Jardinero: una deuda pendiente
Saga Jardinero. Parte 6.
Joaquín (32) Moreno, de un 1,73. Verga de 17 cm.
Álvaro (37) Blanco, alto 1,89. Verga de 19cm
Romi (9) blanca de pelo negro
Anita (6) un poco morena
Flor (3) Rubia
Joaquín ya llevaba una semana con Álvaro y las niñas haciendo videos, aunque solo le había dado por el culito a Romi, ya que Álvaro no le había querido prestar el de Anita. Sin embargo, solo había sido tres días, pues los otros dias no había ido a la casa ya que no lo habían llamado. No quería presionar, no vaya a ser que tuviera problemas con él. Además tenía los videos que había hecho este con sus niñas, así que iba a poder satisfacerse con eso.
Ese día, tras el fin de semana, tenía bastante trabajo. Las niñas juegan mucho, dejando el jardín un desastre y su padre parecía no decirles nada. Lo entendía, las mimaba para tenerlas contenta, para que se comprometieran en los vídeos. Cada quien tiene sus formas supongo.
Desde que había llegado no había parado. Encima el sol y el calor estaban horrible. Eso de las 14 las niñas se fueron a meter en la pileta, mientras su padre seguía encerrado en la casa.
Ya eran aproximadamente las 16 cuando sintió que llegaba alguien. Se acercó a adelante, y vio como entraba un auto gris. Pudo ver qué bajaban de este un hombre flaco de unos 33 años, de unos 1,82 aprox., blanco con pelo rubio, con un bigote en su cara. Junto a él iba un adolescente blanco de pelo rubio de 14 años y un niño blanco de pelo negro de unos 6 años. Álvaro se acercó a saludarlos, dándoles un abrazo y un beso a todos ellos.
Joaquín volvió a su trabajo, viendo cada tanto a sus niñas, jugando en el agua, mojadas completamente. Se veían tan hermosas, con sus bikinis pegados a sus cuerpos, con esas bombachitas metiendose dentro de sus hoyitos.
El sonido de la puerta trasera abriéndose me hizo salir del transe. Volví al trabajo, limpiando las hojas, cuando sentí el grito de Álvaro a sus hijas.
A- Niñas vengan un rato. Saluden a su tío y a los chicos.
Las niñas salieron de la pileta y fueron a saludar a los recién llegados. Pudo ver qué todos ellos intercambiaban besos y abrazos. Noté que había cierto desconcierto de las niñas con el más pequeño de los niños, al parecer era la primera vez que lo conocían.
Después los chicos fueron a la pileta, sumándose en el juego de las niñas. Mientras, sentí que Álvaro me llamaba.
A- Joaquín te presento a mí hermano Marcos, mí sobrino Cristian y este pequeño es Paco, un sobrino de la mujer de mí hermano. Hermano, él es Joaquín, nuestro jardinero.
J- Hola mucho gusto.
M- Hola, igualmente. (Sentí la sonrisa de este un poco extraña pero no me detuve a pensar mucho en ello, pues debía llevarse bien con ellos)
A- Bien. Te dejo con tus cosas. Nosotros vamos a ponernos al día.
Tras esto, entraron a la casa. Por mí parte, volví al jardín, aprovechando de vez en cuando para ver a todos en la pileta. A las conchitas estrechas y mojadas se le sumaban ahora los pequeños penes de los niños. Una erección comenzaba a formarse. Sin embargo, aún no podía hacer nada. Tenía que esperar.
Eso de las 17:30, los niños se cansaron de jugar en la pileta y se prepararon para entrar, dejando la ropa mojada en el baño del quincho, poniéndose las niñas la ropa seca que tenían en el quincho. Los varones se envolvieron con las toallas, pues no habían pensado en el tema de ropa antes de meterse a la pileta. Le hice una seña a Anita, esperando que la entendiera. Cuando todos estuvieron listos, entraron a la casa, salvo Anita, que volvió al baño diciendo que se había olvidado algo. Cuando vi que todos entraron, fui al baño. Ahí estaba ella, mí pequeña Anita, la perrita estaba esperando a su macho.
A- ¿Vamos a jugar? ¿Me trajiste caramelos?. (Me dijo esto entre risas).
J- Emm no traje hoy. Pero ¿es que no te gusta jugar conmigo?
A- Si pero también quiero caramelos.
