HOGAR PRECARIO (CAP 5) EDUCANDO A FRANCO
Paula, la mamá se siente muy responsable por la educación de su hijo de 13 años, y movida también por el terror a quedar embarazada de él, tiene algo muy importante que enseñarle antes de seguir adelante con el lujurioso encuentro en su cama..
CAPITULO 5:
EDUCANDO A FRANCO:
Paula, la mamá se siente muy responsable por la educación de su hijo de 13 años, y movida también por el terror a quedar embarazada de él, tiene algo muy importante que enseñarle antes de seguir adelante con el lujurioso encuentro en su cama.
Madre e hijo continúan abrazándose, manoseándose y calentándose mutuamente, Satisfechas las ganas de mear de Pula, ahora ya nada los interrumpiría en el segundo revolcón de la noche.
- ¿Podés volver a chuparle la concha a mami? Le pidió ella entre beso y beso.
- ¡Jajaja, no solo puedo, me muero por volver a sentir tu sabor en mi boca! Le respondió el rapaz de 13 años.
Sin más ella se acostó en la cama con sus piernas abiertas, levantó su corto camisón blanco y le ofreció una vez más esa hermosa concha peluda a du ardiente hijo.
Entonces el chico arrodillado entre sus piernas, comienza a lamerle la concha una vez más.
El chico recorre con su lengua cada rincón de la concha de su mamá, y en breves instantes ella empieza a sentir un placer abrumador, cómo cuando su hijo se la lamió allá en el baño para limpiársela.
- ¡Oh, ¡Franco, seguí así, me encanta lo que haces hijito mío, aaaaaaaa! Empezó a gemir ella, mientras Franco le come con devoción el pastelito que mami tiene entre sus piernas.
- Me alegro que te guste mamá, quiero que lo disfrutes cómo hoy. Le responde el chico entre lamida y lamida.
- ¡Aj Franco, Sos tan bueno en esto, aaaaaaaa, ay si mi amor, aaaaaaa, seguí, seguí carajo, aaaaaa, que bien me la comés, me hacés sentir increíble! Gemía más fuerte Paula, ya estremeciéndose de placer.
Franco continúa lamiendo y explorando cada rincón de la concha de su madre, con verdadera destreza y dedicación. Paula se retuerce de placer, acariciándose los pechos, y sus gemidos se vuelven cada vez más intensos
- ¡Más hijo, más, no pares, no pares mi amor, ahahahahahahahahahahaha, no pares bebito hermoso de la mamá! Dijo ella suplicante, ya entre intensos jadeos.
- ¡ Jajaja! ¿Te gusta? ¡No te preocupes mami, estoy acá para complacerte todo lo que necesites! Le respondió el chico, entre risitas nerviosas al verla a su mamá tan excitada.
- ¡Dios mío hijo, no puedo, no puedo, no puedo más aaaaaaaa! Gritó ella con su orgasmo.
Franco sintiéndose orgulloso de sí mismo, la miró a la cara, y la vio completamente exhausta.
Pero para él todo recién estaba comenzando.
Franco entonces se ubicó entre las piernas de su madre, y cuando la iba por fin a penetrar por segunda vez, ella reaccionó y lo detuvo.
- ¡Esperá hijito, esperá! Le pidió ella sentándose en la cama.
- ¿Qué pasa mamá? … ¿Querés que siga chupándotela? Le preguntó él.
- ¡No mi amor, fue maravilloso cómo lo hiciste, pero fue suficiente! …. Es que antes de volver a darte la conchita, mami quiere explicarte algo muy importante. Le dijo ella.
Paula se levantó de la cama, y buscó en su cajón de la mesita de luz la bolsita con lo que había comprado en la farmacia para esa noche tan especial con su hijo, y que, por la calentura del momento, olvidó desde un principio.
Entonces su mamá sacando las cosas de la bolsa, lo mira al hijo y le dice.
- Hijo, ¿Estás listo para aprender algo muy importante? Le pregunta Paula, tratando de dejar de lado la calentura por un instante.
- ¿Qué es mamá? Le responde él intrigado.
- Bueno, hoy te voy a enseñar algo muy importante que todo chico de tu edad debería saber, voy a enseñarte a cómo usar un preservativo. Dijo ella muy seria.
- ¿Un preservativo? ¿Para qué? Le respondió él.
- ¿Te acordás por que mami no quería darte la concha? Le preguntó ella apelando a su memoria.
- Sí, tenías miedo de quedar embarazada de mí, ….
¡Jajajajaja!, ¿Pero qué te pasó hace rato cuando hasta me cabalgaste, ¿Te olvidaste de todo por la calentura? Le responde el rapaz.
- ¡Bueno, bueno, digamos que sí, mamá se dejó llevar por la calentura y cometió el grave error de dejarse llevar por los impulsos del momento, pero eso no nos puede volver a pasar mi amor ¿entendés lo que digo? Le respondió ella.
- Si mami, te entiendo. Le responde el chico.
- Bueno, y es que esto sirve para protegerte a Vos y a mí, es una forma de prevenir es una forma de prevenir enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, que esto último sería lo que más nos debería preocupar a nosotros. Continúa Paula.
