Inés, la primer mujercita con la cual tuve sexo
Inés, a sus 9 años me hizo conocer la dulzura de poseer a sexualmente a una niña.
Como inicié, Inés a sus 9 añitos me hizo conocer las bondades de tener sexo con una niña pequeña. Convengamos que yo tenía 13 años entonces. Hoy a mis 24 la recuerdo al igual que a varias de mis primas y amigas de ellas que pasaron por mis armas y de las que pude disfrutar hasta que me fui a estudiar a la Universidad.
Inés es la hija menor de nuestra vecina Josefa. Nos conocemos de toda la vida, cuando yo nací, Josefa ayudó a mi madre en casa, y por muchos años fue quien atendía nuestra casa. Inés tiene una hermana 2 años mayor, Silvia de 11 años, y un hermano un año menor, Tulio de 8 años.
Volvamos a Inés, siempre andaba rondando por casa, y principalmente en el verano, ya que en casa tenemos piscina y a todos nosotros nos gusta refrescarnos y jugar en el agua. El tema es que al ser algo profunda la piscina, nuestros mayores no solían dejar a los mas chicos meterse por miedo a que sucediera un accidente. Entonces yo al ser el mayor del grupo de niños y niñas de la cuadra, era el bañero encargado de cuidar a todos. Eso facilitó siempre las cosas, ya que sus padres siempre les recalcaban que debían hacer caso a todo lo que yo les dijera o pidiera. Obvio que eso era abrirle la puerta del gallinero al zorro.
Yo por ese entonces solo había tenido un par de besos con alguna chica del colegio pero nada más. Eso sí me masturbaba como loco, a veces hasta tres veces en el día. Era un chico calentón, vivía con el miembro duro. Y para colmo, cabe destacar que para mi edad tengo un pene bastante importante. Cuando en el gimnasio nos vamos a bañar, al desnudarnos es común observarnos unos a otros y la verdad es que mi pene es un poco más grande que el de todos mis compañeros. En otro relato contaré como gracias al tamaño de mi miembro, conseguí poseer el culito de un compañero de grado muy afeminado El.
La tarde en cuestión, estaban Inés, Tulio, Silvia, Joaquina, y Susan todos metidos en el agua y chapoteando mientras yo los miraba y cuidaba. Viene mi madre y me dice Pepo tengo que salir a hacer unas diligencias y volveré algo tarde. Por favor cuida bien a los chicos, que no vaya a pasar nada. Y se fue. Siguieron los chicos jugando y yo sentado en una reposera los observaba. Principalmente a las chicas. Silvia la mayor ya tenía un buen par de tetitas, y un cuerpo digno de admirar, un culito apetitoso, el mismo me permitió estimular mi lívido más de una vez mientras me masturbaba en su nombre. Susan una amiga de Silvia de su misma edad es más menudita, apenas sus pechitos se están rellenando, lo que si tiene es una boca muy generosa, que luego descubrí le da muy buen uso y con habilidad. Además es cariñosa y muy predispuesta. Y Joaquina de 10 años, que tiene un cuerpecito rellenito sin legar a ser gordo, pero es macizo, y su culo es portentoso para su edad. Me tentaba mucho poseerlo, pero no me animaba a seducirla, ya que no me daba mucha corte. Siempre se mantenía algo alejada de mí. Creo que su madre inculcaba mucho en Ella el que no se acercara a los chicos, pero al final la tentación de sus hormonas pudo más y terminó siendo otra de mis pequeñas amantes.
Tulio es un pequeño de muy buen físico para su edad, posee una cola preciosa. El es muy delicado, siempre lo descubría mirándome, y más de una vez mirándome el bulto de la entrepierna. Es que al yo mirar a las chicas jugar, me las imaginaba desnudas mamándome la verga, entonces la pija se me ponía dura y hacía un buen bulto en mi short de baño. Y eso lo estimulaba a Tulio, el que no dejaba de mirarme. Cada vez que yo tenía la verga dura, Tulio estaba mirándome el bulto. Cuando yo lo descubría, el se sonrojaba y bajaba la vista. Pero eso fue lo que me permitió intimar con Inés que de todas mis pequeñas amantes fue la primera en probar mis mieles.
