Jimena, un ángel con suerte.
La historia de una niña indigente y su abuela que sin querer, acabaron en el lugar correcto..
Jimena es una nena de 6 años, indigente. Recorre las calles con su abuela, una mujer ignorante, pobre, con ideas extrañas.
Una de esas ideas es usar a su nieta para conseguir un lugar donde vivir igual que como hizo con su hija de 13 años, chica que le entregó a un hombre mayor, este desgraciado la violó el mismo día que su abuela se la llevó, la arrastró a su cuarto y la tomó hasta quedar saciado.
Fueron meses de tortura para la madre de Jimena, cada día soportaba los abusos del viejo, todo para nada, el desgraciado las votó a la calle cuando supo del embarazo, no quería responsabilidades.
Sin dinero, la chica dió a luz en la calle asistida por su madre, murió a los meses por una infección no atendida causada por las condiciones insalubres en que dió a luz.
A sus 36 años la mujer es abuela de una niña que es bonita pero está sucia y desnutrida, una niña que por pura suerte sobrevivió y llegó hasta los 6 añitos.
Comienza el otoño, la abuela está preocupada, hace frío, su refugió fue destruido para construir un estacionamiento, no ha llegado el invierno y ya sufren los estragos de no tener techo.
Recorren una zona de dinero de la ciudad, la abuela ha escuchado que hombres de dinero trabajan por aquí, su plan es encontrar uno que acepte a su nieta como pago para pasar el invierno.
Ernesto es un hombre solitario de 30 años, trabaja como agente de viajes, le va bien, bastante bien. Todos sus clientes son personas con dinero o influyentes que le dejan a él sus itinerarios de viaje, vuelos, hospedaje, transporte, actividades, visitas, reservaciones a restaurantes, lo hace todo.
La suerte lo llevó al lugar correcto, después de atender a uno de sus mejores clientes, disfruta de una cerveza en un bar, sentado en la barra que da a la calle ve los carros pasar, le gusta dejar el tiempo correr, no tiene prisa, su casa es solitaria, así le gusta, pero también disfruta de estos momentos en la ciudad.
Ese día la la abuela de Jimena lo confundió con uno de esos hombres adinerados de los que escuchó, se acercó a Ernesto para hablar con él, pensó le pediría dinero, sacó de su cartera unos billetes de baja denominación y se los dió, normalmente la ignoraria, pero la niña captó su atención, es bonita, un baño, algo de ropa sexy y será una de esas «lolis» que le gusta ver.
Su pene reacciona de inmediato, Ernesto es un pervertido, fantasea con llevarlas a su casa y abusar de la niña en presencia de la madre.
La abuela tomó el dinero y sintió una «corazonada», comenzó a hablar con Ernesto pero apenas si le entendía, la abuela no está enferma, solo no sabe hablar bien, expresar ideas, su lenguaje es muy pobre, parecía que todo estaba arruinado, pero Ernesto entendió palabras clave, niña, hombre, coger, casa.
Confundido observa a la mujer, huele mal, sudor, basura, descompuesto, la niña despeinada, sucia, ambas usan harapos, incrédulo y con dudas ¿Será un engaño?, una trampa, un chantaje.
Temeroso habla con la niña, hace lo que se tiene que hacer, preguntarle su nombre «Me llamo Jimena».
Castellano, español, el lenguaje de Cervantes, la niña habla mucho mejor que la mujer, a partir de ese momento se dirigió a la nena imaginando sus delgados labios recorriendo su pene.
La niña le explicó lo que su abuela quiere «Si nos lleva a su casa me podrá coger», asustado de que alguien hubiese escuchado a la niña Ernesto miró a todos lados. La fortuna está del lado del hombre, no hay nadie, absolutamente nadie.
Motivado le dijo a la niña que lo esperaran en una gasolinera cercana, cuando lo vean llegar, se subirán en los asientos de atrás de su vehículo, la niña entendió las instrucciones y se retiró con su abuela.
El Jeep con techo de lona llegó al lugar, se bajó a comprar cualquier tontería observando nervioso hacia afuera mientras la mujer y niña se suben al vehículo. Pagó unas bebidas y salió corriendo abordando el asiento del piloto.
La peste en el interior desapareció una vez se puso en marcha, en el camino le pregunto a la niña por el precio, se sorprendió con lo barato, piden casa y comida, preguntó cuánto tiempo dispone, se lame los labios con la respuesta, todo el invierno, de preferencia y si es posible, para siempre.
Ni en sus fantasías más locas se imaginó algo así, una niña de esa edad a su alcance, todo el invierno de prueba, si le gusta, se la queda.
Llegando a su casa las acompañó directo al baño, ambas mujeres maravillosas con lo grande y bonito del lugar, en la cima de una colina fuera de la ciudad, terreno alrededor de la casa, el interior es sencillo, solo lo necesario, 2 recámaras, 3 baños, sala, cocina, comedor, proporciones medianas, salvo la recámara principal.
Es en realidad una casa mediana de campo, se la compró a uno de sus clientes a un excelente precio, el anterior dueño la vendió por pequeña y lo «feo» de la zona además de que a su esposa no le gustaba la decoración.
Apartado del mundo, así vive Ernesto, con Internet hace todo, baja a la ciudad solo cuando es estrictamente necesario, alacena llena, suficiente dinero en el banco para dejar de trabajar hasta 5 años enteros y todo estará bien para él económicamente.
Sin deudas, sin responsabilidades, su vida pasa lento, entre las perversiones que experimenta con prostitutas que trae a su domicilio y la pornografía de todo tipo que consume, Ernesto es un hombre ávido de sexo, se masturba frenéticamente fantaseando con una nena y ahora por fin, sin buscarlo, llegó una a su vida.
Ambas mujeres se bañan en presencia del hombre, les da indicaciones, por suerte la «madre» entiende mejor el español de lo que lo habla.
Gruesas costras de mugre son removidas con abundante jabón, poco a poco el panorama va caminando, debajo de los harapos apestosos y mugrientos había dos hermosas mujeres, es verdad, la vida en la calle a pasado factura en la mujer de 36 años, aún así, algo de comida, cuidados y atención cambiarán ese cuerpo en algo que Ernesto se puede dar gusto.
Jimena, la dulce niña, desnutrida, descuidada, la historia es otra en ella, una sana alimentación, cama suave, algo de alegría y será una encantadora niña.
Bajo su pantalón el pene de Ernesto rabea, empuja con fuerza, es un pene grande, más que el promedio, gigante para una niña de las proporciones de Jimena.
Sentados en la barra de la cocina, la abuela y la niña esperan que Ernesto prepare la comida, el ruido de sus estómagos delatan que tienen hambre y que Ernesto es un buen cocinero, el aroma despertó su ya evidente apetito.
El hombre se saborea a la chiquilla, la abuela se da cuenta, está convencida que podrán pasar aquí el invierno. En su cabeza no eres puta si lo haces con un solo hombre y lo haces por comida, así le tocó a ella hacerlo por años, pensaba hacer lo mismo con su nieta, no lo hace con malicia, nadie le ha dicho que está mal, es simplemente su forma de vida.
Dos grandes platos de arroz frito con verduras se terminó Jimena, Ernesto se sorprendió que pudiera comer la misma cantidad que él, la abuela por otro lado apenas si pudo con el plato, le gustó la comida, pero hay algo que nadie sabe, un cáncer terminal en el estómago se la está comiendo, por años lo ha confundido con «hambre», vivir en la calle le ha dado un excelente sistema inmunológico, pero el cáncer es otro tema.
Esa noche las mujeres durmieron en su propia recámara, una cama cómoda, sábanas limpias, durmieron al calor de las cobijas por primera vez en años para la abuela, primera vez en su vida para la niña.
Ernesto no puede conciliar el sueño debido a una erección, piensa en el cuerpo de la pequeña, después del baño y la comida conversó un poco con la mujer, estando más tranquila, su apetito saciado y el calor de la cocina, sus ideas eran más claras, mejorando de manera sustanciosa su elocuencia.
Ahora sabe que es la abuela, no la madre, le ofrece a su nieta a cambio de casa y comida, todo el invierno, con la opción de quedarse a vivir ahí siempre a cambio de lo mismo, Jimena no está registrada, no tiene apellido, la madre la llamaba así, la niña nunca a sido vista o tocada por un hombre, ella la cuidó desde bebé en refugios dónde conseguía alimento para la niña, es la primera vez que dormirá en una cama, fue su primer baño, inocente, ignorante, noble, risueña, bonita, los sueños de Ernesto hechos carne, materializados en una niña que le ofrecen a cambio de casa y comida.
Esa noche Ernesto piensa en todas las posibilidades, primero necesita hacerle pruebas a la menor y a la abuela, no quiere correr riesgos de infecciones, necesita ropa para ambas, al menos algunos cambios, no es que vayan a salir mucho, pero tampoco las quiere usando su ropa, necesitará más comida, ahora son tres bocas, revisa su agenda marcando todos sus pendientes y actividades, lo primero es la ropa, no confía en dejarlas solas en casa, por eso le dedicó la mañana a lavar los asientos de su Jeep y sacar cualquier resto de suciedad.
Omelette con queso, champiñones y puré de papa, la niña devora todo lo que le ofrece Ernesto, sin preguntar o cuestionar, su desnutrición la impulsa a comer y comer, el pequeño cuerpo en desarrollo necesita grandes cantidades de nutrientes, por suerte para ella, el hombre que la alimenta lo sabe, nutriólogo por diversión, cuida cada detalle de su dieta y ahora lo hace con su pequeña, porque para él, Jimena ya le pertenece.
Una montaña de fresa y kiwi desapareció en minutos, es la primera vez en su vida que prueba la fruta fresca, los nutrientes, atenciones, e incluso mimos de Ernesto van sacando el carácter y personalidad real de Jimena, parlanchina, juguetona, curiosa, risueña, atributos normales de una niña de 6 años, todo eso mezclado con la dura vida de las calles, pasar hambre y frío, soportar las miradas de desprecio y desconfianza de la gente, dieron como resultado una niña que le da su lealtad, gratitud y confianza al hombre que la cuida.
La pequeña esperaba ser «tomada» en su primera noche, es lo que pasa siempre dijo su abuela, espera sentir dolor y ardor en su cosa, incluso habrá sangre. La primera noche de Jimena fue de miedo, esperaba que en cualquier momento llegara el hombre y le hiciera daño, pero no pasó, se quedó profundamente dormida en el calor y comodidad de su cama, estómago lleno, ropa limpia, un agradable aroma. Sin saber bien qué significa «ser tomada», la niña espera que pase pronto, ya no tiene miedo, está dispuesta a soportar lo que sea con tal de vivir aquí con Ernesto.
Mientras el hombre lava los asientos traseros permite a la niña jugar con la manguera, se divierte con el chorro de agua regando los árboles por instrucción de Ernesto.
