HISTORIA DE UNA COLEGIALA 05
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CAPÍTULO 05 – NUNCA DIGAS NUNCA.
Al abrir los ojos, con algo de somnolencia y confusa, me di cuenta que estaba en el piso, recostada de lado… era obvio que no estaba en mi casa… Sentí la presencia de alguien, su respiración, estaba detrás mío, pensé que estaba soñando… pero todo se aclaro mas cuando sentí que por detrás alguien me tocaba, como abriéndose paso entre mis nalgas, quise moverme pero me sujeto por la cintura y sentí una barra tibia perforándome, ese calor se propagó a todo mi cuerpo… – Uhmmmmmmmmm………… Luego comenzó a moverse y su mano áspera recorrió mi estomago hasta llegar a mis redondos senos, apresando mis pezones entre sus sucios dedos… entonces recordé donde estaba… no quise huir… solo me quedo levantar un poco la pierna para dejar que me penetrara a su gusto. Así permanecí recostada, disfrutando cada arremetida de mi vulgar carcelero… – Ohhh…. uhmmm… ahhhh… Escuchaba su respiración, sus jadeos, sentía su sudor, su mano jaloneando mis grandes senos… y sobre todo su dura verga escarbando en mi agradecida conchita. A medida que su ritmo aumentaba mi excitación también lo hacia, borrando todo vestigio de sueño, solo me dedique a disfrutar, gemir, pedir… – Siii…. asiiií…. clávamela así… uhmmm…. que ricoooo…. Luego presa del delirio yo misma dirigía su mano, obligándolo a que estrujara con mayor vehemencia mis inflados senos… estaba llegando al clímax… gire el cuerpo un poco para verlo… parecía poseído, lucia como un demonio, concentrado en mis carnosas nalgas, castigándolas… incrementaba sus arremetidas… el también estaba por llegar… – Ahhhhhh…… no soporte mas y en un alarido me desfogue en esa mezcla de sensaciones que llamamos orgasmo. Mi cuerpo se estremeció entre sus manos, el me asió mas fuertemente y descargo un torrente de ardiente leche en mi… – Uggg…. uff…. ahh…. mierda que bueno estuvo… exclamo grotescamente el. – Ahhh… como me gusta despertar así… ufff… susurre, recobrando el aliento. – No te preocupes… la próxima vas a despertar con mi verga en tu ano.. jajajaja… como te gusta… puta… jajajajaj… me respondió, riendo estruendosamente. – ¿La próxima?… no va a haber próxima… le dije, sintiendo repulsión al ver mis senos manchados por los sucios dedos del portero. Me levante algo mareada, me puse la poca ropa que había llevado, aun escurría tibio semen por mi entrepierna… mientras yo hacia todo esto le escuchaba decir: – Vas a volver… jajajaja… cuando sientas el cosquilleo en tu conchita vas a volver… recuerda mis palabras… puta… jajajajajajajajaja…. Intente no prestarle atención, solo salí. Su estruendosa risa resonaba en la casucha, un temblorcillo recorrió mi cuerpo. Confusa camine hacia mi casa, la escandalosa risa y las palabras de aquel asqueroso portero resonaban en mi cabeza. No, aggg, no puedo volver… con el no… no se, buscare a alguien mas… pensé. Mas calmada por esta idea, llegue a casa y me metí a la cama, decidida a no dejar que ese mugriento me poseyera de nuevo, yo me merecía algo mejor.. Pasaron algunas semanas mas, y no encontraba al candidato adecuado. Habían muchos muchachos, pero todos demasiado inmaduros y sobre todo muy habladores, listos para contar sus hazañas con sus amigotes. Con el fuego interior que yo tenia no quería ser catalogada como la putita de la escuela o del vecindario, menos en mi circulo de amigos, y si mi padres se enteraran seria peor aun. Así que era evidente que necesitaba a alguien mayor, que pudiera guardar el secreto, mas que nada que se sintiera obligado a hacerlo porque, después de todo, yo era una menor de edad. A este punto estaba realmente angustiada, las masturbaciones no me surtían efecto, y había escuchado terribles historias de chicas que se habían quedado atoradas con botellas, zanahorias y cosas