INICIO DE UN INTERCAMBIO
Después nos reencontramos habiéndonos vestido con ropa muy ligera incluso mi blusa era tan transparente que se podían apreciar mis hermosos pezones..
Comenzaré explicando que soy una mujer de pechos pequeños por eso se mantienen en su lugar, y precisamente esto fue lo que provocó un incidente sexual en nuestra vida de pareja como nunca había sucedido. Mi marido tiene un gran amigo desde hace tiempo llamado Enrique, que vive obsesionado con mis pechos, y lo he pillado en varias ocasiones observando mi escote, clavando su mirada, lo cual me hace sentir un poco incómoda, aunque nunca me atreví a contárselo a mi marido.
Una vez en una reunión en casa, yo estaba en la cocina, y él entró a buscar una cerveza estando algo bebido, y se acercó a mi espalda e hizo un comentario sobre lo hermosos que eran mis pechos, y que de seguro mi marido los disfrutaría tremendamente.
Pues bien, quiero relatar lo que sucedió recientemente. Enrique nos propuso a mi marido y a mí, pasar el fin de semana en su casa de campo cerca de la playa. La idea era estar cuatro días para disfrutar del ambiente y la naturaleza ya que esa zona es un lugar muy tranquilo y paradisíaco. El primer día llegamos y todo se desarrolló con normalidad. Sin embargo, por la noche, vi a mi esposo algo agitado. Él y Enrique estuvieron hablando, según me conto mi esposo, le había propuesto hacer un intercambio de parejas y agrego que el amigo y su esposa ya lo habían hecho y estaban familiarizados con el tema.
Por separado estuvimos pensando la propuesta y finalmente a mi marido le atrajo la idea y solo quedaba mi consentimiento. Mi esposo sabía que Enrique sentía cierta atracción por mí, y a él le gustaba la mujer de su amigo, y me dijo que sería una experiencia nueva que podríamos intentar. Yo no lo tenía nada claro, pero mi marido me comentó que yo no tendría que hacer nada que no quisiera, y además estaríamos cada pareja por su lado, para no intimidarnos.
Lo estuve pensando. La verdad, no estaba muy convencida, pero acepté porque vi a mi esposo entusiasmado, y en definitiva ya tenía más claridad respecto sobre lo que podía o no pasar con Enrique. Así que, en la tarde, mi marido y Marian (la mujer de Enrique), se fueron a dar un paseo por la playa, y yo me quedé a solas con Enrique.
Aunque al inicio estaba nerviosa, Enrique me tranquilizó al notarlo, y me dijo que no pretendía tener sexo conmigo, pero que le apetecía otro tipo de cosas como tocar mis pechos con los que tanto fantaseaba. Y con mi permiso una de sus manos se posó plácidamente sobre mis pechos y comenzó a palparlos sobre la ropa al tiempo que iniciábamos una conversación algo morbosa.
– Me encantan tus pechos Rebeca, lo sabes – decía mientras notaba como sus manos me tocaban y yo me dejaba hacer – sabes que siempre me has gustado, tienes un cuerpo impresionante y siempre he deseado tener tus pechos para mí – proseguía…
Su mirada hipnótica permanecía posada sobre mi escote. En un momento dado, decidí abrir mi blusa y sacar mis pechos para que pudiera tocarlos mejor. Pese a que Enrique no era el hombre de mis sueños, aquella situación tenía una carga erótica que poco a poco se estaba apoderando de mí, y la curiosidad y el dejarme hacer de otro hombre distinto a mi marido me fue excitando y sin darme cuenta cierta calentura se fue apoderando de mí. El tacto de sus manos y su forma de tocarme eran nuevas, y sus movimientos parecían ansiosos, desesperados. Amasaba mis pechos y los levantaba como si evaluase su peso jugando con ellos como le apetecía.