La abuela sentada observa a su nieta jugar, ella no recuerda haber jugado, pensaba regañarla, no entiende que hace, pero no se atreve a decir nada, fué Ernesto quien le dió la manguera y le dijo que hacer.
Ernesto sonríe divertido por la conducta de la niña, comprueba su inocencia en su infantil actuar. Más tarde la niña muere de la risa cuando una cinta recorre su cuerpo, cintura, piernas, pies, hombros, espalda, lo mismo pasa con su abuela que sin reír se deja hacer.
Camino al centro comercial la niña va sentada en medio del asiento de atrás, piernas abiertas va mostrando el boxer de Ernesto que cubre sus genitales, la observa cada vez que se detiene en algún semáforo por el retrovisor, una hermosa sonrisa ilumina su rostro.
La abuela confundida por lo que pasa no entiende por qué salen de la casa, por qué no tomó a su nieta anoche, a dónde van, tiene dudas si el hombre va a tomar a su nieta o si acaso la va a tomar a ella.
Estacionado en el centro comercial les pide que aguarden ahí, irá a comprar algunas cosas y regresa. Solas en el carro las mujeres conversan, la abuela escucha a su nieta, le gusta la casa, la comida, el señor, quiere quedarse ahí, la mujer piensa, tal vez va a querer montarla a ella, recuerda como observa Ernesto a Jimena, ojos de deseo, está confundida. Cuarenta y cinco minutos, eso le tomó a Ernesto volver, en sus manos trae ropa interior, calzado y ropa.
Vestidas decentemente son otro cantar, la abuela no es fea, solo desgastada por la dura vida, Jimena es bonita, no es una belleza despampanante, pero es bonita, morena clara, ojos claros, cabello castaño oscuro, sus mejores atributos son la sonrisa y nariz pequeña, será una mujer guapa, sin destacar, pero no pasará desapercibida.
Segunda parada, el médico. En el camino Ernesto le explicó a ambas mujeres lo que iba a pasar, ambas ya habían pasado por eso antes, en el refugio, Jimena era una bebé y no lo recuerda, pero ya las han revisado. El actuar de Ernesto comienza a generar confianza en la abuela, comida, cama, ropa, doctor, de nuevo la corazonada, es una buena opción.
El médico hizo muchas preguntas, sobre todo cuando la abuela no supo su propio apellido, ni el de la niña, el parecido entre ellas garantiza los lazos sanguíneos, el desgaste físico de la mujer y desnutrición de la niña dan veracidad a la historia de indigentes, aún así, Ernesto agregó una prueba para saber la relación de las mujeres para calmar las sospechas del médico.
Tercera parada, tienda de ropa. Ernesto se moría de ganas de comprar ropa diminuta, erótica, sexy, pero sabía que era peligroso, dejó que cada una escogiera dos cambios para dormir, 4 cambios de uso diario y uno para salir. La abuela demostró tener gustos excéntricos, conjuntos interesantes, poca ropa, enseñando mucho, ropa digna de una prostituta, lo que ella considera «elegante». Sin saberlo le dió el camino a seguir a su nieta, conjuntos dignos de una pequeña Lolita, sexys, morbosos, todo lo que Ernesto deseaba.
Cuarta parada, supermercado, Ernesto nunca había considerado la opción de sacar una membresía para esas tiendas que venden todo al mayoreo, pero ahora son tres, no le gusta salir seguido de casa, será necesario comprar en cantidades considerables. Los ojos se les salieron a ambas mujeres, nunca habían visto tal cantidad de comida junta, no sabían para qué eran muchas de las cosas del lugar, curiosean todo, se asombran con todo, particularmente con la cantidad de cosas que Ernesto sube al carro de compras.
De regreso a casa, felices las dos contemplan su ropa, ropa nueva, de ellas, el Jeep cargado de comida, detergentes, un hombre satisfecho, quiere verlas felices, desea a Jimena, pero no le quiere causar daño, quiere que sea feliz a su lado y no se vaya nunca.
Más comida, un buen pedazo de carne, vegetales, legumbres, de postre yogurt con granola, Jimena devora todo, sin saber usar los cubiertos se come su carne a mordidas, sus dientitos no pueden rasgar la carne, su mandíbula no le permite perforar las fibras.
Desesperada, Ernesto acude en su ayuda, corta pequeños trozos de carne para la niña, le enseña a comer despacio usando el tenedor, un trozo a la vez, legumbres, vegetales, bebe de su vaso un trago grande de jugo, la niña se divierte comiendo imitando a Ernesto.
En la cabeza de Ernesto las ideas pasaban a mil por hora, ¿Seducida, forzada, sedada, drogada? cómo debería hacerlo, se lame los labios, frota sus manos, la “pareja” toma lugar en el sillón viendo televisión, Jimena sentada en sus piernas siente el erecto pene debajo de los pantalones de Ernesto, la nena no sabe bien qué pasa o qué es eso, pero siente el cálido regazo del hombre que la ha cuidado estos días.
La abuela sentada en el sofá observa la escena, parecen padre e hija, contempla a su nieta feliz viendo caricaturas, algo que ya había hecho antes a través de las vitrinas de las tiendas, se sentaba en la acera para ver los dibujos de las pantallas, ahora podía hacerlo sentada cómodamente en las piernas de Ernesto, en un lugar seguro, a metros de distancia en una pantalla OLED de 86” en 4K, con sonido, por primera vez en su vida escuchaba la televisión.
Ernesto tocaba sutilmente todo lo que podía, caricias profanas discretas mancillan la pureza de la menor, cualquier persona denunciaría a Ernesto, es más que evidente que oculta con cariño sus turbias intenciones, pero las cosas son así, nadie va a denunciarlo, la abuela respira tranquila al ver que el hombre acepta el “trueque” y Jimena disfruta de las muestras de afecto que reconfortan su espíritu, la hacen sentir aceptada, querida, un calor nace en su pecho, por primera vez experimenta el cariño, porque ni su abuela le había mostrado este tipo de afecto nunca.
Al finalizar la película la niña alzó su cabeza para ver a Ernesto golpeando su pecho para llamar su atención, al bajar la mirada hicieron contacto, los hermosos y claros ojos de la niña en conjunto con su hermosa sonrisa conmovieron al hombre, en ese momento definió como lo haría todo, con la verdad.
El resto del día la niña vió televisión, caricaturas, un mundo de diversión animada se abrió delante de ella, la intención de Ernesto es que mejore su lenguaje, quería entablar conversaciones con la niña para poder explicarle lo que estaba pasando en todo momento. Mientras la niña veía caricaturas, él se concentró en su trabajo.
La abuela deja a su nieta entretenía y va con Ernesto, tiene la necesidad de conversar con él, no entiende por qué no ha tomado a su nieta aún cuando tiene las intenciones, le duele la cabeza, nunca había pensado tanto.
Coger, niña, cuándo, Ernesto entiende perfectamente lo que la mujer dice, no logra entender por qué la mujer habla de esa forma mientras la niña parece no presentar mayor problemasl. Con el lenguaje más simple posible le dió a entender a la mujer que será después de visitar al doctor, en dos días a partir de hoy, con el signo de victoria en la mano la mujer repite días, dos, una y otra vez, el hombre asiente con la cabeza, pero termina con la frase, niña, duerme, conmigo, bien bien respondió la mujer.
A la hora de dormir Ernesto mandó a la abuela a bañar y llamó a Jimena para bañarse con él, emocionada saltó de alegría por la sala, se va a bañar con su amigo y eso la hace felíz.
El baño de Ernesto tiene regadera, tina con hidromasaje y además bañera con hidromasaje, las usa de manera regular para relajarse, la tina es pequeña, caben dos personas, pero desea darle algo mejor, la bañera es más grande, sin problema caben 3 personas adultas, ahí es a donde llevará a la pequeña.
Agua tibia, sales de baño, algo de espuma y listo. Antes de entrar debe desnudar a su pequeña, le tiemblan las manos, suda, la nena solo sonríe. Suave y tersa piel color azúcar morena, un aroma tan dulce que lo embriaga, sus manos recorren un manto de seda que tiene por piel Jimena, el pecho plano con pezones apenas visibles, aureolas pequeñas más oscuras que el resto de la piel, en sus yemas siente electricidad que le llega hasta lo más profundo de su cerebro, grandes cantidades de serotonina inundan su cerebro, olas de placer inundan todo su cuerpo y no ha pasado de los hombros.
Poseído por todos sus morbos, Ernesto comenzó a besar a la niña comenzando por las mejillas, con una mano la tomó por el cuello y parte de su mejilla, la otra recorre el desnudo pecho de Jimena que sonríe curiosa con lo que Ernesto hace, la niña se siente bien, confía en Ernesto, en 2 días le ha dado más afecto, atención y cuidados que nadie, esta noche se sumaron frases de afecto, eres hermosa, me encantas, vas a ser mía para siempre, te voy a cuidar y proteger. La chiquilla sin saber por qué comenzó a hacer pucheros, era demasiado afecto para una niña tan pequeña que nunca había recibido cariño en su vida.
Ernesto pensó que había hecho algo malo, quizá la niña ya sabe lo que está pasando y se siente incómoda e insegura, se siente miserable, ruín, desalmado, acaba de hacerle daño a una grácil criatura que había confiado en él, intentó disculparse con la niña, para su sorpresa y expiación, Jimena se le lanzó a su cuello para llorar con fuerza en su hombro mientras le decía “te quiero”.
Le preguntó a Jimena por qué llora, nunca en su vida había sentido su pene tan duro, “nadie me había dicho cosas bonitas”, sollozando frente al aún vestido hombre. “Yo te quiero y te querré siempre”, con esas palabras Ernesto reanudó su asedio más motivado que al inicio. el cutis corporal de la nena se eriza allá por donde pasa la mano del hombre, ella solita se quitó la falda y ropa interior por petición de Ernesto, una imberbe y hermosa vulva color porcelana, sus piernitas delgadas como espárragos, glúteos redondos y paraditos, la chiquilla se ríe de las cosquillas que le hace cuando pasa por sus partes, abre las piernitas a petición de él y expone su deliciosa vulva, labios cerraditos, pequeñita, la gira e inclina su espalda para ver el oscuro y diminuto ano color castaña, todo en esta niña es hermoso y perfecto.
Jimena se deja hacer, disfruta de todo lo que le hacen, ella es inocente, no sabe lo que pasa, para ella son caricias y muestras de afecto, no alcanza a entender que cualquier persona que haga eso con un menor irá a prisión inmediatamente, pero de saberlo, ella no diría nada, jamás acusaría a Ernesto, prefiere mil veces estas muestras de afecto prohibidas que dormir en el frío piso con ratas, cucarachas, pulgas, chinches y el miedo de que alguien le haga daño.
