HOGAR CARENCIADO (CAP 4) FRANCO LOGRA POR FIN PENETRAR LA PELUDA CONCHA DE MAMÁ:
La llegada de otra noche lluviosa, marcará una nueva cita amorosa en el cuarto de mamá, Dónde Paula por fin se dejará penetrar por adelante, y su hijo la recompensará en el baño..
CAPITULO 4:
FRANCO LOGRA PR FIN PENETRAR LA PELUDA CONCHA DE MAMÁ:
La llegada de otra noche lluviosa, marcará una nueva cita amorosa en el cuarto de mamá, Dónde Paula por fin se dejará penetrar por adelante, y su hijo la recompensará en el baño.
En la mañana siguiente a la “gran noche” del segundo encuentro pasional entre Paula y su hijo Franco, el sol entraba por la ventana iluminando el cuarto donde madre e hijo habían compartido momentos de intensa intimidad.
Paula despertó muy temprano cómo de costumbre para ir a su trabajo. Al despertar junto a su hijo Franco, ella recordó la gran noche en su cama donde le entregó su virginidad anal a su hijo, y lo bien que él la había complacido.
Esa mañana mientras se preparaba para salir, Paula no podía sacar de su mente las sensaciones que había experimentado la noche anterior, se sentía culpable por haberle negado a su hijo lo que tanto deseaba, su vagina. Sabía que Franco la deseaba con toda su alma y se prometió a sí misma que nunca más se la negaría, por lo que, en esa misma mañana de camino al trabajo, pasó por la farmacia, y compró unos anticonceptivos, preservativos y un gel íntimo.
No quería que el miedo a un embarazo no deseado (y menos de su hijo) la volviera a detener a la hora de disfrutar de su machito en la cama.
Franco, por su parte también despertó con la imagen de su madre, y es que había sido una noche mágica para él, en donde logró no solo desvirgarle la colita a mami, sino también probar el exquisito sabor de esa concha peluda que aún tanto deseaba y por ahora se le negaba.
Se sentía feliz por haber compartido ese momento intimo con su mamá.
Pero al mismo tiempo se preguntaba, si es que ella estaría dispuesta a vencer sus temores y darle cuanto antes ese “tesorito” peludito que tenía en su entre piernas.
Durante el día Paula y Franco no podían dejar de pensar el uno en el otro. La tensión sexual entre ellos era realmente palpable, y ambos deseaban volver a estar juntos, aunque sin romper esa magia que solo tenían las noches lluviosas.
Por la tarde cuando la mamá regresó del trabajo, encontró a Franco esperándola.
Las miradas y sonrisitas complices entre madre e hijo, lo decían todo, era su manera de comunicarse y decírselo todo el uno al otro, sin mencionar palabra alguna.
Paula no le comentó nada a su hijo sobre las cosas que había comprado en la farmacia. Ella no quería generarle ansiedad alguna sobre la tan anhelada concha de mamá. El clima había mejorado notablemente y esta noche no llovería, por lo que cada uno volvería a dormir en su camita.
Pasaron 16 días de la última noche lluviosa. 16 noches en las que Franco no volvió a dormir con su mamá. 16 días en los que Paula frente a Franco se comportó cómo una madre normal, Guardando hasta el recato de no andar en ropa interior frente a su hijo, ni provocar situaciones que enciendan la chispa en su hijito tan fogoso, típico de la adolescencia.
Pero entonces el pronóstico meteorológico volvió a anunciar lluvia para esta noche, y eso en aquel humilde hogar solo significaba una sola cosa. “Franco y mamá volverían a dormir juntos otra vez.
Franco era un chico de 13 años lleno de energía y curiosidad por el mundo que lo rodeaba, y por todo lo que estaba descubriendo últimamente con su propia mamá.
Esa noche la lluvia golpeaba las ventanas, y el viento resoplaba con intensidad, y a ella le parecía una noche ideal para el tercer encuentro con su hijo en la cama.
Luego de cenar juntos en la modesta cocina de hogar, Paula le propuso a Franco que durmieran juntos esa noche, cómo lo ya pactado para cada noche lluviosa.
Franco, sorprendido (Cómo si no supiera lo que quería mami realmente) y emocionado aceptó de inmediato y ambos se dirigieron a la habitación de la mamá.