Tras unos instantes de juego, finalmente se decidió y comenzó a chupármelos. De pronto noté como sus labios hacían presa a mis pezones y como su lengua jugaba con ellos, un respingo de placer recorrió mi espalda. Comenzó a besarlos, lamerlos y de nuevo succionarlos, pasando de uno a otro, con una hambre voraz que me excitó. Aunque mi cabeza estaba absorta en aquel placer inesperado, miré a mi alrededor, no había nadie, solo Enrique y yo, y su apetito por mis pechos que succionaba con lujuria. Recuerdo sentir el calor de su boca y como su saliva empapaba mis senos.
En un momento determinado, se incorporó y me hizo una petición que ya esperaba.
– Déjame follarte las tetas – fueron sus palabras exactas – quiero poner mi verga entre tus pechos y sentir como la aprietan
Aunque ya lo había hecho con mi marido, escuchar esa propuesta de otro hombre fue bastante impactante.
– Está bien – accedí – aunque con una condición
– Dime, ¿cuál es? – preguntó intrigado
– No quiero que termines sobre mí, tan solo te apartas y terminas a un lado – le dije
– Está bien, no hay problema – Aceptó Enrique
De esa forma, comenzó a quitarse su pantalón, y fue así como vi aparecer su pene totalmente erecto y brillante ante mí. Eso me hizo sentir rara, sería difícil de explicar, ya que llevaba mucho tiempo sin ver un pene distinto al de mi marido. Pude notar que el de Enrique era más grande y grueso. Toda aquella situación se tornaba más y más morbosa por instantes.
Dejé caer saliva entre mis pechos para lubricarle el camino a Enrique. Verlo acercarse a mí con su pene erecto tan cerca de mi cara fue excitante. De pronto lo sentí acomodarse entre mis pechos, y pude confirmar así el mayor grosor de su pene. Con mis manos apretaba mis pechos contra su pene que se deslizaba entre ellos con movimientos rítmicos como si efectivamente me estuviera follando. Observe su cara de excitación, lujuria y fascinación por haber logrado cumplir una fantasía largamente soñada y que ahora era real. Tenía su enorme pene erecto entre mis pechos y se los estaba follando. Ahora mis pechos eran suyos por fin.
Yo notaba toda la dureza de su miembro y lo dejaba hacer cual chiquillo caprichoso que me usara como juguete sexual. Verlo tan satisfecho de alguna forma me gustaba. Estuvimos así unos instantes hasta que, sin previo aviso comenzó a eyacular lejos de mi conforme a lo acordado.
Tras eso, esperamos que mi marido y la esposa de Enrique volviesen. Nadie habló de lo sucedido con la otra pareja, ya que era una de las reglas que habíamos acordado. Lo que, si es cierto, es que, por la noche con mi marido, tuvimos una de nuestras mejores noches de sexo, por toda la excitación lograda aquel día con las nuevas experiencias sexuales derivadas del intercambio de pareja. Sin embargo, el paseo solo estaba empezando, y aquel juego era algo que se iba a ampliar en los días siguientes.
Al otro día fuimos caminando al pueblo a almorzar y lo acompañamos con unas copas, esto se extendió hasta el final de la tarde, donde vino un poco de música en vivo que nos animó a seguir hasta algo más de la diez de la noche cuando decidimos regresar.
Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo; Enrique me tomo por la cintura para caminar a casa y mi marido se unió a Sofia y fuimos transitando por un sendero peatonal rodeado de naturaleza lo cual daba una sensación muy romántica parecido a cuando éramos jóvenes. Mi esposo y Sofia caminaban adelante un poco más rápido que nosotros de manera que a mitad de camino los perdimos de vista, lo que nos hizo sentir solos en medio de la noche
Aunque hasta ese momento tenía inquietud sobre lo que pudiera suceder a futuro entre mi marido y Sofía, no me detuve a pensarlo demasiado, porque sabía del amor que mi esposo siente por mí y este juego sería algo pasajero.
