Historias de la CDMX: Mi dulce Gaby.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por alexchi.matuz.
*Así comenzaré con esta serie de relatos cortos, que son historias de terceros.
Personas que han confiado a mi escritura sus vivencias sexuales, yo solo soy un vocero de ellas*.
Bellas tardes las que pase con mi exnovia, ella era ese tipo de mujer que a cualquiera vuelve loco, que desata los institutos más banales que en todo hombre habita y no me dejarán mentir.
No quiero aburrirlos con la historia de cómo la conocí, en esta ocasión me enfocaré a una historia en particular.
Su nombre es Gabriela, una mujer guapa, de complexión delgada, pechos pequeños con pezones marrón.
Quizá no era su mejor atributo, pero tenía un tracero que me volvía loco.
Cada vez que cogíamos desataba gemidos tan naturales que eran muy exitantes y provocativos a la vez.
Tenía ese fuego en sus ojos marrones, que demostraba lujuria y carácter?, como el de una mexicana complaciente.
Piel morena y sangre caliente.
Le gustaba tomar iniciativa cuando teníamos sexo.
En una ocasión, que jamás olvidaré, estábamos viendo pornografía, tema que es algo difícil para algunas mujeres hoy día.
Pero ella no tenía ese complejo.
Específicamente era sobre una mujer morena que estaba siendo penetrada, al principio, por la vagina pero después le daban por el culo.
Gaby me preguntó por la manera correcta de tener sexo anal.
(Hasta ese entonces jamás lo habíamos hecho).
Me sorprendí y a la vez me exite.
Le expliqué que era algo que las parejas? solían hacer pero que requería de paciencia y deseo.
Me contestó – ya lo sé, dauh.
Quiero saber que se siente.
–
Me quedé perplejo, estarán de acuerdo en que es poco común que una mujer esté interesada en ello.
-Bueno, si quieres podemos intentarlo, aunque te advierto que es algo doloroso por lo que he escuchado.
– le respondí.
-Si, tranquilo por eso es que quiero saber la manera de hacerlo menos doloroso.
El sábado tengo la casa sola, si quieres podemos intentar-.
Recuerdo que ese día todo termino ahí, me fui a casa sin poder quitarme de la cabeza esa conversación y lo que pasaría el sábado.
Jamás había tenido la oportunidad de tener sexo anal con ninguna novia antes, así que investigue un poco.
La dilatación, el juego previo, algunas posiciones.
Al fin llegó el sábado, esperado con ansias.
Me presenté en su puerta pero no toqué porque vi el carro de sus papás en la entrada, frente al zaguán negro que jamás olvidaré, le mandé un mensaje para cerciorarme que estuviera sola.
Tan pronto vio mi mensaje, bajo a abrirme.
Me dijo- pásate no están mis papás regresan en un buen rato-
La saludé como de costumbre, me senté en su sala, me pidió que esperara y se subió a su cuarto.
Unos diez minutos más tarde, escuché que me llamaba.
Subí de prisa.
Ella estaba en cama solo en ropa interior.
-¿qué esperas?- mientras me guiñaba el ojo.
Sin más me avalance hacia ella, estaba encima con besos y caricias, baje mi mano a su rajita hasta sentir lo mojada que estaba y yo lo duro que me ponía.
La puse en cuatro, saque un pequeño lubricante de mi bolsillo.
Primero recorrí sus nalgas con mi lengua, quité sus bragas y me encontré ante esa deliciosa vagina de labios gruesos, marrones y sin rastro de bello.
Subiendo mi lengua estaba su rico ano que sería perforado por mi hasta llevarnos al cielo.
Desabroché mi pantalón y saque mi verga, era tanta mi exitacion que ya quería meterla pero decidí hacerlo bien.
Puse lubricante en su culo, fui metiendo poco a poco un dedo.
Ella apenas hizo un gesto.
Espere un poco y metí el segundo, esta vez soltó un ligero aullido de dolor pero no me detuve.
Estaba metiendo el tercero cuando siento la contracción involuntaria de su ano.
