Infidelidad III: Secuelas y daño colateral.
Cuando parece que todo va bien, la onda expansiva alcanza a la pareja, el esposo es un toro cornudo, ahora será la esposa una vaca con cuernos..
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Infidelidad III: Secuelas y daño colateral.
A pesar de tener acceso a todo, en ningún momento revisé sus comunicaciones, siempre estaba en casa, sabía cuando salía, a dónde iba y con quién estaba, no creí necesario revisar nada más.
No fue un error, no hubo una recaída, sin embargo, detrás de nuestra vida amorosa llena de felicidad por la próxima llegada de nuestro primer hijo, oculto en la distancia se gestaba una situación que vendría a alterar nuestra paz.
A la 11va semana de embarazo recibí una llamada de mi esposa mientras trabajaba, sonaba un poco alterada al teléfono y me pedía ir a casa lo antes posible.
Al llegar noté una van estacionada frente a la casa, dentro había una mujer que me veía de una forma extraña, algo entre enojo, dolor y condolencia.
Quise entrar a la casa pero estaba cerrada a cal y canto, nunca cerramos la puerta del garaje, por primera vez desde que vivimos aquí use la llave para abrir y encontrar a mi esposa sentada en el sillón, nerviosa y con síntomas de haber estado llorando.
Apenas me vió se tiró a mis pies diciendo entre lágrimas y llanto que ella ya habían cortado toda comunicación, que no lo había visto desde entonces, juraba que no había vuelto a hacer nada malo, “es todo un error”, “tal vez ella confunde las cosas”.
Me costó trabajo calmarla, tuve que arrodillarme frente a ella para abrazarla, darle besos en su cabeza pidiéndole que antes de seguir se calmara “piensa en el bebé, esto no es sano para él”.
10 minutos enteros de sollozos, 10 minutos en que una mujer tocaba a la puerta exigiendo abrieramos, “quiero hablar, quiero respuestas”, “¿Tu esposo sabe de todo esto?”, “No me iré hasta que no abran y hablemos”.
Su tono variaba entre alterada al borde del llanto y enojo, supe quién era hasta que mi esposa se calmó y me dijo
Ea: Es la esposa de EX, encontró mensajes en su teléfono, me encontró en Walmart y me abordó, salí corriendo pero me siguió a casa… Quería llamar a la policía pero esto se haría más grande…. Tengo miedo.
Eo: Muéstrame tu teléfono.
Accedió sin reparo, no fue necesaria una contraseña, tiene mi rostro registrado y se abrió de inmediato. Contrasté con mi app espía y no encontré registro de aplicaciones descargadas y eliminadas, revisé todos los servicios de mensajería en su celular y no encontré nada nuevo, cabe mencionar que le pedí dejar todo exactamente como el día que la confronté, mensajes, archivos, historial de llamadas.
Revisé el registro de llamadas y mensajes, y no encontré nada fuera de lo normal, coteje con el registro de mi celular y efectivamente, no había nada. Aclaré que no dudaba de ella, solo quería tener todo despejado, ninguna duda, necesitaba esa claridad, pues le daría a esa mujer lo que pedía, hablaría con ella.
Eo: Sé que dices la verdad, ve a sentarte en mi sillón, yo me encargo, no tengas miedo, yo te voy a cuidar.
Obediente mi esposa se sentó en donde le dije. Escogí esa zona porque es la más alejada del sillón de dos plazas donde pensaba sentar a la esposa del ex (EaEx), que por cierto, seguía insistiendo en la puerta.
Cuando abrí de su boca salió una escueta presentación y bastante veneno.
EaEx: Hola que tal, muy buenas tardes, soy la esposa de EX, el hombre que se ha estado cogiendo a tu esposa los últimos 4, casi 5 años, ¡Mucho gusto!.
Creo que sé sorprendió ante mi extrema calma, esperaba verme cuestionar a mi esposa, incredulidad, enojo o algo, pero no, le respondí con un “Mucho gusto, estoy al tanto de la situación, por favor, pase”.
Confundida por mi respuesta aceptó que la guiará hasta el sofá donde tendría el control total de la situación. Pobre mujer, no se esperaba nada de eso, me tomé mi tiempo y con lujo de detalle le describí todo de la aventura, absolutamente todo.