En su psique infantil esto es más que un juego, permitir esto significa tener comida, vestido, calzado, una cama cómoda y tibia, pero lo más importante, AFECTO. Saciado de la exploración infantil, Ernesto toma de la mano a la niña para meterse en la bañera, las burbujas emocionan a la niña, el agua tibia le manda escalofríos a todo su cuerpo, ayudada por su amigo la pequeña se mete al agua que se mueve a su alrededor, apenas sale su cabeza al ser más profunda que su cuerpo, se ríe a carcajadas, siente cosquillas, un sentimiento que no sabe describir o explicar, la pequeña Jimena de 6 años experimenta por vez primera el CONFORT.
Ernesto ingresó desnudo con la nena, Jimena alcanzó a ver el pene, erecto, ENORME, GRUESO, le causó curiosidad pero no alcanzó a verlo mucho, desapareció en el agua y se escondió en la espuma. Sentado en el escalón más profundo jaló a la pequeña hacía él, aunque no lo vé, Jimena puede sentir el pene, ya había visto muchos, los demás indigentes orinan en la calle o se lo enseñan a las mujeres, pero eran feos, sucios, el pene de Ernesto está limpio, como ella en esos momentos.
La niña sonríe con su amigo, conversan sobre las caricaturas que vió, sentada en sus piernas, frente a él, puede sentir la cosa de Ernesto haciendo presión en su cosita y colita, la nena se deja hacer, su cuerpo va y viene lentamente tallando el miembro de Ernesto que sonríe con el rostro ruborizado y respirando raro.
Su programa favorito fue el del gatito mágico, conversa emocionada lo mucho que se divirtió viendo tele, salir a pasear, la comida, la ropa, recargada en el velludo pecho de Ernesto le da las gracias con un “fuerte” abrazo por todo lo que hace por ella. Mientras tanto Ernesto disfruta de las caricias vaginales que se da con la niña, en su vida había disfrutado este tipo de masturbación, el bizcocho caliente de la niña es tan suave que jura sentir nubes masturbando su pene.
Ernesto no quiere eyacular todavía, primero quiere hablar con la nena, explicarle de qué se trata todo esto, el propósito de venir a su casa, lo que implica ser tomada y quedarse. Está dispuesto a permitirle quedarse con él aún si la niña se niega a hacer cualquier cosa, el tenerla cerca, olerla, tocarla, eso es suficiente para él, con eso puede masturbarse con alguno de sus aparatos pensando en ella y alcanzar deliciosos orgasmos.
Cuarenta minutos más de baño, un total de 55 minutos, de los cuales, 15 fueron de la niña deslizándose sobre el pene de su amigo. Los dedos de las manos y pies arrugados, se ríe a carcajadas al escuchar la explicación, nunca le había pasado, nunca se había bañado. Ernesto la secó personalmente, cabello, cuerpo, sobre todo el área genital, la niña huele delicioso, exquisito, su piel absorbió el aroma de las sales y la esencia del champú, sus mejillas chapeadas por el calor del agua, antes de pasar a la cama Jimena supo lo que era la higiene bucal, con un cepillo para niños Ernesto cepilló sus dientes de leche algo dañados, la niña encantada disfruta con el suave sabor a menta de la pasta dental infantil.
Envuelta en una toalla, cargada en los brazos de Ernesto, Jimena se deja hacer, el destino es la cama, el lujoso colchón Tempur LuxeBreeze los espera. El colchón de la recámara de invitados es cómodo, pero Jimena está a punto de experimentar uno de los placeres más grandes de su vida. Ernesto no escatima cuando se trata de comodidad, su colchón no solo es caro, también es el más cómodo del mundo.
Frente al colchón la pequeña es removida de sus toallas, su cuerpo limpio y perfumado queda expuesto, con cuidado la cargó para depositarla en su cama, la comodidad absoluta, dejó caer todo su peso contra el colchón que se amolda a su figura, suspira de placer ante tal comodidad, “no quiero dormir en la calle nunca más”.
Envuelta en los brazos de Ernesto que también está desnudo, las colchas ligeras ocultan lo que pasa debajo de ellas. Un hombre de 30 años toca de manera indecente a una niña de 6 que interpreta todo como cariños, mimos, afecto, atención y demás cosas positivas que llegan a su cabecita. Sus pequeñas nalguitas son amasadas con cariño, las separa discretamente, de vez en vez pasa su dedo por el impecable anito llegando hasta la cerrada vulva.
Todo el oscuro momento fue acompañado de una turbia conversación, la voz de Ernesto es ronca, está demasiado excitado, se contiene de cualquier avance, se muere por bajar a probar la inmadura vagina, lucha contra sus deseos, afortunadamente para él su fuerza de voluntad es mayor, no hará nada hasta no tener los resultados y tener la “aprobación de la niña”.
Con el lenguaje más simple que puede le explica todo lo que va a pasarle si se queda con él, no se corta al momento de ser explícito, “voy a meter mi pene por tu vagina, ano y boca, voy a dejar mi leche dentro y fuera de tu cuerpo, va a doler, mucho, sobre todo las primeras veces”, hubo toda una explicación de que era cada cosa, la niña escucha atentamente a su amigo que la acaricia y toca “lo que hacemos está mal, por eso, si no quieres, no lo haremos”, Jimena piensa en su abuela y sus palabras de hace unas horas “aguanta tú cogida”, “casa, comida, ropa”, su cabecita no es la de un adulto, no sabe razonar como un adolescente, mucho menos como la de un menor de su edad, no sabe leer, mucho menos escribir, lo único que conoce es lo duro de vivir en las calles, aún cuando tenían su refugio, dormir en un colchón apestoso, el miedo de que alguien le hiciera algo en cualquier momento, el hambre, frío, sed… En comparación la increíble comodidad de la cama donde está acostada, los brazos de Ernesto dándole calor, las cosquillas tan agradables que le causan sus manos, la deliciosa comida, la tele, la ropa, “No me quiero ir nunca de aquí”, la niña se quedo dormida con el pene babeante de Ernesto empujando contra su pancita.
Abrazada a un pervertido hombre, una dulce y angelical niña duerme abrazada a él, dispuesta a soportar dolor y guardar silencio absoluto a cambio de no perder NADA de lo que tiene en ese momento.
El pervertido hombre disfruta el calor, suavidad y aroma del pequeño cuerpo que abraza, comienza a hacer planes sobre qué se va a comer primero, definitivamente será la puchita, pequeñita, esponjosa, color porcelana, casi puede saborear el sabor.
La abuela inquieta da vueltas en la cama, si la niña no lo hace bien las van a correr, un dolor en la panza la tortura, cree que es hambre, se levantó a tomar agua para calmar “su barriga”, pasó por el cuarto del hombre, con cuidado abrió la puerta, con la luz de la luna alcanzó a ver la cabeza de Jimena recostada en el pecho del hombre, duerme plácidamente, su compañero la abraza, “bien niña, tú bien”. Regresó a su cama a dormir sabiendo que podrá pasar el invierno en esta casa.
El día siguiente Ernesto se levantó muy temprano, atendió todo su trabajo y fue a preparar desayuno, pan francés con canela y miel, de postre fruta con yogurt y granola, un vaso grande de licuado de fresa, plátano y manzanas. El apetito de Jimena no deja de sorprender a Ernesto, doble ración de todo. El día entero fue reír y jugar, ver televisión, leer un libro, sentada sobre su regazo escucha a Ernesto leer los símbolos del papel, nunca pensó que eso significaba algo, absorta ve las pocas imágenes, su pequeño cerebro absorbe como esponja, curiosa pone atención a todos los detalles, la vida en la calle te puede destruir o dar las herramientas y habilidades para sobrevivir, la pequeña Jimena aprendió a poner atención, palabras nuevas llegan a ella, satura a Ernesto preguntando una y otra vez qué significa esto, qué significa lo otro, empuja sus nalguitas contra el duro pene debajo del pantalón, aprendió que a Ernesto le gusta eso desde el baño.
La gloría y el paraíso juntos, los siguientes días fueron iguales, 6 días después ya es lunes, la pequeña está más que respuesta, su cuerpo absorbió los nutrientes de la comida que le dio Ernesto, su cuerpo ahora es aún más hermoso, todo está inflado, sigue siendo delgada, pero su cuerpo se nota con bastante mejoría. La abuela es un caso distinto, no ha mejorado, sigue igual que cuando llegó, es lunes por la mañana, los resultados están listos y van camino a recogerlos.
La primera noticia es que se confirma el parentesco de la niña y la mujer, el médico se disculpa, “En estos días es necesario extremar”, Ernesto le dice al médico que hace su trabajo y no tiene problemas con eso, “Me gustaría escuchar el resto de los resultados”, la mejor noticia, Jimena está LIMPIA, goza de un increíble sistema inmunológico, algo desnutrida, pero fuera de eso, todo impecable, por otro lado, “la señora tiene cáncer, necesitamos más pruebas para saber más”. Ese mismo día la abuela fue sometida a pruebas y análisis, volvieron a casa felices, Jimena y la abuela no saben qué es el cáncer, no saben qué significa todo eso, pero Ernesto sí, está preocupado, el médico está preocupado, su único pariente de sangre podría morir.
Tener amigos clientes con dinero ayuda, tal es el caso de un diputado a quién Ernesto le ha organizado infinidad de escapes con sus múltiples amantes, este hombre es poderoso e influyente, él podrá ayudarlo. Una sola llamada explicando la situación, “una niña indigente se quedará sin nadie en el mundo, deseo ser su tutor ¿me puedes ayudar? No tiene apellido, no sabe su fecha de nacimiento”, en tres horas recibió una llamada de una trabajadora social que desea recabar datos, apellido y fecha de nacimiento inventadas, nombre para la abuela también inventado, “mañana pase por sus papeles”.
Por la noche la mujer se fue a bañar, la pequeña Jimena dormiría con Ernesto a partir de esa noche, toman un baño en la tina, no tan largo como el de ayer, pero lo suficiente para limpiar a conciencia el cuerpo de la nena, ese baño fue especial, los dedos de Ernesto fueron más insistentes, “va a doler un poco, si te molesta me detengo”, la niña se ríe por los tocamientos, besos y cosas que le dicen, “estás deliciosa”, “nos vamos a divertir mucho juntos”, “sabes muy rico”, el dedo meñique de la mano derecha jamás olvidará esa sensación, firme pero con cuidado se incrustó hasta el primer nudillo, sacando un pequeño quejido de dolor y sorpresa de la nena, la niña recordó las palabras de Ernesto “va a doler, mucho, sobre todo las primeras veces”, haciendo muecas, ajustó su culito contrayendo sus músculos, sin saberlo, le está regalando a su abusador exquisitas sensaciones.
Al sacar el dedo del anito lo primero que hizo fue llevarse el dedo a la nariz, exquisito aroma, un poco de heces, lejos de darle asco se excito tanto que abrazó a la niña para besarle el cuello, orejas, hombro, pechos, se olvidó que era una niña de 6 años y se dejó llevar asustando un poco a la pequeña.