J- Otro dia (le respondí un poco molesto por la extorsión a estas alturas, habiendo pasado por tanto juntos)
La saqué de ahí y la lleve al quincho. Sin esperar más, me saque la verga del short que tenía puesto. Mí pija estaba medio dormida, esperando tomar su forma completa. Le indique a mí nena que comenzará, ya que teníamos que ser rápido. Ella metió mí miembro en su boca, trataba de que entrara lo mayor posible, mojando todo con su saliva y con su lengua, mientras mi verga iba creciendo, preparandose para divertirse, hasta que alcanzó sus 17cm. Poco a poco fui aumentando el ritmo de la mamada, mientras miraba como esa pequeña se iba devorando mí verga. Me gustaba agarrarle de los pelos (no muy fuerte, pues no quería que le doliera, pero lo suficientemente firme para que no se alejara demasiado de mí miembro). La experiencia la estaba volviendo en una experta, tratando de meter más de mí verga en su boca y ahora aumentaba la velocidad de la mamada, pues sabía que así iba a complacer mejor a su hombre. Joaquín sabía que no se iba a cansar nunca de esa boca. Por momentos mí pequeña tosía, tratando de alejarse de mí verga para recuperarse. Sin embargo, no teníamos tiempo y además estaba molesto, así que no la dejaba descansar mucho. Eso hacia que continuará entre toses con la mamada, causándole de vez en cuando arcadas, pues la situación me calentaba aún más, haciendo que tratará de meterle toda mí verga en esa boca, buscando follarla como un animal. Mis gemidos y las arcadas y toses de mí niña debieron causar algo de ruido, pues cuando pare un momento a tomar aire, pude ver cómo el chico que se llamaba Cristian miraba todo desde la puerta del quincho.
Por un momento pensé que había arruinado todo, hasta que mire que la mano del joven estaba en su pantalón, donde se podía ver una notable erección. Necesitaba controlar la situación, así que lance una sonrisa al joven y le hable.
J- ¿Te gusta lo que ves?
El chico no lanzó ningún sonido, solo se limito a asentir.
J- Está muy rico y divertido, ¿querés probar?
El chico volvió a asentir. Le indique que se acercara y que cerrara la puerta. Separé a mí niña de mi verga y le dije que un nuevo amigo se había sumado a nuestro juego, que lo debia tratar bien. No quiso al comienzo, pero de los pelos la lleve frente a su primo. Obediente, recuperándose entre toses, se acercó a Cristian. Este se bajó su pantalón y dejo salir su pito de su ropa. Su miembro era más pequeño y fino que el mío, de unos 11 cm suponía. Tenía unos pocos pelos, señal de su inicio en la pubertad. Mí pequeña debió alegrarse un poco, pues esa verga le iba a entrar más cómoda en su boca. Mientras, yo veía toda esa escena mientras me masturbaba. Cristian lanzó un pequeño gemido cuando la boca y la lengua de Anita comenzaron a tocar su verga. El chico disfrutaba de su prima y mí nena lanzaba sonidos de que le gustaba esa verga. En un momento, Cristian le dio un beso a Anita, haciendo que sus labios y sus bocas intercambiaran fluidos. Mientras ellos se besaban, me acerque a los dos, me agache y metí mí boca y mí lengua en el culito de Anita. Levanté una de las piernas de la pequeña y la puse sobre mí hombro para poder trabajar mejor. Mí boca se turnaba entre la vagina y el culito de mí niña, mientras está seguía besándose con Cristian. Después este también se agachó y quiso probar lo que yo estaba haciendo. Acerco su boca a la vagina de Anita. Ambos estábamos haciendo orales en los diferentes orificios. De vez en cuando, nuestras lenguas se tocaban. Mientras, mí niña debía estar en la gloria, pues sentía por momentos sus gemidos y suspiros de la excitación producida por nuestras lenguas.
El chico volvió a levantarse y a poner su verga en la boca de Anita. Mí nena se prendió a esa verga como un bebé a un biberón.
Yo estaba disfrutando todo pero sabía que necesitaba coronar esta ocasión con lo que se me había negado. Cómo mí pequeña iba a tener ocupada su boca, decidí preparar todo para lo que iba a pasar. Con mis dedos comencé a preparar ese culito. Primero uno, después otro hasta que entraron tres de mis dedos en ese culito. Me había costado un poco a partir del tercer dedo, podía sentir la estrechez de ese orificio, y eso que seguro su padre debía usarlo todos los dias. Una vez mis dedos podían entrar bien y deslizarse sin más en ese hoyito, decidí que ya estaba listo. Me arrodille y me posicione para comenzar. Apunte con mí verga al culito de Anita. Necesitaba aprovechar que estaba entretenida con la verga de su primo, pues de su boca no saldría ningún grito. Intente meter la cabeza de mí verga. Anita se movió un poco, pues se había dado cuenta de mis intenciones. La agarre de su cintura y le dije, enojado, que se quedará quieta. Escupí antes un poco en el agujero de Anita y volví a intentar meter la cabeza de mí verga, la cual pudo entrar poco a poco hasta atrapar la cabeza rosada de mí verga. Me detuve para disfrutar la sensación que era deliciosa. Había probado a Romi pero el culito de Anita era más apretado y la vista de mi miembro ensartando a esa pequeña me ponía muy caliente. Había soñado con ello desde la primera vez que estuve con ella, envidiando a su padre por la suerte que tenía al disfrutar semejante placer. Ahora era mío y quería disfrutar cada momento. Sin embargo, le pregunté a Cristian una cosa
J- ¿Tu padre y tu tío donde están? ¿Están ocupados?