De una metí el tercero y ella dió un grito entre placer y dolor que acompañaba sus gestos.
Una vez que se acostumbro a mis dedos, los saqué.
Ahora sí prepare mi verga con un poco de lubricante y la puse en su entrada, obviamente sintió la diferencia y cerró los ojos y se aferró a sus sábanas.
Metí despacio mi verga, apenas la cabeza.
Ella se quejaba un poco, pero eso solo me éxito más.
Empecé a meterme dentro de ella cada vez más.
Al ir abriendo su culo ella se retorcía y dejaba caer de sus labios pequeños chillidos.
Me acomode mejor y empecé a moverme, estaba follando su culo y ella empezaba a disfrutarlo, sus gemidos empezaron a notarse cada vez más y más frecuentes.
-¡Esto me gusta!.
Aahh.
¡sii!- exclamó entre gemidos y pausas.
-Ahora tu culito es mío, te gusta ¿verdad?- dije mientras me movía más rápido.
Solo alcanzó a dar gemido fuertes y ricos que me hacían querer venir pero aguante un poco más, la presión que tenía su culo en mi verga era exquisita, su calor, sus pechos moviéndose al vaivén de las embestidas que hacían rechinar la cama y sus largos suspiros de exitacion me tenían a mil por hora.
Sin previo aviso terminé dentro de su culo pero me mantuve así un momento, después la saqué de su culo abierto y ella exhaló de alivio y placer.
Era bastante la cantidad que escurría por su ano, incluso me sorprendí.
Mi semen recorría su vagina hasta llegar a sus piernas.
Terminó tumbada boca abajo en la cama y yo me recosté a su lado tratando de recuperar el aliento.
Pasa un rato.
Me miró a los ojos, conocía esa mirada de picardía, se levantó y limpio los residuos de semen, enseguida me empezó a masturbar para volver a ponerme duro.
Sabía cómo lograrlo.
Se subió a mi pecho, su vagina sobre mi pene.
Pero esta vez parecía que ella también había hecho la tarea.
Doblo sus rodillas ligeramente hacia el frente para que mi verga apuntará a su culo.
Poso sus dos manos en mi pecho y se frotaba mi verga en su culo.
La levantó con una mano y la puso en la entrada de su culito.
Fue bajando despacio, abriéndose ella misma el culo, mi verga entró con muchísima más facilidad.
Cuando al fin bajó por completo dió un gemido fugaz.
Se había comido mi verga entre sus nalgas.
Enseguida comenzó a moverse y brincar sobre mi.
Sus tetas se movían en toda dirección mientras cerraba los ojos y mordía su labio.
La tome del pelo y le acaricie un pecho, ensalivandolo un poco con mi mano.
Ella seguía penetrando su culo con la faena.
Gemía tan fuerte que hasta los vecinos podrían escucharla, esa voz dulce y cálida exclamaba placer.
Estaba al borde de venirme de nuevo y ella también.
Casi alcanzamos el clímax cuando su madre entró al cuarto y vio aquella escena de depravación y sexo pasional.
Salió corriendo y Gaby dió un salto a mi lado, totalmente ruborizada.
Tratamos de vestirnos lo más rápido posible.
Y salimos corriendo de ahí, al bajar las escaleras me encontré a su viejo enfuerecido.
Me sujetó de la camisa y me saco a empujones de la casa.
Decidí no responde la agresión porque era el papa de mi novia además que entiendo su posición.
Una vez que me sacó me dijo que no quería verme por ahí de nuevo y que si no me iba llamaría a la policía.
Dicho y hecho, llegó la policía por mi y tuvieron que corretear me varias cuadras.
Lo que pasó después fue una serie de conflictos y pleitos con su familia, ya no podía verla.
La tenían "secuestrada" de mi.
Pero eso no nos importó, continuamos viéndonos a escondidas.
Derrochando más morbo y pasión.
Aunque han pasado varios años y ya no tengo cercanía con ella, nunca podré sacar de mi memoria a mi dulce Gaby.
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