“Me lastimas” esas fueron las palabras que ayudaron a Ernesto a volver en sí, un hematoma en donde nacerá un seno aflora, “lo siento mi amor, me dejé llevar”. Envuelta en una toalla Ernesto carga a su pequeña Jimena hasta la habitación, esa noche podrá probar la pequeña e inmadura vagina, se imagina el sabor de la nena, saborea los jugos, sin desenvolverla de la toalla la deposita suavemente en el colchón, incapaz de liberarse nota como sube la parte de abajo, separa sus piernas y expone su puchita, su cabeza descansa sobre una almohada, puede ver perfectamente lo que pasa, siente el pesado aliento de Ernesto sobre su vulva, la nariz roza su despoblado monte de venus, aspira el aroma de la nena, con sus pulgares separa los labios mayores, el hermoso y rosado interior aparece, cerrado, estrecho, el dedo meñique apenas podría entrar, tiene un largo y doloroso camino antes de poder meter su pene en este ajustado canal.
El primer contacto lengua-labios menores se dá, la pequeña brinca de sorpresa al sentir la áspera lengua de Ernesto, una descarga eléctrica lo sacude a él al sentir el calor de la diminuta vulva, saliva en abundancia cae por la lengua, el grosor separa los labios, talla causando un cosquilleo incómodo en la menor, nada de dolor, solo incomodidad, “pero qué delicia” piensa Ernesto, el pequeño clítoris que no es del tamaño de un grano de arroz se esconde bajo la capucha, un chorrito de orina sale tímidamente para ser recogido por la lengua, Ernesto sabe lo que es y no le importa, le sabe delicioso.
Una y otra vez succiona suavemente toda la vulva, la humedad del interior es extraída, ligeramente ácida, muy suave, vuelve loco a Ernesto, el pequeño clítoris se asoma tímidamente forzado a inflarse con la succión, una descarga de placer invade el cuerpo de la niña que no sabe qué pasó, asustada comienza a llorar. Ernesto se detuvo y fue a su consuelo, besitos, caricias, abrazos, el susto pasó, “las primeras veces te va a doler, pero llegará un momento en que te gustará, te lo prometo”.
Tranquilizada la nena, la fiesta continua. Empapada en saliva, así está el bollito de Jimena, le dieron escoger entre bollito o bizcocho, la nena escogió bollito como nombre para su vulva, el potato de Ernesto, nombre escogido por la nena también, se frota por la vulva de la base a la punta, el líquido preseminal mezclado con saliva lubrica el recorrido. La pequeña Jimena cierra sus ojitos, esto si le gusta, siente como si algo caliente y suavecito le pasara por su bollito separándolo un poco, sus labios menores se estiran y mueven al ritmo de la barra de carne, suspira con los ojitos cerrados, es como un masaje que no llegará a nada, una niña tan pequeña no puede tener un orgasmo, pero si disfrutar de los estímulos correctos.
Para Ernesto esto es la gloria, nada se compara con lo que siente, no existe forma de prepararse para este tipo de situaciones y sensaciones, la pequeña libera lubricantes vaginales, muy poco, pero están ahí, puede olerlos, está estimulando de la forma correcta a su pequeña amante, en su interior sabe que ella será suya el resto de su vida, no puede creer lo afortunado que es al tener a esta belleza solo para él. A lo largo de su vida a probado diversos juguetes sexuales, pero ninguno puede imitar remotamente la sensación que le brinda, todas las terminaciones nerviosas que rozan la pequeña vulva le mandan descargas de placer hasta su coxis acercandolo a pasos agigantados a su orgasmo,
Ernesto está cerca, tiene algo especial para Jimena, desea que el semen acumulado de todos estos días inunde el interior del útero de la nena, es diminuto, seguro no cabrá todo, pero vale la pena intentarlo. En su punto límite comenzó a bufar listo para inyectar su caliente esperma, colocó la punta de su uretra directamente en la abertura vaginal y comenzó a masturbarse frenéticamente.
Gruesos chorros se esperma llenan hasta rebosar el pequeño útero de la nena, el calor y humedad de su interior la sorprenden, abre los ojos grandes al sentir todo ese líquido en su interior que se llenó rápidamente con apenas tres disparos, un cuarto y quinto disparo mojan el exterior de su diminuta vagina y vientre.
Saciado y feliz por haber podido liberar esa pesada carga, se recostó a lado de la pequeña acariciando su cabeza, besando su frente y rostro, esparciendo con una mano el caliente semen que brota de su interior en todo su cuerpecito.
Agradece una y otra vez a la niña dándole besitos, la rodea tiernamente en un cálido abrazo que conforta a la nena que no le importa el sudor o el líquido blanco que cubre gran parte de su cuerpo y sigue brotando de su pequeña vagina.
Ernesto cayó en un profundo sueño, la pequeña Jimena toca su entrepierna recogiendo algo del blanco líquido, lo lleva a su nariz, en primera instancia el olor le parece extraño y desagradable, siente un poco de asco, recordó la vez que comió un sándwich que le quitó a una rata, amargo, ácido, se lo comió desesperada, moría de hambre, cerró sus ojitos y se metió los dedos en la boca para chuparlos, el líquido blanco es pegajoso, pese a su aroma, no es tan desagradable como pensaba.
Ideas llegan a su mente, el «pene» de Ernesto va a entrar en su «vagina, ano y boca», es grande y grueso, sus agujeros son pequeños, la punta es muy grande, si la mete le va a doler mucho, miedo, eso es lo que siente la nena, gira su tierno rostro para ver a su amigo, «aguantar el dolor o comer basura», la niña acurrucó su cuerpo en el de su amante y se quedó dormida abrazada a él, su elección era obvia, aguantar el dolor y dormir con su «bonito» amigo.
Por la mañana los cuerpos pegados por el semen hacen reír a la pareja, la pequeña vulva tiene semen seco en su exterior, un baño antes de cualquier cosa es necesario.
El desayuno, la parte más divertida de Jimena, deliciosos pancitos redondos con fruta y miel, conocidos coloquialmente como hotcakes, una lonja de queso mozzarella aportan la proteína.
Las malas noticias vuelan, a las 10 de la mañana el consultorio se puso en contacto con Ernesto, les urge su presencia en la clínica para hablar de la abuela, en el camino Ernesto pasó a recoger los documentos que lo avalan como tutor y responsable absoluto de la pequeña Jimena, no saben aún, pero esa jugada de Ernesto le ahorrará muchos problemas, sobre todo cuando le dieron una identificación oficial a la abuela donde usó su dedo pulgar como firma.
En la clínica el médico le informa a Ernesto la condición de la abuela, cáncer estomacal muy avanzado, le quedan meses de vida a la mujer.
Ninguna de las dos sabe que significa, esperan la explicación de Ernesto más tarde, la trabajadora social de la clínica abordó a Ernesto para hablar sobre el futuro de la menor cuando la abuela ya no esté, mostró orgulloso la carta que lo acredita como tutor de la pequeña, una llamada por parte de la trabajadora y asunto arreglado, Ernesto se quedará con la custodia.
En el camino Ernesto pensaba en la situación, consideró no decirle nada a ninguna de las dos, prefiere en cambio darle un regalo de despedida a la mujer, ninguna de las dos conoce el mar, ahora que tienen identificaciones podrá moverse con ellas y al mar las llevará.
Preparativos hechos, en 4 días salen, por las siguientes tres noches Ernesto se daba un festín con la nena que aceptaba gustosa todos sus avances, hasta ahora oral para la niña, frotar su pene en su vulva, acabar en su interior, esa es la rutina de Ernesto, la hermosa sonrisa de Jimena le impide avanzar, no puede hacer nada que le haga daño físico o psicólogo, al contrario, por momentos desea detenerse, esperar a que la nena crezca, tiene la fuerza de voluntad para eso, pero no cuenta con la abuela, mujer que sabe más de lo qué aparenta.
Ernesto contempla a la abuela, si otra hubiese sido su suerte sería una mujer hermosa, hasta el día de hoy se ha referido a ella como señora, revisa sus documentos y lee su nombre inventado, Margarita, a partir de ese día comenzó a llamarla así, pero un día antes de partir la llamo para desayunar, por más qué repetía su nombre ella no reaccionaba, intentó conversar con ella al respecto con Jimena de traductora «¿Quién es Margarita?» dijo Jimena, cómo pudo le explicó a la nena la situación, la chiquilla se echó a reír «¿Por qué le cambias el nombre a mi abuela? Se llama Monique Montserrat Autrecourt Oliviera», «¿Por qué no dijo eso en la clínica?», «Porque ese es su nombre ¿Que es un apellido?».
En un momento todo tuvo sentido, la abuela no habla mal, mezcla el francés y español, pero no tiene acento, poniendo atención a la señora entiende mucho mejor lo que dice, Ernesto hablá francés «¿Cómo no me di cuenta antes?» imitando a Monique logró entablar una conversación más que fluida, le fue posible explicar la situación y conocer su historia.
Sus padres murieron en un accidente, la chica se quedó sin nada y se fue a vivir a la calle, ahí sufrió ultrajes de todo tipo, pasó hambre, aprendió a vender su cuerpo por comida y refugio, bilingüe nata, un golpe en su cabeza y desde entonces habla así.
Eso explica los ojos claros y cabello castaño oscuro de ambas, provienen del sur de Francia, al menos el padre de Monique.
Emocionadas las mujeres suben al avión, es el sueño de ambas, siempre los veían pasar alto por la ciudad, ahora abordarán uno.
La niña sentada en el asiento de la ventanilla, la señora en pasillo y Ernesto también en pasillo, primera clase rumbo a la playa.
En el camino las dos conversan, Ernesto entiende lo que dice, le está dando «consejos» sexuales a la niña, se siente incómodo, no desea hacer nada de lo que le aconsejan a la niña, por suerte van solos, algún avispado que ponga atención podrá entender lo que le dice, «verga, culo, pucha, leche, mamada», evita llamar a las sobrecargos para evitar un mal rato, «Margarita, hablamos de eso en casa», está ve Monique entendió y con cara de sorpresa asiente. La conversación es ahora sobre lo que ven por la ventana, pide una cerveza para relajarse.
La vista del vasto océano impacto a las mujeres, jamás en su vida habían visto tanta agua, antes de pasar al hotel llevó a ambas a comprar ropa y una maleta.
Una habitación con dos cuartos, lujosa, gratis, Ernesto usó sus favores e influencia como agente de viajes para conseguir lo mejor, encantadas las mujeres fueron a cambiarse.
Para evitar sospechas escogió un traje de baño completo para Jimena y ropa infantil normal, nada sexy o llamativo. Por otro lado Monique escogió ropa bastante sugestiva, su cuerpo que muere por el cáncer no le hace honor a la gloria de sus mejores días, aún así, es una mujer que muchos se comerían sin dudarlo.