Estando en medio de la naturaleza y experimentando los besos y las caricias que me daba Enrique la excitación fue subiendo y cuando él acaricio mi coño no pude resistir el deseo que me penetrara en medio de aquella hermosa noche. Nos salimos un poco del camino, Enrique me recostó conta un árbol y me lleno de besos y caricias hasta sacar mis senos al aire para besarlos, acariciarlos y morder con suavidad mis pezones, lo que elevo al límite mis deseos, entonces le confese que deseaba que me follara allí mismo y él, sin necesidad de repetírselo dos veces metió sus manos por debajo de mi falda y me retiro el panty, a continuación soltó el cierre de su pantalón y lo bajo hasta las rodillas apareciendo su deliciosa verga que deseaba tener dentro de mi cuerpo.
Mi coño estaba super lubricado de manera que apenas Enrique acerco su verga a mi pelvis la pudo comenzar a deslizar una y otra vez a todo lo largo de mi sexo hasta que le dije que la quería toda adentro y él dirigiéndola al punto correcto comenzó una deliciosa penetración y yo para facilitarla, adelante mi pelvis y separe mis piernas cuanto pude para que esa enorme verga entrara en mi coño, al principio fue difícil que entrara pero con la persistencia mutua ingreso el glande y para mí fue como si fuera la primera vez en que perdí la virginidad, a continuación, poco a poco se fue adentrando en mi coño la verga de Enrique, gracias a mi abundante lubricación, hasta que toco fondo y yo pegue un sobresalto. El me pregunto si sentía dolor, le dije que un poquito, pero en verdad esa verga me estaba partiendo en dos, sin embargo, mi deseo y excitación encubrían cualquier dolor.
Luego el saco un poco su miembro y solo con la mitad comenzó a entrar y salir y empecé a disfrutar una sensación tan maravillosa que antes de tres minutos estaba alcanzando un orgasmo espectacular que me hizo perder el sentido por unos segundos.
Recuperada de mi fogosa interacción con Enrique, él me pidió diera la vuelta para ofrecerle mis nalgas y estando así inclinado mi cuerpo hacia adelante él volvió a penetrarme, me tomo por las caderas y me follo como le dio la gana hasta el punto que no aguanto más y me dijo… me corro, me corro, le dije… hazlo adentro y me dejo toda su carga en mi coño, a continuación, estuvimos pegados un par de minutos y luego recompusimos nuestras ropas y continuamos el camino.
Enrique me dijo que lo había disfrutado al límite y yo le ratifique que me había encantado sentir su verga dentro de mí, además me fascinaba sentir mi concha llena de su semen.
Al llegar a casa mi esposo y Marian estaba sentados en la escalera de la entrada y enseguida vino la pregunta de Marian, ¿se extraviaron? Y Enrique le salió al paso diciendo, estábamos admirando la naturaleza en esta maravillosa noche. No obstante Marian lo miro con cara de picardía, le guiño un ojo y soltó una carcajada.
Enrique nos invitó a seguir y trajo copas y una botella de vino y dijo… he guardado este vino para un momento especial y creo que este es el preciso. Ya habíamos bebido bastante, todos estábamos muy alegres y desinhibidos y Marian tomo la iniciativa preguntando… ¿no tienen calor? Enrique dijo… si, la caminada desde el pueblo me acaloro y voy a tomar un baño e igual hicimos todos, cada uno con su pareja.
Cuando me desnude para entrar a bañarme, se deslizo por mi pierna parte del semen que me había dejado dentro Enrique y mi esposo lo noto y enseguida me dijo… Creo que por el camino te atendieron muy bien tu coñito. Entonces como no había nada que negar le confese que efectivamente habíamos follado con Enrique y agregue… tengo mi coño en candela porque Enrique tiene una verga enorme. Y mi esposo con su humor acoto enseguida… espero no me haya ampliado demasiado mi rincón favorito, los dos reímos y pasamos a bañarnos.
Desde luego con la conversación previa nos excitamos y disfrutamos del sexo bajo el agua, pero teniendo en cuenta que mi coño aún estaba algo resentido mi esposo me tomo por la espada y su verga penetro mi culo, mientras su mano acariciaba mi clítoris logrando los dos disfrutar de una excitación a fondo.
