Hola soy Irma.
Ahí estaba, completamente dispuesta y con mi semental añorado clavado hasta el fondo, sus besos y caricias eran deliciosos, pero necesitaba me cogiera con violencia y me preñara a fondo, con fuerza jale sus nalgas hacia mi para indicarle lo que tanto necesitaba..
Hola mi nombre es Irma, recientemente descubrí esta pagina y me sentí
muy feliz de poder confirmar que no soy la única que ha vivido
experiencias sexuales…. bueno pues,fuera de lo normal. ustedes saben la
sociedad no perdona y una mujer «decente»… sobre todo una de cierta
edad debe esconderse a capa y espada para evitar ser tachada por
siempre como una cualquiera.
Actualmente vivo en el norte de México, soy viuda y tengo 50 años de
edad pero lo que quiero contarles me sucedió cuando tenia 36 años, mi
esposo aun vivía y mi hija mayor acababa de unirse en matrimonio con un
hombre mucho mayor que ella.
Empece en el sexo joven y sin saber a ciencia cierta a lo que iba, mi
familia a pesar de vivir un poco por encima de las posibilidades de mi
región, siempre fue muy conservadora y machista, siempre pensaron que
las mujeres que a los 18 no se habían casado ya se estaban quedando
solteronas, razón por la que todas las mujeres de mi familia nos casamos
casi máximo a los 18 años de edad, algunas con hombres mucho mas
grandes que nuestros propios padres y otras con chicos de edades mas
cercanas a las nuestras. en fin. a mi me dieron en matrimonio a los 17, no
diré que no quería hacerlo o que lo hice amenazada, simplemente mi
entorno me había inculcado que las mujeres eramos para cuidar la casa,
amar a pesar de todo a nuestros maridos, criar a nuestros hijos y velar
por nuestros nietos y el se gano mi cariño y fue aprobado por mis padres.
En fin, mi marido se caso conmigo a los 45 años de edad, fui su segunda
esposa pues el era divorciado y como les cuento yo apenas tenia 17 (el me
llevaba cerca de 29 años), y aunque los primeros años de matrimonio
fueron de lo mas fogosos y se encargo de gozar de mi cuerpo inexperto a
plenitud, pues me hizo de todo, también estuvieron llenos de dolor y
miedo, el fue el primer hombre al que vi desnudo y con la verga parada,
sus huevos fueron los primeros que me golpearon en cada embestida
dolorosa que hacia en mi ser y aunque les parezca cómico también sus
labios fueron los primeros que me besaron, el gozo de mi, que apenas era
una niña, en los primeros años de matrimonio, era cogida por el a diario,
por las mañanas buscaba la manera de atraparme en la cama y aunque yo
no tuviera ganas me clavaba entre mimos y besos su verga hasta el fondo
de mi ya adolorida e irritada vulva, muchas veces la situación rozaba la
violación violenta y es que aunque el lo hacia de una manera que
aparentaba ser amorosa, me sujetaba con demasiada firmeza y no le
importaba lastimarme o dejarme marcadas las manos en los brazos o el
cuello, mientras perforaba mi chocho que he de reconocer presa del miedo
y la impotencia estaba mas seco que nada, el lo solucionaba fácil, con
escupitajos a mi vagina sacaba su verga de mi ante mi mirada temerosa y
embarraba a conciencia la cabeza morada y en forma de hongo que
coronaba aquel enorme palo de carne grueso, peludo prieto y muy largo y
lo dejaba entrar de golpe de nuevo en mi, varias veces me hacia llorar de
dolor, y yo ahogaba mis llantos pues creía la del problema era yo que no
sabia cumplirle como mujer.
Nada sabíamos ni yo ni mis hermanas de sexo pero nuestra madre y
abuela se habían dedicado a decirnos como única orientación «el hombre es
hombre y tiene sus gustos y necesidades, la obligación de una mujer como
su esposa es satisfacerlo aun a pesar de ella misma…… Con el tiempo los
hombre se alejan, los dolores pasan y ellos se van a la calle, el hombre es
de la calle, la mujer de la casa, el que busca encuentra y una debe ser
capaz de procurarse su propia felicidad».
Nunca había entendido las palabras de mi madre y abuela pero en esos
primeros días de convivencia con mi marido había comprendido todo, me
forzaba a mi misma a abrazarlo mientras me embestía sin piedad, a abrir
muy bien mis piernas y darle paso libre a lo mas profundo de mi, la
enorme cabeza de hongo entraba con violencia hasta adentro y el dolor
punzante se repetía con cada una de sus duras embestidas de bestia, todo
el pelo que tenia en el pubis y huevos me picaba y dejaba enrojecida de
tanta fricción la piel sensible y recién rasurada de mi chocha, reprimía mi
llanto y me forzaba a pedirle que siguiera a pesar de que el dolor era
insoportable, lo que quería era gritarle que parara por favor y lo enorme
de
su miembro en mi coño casi virgen y muy estrecho todavía después de los
primeros meses de la boda, era lo mas parecido a una tortura.