C- Papá y Álvaro estaban bebiendo, encerrados en el cuarto de mí tío. No creo que se desocupen hasta después.
J- Bien. Igual mantene ocupada la boca de tu prima. Recién estoy comenzando.
C- Ja. Tranquilo que yo también no quiero que pare.
Volví a lo mío. Continúe metiendo mí verga en ese orificio estrecho. Podía sentir como poco a poco lo iba abriendo. La estrechez era tanta que mí verga, más gruesa que la de Álvaro, se sentía asfixiada. Mientras iba entrando en Anita, iba largando suspiros y bufidos pues lo que estaba haciendo era tan hermoso que necesitaba expresarlo de alguna manera. Me detuve a ver mí obra, había logrado meter la mitad de mí verga en ese culito tan pequeño. Estaba tan excitado que no me pude aguantar más.
J- Pendejo, agarra bien la cabeza de Anita. Que no se separe de tu verga.
Cristian asintió, debía saber lo que iba a pasar, pues la agarró de los pelos como yo la había agarrado antes. Separé un poco más las nalgas de Anita, tratando de abrir un poco más su hoyito. Escupí un buen garzo de saliva, quería que estuviera lo más lubricada para facilitar todo. Con mí mano izquierda agarre de la cintura a Anita y con la derecha su hombro, pues no quería que se separara de mí ni intentará zafarse. Estaba transpirando mucho, largué un suspiro y conté hasta tres. Di una embestida con toda mi fuerza, lo que hizo que entrara un poco más de mí en ella. Mí pequeña se desesperó, trataba de zafarse de mí y de su primo, pude sentir como intentaba gritar. Cristian, obediente, la mantuvo agarrada de los pelos, evitando que Anita sacara la boca de su verga. Pude notar que también a él esa situación lo calentaba, pues su cara reflejaba una perversión y excitación digna de un hombre. Eso me puso más caliente, aún faltaba por entrar una tercera parte de mí verga, así que comencé a dar más embestidas a esa pequeña perra. Podía sentir que Anita gemía, no sé si dolor o de placer, pero no importaba. Poco a poco el resto de mí carne quedó envuelto en su totalidad por esa cavidad anal. La estrechez de ese espacio era un deleite, era todo lo que se había imaginado y más, pues la escena era más morbosa con ese joven que sostenía la cabeza de Anita contra su verga. Pude oír como Cristian le decía que aguantará y que ni se le ocurriera morder su verga, dándole unas cachetadas para que entendiera el mensaje.
Dejé que por unos segundos ese culo se acostumbrara a su nuevo huésped. Cuando considere que había pasado el tiempo suficiente, comencé el vaivén de mí cuerpo y mí verga contra ese culo infantil. Podía sentir como intentaba cerrarse cuando sacaba mí verga, solo para volver a recibir mí miembro, abriendo esa carne de nuevo para quien de ahora en más seria un visitante cotidiano. Vi como la piel de ese hoyo estaba estirada al máximo, como si fuera a romperse. Poco a poco fui aumentando la velocidad de mis embestidas, mientras veía como de la cara de mí niña hermosa caían unas gotitas, no sé si era saliva, sudor o lágrimas. Largué unos gemidos mientras penetraba a esa zorrita más duro que antes, sacando mi miembro por completo para luego ensartarlo con fuerza, haciendo que mis huevos chocarán con su aún virginal vagina. Estaba sudando como un condenado, pues el calor, mí excitación y mí fuerza de voluntad para no acabar se juntaban. Continué con mis embestidas unos minutos más, mientras comencé a darle nalgadas a ese culo, dejandolo rosado, al tiempo que le decía cosas guarras como «Así vas a aprender a no contestarle a tu macho» o «Vas a aprender a ser una buena puta». Cristian también comenzó a darle cachetadas a Anita, mientras le follaba con rapidez la pequeña boca. Para ser un adolescente se movía bien durante la follada bucal que le estaba dando.
