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Heterosexual, Incestos en Familia, Infidelidad

Historia de Amor. C-6

Cómo las distintas circunstancias de la vida pueden cambiar tanto la vida de una persona. .
Normalmente apago el móvil cuando entro a clases o estoy en la biblioteca. Pero esta vez se me olvidó y mientras revisaba unos libros en la biblioteca de la universidad sonó el móvil. Lo saqué, era mi hermana, lo apagué rápidamente, recogí mis cosas y salí de la biblioteca. Ya en el patio llamé a mi hermana. Me extrañaba porque ella nunca me llama y menos a esa hora.

– Qué pasa? – pregunté cuando contestó.

– Tienes que venirte a la casa  – sentí rara su voz y me preocupé aún más.

– Pero dime, que pasa? –

– Vente! – dijo y colgó.

– Angy! – llamé cuando entré a la casa. Ella llegó corriendo y me abrazó, mi corazón latía muy fuerte.

– Tranquila, que pasa… – tratando de bajar el nivel de las revoluciónes, las mías y las de ella.

– Es el papá! – dijo entré sollozos apretándose contra mí.

– Qué tiene? Dónde está? – le pregunté, ahora estaba asustado.

– En la clínica, la mamá está allá  – ahora lloraba contra mi pecho. Era mi hermana chica, siempre lo fue, aún ahora que tenía 16 años seguía siendo mi niña.

– Tranquila, está bien,  vamos para allá  – le dije al oído acariciando su pelo. Dejé mis cosas encima, tomé las llaves del auto de la mamá y nos fuimos a la clínica.

Mi mamá estaba sentada en un sofá, con los codos en las rodillas y la cara entre sus manos.

– Mamá! – le dije cuando entré a la sala de espera. Ella se levantó y me abrazó llorando, mi hermana también me abrazó y no pude evitar de llorar con ellas.

Tenía que ser grave, no podía ser de otra manera, más de dos horas en el pabellón de cirugía y nadie nos decía nada. Los tres sentados en el sofá, mi hermana no se despegaba de mi mientras mi madre se frotaba las manos. Le tomé las manos,  las tenía húmedas y heladas. Puso su cabeza en mi hombro y tomó mi mano con sus dos manos. Mi otro brazo pasaba por la espalda de mi hermana y con mi mano acariciaba su hombro.

– La familia del señor Carlos Valdez? – preguntó la enfermera. Nos paramos los tres.

– Su esposo salió de cirugía, ahora está en cuidados intensivos, fue una intervención muy larga y muy difícil, ahora no lo pueden ver, vayan a su casa y cualquier novedad les vamos a avisar – dijo ella. Hasta ése momento no sabía qué tenía mi padre, alcancé a la enfermera en el pasillo.

– Me podría decir que le pasó a mi padre? – le pregunté.

– Mire, su padre al parecer tenía una aneurisma cerebral, la que se rompió y produjo un derrame. Él llegó con un paro, se pasó de inmediato a pabellón en donde lo sacaron del paro, pero durante la intervención hizo dos paros más, finalmente se terminó la cirugía y ahora está en la UCI.

– Qué tan grave es? – pregunté con miedo a la respuesta.

– Está muy grave, si logra pasar la noche, lo demás va a ser más fácil, aunque el daño cerebral no lo podemos dimensionar aún  –  dijo muy calmada.

– Gracias  – dije muy conmovido, no quise preguntar nada más, sólo quedaba esperar.

– Llévale un té a la mamá  – le dije a mi hermana. Mi mamá se había recostado en su cama y la habíamos tapado con un cobertor. Mientras me serví un whisky a las 4 de la tarde y sin comer nada de la mañana, tampoco tenía hambre, tenía un nudo en el estómago. Casi cuatro horas estuvimos en la clínica.

– Yo también quiero  – dijo mi hermana apuntando  mi vaso después que volvió del dormitorio de la mamá. Le pasé mi vaso y se lo tomó de un trago. Después abrió la boca como tratando de tomar aire.

– Qué fuerte  – dijo devolviéndome el vaso. Me levanté y me serví otro whisky, dos dedos.

– Uno para mí  – dijo ella. La miré, es menor de edad pensé, pero mi hermana era toda una mujer, una hermosa mujer, mi niña. Le serví un vaso a ella, pero antes fui al congelador y le eché unos hielos.

– Ahora si que está mejor dijo agitando los hielos y dando pequeños sorbos. Terminé mi whisky y pensé servirme otro, pero me sentí mareado, normalmente dos whisky no me hacen daño, pero con el estómago vacío es otra cosa. Miré a mi hermana y estaba con el vaso levantado y con hipo. Le quité el vaso, ll dejé encima al lado del mío la levanté del sofá.

– Vamos a acostarnos  – le dije pasando su brazo por mi hombro y tomándola de la cintura la llevé a su cama.

La senté y la cama y se fue de espaldas, le quité los zapatos y el vestido. Corrí la ropa de cama, la levanté cómo pude, la metí a la cama y la tapé.

– No me dejes sola  – dijo cuando vio que me iba.

– Voy al baño  – le dije y era cierto. En el baño le apuntaba a la taza con alguna dificultad. Volví a la habitación de mi hermana, me saqué los zapatos y los pantalones, me acosté al lado de ella, la abracé por detrás como muchas otras veces, ella se pegó a mí y me dormí.

Desperté cerca de las 9 de la noche, seguía abrazado a mi hermana. Hice un movimiento para  levantarme .

– No te levantes  – me dijo afirmadome de mi pierna.