Las noches no eran mejores, mi marido estaba como niño con juguete
nuevo, en los primeros años de nuestro matrimonio me follaba de distintas
maneras al anochecer, muchas veces al estar casi dormida entraba en el
cuarto y se desnudaba completamente frente a mi, disfrutaba saber que
yo miraba su cuerpo mientras se desprendía de cada una de sus prendas.
No se molestaba en mirarme, al quitarse la camisa aparecía su pecho y
brazos duros y anchos cubiertos de pelo negro y largo, de sus axilas
nacían dos frondosos matorrales de vello que mezclado con el aroma de su
perfume inundaba la habitación y me provocaba placer y terror a la vez,
se desprendía de los pantalones y de los calzoncillos a la vez y una verga
semi erecta y mojada por el preseminal que ya estaba liberando aparecía
ante mis ojos resignados, su pene era grueso, tanto como un pepino
pequeño, largo de mas de 18 centímetros, lo tenia muy recto y su forma
era igual en lo largo y ancho, se metía en las sabanas, yo me quedaba
hecha una estatua y el me jalaba hacia su cuerpo y entre besos y halagos
a lo linda que era me amasaba las tetas cubiertas por el sostén, me
sobaba por encima de la pantaleta el chocho y después de meter sus
manos dentro de las copas de mi brasier y rascar mis pezones me ponía en
la posición que quería, ya recostados de cucharita simplemente me bajaba
las pantaletas con la mano a tirones y con mucha fuerza, se escupía la
mano y me dejaba todo baboso el coño, ponía su glande en mi entrada y
de una sola estocada lenta pero sin parar me enterraba hasta el fondo su
miembro, las embestidas duraban varios minutos, minutos que me parecían
horas, se apretaba a mi cuerpo, me besaba con violencia, me pedía le
pidiera un hijo y le dijera lo mucho que me gustaba lo que me hacia y
cuando por fin eyaculaba lo hacia clavándose entre pujidos en lo mas
profundo de mi ser.
Como se imaginaran con esos ritmos y vaciándose siempre en lo mas
profundo de mi me quede embarazada inmediatamente y a pesar de que al
principio creía el dolor cesaría por el miedo que el tenia de lastimar al
bebe, no pude estar mas equivocada, empezó a follarme por atrás y el
ciclo de dolor y miedo volvió a iniciarse, durante los nueve meses de mi
embarazo, mi culo sufrió y tuvo que amoldarse por la fuerza a el tamaño y
forma de mi marido, a diario me penetraba y pase meses llorando
constantemente para poder ir al baño, algunas veces me hizo sangrar, tuve
que ir al medico y con toda la vergüenza permitirle mirara mi maltrecho y
muy adolorido ano, el medico tuvo que hacerme un tacto y meterme una
especie de pato ginecologico pero en forma de cono para mirar con detalle
auxiliado por una enfermera que sostenía una luz el interior de mi culo,
fue de las experiencias mas traumaticas que alguna vez haya vivido, el
medico hablo con mi marido a solas, jamas supe que le dijo pero después
de eso el me dejo descansar por unas semanas y cuando volvió a usarme a
su antojo lo hizo con mas tacto y preocupándose por dedearme lo
suficiente, muchas veces después de que iba a defecar me ordenaba me
limpiara muy bien «ahí» y yo sabia en unos minutos lo tendría de nuevo en
la pocision de cucharita bombeandome sin piedad.
Parí y en las cuarentenas igualmente no me permitía descansar, me empezó
a pedir como siempre con autoridad y egoísmo disfrazado de cariño le
empezara a mamar la verga, me cogía por el culito sin piedad y yo
realmente me sentía muy mal.
Con el pasar del tiempo empece a acostumbrarme y no solo deje de sentir
dolores tan intensos sino que comencé a sentir sensaciones placenteras
cuando el me follaba, mi burrita empezaba a empaparse con el simple
hecho de verlo desnudarse frente a mi cama adivinando el enorme miembro
erecto y sádico que se escondía bajo la tela de sus calzoncillos, por varios
años, era yo la que provocaba como no queriendo su morbo, fingiéndome
inocente, mostrandole mi cuerpo y gimiendo de dolor (ahora casi siempre
fingido) cada que el me penetraba con violencia.
Las palabras de mi familia se hicieron realidad y con el tiempo el fue
perdiendo el interés en mi, empezó a verme como algo que no era divertido
o interesante, vamos que se le paso la novedad y mis viejos trucos para
provocarlo dejaron de tener efecto en el, llegada la noche se desnudaba
frente a mi como siempre pero caía a mi lado en el colchón y se dormía de
inmediato y aunque al principio creí todo era algo pasajero con el tiempo
me entere tenia varias casas chicas con muchachitas casi niñas a las que
ahora «atenida» gustoso como alguna vez me lo hizo a mi.
Al principio sentí mucho odio hacia esas mujeres que lo apartaban de mi
lado, que me robaban mi merecida recompensa por tantos años de dolor y
miedo, por atender a ese hombre de noche y de día, cocinarle, lavarlo y
velar por el, parir y criar a su hijos…. en fin….. pero con el tiempo y
conforme me fui enterando de mas cosas acerca de ellas empece a
compadecerlas….. se trataba de chicas en desgracia económica que
entregadas por su padres o hermanos se veían forzadas a fingir interés en
mi marido.
