Intentando ser adulta – 2
Continuando, intentando superar mis celos por una niña..
«¿Segura que te aprieta el pecho?» – pregunto mi madre en la sección de ropa interior de la sección de la tienda.
«Si, mamá» – Respondí yo, no era verdad, pero era la excusa que yo había inventado para excusarme de quitarme el sostén en la escuela.
«Es la misma copa. Tal vez sea el material.» – Mi madre trataba de justificar mi mentira. – «Los bras deportivos tienen una tela muy gruesa, no elástica, pero es que es justo para que tus pechos no se muevan mucho hija, aparte no hay corpiños de tu talla, es que a tu edad las miradas de todos son muy incómodas.»
Entonces hay sostenes que haría que mis tetas se muevan más.
«Es que me molestan mucho mamá, si puedo soportarlo. Lo juro» – Dije, fingiendo mi incomodidad.
«Esta bien, pero no le vayas a decir a nadie. Esperaba hacer esto contigo cuando cumplieras 15» – Lamentó.
Así mi madre me llevo a la sección de lencería de la tienda, y si, la verdad la tela era mucho más cómoda, de satin y seda más que nada, pero aparte tenían encaje y algunos se transparentaban un poco. Nada que ver con los aburridos corpiños y sostenes deportivos que había visto y usado hasta ahora.
Tomé un sostén negro, especialmente porque se notaría mucho con la tela blanca de la camisa de mi uniforme de primaria y me lo fui a probar.
Me encanto, fue un poco complicado de ponermelo pero una vez lo hice era como no llevar nada, en comparación.
Me vi en el espejo, recordé a la puta de mi primita de 9, tragando una verga del doble de profundo de su boca. -«Te apuesto a que no tienes esta ropa pendeja, ni siquiera puedes llenarla». – susurré con satisfacción a mis celos.
Salte un poco para ver cómo me rebotaban las tetas, mucho más que con el deportivo y como no tapaban la parte de arriba, dejando ver mucho más escote, casi parecía que se iban a salir.
Me jale los pezones para erectarlos y ver cómo se veían.
Se lo pedí a mamá, quien en un principio no quería, pero al ver que los más claros eran también más reveladores, acepto a regañadientes. Yo quería uno revelador pero no iba a poner mi suerte a prueba. Mama me compro tres, y se sorprendió de lo caros que eran. No estábamos en apuros económicos y papa le dio cheque en blanco en cuanto a «cosas de mujeres» se refería.
Y la razón era que en cuanto nos entregaron los sostenes, no eran solo sostenes, era todo un juego de lencería.
El sostén, unas pantis un poco pequeñas pero elásticas, para acomodarse a varias tallas, medias y un cinto con lazo reajustable.
«Tenemos que devolver esto.» – Dijo un poco molesta.
– «No, mamá me gusta mucho…»
– «Pero hija, es que aún no…»
– «Son muy cómodos. Por favor.»
Era más de lo que alguna vez creí que tendría sin ser una adulta, ni eso, ni siquiera terminaba la primaria. Solo una niña de 11 que Dios le dio el cuerpo de una de 13, al menos. Finalmente, mi madre cedió.
«¿Y como te compraste tú dildo?» – Le pregunte a mi amiga en el recreo, sentadas en las gradas, viendo a los niños jugar Fútbol.
«Me lo regalaron» – Respondió con el mismo valemadrismo que yo expresaba.
– ¿Como?
– La señora que trabaja ahí me dijo que se acordaba de los problemas de mi edad y que le dio lástima y me dejó elegir uno gratis.»
«¿Y tuviste que elegir el mas grande?» – Di una mordida a mi lonche, casi como enfatizando lo natural que era la discusión para nosotras.
– «Pues claro, no se cuando pueda volver a conseguir otro».
«Suenas como puta desesperada» – Decía mi boca de niña de 11, muchos padres se sorprenderán, pero cualquier mujer, que no esté en negación sabe que en realidad así empezamos a hablar desde los 10, 11. – «¿Y cuanto te puedes meter?».
– «Nada, está muy grueso.»
» Jajajajajaja» – Casi me ahogo. – «Y tu María. ¿Como conseguiste el tuyo?».