Estaba recostado en la reposera mirando como jugaban, y de pronto descubro que a Inés, la bombacha de la bikini se le había metido entre sus glúteos, dejando al descubierto sus bien formadas nalgas. Inmediatamente me excité y se me comenzó a parar la verga. En eso estaba cuando veo que Inés resbala hacia atrás y se golpea con el borde de la pileta en la espalda, comenzó a llorar. Me metí al agua, la tomé de la mano y la hice salir de la pileta, enseguida se calmó el llanto. Los demás siguieron jugando en el agua. Inés se me acerca y me dice que le duele mucho la espalda, la observé y tenía un raspón, por lo que le dije que fuéramos al baño que la curaría. La niña esbozó una sonrisa y muy contenta se dirigió al baño conmigo detrás. Mientras caminábamos hacia el baño podía observar su culo en primer plano con la malla metida en la raja. Más me excitó esa imagen. Entramos al baño y yo cerré la puerta detrás nuestro, con el pretexto de que no molestaran mientras la curaba. La puse de frente al espejo, con su pancita apoyada en la pileta, y le pido que por favor se saque el corpiño de su malla ya que el raspón se lo hizo el broche del mismo y debía curarla ahí. Sin mucha vergüenza simplemente procedió a sacárselo y quedaron frente a mi por el espejo esos hermosos pechitos en crecimiento. Sus pezones oscuros parecían clamar por mis caricias. Tomé agua oxigenada y unas gasas y procedí a limpiarle la herida que era simplemente un raspón. Pero en mi plan de médico debía darle importancia. Luego le pasé una crema antibiótica, Inés muy agradecida por los cuidados que yo le brindaba estaba relajada. Con el pretexto de revisarla bien, me acerqué bien a su trasero y apoyé la verga dura entre sus glúteos mientras le corría su cabello hacia un lado y a otro y la acariciaba. Por el espejo me miró y cerró los ojitos, pasé las manos por debajo de sus brazos y acaricié sus tetitas apreté suavemente sus pezones y ella echó la cola hacia atrás buscando más contacto con mi miembro. Bajé una de mis manos y le fui acariciando la pancita hasta llegar a su pubis, pronto mis dedos encontraron su rajita apretada, y suavemente hurgué en su vagina, hasta encontrar su clítoris que ya empezaba a ponerse durito. Ella abrió un poco las piernas y facilitó el acceso de mi mano. Mientras mi verga seguía incrustada entre sus glúteos. En un momento me hice hacia atrás y me bajé el short liberando mi miembro, el entrar nuevamente en contacto con sus nalgas, esa piel suave, saber que tenía la pija entre las nalgas de una mujercita, me tenía muy excitado. Aproveché la docilidad de Inés y le fui bajando su bombachita sin que la niña opusiera resistencia alguna. Agachándome un poco, me dio la altura justa para incrustar mi verga entre sus piernas y desde atrás poner la cabeza de mi pija entre sus labios vaginales, ella solo suspiró y se abrió más de piernas. Yo no lo podía creer, estaba en el séptimo cielo, inicié un movimiento de vaivén que pronto me tuvo al borde de acabar, pero me resistí, para esto Inés estaba toda sonrojada, suspiraba fuerte y se le escapaba uno que otro gemido, su vagina resumía flujos que ya inundaban mi pija, la volvieron resbalosa. Mientras seguía masajeando su clítoris, de pronto con un largo suspiro siento como Inés comienza a temblar, me dice Pepo me hago pis, y de pronto acabó. Eso me volvió loco, y por instinto de cuidarla, me retiré de su conchita pero estaba como loco de caliente, y sin tener mucha conciencia de lo que estaba haciendo, con las dos manos abrí sus glúteos, apoyé el glande en su esfínter y presioné, se vio sorprendida y como estaba relajada luego de su orgasmo, la punta de mi verga se incrustó en su ano, Inés pegó un gritito, yo me quedé quieto sin saber bien que hacer. Pero eso permitió que la niña aceptara la punta en su ano. La acariciaba y comencé a explicarle que ella me tenía muy excitado, que ya no aguantaba más el dolor en mi pene, y que ella debía hacer algo para que el dolor se me vaya. Con la cabeza dijo que sí, yo empujé un poquito más pero la verga no entraba y ella sufría el dolor.
Me dice que se la saque que le duele mucho. Le hice caso y se la saqué, ella suspiró aliviada. Se da vuelta y me enfrenta, desnudita así es una preciosura, mi verga erecta le llega al medio de sus pechos, la atraigo hacia mí y la abrazo y le pido disculpas si le hice doler, Inés me sonríe, todo está bien, pero mi pija sigue dura como un caño. Y se me ocurre pedirle un favor, para que no me duela más la verga ella debe chuparme la verga, así se me pasaría el dolor. Al principio no le agradó mucho la idea, pero luego solo estiró su mano, tomó mi palo por el tronco, se agachó un poco y se metió la cabeza de la pija en la boca. No sabía como hacerlo, yo había visto un par de pornos, por lo que la aleccioné como debía mamar una verga. Inició una linda mamada, con la que se fue entusiasmando y pronto ya se metía media verga y me masturbaba mientras me la chupaba, finalmente llegó el momento en que mi semen estaba a punto de explotar, se lo hice saber , la tomé de la cabeza y no la dejé sacarse la pija de la boca, se la metí lo más adentro que soportó sin hacer arcadas y le llené la boca de semen, el cual Inés tragó sin derramar una gota. Luego cuando dejó de salir lechita, lo lamió con ganas hasta que mi verga quedó flácida en su mano. Todavía se dio el lujo de sacudirla un par de veces y casi inicia una paja. La niña es oficiosa y le gusta el sexo. Nos vestimos nuevamente y salimos con rumbo a la piscina donde estaban nuestros amigos. Le pedí que no contara nada, por que sería un problema. Me juró que con Ella el secreto estaba seguro y sonriendo se dirigió a la pileta. El resto de los chicos ni siquiera nos tuvieron en cuenta, salvo Tulio, al que no se le escapa nada. Me quedó mirando, y luego a su hermana. Se puso colorado y bajó la vista. Obvio que sospechaba que algo había pasado. Pero esto es motivo de su correspondiente relato.
Promete mucho esta rica historia
Super rico y tierno niños que inician en el sexo, apoyo total a fomentarlo. Mojadísima quedé ❤
Verás cómo sigue, pero si eliges que alguna señora se sume y le chupe el picho o el nene se la coja aparte de las nenas, sería una belleza.