Estuvimos así unos 15 min hasta que supe que no iba a aguantar más. Con dos embestidas fuertes, que movieron para adelante a mí pequeña (la cual pude ver qué le temblaba todo el cuerpo del cansancio), acabe con varios chorros de semen. Largué gemidos y bufidos sonoros mientras acababa en ese hoyo que tanto había esperado. Por su parte el chico al ver que había acabado también decidió hacerlo en toda la boca de la niña.
C- Ya voy a acabar.. Ahhh… Traga todo primita. (Cuando saco su pene de la boca de Anita vi que le tapo la boca con sus manos, para evitar que escupiera).
Mí niña, con los ojos rojos, se resistió al comienzo, pero viendo que necesitaba aire no tuvo otra opción más que tragar la leche de su primo. Yo, ya con el pene medio flácido, salí del culo de mí nena, pudiendo escuchar un clop al sacar mí miembro. Pude ver un poco de heces, sangre y semen en mí verga.
Me senté al lado de Cristian, ese adolescente que resultó tan perverso como cualquier hombre adulto. Su verga, ahora también un poco flácida, estaba llena de semen y saliva de mí pequeña.
J- Aún no terminaste Anita.
Agarre su cabeza de los pelos (pues estaba bastante agotada) e hice que me limpiará la verga y la de su primo. Al principio no quiso, pero unas cuantas cachetadas la hizo cambiar rápido de opinión. Esto hizo reír un poco a Cristián. Temblorosa la perrita pasaba su lengua y su boca por nuestros miembros. Vi que le dio un poco de asco mí verga por lo sucia que estaba, pero no se detuvo en su tarea.
J- Bien perrita. Así vas a aprender a no pedir nada a cambio cuando yo te ordene algo. Tenés que ser una buena hembra para tus machos.
Cuando terminó su tarea, mí niña se tiró en el piso agotada. Le indique a Cristian que la cambiaremos con la ropa seca que estaba sobre la mesa. Después nos cambiamos ambos. Dejamos a Anita sobre el sillón del quincho, pues estaba agotada y debía querer dormir. Yo salí con el chico para el patio.
J- Cualquier cosa si preguntan, la niña tenía sueño y se durmió en el sillón por el cansancio de la pileta. Entra a la casa, yo vuelvo al jardín, con las plantas.
C- Bueno jaja. Si que le diste duro a la perrita no jaja.
J- Jajaja. Vos también sos todo un depravado pendejo. Cuando te vi en la puerta pensé que me había jodido.
C- ¿Pensaste que le iba a decir a todos? Si no es la primera vez que te veo haciendo eso. Los videos que hiciste con mí tío estuvieron súper calientes jaja. Papá por eso nos trajo.
Esto me dejó perplejo por un momento, pero después largué una carcajada y una sonrisa al entender todo.
J- Así que tu viejo sabe todo. Eso es bueno, pensé que iba a tener unos días aburridos mientras estuvieran aquí.
C- Si, mí tío no sabe nada, papá le debe estar explicando todo, por eso están en el cuarto.
J- Jaja. Que sorpresa se va a llevar Álvaro, seguro debe estar más relajado al saber que estas semanas van a estaras divertidas con uds. Igual no le digas sobre lo que hice ahora. Tu tío no me quería prestar el culito de Anita aún.
C- Así que lo tomaste por tu cuenta. Jaja. No te preocupes, no le voy a decir nada. Igual, ahora que vamos a estar todos seguro que uds dos no van a ser los únicos que prueban ese culo.
J- Jaja si. Mejor que les vaya comprando unas cremas a sus niñas porque seguro que van a quedar con el culo irritado y rojo con todos nosotros.
C- Si jaja. Bueno entro a la casa, después hablamos.
J- Dale.
Cristian entro a la casa con una sonrisa en la cara, mientras yo me preparaba para irme. Las buenas noticias que había recibido por parte del chico le habían calmado la preocupación que tenía. Estás fiestitas no iban a parar, más bien tenían nuevos participantes.
Esperaría que Álvaro le enviará por mensaje todo lo que ya sabía, además claro de la invitación a sumarse. Tenía dos culos nuevos que usar, además de poder ver en vivo a esos nuevos integrantes en los videos que iban a hacer. Ya quería ver qué tan depravado era Marcos, el hermano de Alvaro. Seguro que más que su hijo. Y también esperaba probar a ese pequeño Paco. Si lo trajeron no creo que fuera solo para comer helados y ver tele.
Además aún faltaban por llegar el hermano mayor de Álvaro con sus hijastras y el abuelo de las niñas. Nuevos hoyos y nuevas vergas. Las fiestas iban a continuar.
Continuará
Uff