Pula se cambió en el baño después de aprovechar a mear y lavarse los dientes, y regresó al cuarto con un camisón blanco, escotado que le llegaba hasta las rodillas. Mientras que Franco se puso sus pijamas de cuadros azules.
Acomodados en la cama bajo las sabanas calientes, Franco sintió una sensación de paz y seguridad, que no tenía desde hace 2 semanas, pero obviamente, al ver a mamá en la cama y a su lado, la calentura y emoción se apoderaron de él.
La lluvia seguía cayendo afuera, de manera copiosa. Creando un clima acogedor en el cuarto de mamá.
- Te quiero mucho hijo. Le susurró Paula al oído, acariciándole la cabeza.
- Yo también mamita hermosa. Le responde él.
Franco y Paula, se encontraban ya acurrucados en la cama, la lluvia golpeaba la ventana del cuarto, mientras el ambiente se llenaba de una atmosfera cálida y acogedora. Ambos se miraban fijamente a los ojos, sus miradas reflejando el amor y la pasión que sentían el uno por el otro. Franco acariciaba suavemente el rostro de su madre, sus dedos recorrían cada rincón de su piel con suma delicadeza.
Paula cerraba los ojos disfrutando de las caricias de su hijo mientras su corazón latía con fuerza en su pecho.
- ¿Te amo mamá? Susurró Franco, con su voz llena de ternura y devoción.
- Yo también te amo mi amor. Respondió Paula, acercando su rostro al de su hijo. Para sellar sus labios en un beso pasional.
El beso se fue intensificando poco a poco, sus labios moviéndose en perfecta armonía, mientras el deseo iba creciendo en sus corazones.
Franco deslizó su mano por el cuerpo de su madre, por encima del camisón blanco, acariciando suavemente sus curvas y haciéndola temblar de placer.
- ¿Qué te gustaría hacer esta noche mamá? Le preguntó Franco, muy ilusionado.
- Quiero que me hagas tuya, hijo… quiero sentirte adentro mío haciéndome tuya una vez más. Respondió ella luego de suspirar.
Franco asintió con su cabeza, mientras acariciaba el cuerpo de su mamá, y pensaba ya en su tan anhelada concha peluda.
Franco se preguntaba si será que hoy su mamá se la entregaría, o tendría que esperar aún más tiempo.
Franco con cuidado comenzó a deslizar sus manos por las curvas del tembloroso cuerpo de Paula.
Paula cerró sus ojos entregándose por completo a las caricias de su hijo. Su respiración entre cortada por el deseo y la pasión que la consumían por dentro.
Entre besos y caricias, paula dice:
- Quiero que me hagas el amor, cómo solo Vos sabes hacérmelo hijo, quiero sentirte dentro de mí haciéndome tuya una vez más. Dijo ella.
Franco asintió una vez más con su cabeza comprendiendo las necesidades de su mamá.
- ¿Queres que te dé la concha hoy? No pudo resistirse a preguntarle Paula.
Franco sonrió cautelosamente, sorprendido y emocionado, le acarició el rostro suavemente a su mamá.
Entonces, el chico no aguanta más su gran intriga.
- ¿Esta vez te vas a dejar coger por la concha mamá? Le pregunta muy nervioso él, esperando su respuesta.
- Está bien Franco, esta vez te voy a dar la concha. Dijo Paula con voz suave, rendida ante la pasión que la consumía.
Franco la abrazó con fuerza lleno de gratitud y deseo.
Los dos se entregaron al momento, dejando atrás las dudas y los temores, se fundieron en su abrazo apasionado perdiéndose en la intensidad de sus emociones y deseos prohibidos.
Ella se levantó de la cama y al ponerse de pie, se levantó el camisón blanco, se lo sacó quedándose solo con un corpiño blanco y una bombacha rosada.
Ellos estando de pie se abrazan, se besan, y se acarician mutuamente.
Franco acuesta a su mamá en la cama, la despoja de su bombacha rosada, El chico se desviste, mientras le mira esa hermosa concha peluda a su mamá, y acto seguido él la penetra por la vagina y empieza a cogérsela de manera apasionada y con fuerza bestial, provocando gemidos, jadeos y hasta aullidos de placer.