Mi marido no era un hombre feo o repulsivo,nada mas lejos de la realidad,
a pesar de sus años, se conservaba esbelto, su cuerpo tenia aire atlético
y era un conversador muy hábil, sabia como hacer sentir cómodas a las
personas y tenia tanto don de gente que tenia amistades por doquier, pero
aun así estaba claro que era viejo para ellas, mucho mas que cuando yo lo
conocí y es que aunque para mi la diferencia de edad al estar tan
enamorada no significo nada, estaba segura que a esas alturas de la vida
las chicas preferirían tener no un amante sino un marido y de ser posible
no uno mayor como el mio sino uno mas acorde a sus edades, sentía
lastima
pues sabia eran chicas en mi misma condición de soltera….. eran
muchachas de casa, controladas por sus familias, niñas en mente y cuerpo,
no sabían de sexo, no sabían de los horrores del dolor vaginal, anal y los
sangrados constantes que por tantos años yo había experimentado por
atender a mi marido y estaba segura sufrían las mismas o peores
situaciones que yo cuando recién me había desvirgado.
El tiempo pasaba, mi marido ya casi nunca me cogía y cuando lo hacia era
obvio ya no sentía el mismo interés, no me sometía como antes a sus
caprichos y prácticamente parecía lo hacia por compromiso, como si de
algún modo yo pudiera hacerlo menos en mi cabeza por dejar de acostarse
conmigo.
Pase años enteros, metiéndome gruesas zanahorias, calabacines y cuanto
objeto falico me encontraba por el coño, deseosa de sentir placer, me
despedía de la servidumbre y mis hijos diciéndoles tomaría una siesta y
me iba a mi cuarto con el catalogo de ropa de un almacén local, me
encerraba y cubría muy bien las ventanas, encendía una lampara pequeña y
me desnudaba completamente, me recostaba boca arriba y con las piernas
abiertas sobre la cama, masajeaba mi vagina con crema de almendras o
aceite de oliva de la que usaba para desmaquillarme, pues había notado no
dejaba un olor penetrante ni en mi, ni en el cuarto, haciendo esto sobaba
mis senos ahora con pezones muy erectos debido a mi enorme deseo, me
dedicaba a maseajearlos con violencia como mi marido lo hacia, mordía mis
pezones, en algunas ocasiones hacia yoga con tal de llevarme alguno a mi
propia boca y mamarlos y mordisquearlos como el, empezaba a empaparme
de jugos vaginales y con lujo de violencia y después de un buen masaje al
botoncito de mi cuca me dejaba ir por la parte mas gruesa el objeto en
cuestión.
Mis favoritas eran las zanahorias enormes de la región donde vivía en
aquel entonces, mas de 20 centímetros de ancho, un largo de mas o menos
18 cms y una sensación rugosa que me encantaba, pasaba horas encerrada
en mi habitación mirando las fotos de los jóvenes modelos de ropa
interior, hombres velludos y muy altos, rubios o castaños que lucían bultos
enormes contenidos bajo sus speedos de natación o calzoncillos, a mi
mente llegaba multitud de rostros y cuerpos: recordaba a mis vecinos, los
padres de los amigos de mis hijos, hombres sin nombre que había visto en
las calles o el mercado.
Metía y sacaba esas zanahorias o calabacines de mi ser una y otra vez,
desesperada, sudorosa, empapada de jugos vaginales y muy deseosa,
gimiendo al compás muchas muchas veces, a veces incluso me sentía tan
ansiosa que buscaba en mi cajón de peinador y me enterraba en la colita
el mango grueso de un cepillo, me sentía de lo mejor, plena, muy feliz,
también imaginaba a mis sirvientes (unos fornidos machos que eran padre e
hijo) dándome verga por delante y por detrás mientras mi marido nos veía
sin poder hacer o decir nada, para demostrale que no era su juguete….
era una mujer deseosa de el o de cualquiera capaz de hacerme sentir
mujer, mi fantasía era que sufriera lo mismo que yo cuando recién me
había enterado de su casas chicas y de las horas que pasaba en cada una
a la semana.
No se cuantas veces me venia por día pero la hora de la siesta era mi
hora favorita. Salia para cenar alegre y calmada, mi panocha ya no era
esa cuevita frágil y adolorida de recién casada. Ahora era lo que siempre
debió haber sido, una extensión de mi cuerpo unicamente diseñada para mi
placer, me encantaba hacer fuerza con las paredes de mi coño contra los
objetos que me introducía profundamente y con el tiempo empece a notar
como cada vez parecía volverse mas estrecha y sus pliegues mas
turgentes. a pesar de mis deseos nunca había engañado a mi marido pues
a pesar de todo lo respetaba y no pensaba rebajarme a su nivel (la
educación de mi casa aun pesa en mi algunas veces), jamas di el paso con
ningunos de mis sirvientes por mas que gustaran de mi, cosa de lo que me
arrepiento, pues varios de los que tuve con el pasar de los años eran
verdaderos sementales, hombres hechos y derechos, velludos, de caminar
orgulloso y mirada desafiante, erguidos y orgullosos, con manos grandes y
voces profundas, espaldas anchas y debajo de sus pantalones bultos
prominentes aun estando dormidos eran delatados por sus ropas, en mi
mente aparecían sus vergas como un impulso involuntario, me las imaginaba
babeantes de mecos, cabezonas y rosadas, estrechas de glande pero
enormes de tronco, peludos o rasurados, fantasee hasta el cansancio con
ellos bombeandome la cuca, uno, dos o varios de ellos, jovencitos, hombres
de mi edad o incluso mayores sometiéndome, olvidándose de que era su
patrona, su familiar política o la mujer de su amigo y follándome con
desesperación y sin compasión como mi marido alguna vez había hecho.
nunca tuve el valor de permitirle a ningún hombre conocer esa parte de
mi…..nunca hasta ese día.
