalón.
– Ya, vamos enseguida – dijo Ingrid.
– Te fijaste como mi mamá te miraba esto? – dijo dándome unos suaves golpes en mi erección y acariciándolo después.
– No, no me di cuenta – dije tratando de ponerme serio.
– Pobrecita ella, nunca tuvo pareja por cuidarme a mi, no te molesta que te vea así? – dándome unos apretones con dos dedos a mi dureza.
– No, si a ti no te molesta – dije.
– No, para nada, va a tener que acostumbrarse a tener un hombre en la casa – dijo riendo.
– Y en bóxer – agregué.
– Y capaz que también desnudo – dijo muerta de la risa.
– Vamos al comedor – dijo.
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