por el estilo en sus conchitas, y que luego tuvieron que ir con doctores para que les saquen esas cosas de sus vaginas… no que vergüenza, me dije. Tendría que volver a usar a uno de los profesores, no quería volver con García, pero Ruiz se veía muy asustadizo y me rehuía demasiado. De vez en cuando me encontraba al portero, y veía su grotesca sonrisa que me hacia recordar sus premonitorias palabras… pero no, no caería de nuevo con el… Ya casi no aguantaba la calentura, así que me importo poco… un día, durante el descanso, espere afuera de la oficina de García. Al verlo salir, me aleje de mi grupo de mis amigas con el pretexto que tenia que preguntarle algo. Me acerque a el, le hice unas miradas sugerentes, no pude decirle con palabras exactas que estaba arrecha y que necesitaba una buena cogida, porque habían muchos estudiantes caminando por cerca y mis amigas aguardando… pero el entendió perfectamente, los ojos llenos de lujuria le brillaban… – Regrese a mi oficina cuando terminen sus clases… me susurro cuando no había nadie cerca. Disimuladamente le guiñe el ojo a ese arisco profesor, que si bien me causaba repugnancia por sus maneras y expresiones, en esta ocasión no me cayo tan mal, o seria que estaba tan ansiosa de ser penetrada que no ya ni me importaba eso. Aguarde impacientemente la hora de salida, sentía de nuevo ese cosquilleo interior, nerviosa observaba mi reloj, rogando que el timbre sonara. Cuando al fin sonó, sentí como mi conchita empezaba a humedecerse porque se acercaba el momento en que seria desflorada de nuevo por aquel profesor que me desvirgo mis 2 agujeros. Al salir, me deshice como pude de mis amigas y me oculte en el baño de mujeres unos minutos, esperando que la mayoría de estudiantes se fueran. Me provoco acariciarme la conchita, pero decidí sufridamente aguantar, solo me quite mi tanguita para que no se mojara mas y para no perder tiempo después quitándomela. Luego salí y me dirigí a la oficina de García. No toque la puerta, simplemente ingrese y empecé a desabotonarme la blusa. El, lejos de estar sorprendido, me esperaba sentado detrás de su escritorio, al acercarme me di cuenta que tenia el pantalón abierto y su larguirucha verga erecta estaba lista para penetrarme… – Vaya, profesor, Ud. no pierde tiempo… le dije burlonamente, en el fondo pensaba que era mejor así, porque tampoco perdería tiempo mamándosela hasta que estuviera dura. – Ven putita… solo atino a decir, se lo veía por demás excitado, tampoco quería perder tiempo en diálogos prolongados, solo quería poseerme y eso me encantaba. Alejo su silla del escritorio, yo me levante un poco la falda y me senté fui sentando frente a el… – Tu tampoco pierdes el tiempo… me dijo burlonamente al notar que yo no tenia ropa interior. No conteste, estaba mas concentrada en ubicarme bien sobre su verga, para que me entrara lo mas rápido posible. Al sentirla entre mis labios vaginales, lance un suspiro de alivio. – Uhmmmm…. que bien…. musite mientras descendía sobre su miembro. Al ver mis grandes tetas frente a el, no se aguanto y empezó a jalonearme el brassiere, parecía un loco, cuando al fin vio mis pezones se dedico a besarlos y estrujarlos. Mientras tanto yo me dedicaba a disfrutar cada uno de los centímetros de su pene incrustados en mi conchita. Me aboque a moverme simplemente en círculos, para sentir mejor su dura verga. – Ufff… uhmmmm… gemía complacida. – ¿Qué esperas?… ¡Salta perra!