Mi hija mayor Naomi fiel a la tradición familiar, y aun a mi pesar se caso
a los 18 años de edad, el elegido por ella fue un hombre de 40 años, su
nombre era Mauricio, lo conoció porque era amigo de uno de mis cuñados
menores y a pesar de que no me caía nada bien estaba consciente de que
mi hija lo amaba y el no parecía ser una mala persona.
Era un solteron, la verdad que sin chiste al menos para mi, no niego que
era atractivo pero su personalidad y manera de moverse gritaba
inseguridad e indecisión, era un hombre bien establecido que jamas se
había casado y hasta donde sabíamos nunca había tenido mas que
romances ocasionales (y seguramente cortisimos) que jamas llegaron a un
compromiso con una que otra chica, mi instinto de madre me alertaba
constantemente de las desgracias y desencantos a los que se arriesgaba
Naomi al unirse a el, pero me esforzaba por contenerme y en buena parte
lo lograba gracias a que no había permitido mi hija llegara igual de
ignorante que yo al matrimonio.
Me adelante a darle las lecciones de moralidad obligatorias para nuestras
familias (en su versión mas ligera pues no quería acomplejarla como habían
hecho conmigo), esas a las que mis familiares me habían sometido a mi,
pero a sus catorce años empece a surtirla de libros educativos acerca de
sexo, favorecerle se hiciera amiga de chicas mucho mas despiertas, le
dejaba llegar información sobre métodos anticonceptivos y contrario a lo
que mi marido quería me las ingenie para meter un televisor en su
habitación para que mirara «esos programas nefastos»….. así los llamaba
mi marido y mi familia al menos, en donde se hablaba de actualidad,
enfermedades venéreas, orientación de pareja y sexual a las mujeres,
etc.
Sembré las semillas y le solté las correas (siempre sin intención y por puro
descuido, claro «guiño») lo mejor que pude para que tuviera su primera
experiencia sexual, segura y protegida con Mauricio antes del matrimonio
con el único fin de que no repitiera mi vida. Al parecer todo salio muy
bien, pues después de ese fin de semana en el que la cubrí fingiendo no
saber a donde iba en realidad mi hija, ella regreso a casa feliz y mas
enamorada que nunca, y ya en confidencias me las ingenie para sacarle
información de mas y comprobé para mi asombro y tranquilidad que
Mauricio era lo que parecía, un hombre cuarentón con buenas intenciones y
que cacheteaba las banquetas por mi hija.
En los primeros meses después de su matrimonio mi hija se alejo de la
región y se fue a vivir con su marido a un estado lejos de nosotros, vivía
en una ciudad costera con playas muy lindas y clima cálido y húmedo, para
ella su vida era un ensueño constante y yo como su madre me sentía mas
que feliz por ella, pero aun así mi miedo a equivocarme me hacia querer
estar a su lado todo el tiempo.
Cuando quedo embarazada al año siguiente, espere paciente llegara el
ultimo trimestre del embarazo y me apresure a hacer las maletas y
salirme casi en el acto de la casa para cuidarla, mi marido se sorprendió
pero no puso la menor objeción (feliz y ansioso por ser abuelo) y deje al
cuidado de las nanas a mis otros dos hijos, varones por cierto, segura de
que todo estaría bien.
Llegue a su casa con intención de sorprenderlos en caso de que algo
estuviera funcionando mal y ella me lo ocultara por vergüenza, pero mis
miedos se disiparon cuando comprobé que en su hogar todo era felicidad,
mimos y mi yerno no tenia para cuando dejar de estar embelesado con
Naomi.
Pasados unos días el me quizo presentar a sus familiares de la zona y fue
así que conocí a algunos de sus hermanos mas a fondo, sus cuñadas y sus
familiares políticos, entre sus familiares había dos hombres jóvenes.
Oscar de 27 años y Hugo de 22 años, los dos eran los hijastros de su
hermano mayor y lo trataban con mucho cariño y respeto.
Estos jóvenes solo lo eran en edad pues eran unos verdaderos galanes,
Oscar tenia 27 años, era blanco, media cerca de 1.80, cabello muy oscuro
y unos ojos alegres y verdes, barba negra y bien cuidada al igual que un
bigote y cabello casi al rape, sus antebrazos eran fornidos y velludos, por
entre los botones abiertos de su camisa tipo polo se podían ver largos
vellos en el pecho tratar de escaparsele y olía tan bien que daba lastima
tener que separarse de el, tenia espaldas anchas y un cuerpo muy bien
formado, se notaba se mantenía en forma y se cuidaba muy bien, era
casado y tenia dos niñas con una mujer que casi nunca trate, pues era
ejecutiva de una firma de contaduría de su familia y rara vez estaba en
casa fuera de horario laboral.