- ¡Oh Franco, si, si si Sos tan bueno conmigo mi amor, cómo no te iba a dar la concha esta noche, aaaaaaa! Gemía Paula mientras su hijo la bombeaba con fuerza e ahínco.
- ¡Te amo mamá Sos la mujer más hermosa y sensual que conozco, aaaaaa, aaaaaaa! Dijo él entre gemidos.
- ¡AAAAAAaaaa, y Vos mi amor Sos el chico más hermoso, sensual y apasionado y ardiente que he tenido en mi vida, aaaaaaa!
- ¡Aaaaaaaa, aaaaaaaaa, aaaaaaaaaa, aaaaaaaaa! Gimen a la par madre e hijo, mientras se miran a los ojos con amor y deseo, mientras cogen con fervor pasión y entrega.
- ¿Te gusta así mamá, te gusta así que te coja así? Le pregunta Franco bombeándola sin parar.
Su mamá asiente con la cabeza, incapaz de articular palabra alguna, solo se limita a gemir y jadear debido al placer abrumador que siente en ese momento.
Ellos siguen cogiendo de manera intensa, el chico no podía creer que por fin se la estaba cogiendo por la concha, de solo pensarlo, casi lo hacía tener el orgasmo.
- ¡Aj Franco, si, si, si, no pares por favor mi amor, no pares, mi amor! Suplica ella entre jadeos.
- ¡Aaaaaaaaa, aaaaa mamita de mi alma, te amo, aaaaaa! Dijo entre roncos gemidos su hijo.
- ¡Aaaaaaa, esperá mi amor, cambiemos de posición! Le pidió Paula a su hijo.
Paula se movió ágilmente colocándose sobre él. Franco la miraba con admiración, sintiéndose afortunado de tener una mamá tan hermosa, ardiente y apasionada.
Paula lo montó a su hijo, y empezó a cabalgarlo lenta y suavemente, disfrutando de tener ella el control.
Su hijo la observaba extasiado, dejándose llevar por el ritmo de sus movimientos.
- Te amo Mamá. Murmuró Franco, acariciando el rostro de su madre.
- Y Yo a Vos mi amor. Le respondió su mama con voz tierna y una sonrisa en los labios.
- ¡Ahahahahaha, si mamita, movete, mi reinita, movete mi amor! Le pide Franco muy excitado con su cabalgata rápida.
- ¡Oh Franco mi amor, te deseo tanto! Exclama Paula cabalgándolo con verdadera pasión a su hijo.
- ¡Aaaaaa, aaaaa, mamá Sos la mejor, sos increíble, nunca sentí tanto placer! Le respondió su hijo entre gemidos.
Los dos se miran a los ojos mientras entre gemidos y jadeos se entregan a la pasión.
Paula acaricia el rostro de su hijo con ternura mientras continúa cabalgándolo.
- ¡Aaaaaaaa, te amo mamá aaaaaa! Dijo cómo pudo entre gemidos el chico.
- ¡Y Yo a vos mi niño hermoso ahahahahahahahaha, Sos mi todo mi amor, mi razón de vivir! Le respondió ella casi sin voz, a causa de su agitación.
- ¡Ah mamá Sos mi Diosa, cómo fuiste capaz de tanto deseo y ternura! Dijo el chico sintiendo que ya tendría su orgasmo.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Gimen a grito los dos cuando tienen el orgasmo al mismo tiempo. Ella se deja caer a su lado, y ambos descansan totalmente exhaustos.
Después de haber hecho el amor tan ardientemente, Paula y Franco permanecen juntos en la cama de mamá abrazados e intercambiando caricias sobre sus cuerpos, agitados y con la piel brillante por el sudor, ambos se miraban con complicidad, sus corazones latían al unísono en medio del silencio que los rodeaba en la habitación, solo interrumpido por la lluvia que caía incesantemente afuera.
Paula acariciaba el rostro de su hijo con ternura, disfrutando de la calidez de su piel bajo sus dedos.
Franco por su parte, rodeaba el cuerpo de mamá con su brazo, sintiendo una mezcla de de amor y deseo que lo embargaban por completo.