– «Lo compre, pero le tuve que pagar el doble al señor de la sex shop para que me lo vendiera».
– «¿Cuanto es el doble?»
– «1200 pesos»
– «Niña rica culera».
– «Niña pobre pendeja».
Nos reímos de nuestros insultos amistosos.
«Oye Dayana. ¿Te pusiste la ropa?» Me pregunto María.
– «No me pude poner el listón y medias porque mi mamá los vería y aún batallo mucho para ponermelo rápido en el baño, pero si tengo el bra y las pantis.»
– «A ver».
Volteé a ver si nos estaban prestando atención, o algún profesor nos veía, no había muros en la costa. Con lo que abrí las piernas y saqué mi camisa de la cintura de la falda. En eso María mete una mano debajo de mi camisa y soba mis tetas por encima de mi sostén, mientras que Valeria mete su mano bajo mi falda y acaricia mi vagina por la panti.
«Mmmmm» – alcance a hacer sonar.
– «Pues si están más suaves y se sienten más grandes.»
Creo que María conocía mejor mis tetas que las de ella misma, y eso que ella aún no tenía mucho por conocer.
– «Si, puedo sentir como te mojas. Ya siento húmeda la mano».
– «Ajammmm».
– «Ya se calentó la pendeja».
«La verdad si.» – Mi cabeza de fue hacia atrás, abrí los ojos para asegurarme de que no hubiera testigos y parecía seguro, volví a cerrarlos en cuanto Valeria intento meter su dedo a través de la tela. – «Así rico».
– «¿Lo quieres, puta?
– «Siiiiiii».
– «Pues no».
«Por favor, hazme acabar. No seas malita, ya casi acabo» – Atrape su mano mientras la retiraba y la continúe sobando con mis labios vaginales.
Su respuesta fue sacarme la lengua y retirar su mano de todas maneras, dejándome a medias. – «¿No quieres oler a sexo en la clase o si?».
Si.
No tenía el dinero para pagar el doble, tarifa necesaria para venderle un dildo a una niña, y la sex shop con la mujer que regala dildos estaba muy lejos de mi casa. Y en esa época olvídate de comprar online, la forma en la que la mayoría de las niñas de ahora compra sus juguetes sexuales a escondidas de sus papás.
Pero necesitaba uno. Yo ya no era virgen de la manera más estricta pues hacia ya tiempo había perdido mi himen, pero aparte de mis dedos o los dedos de mis amigas, nunca había metido nada más, y no iba a empezar con verduras, pero necesitaba ser capaz de ver a mi primita siendo una perra viciosa de verga, y no pensar que una niña de 9 era superior a mi. Mi cura para los celos era no tener nada de que estar celosa.
Saliendo de la escuela me dirigí a la sex shop mas cercana a mi casa, aún tenía puesto mi uniforme, por suerte estaba a unos 15 minutos caminando.
Si bien he repetido que me veía mayor para mi edad, no era nada milagroso, una mirada y estaba claro que era menor de 15 años.
Mire a los lados, si, había gente viendome pero parece que a nadie le importaba. Ni siquiera adentro, el hombre en la caja veía una revista sin levantar la mirada.
Vi las secciones, había juntado todo mi dinero, unos 800 pesos y esperaba que me lo vendiera y ya. Vi dildos de todo tipo, de goma, de acero, de colores de plástico, de colores humanos, de forma de perro, vibradores. Pero lo único que me podía comprar, aparte de unos plugs anales que en ese momento no sabía que eran, era un dildo, de goma, color piel de 15x4cm, lo menos exótico en la tienda, lo tome y camine hacia la caja, viendo las portadas de las películas porno en las estanterías.
«Identificación» – Gruñó el hombre.
– «Este… »
«Niña, sal de mi tienda» – no levantó la mirada de la revista, no parecía ni extrañado por la situación. ¿Que tan seguido le pasaba?
La vergüenza era enorme, camine hacia la puerta derrotada, pero justo antes de abrirla vino a mi mente la imagen de mi prima, tragando cargas de semen. Los celos volvieron, camine de vuelta hacia a el.
– «Por favor vendamelo, no le diré a nadie.»