Hugo por otro lado era mas alto que Oscar, tal vez 1.87, tenia 22 años
de
edad, era un chico muy guapo y fuerte, sus brazos se notaban tan
marcados como los de su hermano, era castaño y rizado del cabello, sus
ojos negros y la cara completamente afeitada, tenia un rostro muy juvenil
y alegre y era soltero, recientemente había terminado una relación y por
lo que escuchaba al bromear sus familiares, llevaba ya varios meses solo.
Como se imaginaran la visión de estos dos hombresotes, muy bien
formados, atractivos, amables y con unos muy buenos bultos debajo de sus
pantalones de vestir me tenían mas que inspirada para mis sesiones de
masturbación habitual, desde que los conocí y tuve oportunidad de
tratarlos fueron habituales en mis pensamientos nocturnos al dejarme ir
objetos desesperadamente por el coño, abría muy bien mis piernas y me
hundía en la chocha mis dildos «naturales» sacados durante el día de la
cocina, deseaba mamar sus vergas y que penetraran con brutalidad mi
burrita hasta dejarme llena de mecos de los dos, mi ano anhelaba la
sensación de una verga dura y gruesa entrando hasta el fondo, haciéndome
gemir mientras me sobaba disimuladamente el botoncito del chocho. no
podía dejar de fantasear en como serian sus vergas erectas, de que color
serian las cabezas de sus penes y que tan peludos estarían allá abajo, una
de las cosas que mas extrañaba y que mis juguetitos no me podían dar era
la sensación de ser aplastada por el cuerpo de un hombre grande y pesado
cubriéndome y presionándome completa contra la cama, el olor de su sudor
embriagándome, la peste de mezclar jugos vaginales y semen, el tenue olor
sucio del sudor de sus genitales y entrepierna después de un acalorado día
de trabajo, las gotas de sudor empapando mi piel y la sensación de
escozor de sus pelos púbicos restregándose como lija contra los pliegues
internos enrojecidos de mi chocho.
No descuidaba las atenciones para mi hija, pero no perdía la oportunidad
de salir a pasear por la ciudad para endulzarme la vista, el tiempo pasaba
y habitualmente visitaba a los familiares de mi yerno poniendo especial
atención a los días y horarios en los que podía visitar la casa de Dafne la
madre de aquellos dos sementales, hice mis mejores esfuerzos por
ganármela y lo logre, era una mujer mucho mayor a mi de mas de 65 años,
muy amable y algo tristona, a pesar de sus años podía darme cuenta de
que gran parte de su belleza había pasado a sus hijos, se notaba había
sido muy alta en su juventud pues aun hoy en día y con lo encorbada que
la habían puesto los años, seguía siendo una mujer de piernas largas y con
una estatura muy por encima de las demás.
Con el pasar de los días, se fueron haciendo planes en los que yo
encantada participaba, me invitaba a la playa, a pasear a los centros
comerciales de la zona o a conocer a algunas de sus amigas, muchas de
estas salidas incluían a sus hijos llevándonos o recogiéndonos de estos
lugares y yo no perdía la oportunidad de escanear a fondo los olores y las
formas de sus cuerpos.
En una ocasión mi amiga y yo acordamos iríamos a vacacionar por un fin de
semana a una playa cercana y nos quedaríamos en la casa en la que ella
había pasado su niñez y juventud, la cual después de un pleito familiar por
fin había recuperado recientemente, era una casa grande enclavada en el
campo de la que ella siempre hablaba y al saber nuestros planes de irnos
solas sus hijos no pudieron evitar unirse, Oscar tenia deseos de llevar a
las niñas, sus hijas con nosotros para que convivieran mas con su abuela y
yo me ilusione ante la idea de tener tanto tiempo cerca de ellos. el viaje
no resulto como lo habíamos planeado ya que la madre de las niñas no dejo
que Oscar se las llevara con nosotros y mi amiga a pesar de sentirse algo
mal insistió en ir allá.
Ya en la casa, todo el primer día lo pase a lado de Dafne, la mujer había
llegado a caerme verdaderamente bien pero empece a notar que por alguna
razón siempre se mostraba ausente y con la mente en otro lado, triste y
sentimental, supuse seria normal para alguien de su edad sentirse tan
vulnerable después de volver a un lugar que significaba tanto, pero
contrario a lo que me esperaba al segundo día ella no quizo salir de su
habitación, insistió en que yo debía seguir paseando por el lugar
acompañada de sus hijos y que ella lo que deseaba era quedarse sola por
varias horas descansando. los chicos que al principio no querían obedecerla
terminaron por entender que lo mejor era darle su espacio y no molestarla
y salimos juntos con rumbo a la playa. había preparado un traje de baño
revelador pero muy sobrio para calentarlos.
