Intentando ser adulta – 3
Continuando.
Había acabado con la mamada, era casi surreal lo poco que me importaba, había dado mi primera mamada y yo solo lo trataba como un deber, como algo más que cruzar de una lista de quehaceres. Trague el semen y limpie lo último en mis labios y barbilla, y lo metí con mi dedo m
– «Listo… ¿Puedo llevarme….»
«¿Como que listo, quien dijo que ya acabamos?» – Me tomo detrás de la cabeza y superando mi resistencia me bajo y puso su pene en mi cara.
Sentí mucho miedo, la confianza que tenía hasta entonces se había desvanecido, estaba claro que ya no estaba en control, sino el.
– «Abre la boca, pendeja»
Decidí que si ya había dado una mamada, no habría problemas en dar otra en un vano intento de retomar el control, en un sello movimiento llegó hasta mi garganta con lo que agradecí mis horas de práctica con la verdura.
«agggh aggh agghh» – escuchaba mi garganta.
No fue suficiente, el era mucho más violento de lo que yo alguna vez me atreví a ser conmigo misma, sentía que me ahogaba, y justo cuando estaba empezando a sentir que me desmayaba a mi mente llegó el recuerdo de mi primita aguantando esa verga enorme para su propio tamaño y casi como por instinto, deje de respirar por un momento, aprendí a hacerlo por mi nariz en sincronía con ese pedazo de carne y abrí mi garganta para más.
«Ayyy! Así, justo así, puta» – Escuché decir a mi ‘pareja’.
Y por segunda vez se vino dentro de mis mandíbulas, está vez a profundidad de mi garganta por lo que pasó directo a mi estómago.
Me levanto mi cabeza, lo que dejó ver un pene absolutamente inundado con mi saliva, yo no sabía que podía producir tanta, con mi cabeza sostenida de mi cabello me arrojo al otro lado de la habitación. Si eso me dolió no lo pude ni sentir, casi por puro instinto me senté apoyando la espalda en la pared, giré mi cuerpo de lado y me abrí las nalgas dejando que viera mis agujeros mientras le devolvía una mirada de suplica.
«Ya te dije que no te voy a cojer» – Dijo entre exhausto y mandón. – «Tienes 11 y eres virgen, no quiero tener que llevarte a un hospital o que te pase algo y me lleve la policía».
Debería estar aliviada pero mi corazón se hundió en decepción por unos instantes, pero después de enfriarme por un minuto volví en mi me levanté, fui al baño de la tienda, limpie mi cara y acomode mi uniforme.
«Puedes llevarte cualquier cosa, solo no me dejes en la ruina. Y que quepa en tu mochila, no quiero que te vean salir con tu uniforme cargando juguetes sexuales. De hecho no quiero que te vean salir, quédate hasta que no haya nadie afuera» – El también se estaba poniendo los pantalones.
Vi en las estanterías, aprendiendo de mis amigas elegí un dildo no tan enorme, algo que pudiera esconder en mi habitación, unas bolas anales, y lencería que hacía ver a la que me compre con mamá cómo vestido de primera comunión.
Abrí un poco la puerta de la tienda y asomé la cabeza para ver qué no hubiera nadie en lo que sentí una de sus manos en mi cintura y la otra levantarme la falda del uniforme. Me sentí emocionada, tanto que levante el culo y lo hice para atrás para pegarlo a su pene.
«Hey, calmate puta caliente. Solo vengo por lo que es mío» – Llegó hasta la cintura de mis panties y me las quito. – «Son mías» – y procedió a guardarcelas en su bolsillo.
Me dejó temblando de las piernas y con la vagina abierta para recibirlo.
«Te dejaron a medias todo el día» – Me respondió María a besos, y lamiendo mi cuello.
Si bien es verdad que no había tenido experiencia sexual con hombres, tenía constantes juegos lésbicos con mis amigas.
– «Si pero estoy feliz de que no pasará, me hubiera dado miedo. Tu eres la suertuda porque te coje tu papá… Ah».
– «Mi papá no me coje, nomás me mete dedos, nomás espero que se divorcie de mamá para que nos vayamos a vivir juntos, es la condición que me puso. Mama no está en casa ahora pero aún no tiene confianza de que no nos atrapen».
– «Que culera ahh yo no podría tratar a mi mamá así».
– «Porque tú si quieres a la tuya».
– «¿Y tu no?»
– «No. La odio, no me deja esta con mi hombre, quiero que se muera».
– «Pinché niña loca, cómeme»
En eso María empezó a lamer hasta abajo, llegando eventualmente a mi clitoris.
– «Igual, aaaaay siiii, tu ya tienes un hombre listo»
» Y porque no te dejas cojer por ese primo que le dio de comer verga a tu primita» – Alcance a entender pues no separó la boca de mis labios vaginales.
– «Aún no se cual es el pedo ahí. No quiero meterme en un problema que no se que pasa».
– «Tienes que ser más atrevida o no vas a superar a la pendejita, si no te atreves a hacer lo que quieres puedes perder la oportunidad. ¡Verdad papá!.
La puerta de su habitación se agitó solo para dar a entender que no estaba totalmente cerrada, y pude ver la mirada del hombre.
Maria agitó su culo que le quedaba de frente a la mirada de su padre y yo le abrí sus nalgas, y acaricie las orillas de su ano con mis dedos.
– «Apúrate en deshacerte de la culera de mamá para que me revientes, pero si me quieres reventar ya no me opongo. Que Dayana nos mire»
No hubo respuesta, la puerta solo se cerró.
Aún necesitaba a un hombre en el que pudiera confiar. No iba a intentar seducir a papá pero le menti a María, no era por respeto, sino porque los mensajes de WhatsApp de mamá con su amante dejaban claro que papá era un pito chico que no la satisfacía y que tal vez no era ni su hija pero no me importaba lo suficiente para averiguarlo.
De niña, papá era mi héroe, pero al descubrir que su poco tamaño obligo a mamá a tener un amante y sentenciar a la familia a una eventual ruptura en unos años, me hizo sentir desprecio por el y todos los pito chicos que no pueden mantener a sus familias unidas. Me encantaba verlo llegar del trabajo agotado y sin energías y me excitaba pensar que se sacrificaba tanto por una familia que lo odiaba, una mujer que le era infiel y una niña que no pudo terminar la primaria sin ser una pervertida y ojalá tampoco virgen.
-«Hola papi» – Le dije besándolo en la mejilla con la boca que en dos días había comido la verga de un desconocido y la vagina de su amiga no hace 40 minutos. – «¿Y mami?»
– «Salió con sus amigas».
Obvio que con sus amantes.
– «Bueno papi, me voy a mi cuarto.»
– «Claro mi niña».
Al entrar cerré la puerta y abrí mi cajón de ropa interior, donde había escondido mis dildos comprados con mi boca.
Esta muy bueno el relato, espero con ansias la siguiente entrega 👍🏼
Uff qué otro lugar público y desconocidos esperarán a esa putita en desarrollo?