- ¿Cómo te sentís mi amor? Pregunta Paula, rompiendo el silencio que los unía en el momento.
- ¡Me siento increíble mamá, nunca había experimentado algo tan loco, intenso y hermoso cómo esto! Respondió Franco, mirándola a los ojos con su mirada llena de amor y gratitud.
- Me alegro saber que te sentiste bien, mi vida, quiero que sepas que siempre voy a estar acá para Vos, para acompañarte en cada paso que des. Le dijo ella sonriéndole con ternura, acariciando la mejilla de su hijo.
Franco la abrazó con fuerza, sintiendo el amor el amor de su madre envolviéndolo cómo un cálido abrazo.
- Gracias mamá, Sos la mejor mamá que podría desear. Le dijo Franco.
Los dos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la paz, la intimidad y el barullo de la lluvia allá afuera.
Disfrutaban de la paz y la intimidad que compartían, sin embargo, Paula no pudo contener más su curiosidad, y entonces decidió interrumpir el silencio una vez más.
- Franquito, mi amor, ¿Qué te pareció poder darle a mamá por la concha? Preguntó Paula sintiendo un leve rubor en sus mejillas.
- ¡Guau mamita, fue increíble ni tengo palabras para describirlo lo que sentí en ese momento, estuvo buenísimo, fue cómo recordar todos los mejores relatos eróticos que me he leído, no sé qué decir, no me lo hubiera imaginado nunca, fue cómo si nos uniéramos en uno solo! Atinó a hilvanar algún tipo de respuesta que explicara lo inexplicable e indescriptible.
Paula asintió con una sonrisa, sintiéndose orgullosa de la conexión que compartían.
- Me alegra tanto que hayas disfrutado de la experiencia, mi amor. A mí también me encantó poder sentirte tan adentro y verte tan enérgico con mamá. Le respondió Paula casi emocionada.
Franco la abraza con gratitud, sintiendo un gran amor y atracción por su mamá.
- Gracias mamá, Sos mi mejor amiga y confidente. Le susurra él y la besa tiernamente en los labios.
Paula correspondió su beso, acarició su cabello con gran ternura y lágrimas en los ojos y disfrutaba de la cercanía que compartían.
- Mi amor, ¿Te gustó que mamá te cabalgara? Preguntó ella con voz tímida y algo ruborizada, mirándolo con ternura.
- ¡Me encantó, fue lo mejor de mi vida, mamá quiero que lo hagamos todas las noches, te juro que lo que hicimos hoy no me lo voy a olvidar en mi puta vida! Le dice el chico sin poder contener sus palabras y emociones.
- ¡Jejejejeje, a mí también me está encantando todo esto mi amor, mamá también lo está disfrutando demasiado! Se sincera Paula con su hijo.
- ¿Por qué siempre tenemos que esperar a las noches lluviosas para estar juntos? Pregunta el chico con gran intriga e insistencia.
Entonces Paula sonrió y acarició el pelo de su amado chico.
- Porque la lluvia tiene un efecto afrodisiaco en mami, me pone en un estado de animo romántico y me hace querer amarte más que nunca, además, ya te expliqué que no quiero que esto se nos convierta en algo de todos los días, y el tener que esperar a que algo no tan habitual cómo la lluvia ocurra, mantiene la magia de nuestros encuentros…. ¿ Entendés?. Le explicó ella tiernamente.
Franco la miró intensamente, tratando de entender mejor la conexión entre la lluvia y su intimidad.
- Pero mamá ¿Por qué no podemos simplemente estar juntos en cualquier momento?, no entiendo por qué debemos a que llueva. Pregunta insistente el chico.
Paula raó suavemente y acarició la cabeza de su hijo con gran ternura:
- ¡ Jijiji! Es solo una pequeña tradición que tenemos, mi amor, no tiene nada que ver con la lluvia en sí misma, sino con el ambiente que genera, nos permite estar más relajados y conectados de una manera más especial. Explica ella.
Franco asiente tratando de aceptar la explicación de mamá, aunque le costaba entenderlo, debido al grado de la atracción que siente por ella y las ganas de cogérsela todas las noches, y por qué no todos los días, a toda hora y en todo lugar, cómo buen adolescente pajero y hormonal, a sus 13 años no necesitaba de ningún estímulo extra para querer abalanzarse sobre mamá y cogérsela cómo verdadero animal.
