INICIO SEXUAL CON MI MADRE SEDUCCION
Había cumplido veinticuatro años, y al terminar mis estudios comencé a trabajar en una importante empresa con un excelente ingreso, por lo cual creí que ya era hora de independizarme de mis padres. Quise organizar mi departamento con buen gusto y orden como lo aprendí en casa de mis padres.
Había cumplido veinticuatro años, y al terminar mis estudios comencé a trabajar en una importante empresa con un excelente ingreso, por lo cual creí que ya era hora de independizarme de mis padres. Quise organizar mi departamento con buen gusto y orden como lo había aprendido en casa de mis padres, luego deseaba invitarlos a que lo conocieran. Habían pasado tres meses cuando ya tuve todo listo para la invitación formal, pero no fue posible por un viaje intempestivo de mi padre.
Como no se hizo realidad el encuentro, hablé con mi madre y me dijo que deseaba verme y yo le respondí… por supuesto, iré en la tarde. Ella me dijo… muy bien.
Mi padre es gerente de una empresa y su responsabilidad es el control y dirección de la misma y no volvería hasta la semana siguiente.
Llegué sobre las cuatro de la tarde, el portero me anunció, y mi madre autorizo mi entrada, subí en el ascensor y cuando llegué a su piso ella me había dejado la puerta entreabierta.
Ingresé, cerré la puerta y dije en voz alta:
– Hola mamá ya estoy aquí
Ella me contestó desde la habitación:
– Pasa ya mismo voy, me pillaste saliendo de la ducha.
Me fui al salón y enseguida apareció ella con una bata de seda y zapatillas.
Nos dimos un emotivo abrazo y un piquito, que es como nos saludamos siempre, y luego nos sentamos uno al lado del otro en el sofá.
Mi madre es una mujer hermosa, con buen tipo, coqueta, y como se cuida mucho, mantiene su cuerpo en forma. Les cuento esto, porque estar sentado a su lado y ella con sólo una bata de seda cubriendo su cuerpo desnudo, fue lo que percibí al saludarla, aunque yo sea su hijo genera atracción. Encontrarla así me extraño porque ella nunca se duchaba a esa hora, siempre lo hizo en la mañana. Lo otro fue su perfume, ella no usa perfume nunca para estar en casa y menos el que se había puesto, que se lo aplica solo en ocasiones especiales y para apreciarlo solo se lograba estando muy cerca de ella.
Con estas inquietudes empecé a excitarme. Mi madre siempre me había gustado como mujer, como a cualquier hombre, pero nuestra relación, siempre muy cercana, fue la de una madre y su hijo único.
Mi excitación empezó a notarse en los finos pantalones que llevaba puestos, esto empezó a causarme incomodidad y tratando de disimularlo, conseguí todo lo contrario, llamar la atención de ella, que mientras hablábamos comenzó a mirar de reojo mi entrepierna. Además, abrió un poco sus piernas y uno de los lados de su bata de seda, que ya era de por si corta, cayó hacia un lado, dejando descubierto casi completo su muslo. Esto hizo que mi excitación se notará más y pensara que allí estaba pasando algo raro. Era mi madre, pero todo parecía indicar que trataba de seducirme.
Y lo que más me sorprendió es que me estaba gustando y en ese momento la estaba dejando de ver como la cariñosa madre que siempre fue conmigo y empezaba a verla como una mujer deseable, capaz de enloquecer a cualquier hombre, incluyéndome a mí, por supuesto.
Estábamos en una conversación intrascendente y creo que los dos internamente volábamos en otra onda, así que yo de pronto la dije:
– He visto que por ti no pasan los años, cada día estas más guapa.
Ella esbozó una sonrisa, supongo que pensando que ya me tenía donde quería y me dijo:
– Gracias cariño, tú también te has convertido en un hombre muy deseable.
Lo mío fue un piropo de libro, pero lo suyo era algo más que eso, porque había empleado el adjetivo «deseable» y eso evidentemente no es un adjetivo que una madre con su hijo utilice normalmente.
En ese momento yo ya estaba decidido a todo y no pensé ni por un instante que me podía estar equivocando y que podía meter la pata, así que le dije:
– ¿Sabes lo que más me apetecería en este momento?
Su cara mostro sorpresa y me contestó:
– Pues no, la verdad no, pero dímelo.
Yo le contesté, totalmente lanzado:
– Darte un beso en tus deseables labios.
Ella que estaba muy tensa al oírme decir eso se acercó y nos fundimos en un apasionado beso que ninguno de los dos quería terminar.
Mientras nos besábamos deslicé mi mano por en medio de sus muslos y pronto pude comprobar lo que me había imaginado, estaba totalmente desnuda, no llevaba bragas.
Introduje mis dedos en su coño tremendamente húmedo y caliente.
Ella se separó de mi boca y me dijo:
– No sabes cuanto tiempo llevo deseando esto.
A lo que le respondí:
– Yo también mamá, desde hace tiempo te he deseado.
