INOLVIDABLE CRISTINA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Fue hace tiempo que me sucedió esto. Mario siempre conseguía minas para joder un rato. En algunas ocasiones conseguía mas de una. Una vez que consiguió dos quería salir a pasear y necesitaba que yo lo acompañara más que todo para dividir la cuenta. Siempre me pasaba la mina que a él no le gustaba.
Siempre era la más vieja o la más fea. De esta vez se trataba de Una morena muy hermosa y otra rubia delgadita. Claro que él me pasó la flaquita. Pero Cristina era linda de cara y tenía unos ojos de miel muy bellos. Me gustó quedarme con ella. Esa noche salimos a bailar y a comer y al final de todo el plan era llevarlas al departamento y coger con ellas. Nada de orgías.
Cada uno con la suya. Yo me fui con la rubia y le mostré luego que quería cogérmela bien rico. La besé, le apreté las tetas, se las mamé, le pasé mi lengua por todo el cuerpo. Le bajé el calzón le abrí las piernas y le olí la pupusita. Se la besé y se la mordí pero muy delicadamente. Cristina suspiró cuando le hice esto. Cuando estaba completamente desnudo me le tiré encima y la abracé bien fuerte. Ella correspondió dándome un beso de lengua. Me gustaba sentir su respiración ardiente quemándome en el rostro. Ella agarró mi verga y me la midió disimiludamente.
Después me la chupó. Pero solo la estaba lubricando. Porque luego vi que su idea era metérsela en su húmeda y ardiente rajita. Se encaramó encima de mí, abriendo sus piernas buscó mi verga y se la acercó a su raja. Se sentó. Ahhhhhhhh, que sensación. Como era apretada la mina. Que estuche caliente y apretado. Ella comenzó a moverse lentamente mientras yo le apretaba las tetas y se las chupaba. La apreté fuertemente y le besé en la boca. La verga casi se sale pero no dejé. Fui atrás de aquella pupusa ardiente y encajé mi verga dentro de ella y no dejé ni un milímetro fuera. No me aguanté y comencé a moverme para sentir más y oir a cristina gritar, pedir más mi verga. Que deliciosa era esta mina. Me la cogí así y luego se la metí de cuatro patas, le castigué el coño se la metí con ganas un buen rato hasta que no me aguanté. Me corro, me corro, ayyyyy, le dije. Ella gimió y apretó mi verga con su coño y se estremeció en un potente orgasmo. Yo me derramé dentro de ella. Le di vuelta y la abracé y la besé; estaba sudado agitado.
Así me quedé besándola mientras le decía, te quiero, te quiero, te quiero. Que joda más rica fue esta. Cogimos otras dos veces esa noche. Ya cansados nos dormimos así desnudos bien pegaditos. Al día siguiente ella se fue. Pensé que nunca más la volvería a ver como sucedía siempre con las minas que Mario conseguía. Pero no fue así con Cristina. A la semana ella apareció. Y yo estaba solo en el departamento donde vivía. La invité a pasar y no disimulé mi emoción. Luego la fui besando me la llevé a la cama y continué besándola. Después nos desnudamos. Ahora ella acostada de espaldas yo abriéndole las piernas con mi verga en ristre buscándole su coñito para metérsela.
Se la metí lentamente. Me le acerqué. La aplasté con el peso de mi cuerpo y la besé. Que palo duro tenés. Me dijo. Lo siento todo, ay como me toca por dentro. Concluyó. Yo no me movía. Apenas se la dejaba bien adentro y la besaba. Me movía poquito pero era suficiente para sentirme en el cielo.
Nunca me imaginé que me iba a gustar tanto esta flaquita. Pero tenía que ser así porque siempre me gustaron las flaquitas. Y más si son rubias. Yo más fuerte y moreno, aquel contraste. Me sentía poderoso al lado de mi flaquita pero solo quería darle cariño, nada de maltrato. Quería que sintiera placer, solo eso. Por eso me movía bien lentamente y disfrutaba de su ardiente coño. No quería que aquella joda acabara. No sé cuanto tiempo duró aquella joda. Solo sé que fue muy buena y que acabó en un violento orgasmo de los dos. Otra vez le dije te quiero. Te quiero. Ella quiso llorar. Yo no la dejé. Le besé mucho. La abracé.
Luego supe porqué ella lloró. Había venido a despedirse. Se iba para su estado. A unos mil km de distancia. Me quedé triste. Le prometí que iría a visitarla. Ella prometió regresar. Nunca más nos vimos. Pero hasta ahora me acuerdo de Cristina. Del sexo rico que ambos disfrutamos. Es uno de los recuerdos más hermosos de mi vida de estudiante.
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