Ver a esos dos machos en calzoneta de baño fue demasiado, desde el
momento en que los tuve enfrente de mi y sin camisa me volví loca, sus
pectorales estaban muy bien formados, ambos eran muy velludos y las
matas de pelo de sus axilas no hacían mas que producir ese delicioso
aroma, mezcla de sudor y desodorante de hombre, debajo de sus
pantaloncillos se adivinaba no había ropa interior y las formas de sus
testículos y vergas dormidas resaltaban por debajo, con toda claridad se
notaba el glande cabezón de Oscar completamente expuesto y una mata de
pelos que bajaba de su ombligo para internarse en la tela dejo de ser
visible para volverse casi transparente una vez se mojo con el agua fresca
del mar, el vello de sus piernas y pantorrillas me tenia hipnotizada.
Hugo estaba igualmente varonil, la tela de su traje de baño era tan ceñida
que a pesar de que no trasparentaba si que se adhería a su cuerpo
revelando todas sus formas, la playa estaba prácticamente sola y ellos
sabían perfectamente el poder de seducción que tenían en mi, muchas
chiquillas y mujeres los miraban con total descaro y picardia, ellos fingían
no notarlo hablando entre nosotros y por primera vez al estar solos sus
coqueteos para mi se manifestaron, buscaban estar cerca de mi en todo
momento, no se me despegaban para nada y pronto comenzaron a mostrar
sus verdaderas intenciones, se abrían completamente de piernas frente a
mi sentados sobre la toalla playera en la que reposaba dejando que sus
vergas me quedaran a la plena vista, se las acomodaban insistentemente y
empezaron a llevar la conversación a un terreno mas sexual cuando después
de unos cócteles se nos subieron las copas.
Me preguntaron acerca de mi edad al casarme, «con todo respeto y a
provechando la confianza» me hicieron platica acerca de sus primeras
novias, las primeras veces que habían intimado con ellas y me cuestionaron
acerca de mis parejas sexuales antes de mi boda, me preguntaron por la
edad actual de mi marido y si todavía me «buscaba» como antes, yo les
conteste todo, algo cohibida pero sonriente y muy segura de a donde
quería que fuera la cosa, los días anteriores habían servido para darme la
respuesta firme de que quería experimentar por una vez en la vida sin
miedo ni fijarme en el que dirán, quería gozar por mi misma, por mi propia
decisión.
Palabras de mas palabras de menos, presa del alcohol y el deseo cuando
me
di cuenta estaba de rodillas, con los pechos al aire, ebria, semi mareada
y con la verga velluda y bien recortada de Oscar en mi boca, el estaba
recostado sobre la arena, boca arriba y sin traje de baño, sus brazos
detrás de su cabeza, su verga erecta, dura, muy cabezona y peluda era
mamada por mi con desesperación, mientras el aire a nuestro alrededor se
llenaba de ese aroma a macho sudado y perfumado que tanto me gustaba,
sus huevos y entrepierna me lo regalaban, su hermano tomaba cerveza de
una lata y miraba recostado a nuestro lado esperando el momento en que
le diera el mismo trato, su traje de baño era una carpa y el se encargaba
de masajear levemente cada tanto su dura erección desde la enorme
cabeza de hongo hasta la raíz a través de la tela.
-Que te dije hermano, estas doñas mal atendidas son las mas putas!
jajajaj!
la carcajada de Oscar resonaba en la playa y presa de un repentino pudor
y miedo levante la mirada buscando testigos, el sol estaba por ponerse y
ya no había nadie mas a la redonda. el remordimiento calo en mi mente
pero cuando trate de para Oscar me tomo con fuerza de los cabellos y me
obligo a volver a engullirme su miembro en la garganta. empece a
asustarme, estaba sola en un lugar desierto con dos hombres que me
tenían mamando verga a las orillas del mar, una playa publica, y si alguien
nos veía y si alguien me reconocía?
De nuevo hice intento por levantarme pero el volvió a someterme y entre
gritos me dijo.
-No tenga miedo Irmita!!!! ya no hay nadie! nadie viene por aquí después
de las 5! mamale!!!
entendí el no me dejaría irme y me sometería cada vez mas hasta lograr
saciarse conmigo, así que aun presa del miedo decidí tratar de terminar
rápido con todo eso. mame tan bien su verga y lamí sus testículos con
tanta ansia que aunque lucho por no hacerlo Oscar termino en menos de
diez minutos, no fue necesario que me lo ordenara y mame toda su lefa
con desesperación, borbotones de mecos salían de su glande y me los
trague mientras yo misma seguía metiéndome los dedos en la chocha,
chupaba el agujerito de su pinga y con la punta de la lengua lo recorría de
arriba a abajo.
-A que la chingada!!! pinche vieja mañosa! dejarías de ser huila!!!
fue lo que dijo mi peludo semental molesto y satisfecho por terminar tan
pronto, yo lo ignore y seguí mamando su glande que estaba muy sensible,
el se retorcía ante cada una de mis lamidas y sus huevos caían pesados
sobre su cuerpo, la parte baja de su escroto tocaba la arena que se le
había impregnado en los huevos sudados, empece a sobarlos para quitársela
y cuando ya no pudo aguantar mas me aparto de su lado para que lo
dejara descansar, así desnudo se levanto y camino a la hielera por una
cerveza fresca, su verga semi erecta se bamboleaba de un lado a otro al
compás de sus pasos, brillosa por mi mamada y escurriendo una mezcla de
saliva y seminal chorreaba la tierra por donde pasaba con gotitas, su
hermano se levanto quitándose el speedo y permaneciendo de pie a mi lado
me ofreció la verga mientras yo acomodaba mis rodillas sobre la toalla
playera.