El primer día fue todo magia, la arena en los pies de ambas las hizo llorar, tibia, les hace cosquillas. El agua de mar es diferente a todo lo que ellas conocen, esa capa que cubre tu cuerpo, pegajosa, el sol quemando tu piel, el sonido de las olas, un coco helado, fruta, pescado en vara, camarones, piña colada sin alcohol, una vorágine de sentimientos y emociones todas nuevas, Jimena y Monique son las mujeres más felices del mundo.
La noche llegó, Ernesto toma un baño solo, se relaja del pesado día, vigilar a ambas mujeres fue agotador, dejó a las dos conversando en su cama, alegres, se sorprendió que Jimena dijo varias frases en francés, le falla el acento, pero la sintaxis y palabras son correctas.
Al salir del agua la adrenalina había cedido, la abuela cabecea agotada, Ernesto la acompaña a su habitación, sentada al borde de su cama Monique lo sujetó por la cintura, apartó la bata y se quedó contemplando el pene de Ernesto.
Cuando dos amantes se desean las palabras sobran, 36 años de vida y cientos de sesiones orales le dieron a Monique una habilidad asombrosa, el miembro en su boca reacciona con la humedad y calor de su interior alcanzando su tamaño máximo de inmediato. Ernesto tenía días pensando en esta posibilidad, desde que se enteró que la mujer está limpia, le da un poco de asco su dentadura, picada, sin algunos dientes, con sarro, pero su habilidad es impecable, lengua y succión, los dientes no tocan para nada, en su interior pretende detenerla, pero a la mujer no le queda mucho tiempo de vida ¿Qué más da darle gusto?.
La mamada no es solo buena e impecable, también es profunda, el fondo de la garganta “traga” dando la sensación que se quiere comer el glande, no hay reflejos de arcadas, sube y baja en toda la extensión del pene, es deliciosa, 12 sólidos minutos de oral.
Así le enseñar nieta, Ernesto entiende lo que la mujer dice, cambia de parecer respecto a dejar que la niña hable con su abuela al respecto, si Jimena aprende a dar este tipo de oral, será el hombre más afortunado del planeta.
A cuatro sobre la cama Ernesto apunta su ensalivado pene a la peluda vagina de labios caídos, mojada, lista para recibir el pene que levantó con su boca. Sin problemas se fue hasta el fondo, pese a no ser apretada, se ajustó perfectamente a su pene, los labios que cuelgan se aferran dándole caricias extras. Es una vagina usada, destruida por sabe dios qué tipo de uso, aún así, entrenada con años de uso, aprieta su interior compensando lo dilatado del orificio, es una buena sesión de sexo. Ernesto se aferra a la cintura de la mujer, cómodamente entra y sale con toda su extensión, definitivamente es una buena cogida, lubrica como pocas vaginas, gemidos roncos de placer, el clásico sonido cuando nalgas y pelvis impactan, hacía meses que Ernesto no se acostaba con una mujer de su edad o cercana, la libertad de ejercer más fuerza es satisfactoria, llegar hasta el fondo y escuchar un gemido de placer y no de dolor, porque Ernesto sabe que con Jimena tendrá que ser muy delicado, al menos los primeros años.
Bueno, verga, grande, Ernesto siente placer con los cumplidos de la vieja, sabe que se está cogiendo un cadáver, no le queda mucho tiempo de vida, ese es su motor para asegurarse que la mujer lo pase bien.
La jineteada Monique disfruta de la buena sesión de sexo, hacía tiempo que no recibía un pene en su interior, al menos uno que hiciera bien su trabajo, acostumbrada a que los vagabundos se vengan en minutos o que usen condón minimizando su placer, Ernesto tiene un buen pene, 17 cm de largo, 5 de diámetro, un poco ma grueso en la base, piensa en lo mucho que le dolerá a su pequeña nieta cuando se la meta por cualquiera de sus orificios.
Monique se vino fácil, bastaron 8 minutos para que llegara, puede sentir en su interior el erecto y caliente pene de Ernesto, culo, pues, culo. No necesito que le dijeran dos veces, con su sable empapado en los jugos de la mujer cambió de agujero sin mayor problema. El usado ano se abrió sin problemas al pene que lo invade hasta el fondo, algunos sonidos de dolor y queja, pero se quedó estática mientras el pene la penetra.
Ajustado, caliente, corrugado, es un buen culo, no necesitará mucho para derramar su esperma en el interior, Con un ritmo acelerado Ernesto entra y sale del ano de Monique que solo gruñe y puja aguantando los embates del macho que la posee. Poseído por la fantasía de hacer lo mismo con la pequeña Jimena algún día, Ernesto expulsa todas sus reservas de semen acumuladas desde ayer y el día de hoy, Monique respira sabiendo que pronto podrá dormir satisfecha con el desempeño del hombre que estrenará a su nieta y tanto les a dado.
De regreso a su cama Ernesto pasó al baño, se dió un baño rápido lavando sobre todo su genital, al ingresar a la cama la pequeña Jimena se despertó, volteó a ver a Ernesto con su hermosa sonrisa y ojos claros, “gracias, te quiero”. El corazón del hombre se derritió, es un morboso, calenturiento, pervertido, pero no sería capaz de hacerle daño a una criatura como Jimena, simplemente la acogió en su regazo, besó su frente y se quedó dormido abrazando a su pequeña protegida.
Una oda a la alegría, la pequeña Jimena de 6 años salta una y otra vez a la alberca en el área de clavados, nada usando sus flotadores en búsqueda de Ernesto, helado, crepas, fruta, camarones, una semana entera de felicidad pura para la pequeña.
A partir de la segunda noche y hasta la última la pequeña aprendió a comer pene guiada por la mano de su abuela, la pequeña Jimena puso atención a todas las instrucciones, aunque al final, solo pudo comerse el glande entero y jugar con las peludas pelotas.
La pequeña boquita apenas si es capaz de albergar el gordo glande en su boquita, tan largo como la cabeza de Jimena, tan gordo como toda su boquita, la lengua gira alrededor de la cabeza por instrucciones de la abuela, chupa constantemente como si fuera una paleta de nieve tragándose la saliva que produce y el prelubricante de Ernesto, hablando de él, está en la puta gloria, suspira con los ojos cerrados acostado en la cama del hotel sobando la espaldita de su pequeña amante y metiendo sus dedos en la vagina y ano de la abuela.
Las diminutas manos aprietan con cuidado las pesadas y peludas pelotas, se divierte con su forma y textura, para la pequeña Jimena son enormes, no caben en sus manitas, el sonido de la niña tragando saliva constantemente, pequeños slurp, Ernesto tuerce los ojos con el placer que siente cada vez que los pequeños dientitos rozan el frenillo, «si mi niña, que rico mi amor», Jimena aplicaba más empeño al escuchar esas palabras, los suspiros de Ernesto se convirtieron en jadeos hasta que con un fuerte gemido varonil liberó su carga.
La pequeña Jimena tomó la iniciativa, sin que nadie se lo pidiera, tragó todo lo que fue directo a su boca, 5 potentes chorros llenaron su boquita una y otra vez, todas esas veces la niña se tragó el semen sin apartarse del miembro.
Eso fue cada noche, oral para ambos, Ernesto se comió a la niña todas las noches, ella se comió a Ernesto todas las noches. Ambos dormían con el estómago con jugos del otro, en el caso de Jimena, bastante más.
El viaje acabó, regresaron a casa contentos, el resto del otoño y mitad del invierno la pequeña perfeccionó su técnica oral, memorizo cada consejo de su abuela y usó su propia creatividad, como cuando recorre el pene con su lengua desde los testículos hasta la punta haciendo sonidos similares a cuando un perro bebe agua, o cuando usando su lenguita abre la uretra y como perrito lame el líquido que va saliendo.
Todas las noches la abuela insistió en que debería cogerla, más de una vez lo intentaron arrancando lágrimas y llanto de la pequeña, Ernesto se negaba a causarle cualquier tipo de dolor a su pequeña, desconsolado Ernesto acude a abrazarla y calmar a su pequeño tesoro repitiendole que todo está bien, no te voy a obligar a nada que te haga daño. La chiquilla de inmediato corta su llanto y se abraza a Ernesto sonriendo porque sabe que así será.
La abuela está desesperada y nerviosa, teme que Ernesto las corra si no consigue coger a la nena, no logra entender el actuar de Ernesto, la paciencia, el amor, las ganas de pasarla bien con la pequeña sin causarle daño.
Tristemente la abuela murió a mediados de Noviembre, no logró ver a su nieta “tomada” por ese hombre, murió temiendo que la echará a la calle en algún momento a otro. Sus cenizas descansan en la casa, sobre una repisa frente al cuarto de Ernesto. La pequeña Jimena lloró desconsolada y estuvo triste por semanas, en todo ese tiempo Ernesto se esforzó por consentirla con toda clase de mimos y comida rica, le explicó a la nena el proceso de la vida, entre suspiros y sollozos la nena se fue recuperando, todo gracias a las atenciones de su amante.
Navidad llegó, con ella los primeros regalos navideños en la vida de la pequeña Jimena, de entre todos sus obsequios el que más le gustó fue un rubí con forma de corazón envuelto en líneas de oro sólido de 24 kilates con una J en el centro. Jimena no sabe el valor, no le importa, es un regalo de su amigo.
Noche a noche los amantes se entregaron al amor, la pequeña Jimena aprendió a disfrutar de todo lo que hacían, aún no alcanza un orgasmo, pero se siente bien, muy bien, cosquillas recorren todo su cuerpo, su nunca es bombardeada con escalofríos que la hacen sonreír de lo rico que siente. Durante el día Ernesto le enseñó a leer, escribir, operaciones básicas, la pequeña absorbe todo como esponja, durante esas lecciones descubrió que la pequeña Jimena habla un perfecto francés, al menos en su sintaxis, su pronunciación es mala, la aprendió de la abuela y su afasia, no obstante, aprendió a leer y escribir en francés al mismo ritmo que español.
El final del invierno llegó, la primavera se hizo presente, Jimena pensó que todo había acabado, se sentía triste, ya no tiene a su abuela, estará sola en el mundo, Ernesto puede notar esa tristeza, la toma de la mano y la lleva a dar la vuelta.
En la ciudad, hay un punto que le gusta mucho a Ernesto, fueron por un helado y caminan tomados de la mano, cualquiera pensaría que se trata de padre e hija, nadie en su sano juicio juzgaría a Ernesto. Parados en la misma banqueta donde se conocieron la nena comienza a llorar derramando su helado, “¿Aquí me vas a dejar?”.
Conmovido por la pregunta Ernesto se arrodilló frente a Jimena, con sus mejores palabras le explicó que ahora él es su tutor, le explicó lo que es un tutor y todo lo que implica, la niña con lágrimas en los ojos abrazó a Ernesto con todas sus fuerzas y esté la cargo para llevarla a comprar otro helado.