… me recrimino dándome un palmazo en mis nalgas. Sorprendida por su accionar, al principio no reaccione, pero al ver que levantaba su mano nuevamente para golpear me redondo trasero, empecé a brincar sobre su largo pene… después de todo García tenia razón, estos movimientos eran mas satisfactorios… – Uhmmm… cuanta falta me hacia esto… que ricooo… ohhh… exclame mientras saltaba armónicamente sobre el. – Ya vez, putita lo que te perdiste durante todo este tiempo… me increpaba García entre sus jadeos. – Si, si… volveré mas seguido… prometí completamente arrecha, brincando cada vez mas rápido, sintiendo que me acercaba al clímax. En eso… la puerta sonó… alguien tocaba… Quise huir, pero García me apretó fuertemente contra su verga, este brusco movimiento termino por hacerme llegar a un brutal orgasmo, me hizo explotar. García puso su mano en mi boca para ahogar un grito de placer, mientras su tibia leche inundaba mi conchita. Volvieron a tocar… – ¿Quién es?… pregunto García, intentando disimular su agitación e intentando ganar tiempo. – El director… puedo pasar… dijo impaciente. Me quede helada, García lucia pálido, será porque se dio cuenta que yo no le había puesto seguro a la puerta. Suerte que el viejo director tenia la costumbre de tocar y preguntar antes de entrar. García, mas repuesto me señalo hacia abajo, indicándome que entrara en el espacio debajo de su escritorio. Me metí rápidamente y el empujo su silla contra mi, con sus piernas abiertas y su pene semierecto. – Si, si adelante… repuso García luego de una larga pausa. Escuche la puerta abrirse y los pasos del director acercándose al escritorio, luego al parecer este se sentó en la silla frente al escritorio de García. Yo me sentía protegida de la vista del director en aquel diminuto espacio, y mas allá de estar nerviosa, elegí concentrarme en la verga de García, que aun fuera de su pantalón poco a poco se ponía flácida, aun con algunos líquidos. Decidí acomodarme mejor en ese estrecho espacio, claro sin hacer ruido, y limpiarle su larguirucho miembro, no quería que se manchase el pantalón. – ¿Por que demoro tanto?… le increpo el director. – Disculpe Sr. Director… creo que me quede soñando despierto… se excuso, sonaba un poco nervioso, seguro era por los lengüetazos que le daba a su pene para limpiárselo. – Pues no le pagamos para eso… dijo duramente el director. – Si, entiendo Sr. Director… no volverá a pasar… Me reí para mis adentros, escuchando como reaccionaba al estar en apuros aquel tipo que era inflexible con los demás. Luego los escuche conversar acerca de algunas fechorías de algunos alumnos que necesitaba ciertas sanciones. García, ahora acostumbrado a la limpieza que mis labios le brindaban a su pene, conversaba mas sueltamente con el director. Cuando termine mi labor, discretamente comencé a guardarle su flácida verga entre su ropa interior, luego le cerré el pantalón. Tal parece que fui oportuna porque pocos minutos después García tuvo que levantarse para acompañar al Director hasta su oficina. Cuando escuche la puerta cerrarse y los pasos alejar por el pasillo, decidí abandonar el escritorio. Estuvo cerca, pensé mientras me acomodaba el brassiere y cerraba mi blusa. Luego escuche pasos en el corredor, temerosa, me escondí nuevamente debajo del escritorio. Abrieron la puerta, las fuertes pisadas se dirigían hacia el escritorio, pensé que seria García, así que aliviada comencé a salir de mi escondite… – ¿Qué haces aquí?… escuche una voz, que me sonaba familiar. Maldición, pensé, temiendo ser descubierta por el director u otro profesor… solo que al levantar la mirada no era ninguno de ellos… era el mugriento ese… el viejo portero… – Y a ti que te importa… respondí desafiante y le repregunte… ¿Tu que haces aquí?… Pregunta tonta, porque siendo el portero seguro que venia a hacer la limpieza, pero no vino por eso. Lejos de molestarse por mi actitud, se río a carcajadas, al ver mi cara de extrañeza procedió a explicarme: – El profesor García me dijo, antes de salir a almorzar con el director, que me tenia algo guardado en su escritorio y luego me guiño el ojo… respondió sonriendo grotescamente. – ¿Qué?