Ella se quitó la bata de seda, quedando totalmente desnuda y a mi disposición.
Yo me levanté, e igualmente me desnudé, mi madre que se había sentado, en cuanto tuvo mi verga a mano la tomó y empezó a chuparla con verdadera pasión.
En ese momento yo no me conformaba con una mamada, necesitaba hacer algo yo también, así que la levanté, la recosté sobre la alfombra y empezamos a hacer un sesenta y nueve.
Ufffff…que deseo tenía de comerme el coño de mi madre, limpio y perfumado Uhmmmm.
Mientras tanto ella se estaba comiendo mi verga con gran tranquilidad, disfrutándola.
Después de prodigarnos sexo oral durante al menos diez minutos casi al unísono explotamos los dos, yo recibí su corrida en mi boca Uhmmmm rica, rica y ella recibió la mía en la suya. Cuando nos relajamos, nos sentamos en el sofá y volvimos a fundirnos en otro beso apasionado.
Yo le dije… – Te amo y te deseo como no te imaginas, te voy a follar hasta que aguante mi cuerpo.
Ella me respondió… – Yo también te amo mi vida y puedes hacer conmigo lo que quieras.
Tu padre vuelve hasta la otra semana así que tienes mucho tiempo por delante para que recuperemos el tiempo perdido.
Y dicho y hecho, yo ya estaba con mi verga dura así que puse a mi madre con las manos apoyadas en el sofá, me situé detrás de ella, enfile mi verga a la entrada de su lubricadísimo coño y empujando con mis caderas deslice mi verga dentro de ella hasta tocar fondo.
Ella soltó un gemido de placer, yo la agarré con mis dos manos de sus caderas y comencé a follarla con penetraciones rápidas y profundas.
Mi madre gemía y resoplaba, dejando salir su constante aghhh, aghhh, cada vez que mi verga entraba en su concha, además de sus expresiones… rico hijo, eso, eso, folla a tu madre que tanto te ha deseado, fòllame todo lo que quieras, méteme tu verga hasta el fondo, uhmmm que delicia, sigue, sigue, reviéntale el coño a tu madre y minutos después estaba disfrutando un orgasmo, yo sentí un placer increíble al percibir las fuertes contracciones de su coño en mi verga, eso me excitó tanto que no pare de follarla hasta que sentí que mi verga explotó dentro dejándole mi carga de semen acumulada. Mientras la estuve follando ella resoplaba, movía su culo y cada vez que se la metía ella a su vez empujaba hacia atrás, para que mis penetraciones fueran más profundas… Ufff que delicia.
Cuando sentí que me iba a correr y en un momento de lucidez le pregunté si me podía correr dentro a lo que ella entre sus jadeos me contestó:
– Siiiiii, Siiiiii, córrete dentro de tu madreee, llena mi útero con tu semen, hijo mioooo… si quieres préñameeee, que rico hazme tuya, has lo que quieras conmigo.
Y eso fue lo que hice, correrme por primera vez dentro del coño de mi queridísima madre.
Ella al sentir el calor de mi semen lo disfruto… Gritaba, gemía, jadeaba y me decía de todo:
– Siiiiii… Ahahah… Siiii. Ufff… Que placerrrr… Joderrrrrr… Que placerrrr….
Dame besitossss, uhmmm que rico, dame tu lengua.
Finalmente, al sacarle mi verga, ella trató de contener el semen que brotó de su coño que comenzó a escurrirle por sus muslos, entonces fue al baño a secarse.
Cuando volvió trajo dos copas y una botella de vino lo que me dio a entender que íbamos a seguir la fiesta. Y vaya si la seguimos, follamos varias veces sin parar, me la follé por todas partes, por su coño, por su boca y por su culo. Por este último sitio a petición suya.
Cuando acabamos la botella de vino, me invito a su habitación y me propuso quedarme esa noche con ella.
Pude comprobar que mi madre es una maestra del sexo, con un estado físico increíble, con una manera de follar que casi acaba conmigo. No sé cuántas veces me corrí y ella no paró de tener orgasmos, y cuando se subió sobre mí, disfrutó uno tras otro clavándose mi verga todo lo que quiso como si ni no existiera un mañana, tiempo durante el cual no paro de gemir. Al día siguiente cuando nos despedimos quedamos en reencontrarnos en mi departamento los días que mi padre estuviera de viaje.
Pero tan grande es la atracción entre los dos, que al despedirnos las caricias y los besos reactivaron la excitación y aun estando al lado de la puerta, ya vestido y ella con su bata de seda, ella acarició mi verga y dijo… – Hasta pronto amigo. Esto me excitó tanto que me bajé los pantalones la recosté sobre la alfombra y la volví a follar allí mismo. Y esa termino siendo nuestra despedida.
Después de ese día ella ha visitado mi departamento tres veces, pero como sabemos que cada encuentro dura muchas horas acordamos que fuera el día viernes, así podemos tomarnos unos tequilas, enloquecernos, follamos y después a dormir al estar agotados de tanto sexo.
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