No daba crédito a lo que escuchaba, me miraba atónita ante la realidad, yo lo sabía con lujo de detalle, incluso más de lo que ella sabía, conocía fechas, lugares, tiempos, como eran los coitos, marcas de condones, incluso le describí la forma del pene de su esposo, lo creativo que podía llegar a ser, incluso le hablé sobre las excusas que él le daba.
Boquiabierta por la revelación tan exhaustiva comenzó a llorar de rabia, particularmente con la parte en que su esposo había probado mi semen directo de la vagina de mi esposa y por ende, ella también.
Intentó abalanzarse para agredir a mi esposa, no podría estar más agradecido por todo el ejercicio, si, era divertido mover a mi esposa como una muñeca inflable sobre mi verga, pero contener a esta mujer que pudo haber puesto en peligro la integridad de mi hijo en gestación fue más satisfactorio.
Entre su peso y fuerza pensé que me arrastraría, no obstante, la sujete bien desde atrás por sobre su hombro y cintura conteniendo su esfuerzo, incluso pude guiarla hasta la pared más cercana para someterla sin hacerle daño quedando frente a frente en total control de la situación.
Gritaba histérica recriminando cómo es que podía permitir que mi esposa se acostara con otros y viviera tan tranquila en mi casa, aunque eso no fue lo único que dijo.
De su boca salieron tantas palabras hirientes que pudieron haber destrozado a cualquiera, soporte el asalto verbal gracias a que estaba bien con todo lo que había pasado, lo había soltado y simplemente decidí seguir adelante.
En algún momento se quedó callada aferrada a mi camisa llorando amargamente, dejé de sujetarle para abrazarla en un intento de transmitir confort.
Mi esposa nos observaba atenta desde el sillón, no recuerdo cómo pasó ese cruce de miradas. Lloraba, abrazando su vientre, pude ver culpa, arrepentimiento y remordimiento en su rostro. En ese momento entendía el peso de sus acciones, no solo me afectó a mi, afecto a otras mujeres, en este caso, una mujer con hijos.
EaEx se calmó del todo y en un hilillo de voz me preguntó “¿Cómo lo hicieron? ¿Cómo superaron esto?”.
Armado de valor me incliné para susurrarle al oído, era consciente que mis palabras podrían calar sus futuras decisiones, aún así, le solté todo con una voz grave.
Eo: Nos costó mucho, terapia, tiempo, lágrimas, dolor, al final decidimos considerar el matrimonio abierto, ella YA tuvo lo suyo, ahora es MI turno.
Mi esposa no alcanzó a escuchar lo que le dije, aunque seguro se dió cuenta porque EaEx puso la misma cara de asombro que al inicio.
EaEx: … ¿No sería mejor… Divorciarse?
Eo: La situación es compleja, aún nos amamos lo suficiente para rescatar lo nuestro.
EaEx: Pero… ¿Está ella de acuerdo?
Eo: Fue ella quién lo propuso.
EaEx: Ustedes… Me dan asco.
Eo: Entiendo, pero nosotros aún tenemos un matrimonio, por lo que veo, pronto ya no lo tendrás.
EaEx: Debería matar a la perra que tienes por esposa.
Eo: Esa perra, está embarazada de mi hijo… No te lo voy a permitir.
EaEx: ¿Estás seguro que es tu hijo?
Con esa frase se retiró como un huracán de la casa dejando a mi esposa devastada y llorando en mis brazos hasta quedarse dormida.
Tres días después mi esposa me dijo que teníamos una cita para realizar una prueba genética de paternidad no invasiva honrando parte del acuerdo.
No tenía intención de hacer valer ese acuerdo, fue ella sola, motivada por EaEx, la que agendó la cita.
Al quinto día del incidente tuve una visita en el trabajo, me sorprendió porque nunca tengo visitas. La hice pasar y para mí sorpresa era EaEx.
Sin la presencia de mi esposa EaEx y yo pudimos tener una conversación más extensa, tranquila y llena de explicaciones.
Cotejamos mensajes y así me enteré que Ex seguía enviando mensajes, preocupado por la abrupta interrupción de sus actividades extra matrimoniales.
Esos mensajes estaban cargados de miedo ante la posibilidad de que yo me hubiese enterado, que ella esté embarazada y decidió poner el pausa todo o que simplemente se haya aburrido de él. Le demostré a EaEx que mi esposa no había recibido esos mensajes porque él fue bloqueado de todos lados el día en que confronté a mi esposa.