… respondí nerviosa. – Que no tienes escapatoria putita… siempre vas a caer conmigo… replico bajándose el pantalón. Al ver su grueso y flácido miembro colgando, quise abalanzarme sobre el y mamarlo para verlo duro, y que me exorcizara de todo el tiempo que soñé con el, perforándome… sin embargo, volviendo a mis cabales recordé mi promesa… nunca mas con el… y así se lo hice saber… – Acaso eres sordo… te lo dije… contigo nunca mas… le grite, contra mi voluntad. Se quedo estupefacto, no atino a reaccionar, a pesar que mi cuerpo me lo pedía a gritos me opuse a todos esos sentimientos, en cierta forma me sentí liberada de la dominación que su inmenso pene ejercía sobre mi voluntad… pero esta fuerza de convicción solo me duro unos cuantos segundos… ya que cometí un error… Me confié, digamos que disfrute de esos momentos de liberación… entonces quise irme, le di la espalda al portero, y me incline para recoger mi maleta… fueron solo unos segundos que estuve inclinada, dándole la espalda, pero el los aprovecho bien… Inmediatamente se situó detrás mío, me tomo por la cintura y me restregó el enorme bulto de su entrepierna por todo mi trasero… un temblorcillo me invadió de pies a cabeza al sentirlo nuevamente contra mis redondas nalgas. – No, no.. ¿Qué haces?… exclame nerviosa, sabia que faltaba poco para ceder. – Si me dices que no quieres mas de esto… te suelto… me desafió el harapiento portero, muy seguro de si mismo. En ese momento su gran miembro, que estaba parcialmente endureciendo, llego a inmiscuirse en la raja de mi gran culo, abriendo mis nalgas y allí fue endureciendo mas y mas. Me quede muda, a decir verdad estaba disfrutando de esos segundos… el portero, buscando una respuesta, me apretujo su pene contra mi raja y mi conchita hacia agua por todos lados, mi ano me picaba a mas no poder… No dije nada, desde mi posición, me limite a subirme mi falda escolar, y dejar al descubierto mis carnosos y blancos glúteos. Fui débil, no pude mas, mi calentura tenia proporciones colosales y solo me importaba tener su grueso miembro incrustado en mi ano. – Jajaja.. lo sabia… jajaja… fue su grito de victoria. – ¿Qué esperas?… ¡métemelaaa!… le exclame ansiosa. – Espera puta… me respondió dándome un palmazo. Se alejo un poco y fue dirigiendo su mazo de carne a la entrada de mi conchita, mis labios vaginales le dieron un húmedo beso a la gran cabezota de su pene. Pero yo no quería eso, no en ese momento… – Por ahí no imbécil… le grite en mi excitación. Me incorpore un poco y gire, con una mano tome su gruesa verga y la redirigí hacia mi ano, luego le guiñe el ojo… – Me olvidaba que a las perras como tu les gusta por ahí… dijo riéndose. – ¡Métemela ya!… por favor… le rogué. Me fue insertando con rapidez toda su rechoncha verga, con algo de dolor, yo desde mi posición aguantaba su empuje. Había pasado tanto tiempo que mi ano no recibía un miembro tan delicioso, que ahora le costaba recibir tan grande pene. – Empuja masss… le pedía, completamente arrecha, mientras yo retrocedía, intentando insertarme mas centímetros de su largo y duro mástil. El me la clavo duramente… un shock eléctrico me recorrió desde mi colita hasta la coronilla. – Uhhhh… uhmmm… asiiii… auuuu…. uhmmm… gemí adolorida. La deliciosa sensación de sus pene ocupando cada centímetro de mi estrecho agujero era mas fuerte que cualquier dolor. Mi ano latía sobre su verga, apretando a aquel viejo amigo, comiéndose cada centímetro de tan musculoso pene. Todas esas sensaciones me estremecieron llevando a un bien merecido orgasmo. El mugroso no quiso quedarse atrás y empezó a bombearme con dificultad, mi ano aun no estaba flexible, así que sus incursiones no eran tan rápidas ni fuertes. Eso fue cambiando al transcurrir los minutos. Tanto así que desde mi posición; inclinada, levantando el trasero, con las piernas semi abiertas y las manos apoyándose en el suelo, ya no podía soportar sus embestidas, cada