Inocencia?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo que les voy a contar sucedió cuando yo andaba entre los 13 y 15 años.
Mi nombre es Dan, soy venezolano y para ese entonces vivíamos en un cerro en el centro del Litoral Varguense.
Mi madre tenía una amiga llamada Inés y ella tenía en ese momento cuatro hijos, un varón contemporáneo conmigo y tres hembras de menor edad pero muy parejas, se llevaban entre todos menos de un año de por medio.
En esta comunidad estaba poblada de muchas casas de cartón y para ese tiempo la población no era tanta.
Nuestro tiempo transcurría jugando en las partes emboscadas, en las quebradas que se formaban cuando llovía y los espacios que quedaban después que las mismas se secaban.
Nuestros juegos muchos consistían en ocultarnos y nos tocábamos nuestros miembros, los que eran mayores a nosotros se aprovechaban de la inocencia de los más pequeños, fue en esos espacios ocultos donde nuestros sentidos se abrieron y nuestra sexualidad se desarrolló.
Muchas veces nos ocultábamos para jugar al escondite y era cuando empezábamos a explorar nuestros sexos.
Niños y niñas jugábamos a lo mismo.
Yo procuraba esconderme con las niñas ya fueran de mi edad o más o menor y si se dejaban tocar allí comenzaba nuestra exploración.
Yo tuve la oportunidad de tocar, meter dedos dentro de cuquitas que ni siquiera tenían bellos púbicos, oler su aroma a orina muchas veces, pude en ocasiones meter mi pene dentro de algunas sin temor a nada, ya que no conocíamos mucho.
Un buen día, jugábamos y me tocó esconderme con Luisa la hermana de Esteban, quien era el hijo de la amiga de mi mamá, Luisa tenía ya algunos bellos en su parte y era de labios gruesos, yo me puse por detrás de ella y le rozaba mi pene por su culo de a poco y me hacía el que no me daba cuenta, ella por su parte empezó a pegarse de mí y se movía, al ver aquello la abrace y le comencé a tocar sus téticas que ya eran regulares de tamaño, ella era de piel morena y tenía buenas nalgas, en el momento en que ya no aguantaba dentro de mi pantalón la paradura de mi pene, me lo saqué y le pregunté si le gustaría tocármelo, ella no dijo nada solo extendió su mano y lo comenzó a sobar, como estábamos muy cerca del camino, le indiqué que me siguiera más adentro, subimos unos cuantos metros y entramos a una zona más tupida de matas.
Allí le quite su pantaletica ya que tenía un vestidito, sobé sus nalgas y pasaba la mano por aquella cuca, mientras mi verga reventaba de caliente e hinchada, nos recostamos en el suelo y de lado le pasaba por su raja mi verga, luego me desesperé porque nos podían buscar y me monté encima de ella y le abrí su coñito y zampé mi verguita, aquella cuca estaba caliente de mas, le metía y le sacaba apurado mi guevo, no supimos en que momento nos descubrió su hermano y el chantaje comenzó, me dijo que si no le daba el culo se lo iba a contar a su mamá, yo le dije que si en ese momento y él dijo que él me diría cuando, mandó a su hermana a su casa y ese día no pasó más nada.
El día de cobrar llegó y una tarde esta yo en mi casa solo porque mi papá trabajaba y mi mamá había salido con mis hermanos y yo quedé del cuidado de la señora Inés, al rato de salir mi mamá llego Esteban y me dijo vine a acompañarte, me mandó mi mamá.
Ya yo no me acordaba de lo sucedido días anteriores y Esteban me dijo, tienes una deuda que pagarme y vamos a hacer ya, yo sentí algo de nervios no por lo que me fuera a hacer que no sería diferente a lo que hacemos cuando nos escondemos, la diferencia era que estábamos solos y que nadie nos estaría buscando, ya en nuestros juegos por esas praderas cuando nos masturbábamos en grupo nos veíamos nuestros miembros y sabíamos que tamaño teníamos cada uno, Esteban siempre fue uno de los más dotados, su miembro no era muy largo, pero tenía una cabezota bastante grande y el cuerpo de su guevo era muy grueso.
Me dijo acuéstate en la cama y se sacó aquella palanca y me dijo mámala, me la metí en la boca no sabía mucho hacerlo, desde aquel día le agarré cierto gusto a hacerlo, después de mamarla un buen rato me dijo voltéate y pélate ese culo, yo hice lo propio, pero pensaba en lo grueso de aquel miembro.
Él se montó encima de mí y escupió en mi agujero, el cual estaba a su disposición porque me había indicado que me lo abriera con mis manos, puso su gran cabeza en mi hueco y al sentir aquello allí, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo y mi corazón se aceleró, no sé si por miedo o por excitación.
Al posar su cabeza en mi entrada me dijo que me soltara las nalgas y acostado sobre mí empezó a meter aquel pedazo de carne en mi ano, empujó y comenzaron las sensaciones, primero algo de dolor, luego ardor, sudaba y de repente empujó de un solo golpe y me sentí inundado de aquel mástil.
Esteban me lo metió todo, por ser virgen, ya que los encuentros con otros chichos no llegábamos a penetrarnos por completo, sino de a poco, al él le dolió y se quedó quieto por un rato, mientras su pene se acostumbraba a mi culo y de igual manera mi culo lo toleraba.
Estuvimos quietos un rato, luego él comenzó a meter y sacar de a poco, aquello me comenzó a gustar, metía y sacaba su pene de mi culo poco a poco así fue aumentando sus embestidas y yo gozaba de aquella verga, trataba de levantar mis nalgas para sentir todo aquello dentro y eso le causó mayor excitación a mi amigo que estalló en leche dentro de mi culo, él me decía al oído, primera vez que boto tanta leche, creo que me gustó tu culo y quiero volver a cogerlo y yo le dije, pero tienes que dejar que coja a tu hermana y así te lo daré cuando tu quieras.
Después de ese día, él se aparecía por la casa y me invitaba a la de él cuando no había nadie y me lo hacía.
Un día me comentó que su hermana estaba sola en la casa y que él estaría por el barrio, que fuera a hacer lo convenido.
Fui corriendo a su casa y allí estaba Luisa y me dijo vamos rápido antes de que mi mamá venga.
Entramos a un cuarto donde habían varias camas y ella siempre andaba en vestido, se acostó en una de las camas y se levantó el vestido, ya no traía pantaletas, y pude ver con gran esplendor la cuca que me comería, me bajé corriendo el pantalón y dejé mi verga a la vista, ella se abrió de piernas me monté encima de ella y metí mi verga dentro de su cuca, parecía que tenía siempre fiebre, porque la sentía muy caliente, dejé entrar toda mi verga y eso me hizo parecer que no era virgen, después supe que un familiar la había violado y nadie se enteró, su propio hermano me lo contó.
Sacaba y metía mi verga en aquella cueva de pelos y cuando estaba por llegar me derramé en sus bellos, desde aquel día, pasaba lo mismo, Esteban me cogía y luego Luisa me daba lo suyo, con ella aprendí muchas cosas, ella me mamaba el guevo, algo que aún me encanta del acto sexual, una vez se tragó mi leche y también me encantó.
A los pocos años se mudaron y yo los visitaba en su nueva casa y me quedaba con ellos, fue cuando las otras niñas menores nos descubrieron pero para mi bien todas me hicieron cogerlas.
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