Pero más allá de sí mismo y sus sentimientos internos y personales, confiaba en en ella y en su amor incondicional.
Sus corazones latían al unísono, mientras se perdían la la intimidad de la conversación y besos y caricias espontaneas.
Mientras continuaban hablando, la tensión sexual y la calentura se renovaba entre ellos y empezó a crecer más y más el deseo de volver a hacer el amor.
- Mamá, estoy tan excitado en este momento, ¡No puedo más! Le dijo Franco con voz ronca y casi suplicante por cogérsela otra vez antes del amanecer.
Paula lo miró con una mezcla de deseo y ternura en sus ojos.
- Yo también mi amor, estoy lista para otro revolcón más, quiero que a partir de esta noche seamos cómo dos animales salvajes en celos. Le responde su mamá muy excitada.
Sus labios se encuentran en un beso apasionado y se desata un juego de lenguas que se prolonga por largos instantes, sellando su amor con fuego y fervor.
Franco y su mamá acostados disfrutando de la intensa intimidad que estaban viviendo en el tercer encuentro en aquella noche lluviosa. Ya habiendo hecho el amor por primera vez durante esa noche hacía ya un largo rato, estaban ahora dispuestos ahora a entregarse al placer el deseo y la calentura, que los unía y consumía a ambos.
- ¿Te gustó cómo te cogí hace rato mami? Quiso saber él, mientras le acariciaba el cabello a su mamá.
- Si hijo, me encantó, Sos increíblemente dulce y apasionado, me encanta cómo Sos cómo amante. Respondió la mamá muy excitada.
Y en ese momento Paula sintió la necesidad de ir al baño.
- ¡Aj, …me meo! Se lamentó ella en voz baja, mirándolo dulcemente a su hijo.
Entonces se levantó de la cama, y se dirigió al pequeño baño de la humilde casita donde vivían.
Franco sintiendo un impulso irresistible la siguió y entró detrás de ella al baño.
Paula se sentó en el inodoro, y franco se acercó a ella, con una mirada ansiosa, y llena de deseo. Sin decir una palabra, se arrodilla frente a su madre y la besó con pasión.
Paula se sorprendió al principio, pero pronto se dejó llevar por la intensidad del momento.
Entre besos apasionados, Franco pudo escuchar el sonido del flujo de orina de su madre, brotando de su concha peluda. Esto aumentó su excitación.
- ¡Mamá déjame limpiarte con la lengua! Le suplicó Franco mientras la escuchaba meando.
- ¡ Jijijijijiji!. Rió ella con timidez, nervios y ruborizada por la intención del chico.
- ¡Por favor, quiero probar tu sabor natural ¡…… ¿Eh, puedo mami? Insistió él.
Ella mientras su meada terminaba de caer en el inodoro, pensaba sobre la respuesta que le daría a su insistente hijo, y finalmente accedió asintiendo con la cabeza.
Se puso de pie, se levantó el camisón blanco que le llegaba hasta las rodillas, y abrió sus piernas apoyándose sobre una fría pared de ladrillos a la vista que había en el frio bañito de la casa.
Entonces el chico se arrodilló frente a Paula, y mientras ella cerró sus ojos, su hijo acercó su rostro a la peluda concha de su madre, y con una expresión traviesa y juguetona en su cara, comenzó a lamerle la concha a su mamá.
El ambiente era precario, frio y húmedo, donde una corriente de aire frio se colaba por la ventanita rota del baño, enfriando y humedeciéndolo todo a su paso.
Pero la calentura que llevaban encima la mujer de 34 años y su hijo de 13, lo ambientaba todo en aquel precario lugar.
Sin pensarlo dos veces, el travieso chico comenzó a lamerle la concha a su madre, provocando en ella una mezcla de sorpresa y placer.
- ¡ Aj, Franco, jijijiji! Aaaaaahhhh, ¿Que le estás haciendo a tu madre? ¡aaaaaaaaaahhhh! Dijo ella entre risitas y gemidos al sentir la lengua del chico rosándole la concha.