La conversación fluyó entre asombro, curiosidad y café, 40 minutos, lo que dura mi tiempo de comida, de intenso intercambio de datos. Hubo cierto grado de enojo por el trato que mi esposa le daba a su esposo, enojo hacía su esposo que permitió que lo trataran así a cambio de tener las migajas y “sloppy seconds” que lamentablemente le tocó compartir muchas veces.
Antes de seguir quiero tocar un poco el tema de la apariencia de EaEx, supongo que todo mundo, aún fuera de los estados unidos sabe lo que es una Chuby o Curvy Girl. EaEx está en medio de esos dos términos, no es una gorda obesa, pero definitivamente entra en el rango de las mujeres con sobrepeso, tan alta como 6 pies 1 pulgada, el equivalente de 1,85 en metros. No dejes que su estatura y grueso de su panza te intimide, lo que debería intimidarte es su enorme par de senos y glúteos o lo pícaro de su cara que asusta cuando está enojada.
EaEx: Ok, ya escuche todo… !Quiero hacerlo¡ No hay forma en que te niegues, la puta zorra que tienes por esposa me lo debe… Y les quiero dejar algo muy claro, !VA A SER BAJO MIS CONDICIONES!.
Si, así como lo leen, EaEx me propuso, quiero decir, demandó tener nuestra propia aventura en venganza a lo que nos hicieron con algunas variantes…
No hay uso de preservativo (es alérgica).
Me puedo venir adentro (ya no puede tener hijos).
Nos veremos 2 horas todos los lunes en un motel que yo pagaré.
Los besos y sexo oral ambos sentidos está permitido.
Mi esposa se quedó en blanco cuando la puse al tanto de la situación, sobre todo cuando le dije que quería hacerlo. Ya se los dije, nunca he estado con otra mujer que no sea mi esposa, ella es esbelta y le dedica mucho tiempo a su persona, uno de mis “tefiches” o “curiosidad por experimentar” es estar con una mujer al natural, y no me refiero al sexo “crudo”, me refiero a una mujer con un cuerpo natural desgastado por la edad, el trabajo y los hijos.
Me miraba atónita, realmente era incredulidad, no asimilaba que quería estar con una mujer que en términos de belleza era brutalmente apaleada por mi esposa, sí, tiene unos senos y glúteos enormes, pero no son firmes, están caídos y tiene algo de celulitis o piel de naranja, si a todo eso le sumamos que es caucásica y el paso del tiempo se le nota más, el híbrido látino/caucásico que representa mi esposa, habiendo heredado lo mejor de ambos mundos, es un 10/10, mientras que EaEx es apenas un 4 o 5/10, salvada por su estatura que ayuda a disimular un poco su sobrepeso.
A pesar de su escepticismo ante mi decisión a participar aceptó sin mayor renuencia, incluso estuvo de acuerdo con sus condiciones afirmando que era justo “Al menos una de las dos partes afectadas están de acuerdo” y “Se lo merece por seguir buscándome”.
Ese fue el último cambio respecto a la 2da etapa de mi matrimonio, pero no me apetece terminar este capítulo aquí, quiero compartirles lo que sucedió el lunes entre las 10 de la mañana y las 12 del mediodía en un hotel de paso ubicado en un punto intermedio entre mi casa, la casa de mi nueva amante y mi trabajo.
EaEx llegó puntual a la cita con un vestido amarillo ceñido, nada estrafalario o llamativo, un sencillo vestido amarillo que se le pegaba a su gordito cuerpo, sobre todo en sus enormes glúteos y senos que luchaban por mantenerse en su lugar ayudados por el brasier de encaje de victorias secret.
Dentro de la habitación nos tomamos un momento para conocernos compartiendo una botella de vino, parece ser que hasta el día en que se enteró su vida era perfecta, un esposo cariñoso, buena intimidad, no con tanta frecuencia como quisiera, pero era buena, dos hermosos hijos, una casa bonita.
Descubrir la infidelidad de su esposo le partió el corazón, pero nuestros encuentros previos le hicieron replantearse algunas cosas, la fidelidad fue una de ellas.
EaEx: Tengo 14 años con él, le di mis mejores años a él y solo a él, confieso que no llegué con nada virgen a la relación, pero él tenía un historial bastante más amplio que el mío.
