Inocencia? II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de aquellos días, de haber cogido a la hija de Inés, ellos se mudan a otra población y yo siempre que podía iba de visita a su casa, vivían en una casita rural y la estaban reconstruyendo.
Mi papá nos había enseñado a trabajar con electricidad y yo tenía conocimientos de electrónica.
Yo comencé a ir a su casa para hacer la instalación eléctrica, reparar algunos electrodomésticos y siempre pasaba el fin de semana completo.
Un día sábado salieron de compras la señora Inés, su esposo, Esteban y Luisa.
Yo quedé con las dos niñas en casa, porque estaba colocando electricidad en los cuartos u la cocina.
Cuando la familia salió, Mirian la tercera de las hijas con unos doce años, de estatura regular ya todos ellos eran altos porque sus padres eran altos también, se me acerca y me dice juguemos a las escondidas con Carmen su hermana pequeña de once añitos.
Nos pusimos a contar.
Primero yo contaba y ellas se escondían y yo las buscaba, yo procuraba buscar primero a Mirian porque era la más grande y siempre se escondía en los sitios menos posibles, debajo de las camas, en los escaparates, debajo de colchonetas que se usaban para dormir las visitas.
La primera escondida de Mirian fue muy evidente, se acostó en una cama y se tapó con las sábanas y su hermana se metió en el cuarto de sus padres.
Al ver a Mirian en la cama me abalancé sobre ella y le metía las manos debajo de las sábanas para hacerle cosquillas y ella se retorcía y por estar boca abajo le rozaba mi pene en su culo y por su puesto ella sentía que estaba parado, ella se reía y se movía en su parte de abajo más rápido, mientras que su hermana pequeña se escuchaba reír en el otro cuarto para que supiera donde estaba.
Después de un rato largo me bajo de encima de Mirian y voy a descubrir a Carmen, luego de dijimos a Carmen que debía contar ella y nosotros nos escondíamos, salimos corriendo al cuarto y nos metimos debajo de las colchonetas y sin más comencé a tocarle las téticas a Mirian que ya las tenía grandecitas, siempre por detrás, pero en un momento ella se dio vueltas y yo quedé entre sus piernas y nos besamos con mucho dificultad ya que ella no sabía hacerlo.
Mi pene estaba a reventar y bajé mi mano y le toque por encima de su blúmer su raja y ella se estremeció, yo hacía presión como si la estaba cogiendo, mi pene me dolía por el roce y lo parado.
Al ratos entra Carmen al cuarto y nosotros nos quedamos tranquilos para que ella no nos encontrara, ella nos buscaba y no nos veía, salió al cuarto de sus padres y nosotros seguimos en nuestro movimiento frenético, ya sentía que iba a llegar y me quedé tranquilo para bajar la tensión.
Salimos los dos al mismo tiempo y por haber perdido Carmen le tocó contar de nuevo, pero esta vez salimos al curto de Esteban que estaba en un anexo que se estaba fabricando y cuando entramos cerramos la puerta y no me aguanté y me saque la verga que Mirian la vio con los ojos muy abiertos, ella tenía un vestido corto y unas pantaletas de flores y le quedaban holgadas, la acosté en la cama de Esteban y le aparté la pantaletica y puse mi mástil en su rajita con unos bellos hermosos, le lamía el cuello, la besaba y hacía movimientos entre sus piernas sin penetrarla, así estuve largo rato, pero cuando sentía que iba a acabar me aguantaba, ella se retorcía y me apretaba contra su vientre, no quería penetrarla porque era virgen y me daba cierto miedo, pero en el momento del furor, me dejé ir dentro de su vagina, ella me apretó más hacia sí y pude escuchar un pequeño gemido y suspiro juntos, ya la había desvirgado y comencé mi mete y saca de aquella cuquita que tenía un calor inmenso, esa niña estaba muy caliente, después de estar dándole guevito sentí su orgasmo, ella llegó y pude notar como se mojaban nuestros vientres, eso me hizo llegar pero antes se lo saqué y lo descargué entre sus piernas y la cama, en ese momento pude notar que había votado mucho semen, nos levantamos y le limpié con un pañito que encontré cerca de la cama, le indiqué que abriera sus piernas y le pasé el pañito, sus fluidos tenían algunas gotas de sangre, ella no se asustó, se rio porque me dijo que le hacía cosquillas, en eso escuchamos a Carmen llamar y preguntar dónde nos habíamos escondido, le dije sal tu primero y la distraes y yo entro por otro lado a la casa.
En la noche le tocó el turno a Luisa en unas escaleras debajo de su casa, esas niñas siempre andaban en vestido y sus pantis eran fácil de apartar.
El fin de semana siguiente inauguramos el cuarto de Esteban que ya estaba listo de utilizar.
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