Me apresure a quitarme la parte de abajo de el traje de baño naranja y
recostarme boca arriba en la manta, tome mis rodillas y me abrí de
piernas para ofrecerle mi coño, no quería que acabara en mi boca, el se
veía mucho mas pacifico y quería que me hiciera gozar también, estaba
deseosa de que metiera su verga en mi, me sonrió alto, viril e imponente,
se acerco y con la palma de su pie me presiono la chocha, me acaricio la
vulva con el dedo gordo de su pie y me seguía sonriendo después de un
rato se puso de rodillas, se acerco a mi y cubrio mi cuerpo con el suyo,
sus ojos estaban fijos en los míos y podía sentir la cabezona de su glande
muy rosada buscar mi entrada, mi coño estaba tan mojado que el paso de
su verga dura en mi interior fue fácil, hice presión sobre mis paredes
vaginales para que sintiera lo apretado que podía estar mi chocho y con un
gemido lo sentí enterrarse en mi, muy a fondo, el pelo de su pubis estaba
completamente sobre mi piel y el vello de sus huevos me producía un leve
cosquilleo al recargarse en mi perineo.
El besaba mis labios con ternura y me sobaba las tetas con violencia,
lamia mi cuello y me chupeteaba la parte alta del pecho, levemente
mordisqueo mi oreja derecha y empezó a moverse casi imperceptiblemente
dentro de mi, yo abrazaba sus espaldas y gemía, sentía como su verga se
iba endureciendo aun mas como respuesta a mis sonidos, empece a sobar
sus nalgas y muslos para indicarle me tenia donde quería, desesperada por
ese delicioso vaivén y su glande entrando y saliendo con violencia de mi
coño, pero el seguía sin moverse, sentía su pene endurecerse y relajarse a
momentos pero no empezaba la brutal cogida que yo tanto anhelaba, la
frustración se apodero de mi……. ahí estaba, completamente dispuesta y
con mi semental añorado clavado hasta el fondo, sus besos y caricias eran
deliciosos…….. pero no eran lo único que quería, necesitaba me cogiera
con violencia y me preñara a fondo, con fuerza jale sus nalgas hacia mi
para indicarle lo que tanto necesitaba, el lo entendió y por fin empezó a
bombearme con brutalidad y muy velozmente, su verga apenas se salia
unos centímetro de mi coño, solo para volver a enterrarse profundamente,
sentía su glande enorme y duro chocar en mi fondo y el dolor se fue
convirtiendo en placer.
De no haber sido por mis años masturbándome y jugando con mis paredes
anales y vaginales seguramente me habría desgarrado pues su verga era
mucho mas gruesa que la de mi marido, gemíamos como perros en celo,
jadeábamos empapados en sudor pues nos faltaba la respiración ante tanta
actividad y Oscar se limitaba a sobarse de pie la reata de nuevo muy dura
viendo a nuestro lado como su hermano me estaba haciendo venirme, me
corrí en dos ocasiones y Hugo aun no tenia para cuando vaciarse, empece
a recordar con picardia como hace unos años anhelaba mi marido
terminara a los pocos minutos de penetrarme y como ahora lo ultimo que
quería era que Hugo se vaciara, la cogida finalizo cuando antes de que
alcanzara mi tercer orgasmo Hugo empezó a pujar y deposito entre firmes
y muy duras estocadas toda su lefa en mi, sentí su leche caliente empapar
a golpeteos mi interior y me encanto sentir sus músculos endurecerse
envueltos en mis abrazos, lo tenia completamente acurrucado al terminar
en mis brazos y mis piernas estaban tan abiertas que la cadera empezaba
a entumirseme, su peso me presionaba contra la toalla y la arena bajo mi
espalda se amoldaba a mi cuerpo.
Oscar con una leve patada a las nalgas desnudas de su hermano le hizo
ademan con la mano y con un chiflido le pidió se quitara pues quería volver
a cogerme, Hugo se levanto sonriente y después de darme un leve pellizco
en la teta derecha se puso de rodillas a lado de mi cabeza y me ofreció
su verga flácida para que la mamara mientras Oscar me ayudaba a
terminar, al parecer Oscar entendió muy bien mi manera de gozar con el
tiempo que estuvo mirándonos en silencio, se apresuro a montarse en mi
cuerpo y clavo sin miramientos ni perder el tiempo su verga en mi coño, su
verga entro seca en mi coño húmedo y muy caliente y el vaivén empezó
veloz, de manera inmediata y después de apenas unos segundos alcance el
orgasmo que me había faltado, la verga de Oscar era igual de gruesa que
la de Hugo con la diferencia que la suya era levemente mas corta, el
siguió cogiéndome y se vino de nuevo en mi, la lefa que salia de su huevos
esta vez fue mucho menos (así la sentí) pero de igual manera que con Hugo
pude sentir los golpeteos pesados y calientes de leche llenando mi coño,
feliz me quede tendida en la toalla con Oscar sobre mi cuerpo aun clavado
a fondo y su hermano bebía su cerveza en botella de cristal mientras yo
la seguía mamando la reata, su verga ya estaba tan dura como hace unos
momentos y después de pedirle a su hermano lo dejara hacer, me cogió la
cara poniéndose en plancha sobre la arena como si fuera a hacer
lagartijas, su glande entraba y salia entre mis sonidos guturales al mamar,
mi boca y cabeza se habían convertido en un consolador caliente para que
el hundiera su hombría con violencia y sin compasión, sus caderas subían y
bajaban mientras yo con mis manos abiertas contra sus muslos trataba de
indicarle cuando necesitaba se detuviera para poder tomar aire, así
estuvimos un buen rato hasta que por fin eyaculo y pude probar un poco de
su semen caliente y me lo trague.