Eo: Dímelo a mí, nunca he estado con otra mujer… Te confieso que me siento nervioso.
EaEx: Eres un hombre muy bien parecido, con un cuerpo que intimida, unos brazos que invitan a dejarse abrazar, estoy convencida que tu esposa te dio la oportunidad perfecta, y a mí mi esposo, confieso que tengo muchas ganas de sentirte dentro, que por cierto, no hay restricciones, pídeme lo que quieras, te lo daré, solo te pido una cosa, no hagamos comparaciones, no caigamos en el juego de tu esposa, solo disfrutemos esta experiencia y las que vengan.
Sentir las manos de otra mujer que no era mi esposa resultó no sólo placentero, sino también interesante “exfolie mis manos para tí, tengo otros detalles que espero te gusten” me dijo tocando mis manos y antebrazo.
Está mujer estaba avanzando con su estrategia y pensaba no darme tregua, porque sin darme tiempo a reaccionar pasó su otra mano por sobre mi paquete y muslo, causando una reacción en mi pene casi de inmediato.
Es evidente que no soy virgen, pero las primeras veces con mi esposa fueron diferentes, repetí en mi cabeza y la cité ‘solo te pido una cosa, no hagamos comparaciones’. Decidido a no ir por ese camino cerré los ojos y dije en voz baja ‘solo disfrutemos esta experiencia’.
Antes de abrir los ojos sus carnosos labios se posaron en los míos en un piquito tímido, prolongado, un beso inocente que era el preámbulo a una vorágine nueva de sensaciones.
El pico se transformó en un beso apasionado gradualmente, risas de ambos acompañadas de exhalaciones cortas y a veces profundas. Sus manos me tocan por sobre la ropa, debajo de mi vestimenta mis pezones erectos, firmes como piedra, se deleitan con la atención, mi pene, firme como soldado sufre encerrado por la truza y el pantalón, fieros aliados que le impiden explayarse.
Nuestras lenguas danzan en una batalla endemoniada que no tiene perdedores, salí de mi letargo recorriendo su suave piel y no tan firmes carnes, descubrí que lo rollizo tiene su encanto, particularmente en el tema de la temperatura.
Debajo del vestido amarillo, que se mojaba con su sudor, el calor de su entrepierna me alcanzó, delatando su deseo con el dulce aroma del néctar de su flor que llego hasta mi nariz.
Usando mi recién adquirida musculatura, jalé toda su voluptuosidad con fuerza hasta sentarla en mi regazo con las piernas bien abiertas de par en par arrancando un grito de sorpresa por el alarde de fortaleza.
Visiblemente estimulada rompió el beso para verme a los ojos, sus brazos rodeando mi cuello, ardía en deseo, su temperatura y fluidos la delatan.
Retomó el beso y las caricias que ahora tenían un doble objetivo, colmarme de afecto y desvestirme. Le di ventaja porque yo había venido al encuentro con bastante más ropa que ella, camisa, playera, corbata, cinto, pantalón, boxer, calcetas y zapatos, mientras que ella tenía brassiere, tanga, vestido y sandalias.
Una a una fueron cayendo las prendas, primero mi corbata que uso para taparme los ojos y besarme profundamente, en esos momentos de penumbra mis sentidos se agudizaron, sin comparar, fue uno de los mejores y más deliciosos besos que he recibido en mi vida. Su lengua haciendo el amor con la mía, el tibio tacto de sus manos en mi nuca, el calor que emana de su cuerpo transmitiendo deseo.
La camisa cayó con facilidad, “Oh Dios mío, ve el tamaño de estos brazos… Y tu pecho lleno de vellos, taaan masculino…” Ahora hay mas de mi para tocar, mientras ella se deleita con mi cuerpo yo me doy un festín con sus enormes nalgas flácidas, suaves, esponjosas.
Me olvidé de todo y me dejé llevar, esta será la segunda mujer con la que esté y no quería nada que me distrajera o me impidiera disfrutarla. Ella seguía en lo suyo tocando mi cuerpo, mis abdomen a medio trabajar, los oblicuos escondidos debajo de un poco de grasa, la playera desapareció junto con la corbata devolviéndome la vista, creo que era muy obvio mi deseo porque se mordió el labio inferior al ver mi rostro al descubierto.