- ¡Ah, entiendo! ¿Pero cómo se usa? Le pregunta él.
- Primero sacá el preservativo del empaque con cuidado tenés que asegurarte de no romperlo con tus uñas o dientes. Dijo la mamá.
- ¿Y luego? Responde intrigado él.
- Luego debes ponerlo en la punta del pene, cuando esté erecto. Aseguráte de desenrollarlo completamente hasta la base. Dijo Paula.
- ¿Y ya te la puedo poner tranquilo? Le pregunta el chico, muy impaciente.
- ¡Jijijiji, si hijo ahí ya podríamos coger tranquilos! Le responde ella ruborizada por el menudo apuro de su hijo.
- ¿Y qué hago después de usarlo? Preguntó el chico.
- Después de usarlo, tenés que retirarlo con mucho cuidado, sosteniendo la base para evitar derramar la leche, luego lo tirás a la basura, ¡Nunca al inodoro!
- Entiendo, gracias por enseñarme esto.
- ¿Querés que probemos a ver si aprendiste? Le pregunta ella con una pícara sonrisa en sus labios y mirándolo de re ojo.
- ¡Bueno! Le responde el chico.
Y mientras el chico se lo pone tal cómo se lo explicó la mamá, ella se aplicó su gel íntimo, explicándole a su hijo el porqué de la cuestión, y entonces Paula se vuelve a acostar bocarriba de forma transversal en la cama, con un almohadón de bajo de su pelvis, ofreciéndole su hermosa concha a su hijo, quien colocándose entre sus piernas la penetra de un solo empujón.
- ¡Ah, …ah…ah…ah! Se quejaba Paula con cada enérgica y profunda embestida de su hijo.
- ¡Aaaaaaa, aaaaaaaahhh, mamá, aaaaaaaaahhhh! Gime Franco con cada movimiento de entrada y salida de la concha de su madre.
- ¡AH Franco, sí, sí, sí mi amor, aaaaaa, si mi chiquito, si mi bebé, más, más, dale duro a mamá, más fuerte aaaaaaa! Decía Paula entre gemidos fuertes, mientras Franco la penetraba con fuerza.
Franco sintiendo el placer recorriendo todo su cuerpo, le daba cada vez más duro a su madre, disfrutando de sus gemidos a gritos y sus palabras de excitación.
Paula, sintiendo la protección del preservativo, se entregó al placer por completo.
Con sus piernas, Paula lo rodeó con fuerza Entre gemidos, jadeos y hasta llanto de intenso placer, Paula gritó totalmente liberada:
- ¡Quiero que me acabes adentro, aaaaaaa, quiero que me dejes preñada, aaaaaaahhh, haceme un hijo carajo, aaaaaaahhhh!. Gritaba ella entre gemidos, recordándole a su hijo su fantasía de embarazarla.
Franco, sorprendido por la petición de su mamá, no pudo resistirse a “cumplirle” su deseo, y con cada embestida sobre su concha peluda, sentía cómo el inmenso e indescriptible placer los consumía.
- ¡Aaaaaahhh, aaaaaahhh, mami, si, si mami, te voy a llenar de leche, aaaaahhh, te voy a llenar por completo, te voy a dar lo que tanto querés, aaaaahhh! Le responde Franco aumentando la intensidad de sus movimientos.
Paula al sentir los efectos que sus palabras tuvieron en su hijo, se quedó sin palabras, su mirada se perdió en el techo del cuarto, sus ojos estaban completamente en blanco, su boca se abría, pero ya no articulaba palabra alguna.
Sus manos agarraban con desesperación las sabanas, y sus piernas lo presionaban con fuerza a su hijo contra su cuerpo.
Así estuvieron unos eternos instantes, en donde Franco la penetró con fuerza salvaje, haciendo crujir la cama de su madre, que ya parecía estar inconsciente o trasladada a otro mundo.
Y entonces de repente, entre gemidos, jadeos y llanto provocado por el más intenso placer, Ella estalló en un orgasmo, liberándose cómo en una crisis de nervios,
- ¡Aaaaaaaaaaaaa, aaaaaaaaayyyyyyyy, aaaaaaaaaaa! Se escuchó el grito por de más histérico, de la mamá en esa habitación, cuando Paula tuvo por fin su orgasmo.
En aquel orgasmo tan intenso, ella no pudo resistir echarse a llorar casi desconsoladamente, sintiendo una enorme gratitud por su caballerito, por haberla hecho tener el que ella pensó, era el mayor orgasmo de su vida a sus 34 años, y teniendo ya un largo tiempo sola y sin un hombre en su vida.
Estaba todavía abandonada en su llanto de placer y felicidad, cuando su hijo quien todavía la embestía con energía llegó por fin a su orgasmo.
- ¡Aaaaaaaaaaa, mamaaaaaaaaaaaa! Gimió el chico, y se dejó caer sobre su madre, quien lo abrazó con fuerza, y no dejaba de besarlo en la mejilla empapándolo de lágrimas al contacto con su rostro.
Ellos totalmente exhaustos, se durmieron tras esa intensa noche de amor y placer.
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