vez me taladraba con mas fuerza, haciéndome perder el equilibrio… – Uhmmm… ouuu… esperaa… amo… déjame acomodarme… para que me sigas castigando por ser una perra mala… ohhh…. le grite enloquecida. – Contra la pared, puta…. me ordeno jadeante. Con su verga incrustada en mi ano, avanzamos unos pasos hasta que yo pude oponer resistencia a sus arremetidas apoyando mis manos contra la pared. – Uff… uhmm… así esta mejor… uyyy… que rico… vociferaba yo. Cada vez me bombeaba el culo con mas fuerza, me había olvidado lo recio que era el portero y como su resistencia prolongaba mi placer, me hacia llorar de felicidad. Poco a poco me fue empujando mas contra la pared, ahora mi rostro y mis manos estaban apoyados en el blanco muro, que se manchaba con mi sudor. Me fui incorporando mas, hasta que quede en la posición de una persona que esta siendo registrada por un policía; con los brazos levantados y las palmas contra la pared, las piernas separadas, solo que yo tenia la espalda arqueada y el culo bien parado para que mi castigador se deleitara con mis gordas nalgas, que con cálidos sonidos rebotaban contra su ingle… – Asii… siii… uhmm… que placer… ahhh… me acabaaas… ohhh… – Todavía no perraaa… que aun me falta… me grito, jalándome de los cabellos. – Siii, siii… espero… uhmmm …. ahhhh….. Se volvió como loco a medida que el también llegaba al final, por momentos me jalaba los senos, o me tomaba firmemente de la cintura empujando con fuerza su enorme pene que me abría a mas no poder, de vez en cuando me jalaba los cabellos como si fuera la grupa de una yegua que necesitara amansar. Al poco rato, su hinchado pene tapio completamente mi estrecho ano, con su viscosa y rica leche, que a pesar del prolongado orgasmo que esto me causo, me apure en voltearme y arrodillarme para degustar lo mas que pudiera de sus tibios flujos. Mame como loca, le chupe hasta sus sucios testículos… con mis lagrimas de placer, dolor y alegría le limpie toda su ingle… – Heyyy putita… ¿por que lloras?… me pregunto un poco conmovido, el vulgar portero. – Por que me hace muy feliz tu rica verga, cada vez que me somete, nunca había gozado tanto… confesé satisfecha. Sus callosas y enorme manos se dieron abasto para acariciarme, aunque toscamente, logro consolarme… me abrazo, su hedor y mi perfumada piel se fundieron, mi clara piel contra su áspero y velludo pecho. Permanecimos así unos minutos ante aquella pared, que ahora lucia las dos huellas de las palmas de mis sudorosas manos que se apoyaron sobre su blanca pintura, soportando las embestidas del mugroso. Esas huellas serian testimonio de mi suplicio, del cálido castigo que el viejo portero me propino. Como celebración, por finalizar ese negro periodo de tiempo que no tuve sexo, me hubiera gustado que me perforaran por mis dos agujeros… pero el profesor García no regreso… bueno, tal vez será en otra ocasión… me dije. Seguro que el director habrá tenido ocupado a García… pensé, pero yo también me mantuve ocupada, aprovechando su oficina y al asqueroso portero, saltando sobre su gruesa verga, dejando que me empalara a su gusto, que me penetrara hasta la raíz de su larga y gruesa verga…que me abriera como el quisiera… Al final de esa tarde la única promesa que me hice fue disfrutar lo mas que pudiera de la rechoncha verga del mugroso portero… me prometí regresar las veces que quisiera y que fuera necesario para satisfacer los deseos y necesidades de mi voluptuoso cuerpo, de mi joven despertar sexual. Quizás algunos profesores como García y el poco aseado portero se aprovechen de esto, pero yo también me aprovecharía de ellos para satisfacer mi ahora innegable apetito carnal. Tal vez seré una puta, reflexione… pero al menos seré una puta feliz… concluí camino a casa.
FIN
Recuperado de por ahí.
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