Esa noche no hubo nada, solo un baño de espumas después de una rica cena, abrazados en la cama descansa la pareja formada por un hombre de 30 años y una pequeña niña ex indigente al cuidado de un pervertido que pretende moldearla a su gusto con el tiempo, para los ojos del mundo esto está mal, para la pequeña Jimena es lo mejor que le pudo haber pasado.
Una llamada a su amigo diputado, la pequeña Jimena presentó un examen que aprobó sin mayor problema y ahora va a la escuela en 2do grado, a sus 7 años es una niña sobresaliente en sus estudios, mejoró su francés y ahora lo habla con un perfecto acento francés, juega, brinca, salta, grita y convive con otros niños de su edad, nadie sospecha absolutamente nada, nadie sabie que la pequeña complace sexualmente con regularidad a su tutor, un hombre que se desvive por la nena y eso es lo que todo mundo vé.
Jimena aprendió a no decir absolutamente nada, su abuela se lo decía, Ernesto se lo dice, la niña lo sabe, ahora entiende lo que hacen, vídeos prohibidos que le ha mostrado Ernesto, libros didácticos, películas pornográficas, la nena sabe que tiene RELACIONES SEXUALES con el hombre que la tiene bajo su cuidado, pero a ella no le importa si está mal, ella lo disfruta y lo seguirá disfrutando.
El cumpleaños de la pequeña Jimena llegó, no es el cumpleaños exacto, pero es la fecha que se escogió para ella, el festejo fue rodeada de todos sus amigos de la escuela en un salón de eventos, regalos de todo tipo, ropa, accesorios, en otros eventos la pequeña siempre llevó obsequios comprados por Ernesto, ahora le tocó recibir. Feliz abrió todos y cada uno de los regalos, de inmediato supo identificar cuál era el que le dió Ernesto, un una esclava con su nombre completo usando el apellido falso, Jimena Loera.
Montada sobre Ernesto, la pequeña recorre el pene con sus labios que ya lubrican por el placer que siente, el grueso pene que libera gruesas gotas de líquido preseminal que caen en el vientre de Ernesto, más tarde la pequeña se lo va a beber todo.
Conversan sobre su día, darse placer es algo tan natural para ellos que la nena conversa con su amante sobre todo lo que aconteció en su ocupado día. Ernesto se muere de celos, hay algunos niños que quieren ser novios de Jimena, la niña más inteligente de la escuela, hay otras más bonitas, pero su sonrisa, personalidad jovial e inteligencia llaman la atención de los niños más avispados que descubren lo divertido que es conversar con ellos.
Pero Jimena no tenía ojos para nadie, solo para Ernesto, el hombre que tanto la quiere, cuida y le da. El pene es presionado con todo el peso de la pequeña que ya totalmente repuesta pesa 23 kilos, aunque es solo el peso del tórax lo que reduce eso a la mitad. Con los ojos bien abiertos el hombre suspira y gime al ver a su pequeña moverse como serpiente montada en él, emocionada la chiquilla busca su propio placer, el placer que le causa tallar ese suave, duro y caliente cilindro de carne contra su hinchado clítoris, que ya no es el del tamaño de un arroz, 2 años de estimulación y una sana alimentación lo transformaron en un pequeño chicharo que se asoma cada vez que se siente bien.
Su inmaduro cuerpo es incapaz de tener un orgasmo, pero disfruta enormemente de las hormigas que caminan por todo su cuerpo causándole unas cosquillas deliciosas.
La niña podría seguir y seguir, pero su límite de tiempo es el orgasmo de Ernesto, aunque por lo general repite. La pequeña mestiza francesa comienza a estimular su vagina con el glande, aún no lo consiguen pero ya intenta meterse la gruesa punta por su orificio vaginal, aunque sin mucho éxito, ella es pequeña, su cuerpo será pequeño, estrecho, en su interior habrá un infierno el día que por fin logren meter ese respetable pene que le daría mucho placer a cualquier mujer de proporciones normales, pero que en el caso de la pequeña Jimena, será una tortura al menos las primeras veces.
Por suerte para ella, Ernesto es la mar de amoroso y paciente, no presiona a su nena de ahora 8 años, la deja divertirse y disfrutar, disfrutando él en el proceso. Hasta el día de hoy los besos han sido de piquito, nada morboso o subido de tono, la niña sabe que hay más, pero Ernesto no ha hecho nada, al contrario, es ella quién ha buscado formas nuevas de recibir placer, esta noche la magia sucederá. La pequeña inició actividades extra curriculares, gimnasia, ballet, tae kwon do y natación, la pequeña es una amante de la actividad física, su cuerpo se va formando en base a estas actividades, de lunes a sábado. Su tutor ahora trabaja fuera de casa, prefiere montar su “oficina” en alguna cafetería con Internet mientras espera que su protegida salga de la escuela para llevarla a sus actividades después de clase.
Tres días después de su cumpleaños, es un viernes por la noche, mañana no hay escuela, la pequeña ya hizo sus deberes académicos bajo la supervisión de su amante, cenaron pizza y coca cola, de vez en cuando es sano romper la dieta dice Ernesto. Recostada en el pecho de su amante la niña contempla la película que ven, una escena bastante sugestiva, una mujer restrega su trasero en el paquete de un hombre, la niña recuerda lo que ha visto, tiene una idea.
En la bañera la chiquilla se sentó sobre el vientre de Ernesto que está recostado, el erecto pene hace “trabe” en su espalda, con sus manos toca el pecho de su amante, la película le enseñó eso, Ernesto es su amante, el que se beneficia de su cuerpo en secreto, imita a la mujer de la película y besa a su hombre con pequeñas mordidas de labio, las manos empapadas de Ernesto toca el cuerpo de su infantil amante, sobre todo las nalguitas, parte del cuerpo que promete tanto como el de la abuela y posiblemente la madre, Ernesto tiene razón en su suposición, la mamá de Jimena era una niña de interesantes proporciones, delgada, desnutrida, pero con un trasero exquisito y senos nada despreciables, igual que su abuela en su momento, igual que la madre de su abuela, una latina hermosa que capturó con su belleza al francés de ojos claros.
Con los ojos cerrados aferrada al cuello de Ernesto, la pequeña Jimena abre su boquita permitiendo el acceso de la lengua, esa noche pasarán dos cosas, la primera está ocurriendo, aprende a besar como adulto, su inmadura lengua tiene una batalla campal con la lengua que la invade, al ser una lengua adulta parece que va ganando la batalla, pero la lenguita es pequeña y escurridiza, con movimientos rápidos se libra una y otra vez de la derrota. Visiblemente excitada y motivada la pequeña se colgó del cuello para poder devorar a besos a su amante.
Su pequeña vulva palpita, está disfrutando mucho de esto, desea tenerlo adentro como todas esas niñas de los vídeos que ha visto, niñas incluso más pequeñas que ellas, apurada por su deseo, una sensación que no entiende, apura a Ernesto para ir a la cama. Sentado en la parte superior, su cuerpo descansa contra la cabecera, así dejó a Ernesto la niña en lo que ella en el baño se “prepara” metiendo su dedo impregnado en saliva, el delgado invasor apenas si causa malestar a la pequeña, se imagina el grueso glande de su amante entrando, va a doler, va a llorar, pero su urgencia es mayor.
Al volver con, según ella, el ano lubricado y listo, hizo algo que ha estado practicando desde hace tiempo, sentarse en la cama usando la técnica seiza o sentado japonés, se recorrió usando sus piernitas hasta atrás e intentó apuntar su anito al glande que palpita endemoniado al ver las intenciones de la pequeña.
“¿Pero qué crees qué haces?”, una conversación acalorada se dió entre los amantes, la pequeña desesperada por sentirlo dentro, el adulto deseoso de que eso pasara pero al costo de hacerle daño. La insistencia y ahínco de la pequeña mellando la moral y ética del Ernesto, “Te va a doler” advirtió finalmente el hombre antes de sacar de su cajón un lubricante que tenía preparado por años, revisó la fecha de caducidad y dio las gracias por los productos químicos y su ridícula longevidad.
Boca abajo con el culito parado la pequeña Jimena siente la diferencia entre su dedo índice y el meñique de Ernesto, casi el doble de grueso. No es la primera vez que lo siente, pero esta vez es diferente, el hombre busca ensanchar el estrecho canal usando su dedo meñique para permitir el ingreso del lubricante. Pronto el aroma de heces llegó al olfato de Ernesto, recordó hace dos años cuando le metió el dedo a la nena por primera vez, al igual que aquella vez el aroma le pareció afrodisiaco. Cantidades ridículas de lubricante entraron en el ajustado canal, el frío líquido recorre su intestino grueso causando risas en la pequeña que ya casi siente el pene de su amante taladrando su interior.
El motivo por el cual Ernesto está usando tanto lubricante es que quiere evitar el máximo de dolor, tristemente sabe que eso no es posible. En el pene de Ernesto hay una pequeña cicatriz de cuando le hicieron la circuncisión, 2 centímetros después del glande, si a eso le sumamos los 4 centímetros de gruesa cabeza, seis sólidos centímetros de carne van a taladrar y romper el culito de Jimena pues ese es su límite, de preferencia no quiere pasar más allá de la punta, pero si la pequeña aguanta un poco, no pasará de eso.
El meñique entra hasta el segundo nudillo, hace el recorrido una y otra vez de manera circular, el lubricante facilita el camino reduciendo el dolor en la nena que suspira con tan morbosa exploración. Al retirar el dedo un huequito queda detrás, parece un chimuelo boquiabierto, separando las nalguitas Ernesto se inclinó para apreciar el aroma del culito de la nena de 8 años que está a punto de desvirgar.
Boca arriba con las piernas pegadas a su pecho, la flexibilidad que ha adquirido le fascina a Ernesto, la hermosa vulva se expone estirada, sin poder evitarlo se baja a darle besos y lamidas sacando gemidos de placer de la pequeña que le demanda se apure a lo que van a hacer “y no te detengas aunque me duela”. La pequeña está decidida, es una viciosa en miniatura, ama a este hombre, le urge ser suya, la pornografía y mundo en general que le mostro Ernesto han rendido sus frutos, o eso cree él, la nena sabe distinguirlo todo, sabe que lo que están haciendo no está bien, sabe que Ernesto es un pervertido… Y ella también.
Jimena es una pequeña viciosa pervertida que anhela ser penetrada por el hombre que ama, lo ama como una niña a un padre pero con una carga erótica y deseo propios de una mujer que se enamora de un hombre por sus atributos. Guapo, inteligente, cariñoso, fuerte, sano, detallista y la cereza del pastel, con dinero, aunque eso a la nena aún no le importa.