Los tres nos quedamos por un buen rato tirados ahí, desnudos, sudados y
muy satisfechos, casi a oscuras solamente alumbrados por una pequeña
lampara, nos besamos y acariciamos todo lo que quisimos, ellos chuparon
mis tetas juntos y acariciaron mi coño metiéndome los dedos mientras
provocaban se me saliera su lefa, Oscar hundía su dedo medio en mi coño
hasta el fondo y hacia un movimiento de cuchareo para sacarme la
leche de adentro, al principio pensé en protestar, pues me encantaba la
sensación de traer el coño escurriendo pero caí en cuenta rápidamente de
que eso era lo mejor, no podía llegar después de todo a casa de mi
«amiga/suegra» chorreando lefa y apestando el ambiente a semen.
Nos dimos un baño en el mar antes de irnos y después de que Hugo
imitando la técnica de su hermano me paleara el coño en el agua fresca
del mar estuve casi segura no me quedaba nada mas adentro, los meses
siguientes fueron de lo mejor, mis sementales no perdieron oportunidad de
cogerme por doquier, recorrimos varios hoteles de la ciudad y sus
alrededores, playas y excursiones al campo fueron los escenarios perfectos
para que me llenaran de lefa, nadie se molestaba, ni levantamos la mas
mínima sospecha y es que todos veían de lo mas normal que esos dos
buenos muchachos cuidaran de su mama y la amiga de ella en sus viajes.
Mi nieto nació y con la excusa de cuidar de mi hija y ayudarla a aprender
como cuidarlo bien, me quede por cerca de medio año mas, mi marido no
me extrañaba en lo mas mínimo, podía estar segura de que en sus casas
chicas lo tenían mas que bien atendido y eso me hacia mas fácil buscar yo
también mi propio disfrute, al pasar el medio año me quede unas semanas
mas pero lo que me hizo volver definitivamente a casa al menos por una
temporada larga fue el que me quede embarazada.
Como les cuento, esto me sucedió a la edad de 36 años y yo aun reglaba,
la noticia me tomo por sorpresa pero después de que en la clínica me
confirmaron que tenia menos de dos meses de embarazo también me puse
muy feliz, siempre había sido irregular, pero me cuidaba con un DIU que
tenia en el útero, jamas supe quien fue el responsable de los dos hermanos
y la parte «graciosa» o «chusca» del tema es que conforme avanzo mi
embarazo me entere de que estaba esperando cuates, es decir gemelos
«de los que no se parecen» no tuve el menor problema, mi marido tomo mi
embarazo como un premio o reconocimiento a lo macho que era a pesar de
sus añitos, pues después de que llegue solo en dos ocasiones separadas por
una semana cada una se acostó conmigo, jamas dudo fueran hijos suyos y
cuando me llego el momento de parir di a luz a dos lindos bebes, una niña
y un niño, hoy en día mis hijos están cerca de cumplir los quince años de
edad, me esfuerzo por criarlos bien y aunque nadie parece notarlo yo si
que me doy cuenta, tienen demasiado de la madre de mis sementales y
claro que de ellos también, son muy altos y sus rasgos me la recuerdan
siempre, varias veces al año hago viajes para «visitar» a mi hija y mi
nieto, mi marido aunque mucho mas viejo sigue conservándose y aun tiene
sus varias casas chicas, algunas de sus mujeres encontraron mejores
partidos con el pasar de los años, otras perdieron su encanto para el y las
dejo de visitar.
En fin el no tarda en conseguir nuevas muchachitas que le cubran la
vacante….. Hugo y Oscar me siguen buscando cada vez que estoy en la
ciudad, Oscar tuvo una hija mas con su mujer con la que sigue casado y
Hugo un niño de cinco años con una chiquilla de en ese entonces 15 años a
la que apenas estaba conociendo cuando la dejo preñada, ambos hermanos
notan el parecido de mis hijos con ellos, los he visto en varias ocasiones
pensativos y sacando cuentas, pero jamas se han atrevido a hacerme la
pregunta de manera directa, quieren mucho a mis hijos, ellos dos muy a
menudo los miman y le dan regalos caros desde que son pequeños y
nosotros todos juntos seguimos cogiendo por horas y disfrutando mucho de
nuestras escapadas en las narices de su madre, se que lo sospechan pero
supongo prefieren que las cosas sigan fáciles y yo también.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!