Después nos reencontramos habiéndonos vestido con ropa muy ligera incluso mi blusa era tan transparente que se podían apreciar mis hermosos pezones.
La reunión se desarrolló en medio de comentarios picantes y mucho licor, de manera que a media noche todos estábamos super excitados con deseos acumulados y fue Marian quien comenzó a proponer que nos desnudáramos, pero Enrique propuso lo hiciéramos con algún juego para hacerlo más excitante y como todos estábamos desinhibidos aceptamos. Enrique propuso ronda de preguntas y si no se decía la respuesta se perdía una prenda, las cuales no eran más de tres o cuatro, así que pronto todos quedamos desnudos. A continuación, Enrique dijo que deseaba ver a mi esposo en una sesión erótica con Marian, mientras él y yo los observábamos.
Entonces comenzaron a besarse y a acariciarse y pronto la excitación de todos en el salón se hizo evidente, la verga de Enrique volvió a crecer como lo estuvo horas atrás y mis deseos que me volviera a follar comenzaron a aflorar.
Mi esposo comenzó a envolver en caricias y besos el cuerpo de Marian hasta llevarla a acostar en el suelo sobre un tapete y allí comenzó a besarle el vientre para luego bajar hasta estar en medio sus piernas y con su lengua recorrer su sexo hasta centrarse en el clítoris que comenzó a chupar con efusividad produciéndose los primeros gemidos de ella. Yo voltee a mirar a Enrique y él me dijo al oído… creo que tengo alma de cornudo me excita ver a Marian gimiendo mientras es follada por otro hombre y gracias al sexo oral que le proporciono mi esposo ella disfruto de un sonoro orgasmo. Mientras ella se recuperaba, Enrique comenzó a acariciar mis senos, en tanto yo deslizaba mi mano por esa hermosa verga.
Luego mi esposo reactivo la acción y Marian se puso en cuatro ofreciéndole su sexo a mi esposo y él tomándola por las caderas, a continuación, y después de haberle acomodado su verga en el lugar adecuado la penetro seguido con efusividad. Ella le dijo que le gustaba el sexo salvaje, entonces comenzó a sentirse en el salón el golpeteo de la pelvis de mi esposo contra las nalgas de Marian. Los dos respiraban agitadamente al ritmo de sus movimientos brutales, pero intempestivamente Marian se detuvo y tomando la verga de mi esposo la dirigió a su culo y le pidió a mi esposo que continuara y como a él le fascina follar así, pronto comenzó a resoplar hasta el momento en que dijo… Marian, Marian, me corro, me corro y ella respondió… uhmmm que rico, hazlo dentro. Y luego todo quedo en silencio.
Ahora vino nuestro turno, Enrique me pidió le diera sexo oral y yo lo complací hasta donde mi capacidad bucal me lo permitió, luego el hizo lo propio con mi coño excitándome hasta las puertas del orgasmo, pero no queríamos terminar tan pronto así que Enrique se acostó en el suelo, pidiéndome que me subiera sobre él y con mucha parsimonia le permití que su verga volviera a perforar mi coño hasta tocar lo más profundo de mi ser. Pasaron unos minutos durante los cuales no paramos de besarnos para permitir que mi coño se adaptara al tamaño de la verga de Enrique.
A continuación, yo decidí hasta donde permitiría su penetración, estando arriba de él tenía el control de la situación y en la medida que mi coño lo permitió su verga hizo maravillas al punto que los dos alcanzáramos el clímax para mi orgasmo y la explosión de su verga dentro de mí, tanto como me gusta.
Cuando terminamos seguimos bebiendo y cuando decidimos irnos a dormir Enrique propuso continuar con el intercambio de parejas, entonces mi esposo se fue con Marian mientras yo me fui con Enrique.
Excelente relato, me encanto la narrativa erotica, se va a mis favoritos, voy de voyeur en tu coleccion a ver que mas historias tienes