El pene hace contacto con el ano, la pequeña sonríe pícara al sentir el calor de la cabeza de ese hermoso pene, o eso le parece a ella. Decidido a hacerle caso a la pequeña sin excederse, sujetó con fuerza sin lastimar a la pequeña de sus piernas y brazos para evitar que la nena se fuera a soltar lastimándose o intentara forzar más de la cuenta.
Un poco de presión no será suficiente, Ernesto necesita aplicarse, el pene se desliza hacia los lados, una y otra vez sin éxito, ambos están ansiosos, desean que pase, y como dicen, quien persevera alcanza… El pequeño ano comienza a ceder para sorpresa de ambos, la pequeña abre la boca en O, su cara se desfigura un poco, mueca de dolor, gruesas gotas de sudor, algo de lágrimas, para Ernesto no es tan placentero, el anito opone resistencia, le causa dolor, pero va a ser suyo, está decidido.
Llanto suave, en realidad es llanto contenido de la pequeña que ahora también gruñe de dolor, puja con fuerza como reflejo su intento por expulsar al invasor, puja más de la cuenta y aflora su culito permitiendo que el glande entre suave de un solo movimiento.
El rostro de ambos está rojo por el esfuerzo, la pequeña llora quedito, ya no oculta su llanto, le duele, le arde, el invasor la sofoca, gruñe cada vez que su anito se contrae en un intento natural por expulsar al invasor, el lubricante se acumula en su interior por la peristalsis de su intestino, tanto líquido resbaloso acumulado a presión facilita que los dos centímetros restantes entren sin problema, el problema vino cuando no fueron dos sino seis.
El mismo ano que intenta expulsar al invasor devoró cuál serpiente un buen pedazo de gruesa, caliente y venudo pene. Mortificado por la situación Ernesto intentó sacar el exceso consiguiendo que Jimena grite ahogadamente como si fuera un gemido.
Glande y dos centímetros, como lo prometió, la pequeña llora con el invasor, su amante se mantiene quieto disfrutando de las contracciones del pequeño culito. Poco a poco la nena se fue calmando, algo de escurrimiento nasal, lágrimas y sollozos, su ano se estiró, ahora queda una molestia y nada más. Las contracciones naturales no cesan, Ernesto se lo está pasando en grande, la presión en el estrecho ano casi duele, afortunadamente no pasa de su umbral del dolor y todo es placer para él.
Entre gemidos de placer Ernesto inició un tímido movimiento circular consiguiendo que las paredes interiores se estiren. Gruñidos discretos de la nena se confunden con los de él, motivado por el enorme esfuerzo que su pequeña hace para darle placer inició un ataque de palabras.
«Te amo mi pequeña, vas a ser mía para siempre, tu interior es delicioso, siento tanto placer, no te voy a dejar ir nunca, eres mi pequeña, mi pequeño tesoro, te amo mi niña, mi amor, aguantalo, me encanta que lo aguantes, que hermosa eres, te ves muy bonita con mi pene adentro, tu culito es delicioso, así poquito mi amor, poco a poco, así mi amor sonríe, te ves hermosa, mira como estoy dentro, te voy a llenar de lechita, calientita, fresca, ¿Quieres lechita mi amor?»
La nena había dejado de llorar para reír nerviosa, le duele, sí, mucho, pero su intención es darle placer, escucharlo decir todas esas cosas bonitas la envalentonaron y dejo de llorar. Siente una cálida presión en su ano, le arde un poco por fuera, nada que no pueda manejar, recuerda los primeros días de ballet, gimnasia y Tae Kwon Do, esos estiramientos que le lastimaban y ahora puede hacer sin problemas.
La pequeña comienza a respirar siguiendo el ritmo de su amante, gime para ocultar el dolor que experimenta, Ernesto entra y sale de su intestino, hasta afuera y de regreso hasta el límite, el culito hasta hace unos momentos virgen ya no es capaz de cerrarse, estirado y forzado a seguir el ritmo de la penetración se estiró un poco de más y ya no cierra.
Ernesto se inclinó para besar a su hermoso tesoro, es un enfermo pervertido pero ama a esta niña con locura. El recién aprendido beso francés, lengua y saliva, la nena pierde el ritmo de su respiración, siente cosas nuevas, estar unida a su hombre, besándose, su corazón late rápido, se ruborizada, suspira, la pequeña corresponde al amor de este hombre, pero ella no lo sabe, es demasiado pequeña, confunde lo que siente con cariño y placer, en algunos años entenderá.
El pene entra y sale con total facilidad, siempre hasta el límite, la pequeña suspira mezcla de dolor y la satisfacción de darle placer al hombre que tanto le ha dado, el lubricante se desborda por la comisura de la unión, adquirió un color marrón, muy tenue, pronto se teñirá de blanco.
«Aquí viene mi pequeña, te voy a llenar el interior de leche caliente».
Fuertes proyectiles revolvieron el lubricante, gruñidos de placer de Ernesto, jadeos de dolor y alivio de Jimena al saber que todo acabó por ahora, aún salpicando el interior de la nena regresó a beber el dulce néctar de los dulces labios de 8 años.
La pequeña corresponde como un adulto, la lengua que invade su interior ganó la batalla conquistando su cavidad, Jimena está rendida, sabe que le pertenece a Ernesto hoy, mañana y siempre.
El flácido pene es por fin expulsado del interior con un borbotón de semen y lubricante color marrón. El fétido aroma inunda la habitación avergonzando a la pequeña.
Ernesto la cargó con amor para llevarla al sanitario, en lo que la pequeña evacuaba él se lavó rápidamente y fue al cuarto a cambiar sábanas y limpiar. Jimena se dió un baño rápido.
Sábanas limpias, el cobertor hizo su trabajo, el colchón limpio, la pareja se come a besos en la cama que fue testigo del desvirgamiento anal de esta nena de 8 años.
Fue el fin de semana las largo de todos, Ernesto estaba más animado que nunca, temprano fueron a la ciudad a comprar algunas cosas, la pequeña aguardo escondida en el asiento trasero, no sabe que pasa. Ernesto, a quién llama papá en público, regresó con bolsas, lubricante a base de agua, mucho, un pequeño plug anal, una máquina para lavado intestinal o enema, la pequeña abrió la caja de Pandora, su amante tiene algo nuevo en el menú y pretende darle un uso extenso.
En casa Jimena se esmera en la sesión oral, ya no se traga la saliva y líquido preseminal, ahora los usa para jugar con su lengua, lo deja escurrir en el tronco para usarlos de lubricante al masturbar a su amante.
En la tina, la pequeña Jimena tiene una manguera insertada en su ano, Ernesto bombea la solución salina jabonosa, el intestino se infla, el tibio líquido penetra profundo inflando la pancita de la nena, retortijones, dolor estomacal, desea defecar, le urge, pero Ernesto sigue.
«Ya, ya, por favor, ya», la manguera sale del ano, la nena aguanta, desea ir al baño, con cuidado cargó a la educada y refinada damita que se niega a defecar en la tina. Sentada en el inodoro fuertes chorros salen expulsados de su intestino, su vientre plano ahora se ve sumido, vacío, expulsó de su interior todas las heces, está lista para la segunda dosis.
El proceso se repite, la nena llega a su límite y expulsa de su interior un líquido limpio, una tercera ronda, está vez una emulsión con lubricante a base de agua, una pequeña cantidad, el plug anal retiene el líquido en su interior.
Ernesto se come la pequeña puchita consagrada a sus placeres, le dedica atención especial al chicharo que arranca gemidos de placer de su nena. Los dedos de Ernesto se aventuran al interior, no le importa romper el himen con sus dedos, no es que vaya hasta el fondo, no más de un nudillo, pero eso es suficiente para su propósito, darle nuevos placeres a la nena que se aferra a su cabello con fuerza.
Poco más de una hora de placer oral, Ernesto se detuvo porque ya le ardía a la pequeña, respira agitada tirada en la cama con una sonrisa de oreja a oreja, aún no experimenta orgasmos, pero el placer sacude su cuerpo de igual manera.
Ernesto siente el sabor de los jugos de la nena en su boca, dulces, ácidos, muy suaves, de su estómago viene el sabor a niña, saborea la esencia de su pequeña.
El escenario cambió, Ernesto llevó en brazos a su pequeño ángel a la sala, recargada contra el respaldo de un extraño sillón, de rodillas, su culito queda expuesto, el plug anal se muestra, diminuto, apenas del tamaño de una avellana, incrustado en el interior, «puja suavecito mi amor», obediente la nena empujó, ayudada por su amante el pequeño plug fue saliendo, «deja de pujar mi amor, yo me encargo a partir de aquí».
La intención de Ernesto es usar el plug para dilatar el recién estrenado ano. Aferrado fieramente al contorno, el plug entra y sale por unos minutos, la pequeña Jimena jadea, ya no le molesta tanto, relaja su esfínter permitiendo a su amante divertirse.
Al ya no sentir tanta resistencia Ernesto retiró el plug, el pequeño ano se cerró aunque no en su totalidad, algunas gotas de lubricante comenzaron a escapar. La gruesa cabeza va a sustituir el tapón de plástico, la complaciente hembrita empuja su culito en búsqueda de la penetración.
La resistencia de anoche se fué, entre la experiencia anterior, la relajación de la nena, el lubricante y el hecho que Ernesto sujeta firme su pene para que no se desvíe, el glande se abrió paso en el interior del culito hasta la marca de anoche.
Ah’s de sorpresa y algo de dolor salen de la boquita de Jimena «¿Te duele mi amor?», la nena gime por la nariz de dolor «aaaaahy poquito», el llanto de anoche también se fue, duele, pero la nena aprende a manejarlo.
Dejándose llevar por su propio placer, Ernesto inició el bombeo con los ojos cerrados, fingiendo no darse cuenta superó el límite poco a poco, esperaba que la pequeña marcara el límite, pero eso no pasaría, Jimena aguantaría todo, hasta el fondo con todo y pelotas si es necesario.
Se tapa la boca con fuerza para evitar delatarse, la nena está pasando por un infierno, le arde muy profundo en su interior, ocho centímetros de grueso pene entran y salen de su interior. Motivada por los gemidos de Ernesto, la nena soporta heroicamente, las manos de él recorren el desnudo cuerpo de la nena, abren las nalguitas liberando algo de presión, maravillado observa cómo casi medio pene profana el ex virgen ano.
«Aaaaay mi amor, tu culito es delicioso, no sabes cuánto lo amo, ya quiero meterla toda, eres increíble, te amo, oooh mi amor, me aprietas delicioso, ya te cabe casi medio pene, cuánto placer me das, no te voy a dejar nunca, dime qué vas a ser mía para siempre».
La pequeña Jimena retiró sus manitas de la boca y gritando entre llanto respondió.