Mientras ella me saboreaba yo levanté el vestido hasta descubrir sus nalgotas, me llevé una grata sorpresa al notar que tenía una tanguita metida en su raja de la cuál tiré metiéndola en su empapada vagina. Ver su rostro de sorpresa y gusto fue una delicia, un regalo de los dioses, entendí que soy un hombre creativo a la hora del sexo, tengo ocurrencias pícaras a cada momento, ideas que hacen mas divertidos los encuentros sexuales mejorando la experiencia para ambos y esto no lo digo yo, lo leí en el diario de mi esposa y EaEx me lo reiteró.
EaEx: Aaah, eres un hombre muy atrevido y ocurrente.
Eo: Hago lo que puedo.
Fundidos en un beso dejamos nuestras manos recorrer nuestros cuerpos, el mismo acto coital de siempre, diferentes actores, diferentes pieles, aromas y sabores, frente a frente, los dos intérpretes de esta obra disfrutamos del momento tan íntimo, cortesía de nuestras parejas.
Su vestido subió hasta descubrir su lencería blanca de encaje, recorrió con sus manos desde mi cuello, pectorales y abdomen hasta llegar a mi cinto para desabrocharlo con una maestría tal que muchas mujeres envidiarían.
EaEx: No vayas a pensar que tengo mucha experiencia desvistiendo hombres, es lo que me dejó años de lidiar con pañales, seguros contra niños y un esposo que usa cinturones estrafalarios.
Eo: Tranquila, no juzgo.
Me regalo una sonrisa pícara que acentúa la belleza de su rostro, mencioné que tiene un rostro que refleja bastante bien cuando está enojada, debo complementar esa descripción agregando que también refleja deseo, lujuria, pasión, EaEx tiene un rostro muy expresivo que causa una primera impresión negativa hasta que la tienes en lencería, sobre tus piernas, caliente, mojada y dispuesta a compartir las mieles de su cuerpo.
Mientras pensaba en lo afortunado que era de tener la oportunidad de experimentar con una mujer como esta sus dedos se movían con destreza desabotonando el pantalón y deslizando el cierre. El peso y volumen de su cuerpo no le impidió liberar mi duro pene, todo eso sin dejar de besarme, es decir, a “oscuras”.
Abrazar su carne era algo nuevo para mí, mi esposa es esbelta y es el único cuerpo que había tenido a mi disposición, mis manos no sabían qué hacer con tanta carne, pese a ser curvy no tenía esas enormes lonjas que algunas mujeres gorditas tienen, ella es una única masa de grasa que se erizaba ante el roce de mis ásperas manos.
En ese momento tenía solo mis pantalones ya desabrochados y mis trusas, lo único que cubría su cuerpo era su ropa interior blanca de delicado encaje la cual moría de ganas por arrancarla para conservarla como trofeo. Me contuve con toda la fuerza de voluntad de mi ser ayudado por mis dedos que exploraban la línea de sus nalgas hasta su vagina.
No tienen idea de la hermosa sorpresa que me lleve al sentir todo el camino depilado y despejado.
Quería estar con una mujer de verdad, con estrías, llantitas, celulitis, labios vaginales flácidos por dar a luz dos hijos, no obstante me encontré con una mujer extremadamente limpia, el olor natural de su cuerpo es exquisito, ni una sola estría, una sola lonja que la hacía verse adorable, glúteos grandes, flácidos y suaves sin rastro de piel de naranja. Emocionado por encontrar semejante tesoro mi miembro babeaba mojando su vientre.
EaEx: Ooou, parece que tu amigo ya está listo, duro, caliente, el pobrecito bebé está llorando, ¿Debería bajar a darle besitos?
Eo: Sí por favor, necesita que le des muchos besitos antes de recompensarte con una buena descarga de leche caliente.
EaEx: Humm, entonces recuéstate, voy a quitarte los pantalones… Por cierto, es grande, un tamaño más que decente, no tendré problemas en manejarlo por cualquier agujero, solo, se amable ¿Ok?
Eo: ¡Por su puesto!
Me quitó el pantalón, la truza y calcetas mientras me dejaba acostado sobre una pila de almohadas, reclinado para mayor comodidad y una visibilidad óptima. Ambos somos caucásicos ojos azules, yo soy castaño y ella es rubia. Amarró su dorada cabellera para que no le estorbara,
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