«Que. ¿Eres policía? Te vistes como una encubierta, tienes buenas tetas y tienes lencería que una niña no usuaria con minifalda» – Cabe aclarar que no era una minifalda, las niñas que ya podíamos lucir haber perdido nuestra grasa infantil y por lo tanto un vientre plano, abrochabamos nuestras faldas a la altura del ombligo en vez de la cintura, simulando una mini. – «Pero no, tu cara es de niña, oye me puedes meter en problemas, así que vete ya.»
Aunque me sonroje, era la primera vez que un adulto admitía que tenía tetas para empezar, por no decir buenas. Siempre las veían y miraban rápido a otro lado en vergüenza. Pero no debió decir eso y el de dio cuenta de que no debió decir eso.
«Vendamelo, o no me iré» – Sonreí.
– «¿En serio vas a hacer eso?»
– «Gente me vio entrar, entre más dure aquí, peor para usted. ¿No? O quiere que vaya afuera a decirles a todos que me dijo que le gustan mis tetas.»
– «Su puta madre, bueno si ya me voy a meter en problemas de todas formas».
Y justo cuando pensé que me iba a dar mi juguete sacado a chantajes, siento como me aprieta los pechos.
– «Si están buenas. ¿Que edad tienes, 14?».
– «11».
– «Pues que niña, y mira, ni te estás quitando. Estas acostumbrada. ¿Te cojen en tu casa?».
– «No. No me han cogido.»
– «Huy pues que mal. Así no te puedo coger, no quiero lastimarte y que tengas que ir a un hospital o algo.
En todo este momento no ha soltado mis tetas.
«Te ofrezco un trato.» Dijo sonriente. – «Te llevas el dildo gratis, y a cambio me das una mamada».
– «No se como, nunca lo he hecho».
– «Pero sabes de qué hablo. ¿No?»
– «Si».
– «Entonces, sabes cómo.»
Si estaba nerviosa, no lo sabía, todo pasaba demasiado rápido para procesar. Me llevo del brazo a la trastienda, donde había una TV, una cama y un gabinete.
– «Nunca me la había mamado una tan niña pero la verdad estás muy bonita».
«Gracias.» – Respondí ante el surreal cumplido.
Se sentó en la cama, bajando sus pantalones, saco su pene, el segundo pene verdadero que había visto, no lo medi pero me parecía enorme.
– «Pues empieza.»
– «Ah, si.»
Me puse de rodillas ante su pene, jamás había tenido uno tan cerca, no tenía miedo, ni asco, ni nervios, nada. Una combinación de no ser tan inocente para no saber que estaba pasando, morbo propio y que todo pasará tan rápido para procesar cualquiera de esas emociones, así que casi de forma mecánica, me metí la cabeza de su pene a la boca, e intente dar una mamada como las veia en los videos.
El primer pene que tenía adentro de mi y solo tenía en la cabeza el hacer eso para que me diera lo que vine a conseguir.
«Que linda, vez, te dije que si sabías.» – Gruñía y gemía mientras sacaba su pene para lamer su longitud o chupar sus testículos.
Usando la punta de mi lengua para lamer hasta atrás de sus bolas, francamente algunas de las cosas me las estaba inventando del porno que había visto.
– «Mira que si sabes, putita»
Putita, así me llamaron a mi primita. Que hacía yo aquí, comportándome como una dama, lamiendo como una niña gentil. No, no iba a ser superada.
Tome su mano y la puse detrás de mi cabeza, el entendió de inmediato, me tomo la cabeza con ambas manos y empezó a violar mi boca.
«Ugh ugh ugh ugh» – Se escuchaba mi garganta, no respiraba, pero esto ES lo que yo quería, que me usará como un agujero, hacer todo y más de lo que la zorrita hizo.
Yo lo trabajaba en eso, lo lamia y chupaba aún más. En eso presionó más mi cabeza, y soltó todo su semen en mi boca.Lo saboree, deje que se derramará de mi boca para sentirlo. Era logro liquido.
Dama, buen relato, muy excitante
Uff por fin pudo ser tratada como lo deseaba, una zorriga sucia, faltan muchos más logros por cumplir como que la chantajeen con fotos o la exhiban ahí en esa tienda como juguetito con ese agujero de boquita para echar semen y meados, justo eso es lo que quiere la zorrita