– Tengo hambre, vamos a comer algo  – le dije y me levanté, sentía un vacío en el estómago y un dolor de cabeza. Le ayudé a mi hermana a levantarse y fuimos a la cocina.

– Qué bueno que se levantaron – dijo mi mamá que estaba cocinando algo.

– Siéntense que les voy a servir un caldo caliente  –  la verdad es que el caldo me cayó muy bien. Los tres cuchareabamos el caldo en silencio. Creo que todos teníamos miedo de hablar.

– Yo lavo mamá  – dijo mi hermana retirando los platos. Nos fuimos con mi mamá al sofá a sentarnos, después llegó mi hermana y se sentó  mi otro lado.

¿ Qué va a pasar ahora? Va a ser una noche muy larga, pensaba.

– Vamos a ver una película mejor dijo la mamá. No fuimos los tres a su cama. Mi hermana la ayudó a desnudarse y ponerse pijama. No recuerdo la película, la veía sin ver, mi hermana a un lado y mi mamá al otro,  cuando terminó la película cerca de media noche dije que me iba a acostar.

– Mañana tenemos que ir a la clínica  – les recordé.

Me desnudé y me metí a la cama pensando en las diversas alternativas.

– No puedo dormir  – dijo mi hermana metiéndose a la cama. No era la primera vez que lo hacía.

– Abrázame! – dijo pegándose a mí. Sentí su cuerpo cálido y suave, sus nalgas contra mi pelvis y por más que luché,  no pude evitar la erección.

– No te puedes acostar conmigo, no así desnudos los dos – le dije al oído.

– No quiero nada, sólo que me abraces  – dijo. Y la abracé, con mi miembro entre sus nalgas, sentí su cálido y suave esfinter anal. Comencé a pensar en otras cosas, en mi tesis terminada, en mi graduación, lógicamente que iba a trabajar con mi padre, ya había hecho la práctica con él. Tengo que dormir, me decía a mi mismo, pero la erección seguía igual. Pero no le voy a hacer nada, pensaba, no se cuánto tiempo pasó cuando sonó el teléfono. Me quedé helado, mi hermana tampoco se memovio. Me hice hacía atrás y sentí salir a mi miembro del año de mi hermana.

Rápidamente fui a contestar el teléfono.

– Aló! – dije.

– Seño Carlos Valdez hijo? – preguntó una mujer.

– Sí  – dije tímidamente.

– Puede venir a la clínica? Es urgente. – me paso algo increíble, sentí que mis piernas se doblaban y comencé a eyacular delante de mí mamá y mi hermana. Colgué el teléfono y me quedé inmóvil, sabía lo que éso significaba.

– Hay que ir a la clínica ahora  – mi mamá dió dos pasos y me abrazó. A pesar de ya eyaculacion mi miembro seguía con la erección.

– Me voy a duchar – dijo mi mamá soltandome. La verdad es que no recuerdo dónde estaba mi miembro cuando mi mamá me abrazaba.

– Se murió  – preguntó mientras me abrazaba muy fuerte.

– No lo sé, no me lo dijeron  – no estaba penetrando a mi hermana, pero si tenia mi miembro entres sus piernas.

– Vayan a bañarse  – dijo mi mamá al vernos desnudos y abrazados. Nos duchamos como siempre lo hacíamos, a pesar de mi erección no había un interés sexual, no por mi parte, la tragedia que se me venía no me  daba tiempo para pensar en otra cosa.

– No lo resistió, hicimos todo lo que pudimos, lo sacábamos de un paro y caía en otro. Falleció a las 4:45 de la madrugada.

Sujeté a mi mamá para que no cayera al piso. Con mi hermana la sentarnos en el sofá.

– Dónde está? – pregunté.

– En la morgue, en el -2 al fondo  –

Ahí estába, en una camilla tapado con una sábana. Tenía el corazón apretado y un nudo en la garganta que apenas podía respirar. Mi mamá y mi hermana se pusieron a llorar. Después de unos minutos y me armé de valor, me quedaba la esperanza que fuera una equivocación y no fuera él. Levanté la sábana y si era él, tenía un lívido color violáceo en la cara.

– Tomé, para que haga los trámites  – me dijo alguien que no vi porque las lágrimas que comenzaron a brotar no me dejaron ver. Nos abrazamos los tres llorando.

Salí a la calle a respirar, a tomar aire,  ahora tenía que hacerme cargo de todo.

Cuando llegué a la capilla con Ingrid de la mano, porque cuando le conté lo que había pasado me dijo que la fuera a buscar, estaba el ataúd con algunas flores y había una foto de mi papá encima.

-Ése es tú papá? – me preguntó Ingrid  con cara de espanto.

– Si, ése era mi padre  – le dije con mucha pena abrazándola.

– Salgamos  – dijo ella.

Afuera en el pasillo estaba pálida.

– Qué pasa amor? Estás bien? –

– Sí, estoy bien, no pasa nada. La noté muy extraña y volví a preguntar.

– A ver que pasa, dime por favor  – le dije abrazándola. Nos quedamos así un momento.

– Ése también era mi papá  – dijo apretándose contra mí.

– Que estas diciendo? –

– Mi mamá tiene fotos de él en la casa y me dice : Éste es tu papá, algún día lo conocerás en persona. Es él, estoy segura  –

– Somo…somos hermanos?

119 Lecturas/16 octubre, 2025/0 Comentarios/por Riseva
Etiquetas: anal, baño, hermana, hermanos, hijo, madre, padre, universidad
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