A pesar de lo inusual de la situación, ella no podía negar que la sensación que le provocaba el contacto de la lengua de su hijo la excitaba de una manera abrumadoramente inesperada.
El chico continuaba con su atrevida tarea. Explorándole cada rincón de la intimidad a su mamá, con gran habilidad en los movimientos de la lengua y curiosidad por los sabores que probaba.
Paula se dejaba llevar por el momento, entregándose a la pasión. Que surgió entre ambos en aquel pequeño e incómodo baño.
- ¡Aaaaaaaaa, ¿Por qué hacés esto mi amor?, aaaaaaa! Le pregunta Paula entre gemidos de intenso placer.
- Porque te amo mami, Sos lo más importante en mi vida y quiero demostrarte cuanto te quiero. Respondió Franco deteniéndose por un momento para mirarla a los ojos a su mamá.
Las lágrimas comenzaron a brotar en los ojos de Paula, conmovida por las palabras de su hijo, y es que ella se sorprendió de la manera en la que esta vez el chico le demostraba su amor.
- Yo también te amo Franco, Vos Sos mi todo en este mundo. Le susurró ella con voz temblorosa y casi jadeante, y tomándole el rostro a su hijo y acariciándolo entre sus manos, se acercó para darle un beso en sus labios La pasión seguía fluyendo entre madre e hijo, en un momento en un momento único y especial, que cómo cada momento que Vivian cómo amantes, quedaría grabado en sus corazones para siempre.
A pesar de las circunstancias humildes en las que vivían, nada podía eclipsar el intenso amor y mutuo deseo que sentían.
Entonces, Franco vuelve a lamer esa concha peluda de su madre, esta vez se la lame de una manera atrevida y pasional, ya no para limpiársela, sino para asegurarse de tenerla bien excitada al volver al cuarto de mamá.
Ella volvió a temblar, se mordió los labios y miró al viejo y descascarado techo del baño, y así permanecieron en silencio unos cuantos instantes más, en los que Paula no dejaba de estremecerse y temblequear, apoyada en la pared, donde por un momento casi llegó al orgasmo, pero entonces su hijo dejó repentinamente de lamerle la concha, y ella le agradeció por lo que había hecho con un profundo y ardiente beso en la boca.
Al salir del baño, se sonrieron y regresaron al cuarto de mamá, quien ya más aliviada después de mear, se sintió totalmente lista para otro revolcón pasional más, antes que la lluviosa noche se termine.
- ¡ Ay Franco, ay Franco! ….. ¿Cómo fuiste capaz de comerme la concha así después de verme mear? ….. ¡Nunca jamás le habían hecho esto a tu madre! Le dijo ella ya en el cuarto, con la respiración todavía agitada y ya muy excitada.
- ¡Jajajaja! ¿En serio te gustó mami?, ¿Lo hice bien? Le preguntó él con humildad y sencillez en su mirada, sorprendido por la reacción de su mamá.
- ¡enserio mi amor, jamás me lo hicieron así? ¿Cómo se te ocurrió? Le preguntó ella muy curiosa.
- ¡No sé, quería probar tu sabor natural! Le dijo él algo ruborizado.
- ¿Te gustó? Le pregunta ella con una tierna sonrisa y llena de curiosidad.
- ¡Me encantó mamá! Le confiesa él.
- Quiero que me lo hagas siempre. Le confesó ella murmurándole llena de lujuria.
- ¡Está bien, si, me encantaría! Le confesó.
- Y ¿Dónde aprendiste esos movimientos de lengua? … ¡Me moría con cada rose de tu lengua, y cuando sentía que me penetrabas con la punta, creí que me mearía de vuelta en tu cara y boca, con el mayor orgasmo de mi vida! Continuó detallándole sus sensaciones.
- Por las noches me gusta leer muchos relatos de madre e hijo, y busco en esos relatos cosas nuevas para agregar en nuestra relación. Desde entonces también miro muchos videos, y en especial de sexo oral, siempre quise chuparte esa conchita peluda, que desde que la vi por primera vez, nunca más me la saqué de la cabeza. Le dijo Franco.
Ellos se abrazaron, y entre beso y beso, acompañados de suaves caricias y tiernos abrazos, se vuelven a dejar llevar por sus instintos.
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