«VOY A SER TUYA PARA SIEMPRE», el resto es historia, entre llanto desconsolado la pequeña aceptó la invasión anal por 12 minutos más, las manos de Ernesto tocan su cuerpo, no quedó rincón sin explorar, cerca del final Ernesto abrazó a la nena forzándola a recargarse en su pecho, toco sus pequeños pezones, recorrió su gracil figura, beso con endemoniada pasión de sus labios. La pequeña correspondió entre llantos, la posición le duele más, pero en su cabeza no albergó la duda ni un solo momento, aguanto paciente hasta que entre gritos de placer Ernesto eyaculó todo su esperma.
Las piernas de Jimena tiemblan de dolor, el pene, flácido, sigue albergado en su interior, demostrando confianza absoluta dejó caer su cuerpo en señal de agotamiento, su amante la abrazó, se niega a dejar su interior, pero sabe que su nena está al borde del colapso.
Con cuidado sacó su pene dejando tras de sí un culito abierto, roto, totalmente desvirgado, la faena que inició anoche fue consumada. Lubricante y semen escurren por las piernas de la nena que perdió la capacidad de continencia, en un espasmo su intestino expulsó una gruesa carga. Ernesto recogió lo más que pudo y se lo ofreció a la nena que abrió su boquita, aspiró y se tomó.
Fuera de sí Ernesto colmó de besos, caricias y palabras de afecto a la nena que ahora reposa en su regazo aferrada a su pecho, llora de dolor pero sonríe de satisfacción al saber que hizo feliz a la única persona ama en este mundo.
El resto del fin de semana fue de reposo para Jimena, la pequeña enfermó de fiebre a consecuencia del intenso asalto anal, nada grave, cuestión de descansar. Afortunadamente para Ernesto la boquita de Jimena siguió disponible y bastante efectiva para hacerlo venirse.
Consciente de las limitaciones físicas de su pequeña y con el fin de no hacerle daño, espacio la interacción anal a 1 vez por semana, siempre siguiendo el mismo ritual de lavado intestinal, el segundo mes fueron 3 veces cada 15 días, el tercer mes 2 veces por semana, al cuarto mes 2 veces por semana sin lavado intestinal, solo lubricante, para el quinto mes la pequeña soportaba los asaltos anales hasta 3 veces por semana con un poco de lubricante.
Todo el entrenamiento terminó cerca de su noveno cumpleaños ficticio, para ese entonces su cuerpo es capaz de albergar los 17 centímetros de pene hasta la base sin problemas, solo unos pequeños gruñidos o jadeos cada vez que llega hasta el fondo. Ernesto contempla maravillado como su nena se come todo su miembro, para la chiquilla es una delicia recibir todos esos cumplidos y muestras de afecto, su cuerpo comienza a cambiar, aún no es un adulto, ni una adolescente, ni siquiera llega a la pubertad, pero su cuerpo comienza a reaccionar al placer de una forma diferente.
La víspera de su noveno cumpleaños fue la fecha elegida por Jimena para intentar recibir a su amado en su ya no tan diminuta puchita. Jimena ha estado haciendo gimnasia y Tae Kwon Do desde hace dos años, dichas actividades rompieron su himen, si bien no cuentan como penetración, la pequeña vagina ha sido sometida a estiramientos que facilitarán el trabajo a Ernesto.
Después de la comida la niña toma la iniciativa, esto no es nada extraño, al contrario, es normal, la nena disfruta cuando la tocan, sobre todo cuando lamen su vagina o juegan con su pequeño clítoris. Ese es precisamente el cambio que su cuerpo comienza a sentir, el placer se acumula, por momentos cree sentir que algo va a explotar, pero ese algo nunca llega. Ernesto no es pediatra ni experto en desarrollo humano, pero en más de algún lugar leyó que los niños pueden llegar a tener orgasmos por muy chicos a los 10 años.
Esa noche Ernesto se come la tierna puchita, esponjosa, labios gorditos, cerradita, color porcelana, sin vello, separa los labios mayores para descubrir el interior color rosa oscuro, el particular aroma de Jimena, dulce, ácido, suave, su lengua se da un festín con el flujo en abundancia que produce la nena.
Envuelto en una gruesa capa de lubricante su dedo índice explora el interior, Ernesto sabe que no hay himen, no le importa, es consciente que la nena es “virgen”, su explorado interior ha recibido la lengua y dedo de su amante y nada más. El punto G de Jimena es bastante sensible y fácil de ubicar, Jimena gime y se queja de placer cada vez que el dedo de Ernesto hace esa suave presión que le encanta.
Inflamado por el flujo sanguíneo, el orgulloso clítoris se erige frente a Ernesto para recibir amor. No necesita esperar mucho, Ernesto se lleva a la boca el pequeño chicharo para besarlo, chuparlo, morderlo, lamerlo y llevarla a recibir el primer orgasmo de su vida que recorrió todo su cuerpo como una ola que revienta en la costa y se escuchó en sus oídos como la espuma de mar disolviéndose aturdiendo sus sentidos, llenando su interior de jugos que fueron succionados ávidamente por su amante.
Confundido, Ernesto contempla a su nena, respira agitadamente recuperándose de lo que acaba de pasar, sonriendo con los ojos cerrados, disfruta de los espasmos finales que recorren su pequeño cuerpo. Jimena es más grande de edad o su cuerpo maduró más rápido de lo que debería.
Eso no importaba en ese momento, al verla relajada aprovechó para iniciar su asalto. Lubricante en el glande y tronco, pose del misionero, la pequeña y esbelta Jimena aguarda a que Ernesto la penetre por primera vez. El primer orgasmo fue una excelente experiencia para la niña que ahora desea sentir el pene adentro a la expectativa de sentir algo similar o mejor como en todas las páginas web que leyó.
Piernitas abiertas, vulva palpitante, dilatada, lubricada y caliente, Ernesto no necesita sostener su pene, el orificio vaginal se expande los primeros centímetros permitiendo el acceso de medio glande, a partir de ese punto es que el reto inicia.
Aferrada a los brazos de Ernesto, los primeros jadeos y sonidos de dolor salen de la pequeña Jimena que se queja, el enorme cuerpo de su amante cubre toda su existencia, no tiene a donde ir, no hay escapatoria, aún cuando la nena se revuelva en su lugar buscando el escape es imposible, los brazos de Ernesto la rodean, sus piernas abren las suyas, cualquier niña de esa edad se habría sentido abrumada, violada, pero no Jimena, ella desea esto, se aferra a los brazos de Ernesto para no moverse mientras su amante la penetra entregando su preciada y valiosa virginidad.
La pequeña vulva se expande casi grotescamente con dolor al enorme invasor, la vulva no es el ano, el interior de la vagina se expande “sin problemas” para recibir al nuevo habitante y conquistador de su interior, el plan inicial era 6 centímetros, once gruesos centímetros de pene se alojaron en el interior borrando todo rastro de pureza en el cuerpo de la nena de 9 años.
Ernesto cambió la postura de misionero por “cara a cara” para poder besar a su pequeña amante y disfrutar del momento. La chiquilla con el rostro empapado en lágrimas y sudor, roja por el esfuerzo de tener semejante bestia en su interior, sonriendo responde los besos de su amante lo mejor que puede.
«Eres mía chiquita, solo mía, por fin mi amor, mía para siempre, tú y yo, te amo preciosa, vamos a hacerlo mucho, pronto te va a gustar, amo tu esfuerzo y sacrificio, tu interior es increíble, cálido, esponjoso, húmedo, apretado, estrecho, suave, delicioso, vamos a sentir rico pronto, te amo Jimena, algún día te embarazaré, vamos a formar una familia, vamos a pasarla muy bien juntos, ¿Te duele mi amor?»
Entre pausa y pausa Ernesto besa a su pequeña protegida que corresponde con pasión, feliz, adolorida, sofocada, pero felíz. El pene en su interior empuja todo, estira su tejido al límite, quema, cada vez que palita sacude su interior de dolor. Ernesto se mantiene estoico, inamovible, saborea el interior que envuelve su pene sin hacer un solo movimiento voluntario, le da tiempo a su pequeña para que se acostumbre de algún modo a su tamaño.
Esa primera experiencia fue muy estresante para Jimena, el placer nunca llegó, al menos no el suyo, con mucho esfuerzo respondió a la pregunta «sí, me duele mucho», su intención era obtener más besos y caricias para amortiguar el dolor, el resultado fue exitoso, su amante de 33 años la cubre de atención, la nena comienza a relajarse, la presión disminuye, Ernesto percibe esto como luz amarilla.
Haciendo uso de toda su fuerza de voluntad, Ernesto evitó mover sus caderas descontroladamente, por el contrario, con un movimiento circular casi imperceptible inició el proceso de «expansión».
La nena solloza y suspira, por muy delicado que sea la lastima, llega a la conclusión de que no se puede hacer nada, lo mejor es salir. La nena permitió el retroceso hasta ver casi la mitad fuera, «Noooo ¿Por qué lo sacas?» exclamó casi molesta, “Te estoy haciendo daño”.
Valiente o necia, la niña enredó sus piernitas en la cintura de su amante y le demandó regresar, “deseo dormir con tu lechita dentro”. Sin ganas de contradecirla Ernesto se dejó llevar e inició un vaivén suave en búsqueda de su propio placer.
¿Cuánta devoción puede tener un ser humano por otro? ¿El amor de un ser humano que no ha alcanzado su etapa adulta puede ser tan grande como para resistir la tortura? ¿Es posible que una persona que no ha llegado a la madurez ame intensamente?
Jimena podría darle su vida a Ernesto si es necesario, la nena soporta el dolor insufrible para su edad en medio de llanto, el hombre que tanto la ama y cuida disfruta de esto, el placer en su pene y la entrega de su pequeña amada.
Por suerte para la chiquilla esa combinación es demasiado poderosa, unos minutos de ese inmenso placer fueron suficientes para llevar a su amante a eyacular todo el semen de su interior llenando la cámara interior de la pequeña con caliente esperma que fue como un bálsamo curativo que le dió alivio inmediato.
Entre besos y caricias el pene perdió dureza, se transformó en un pedazo de carne flácido que fue expulsado del interior brindando alivio total a Jimena. Sangre, fluidos, semen, lubricante, todo mezclado forma un charco en el interior de la vulva que corre río abajo formando una cascada. Ernesto tomó en sus brazos a la niña y se giró con ella, Jimena descansa sobre el pecho de su amante que saciado la besa y acaricia.
El cansancio venció a Jimena, dormida plácidamente sobre su amante, suspira entre sueños, boca, ano y vagina han recibido el pene, la pequeña de 9 años dejó de ser virgen por todos lados, se aferra al hombre que la desvirgó como si fuera un gran oso de peluche.
Por la mañana Jimena está sola en la cama, le arde su puchita, una costra se semen y sangre recubre su vulva y piernitas, moverse le causa escozor, necesita ir al baño, asustada grita el nombre de Ernesto que volvió corriendo a la habitación. Desnudo con una pala de cocina el hombre acude en su ayuda, cargó a la nena al baño para que se lavara en la regadera mientras el continua haciendo el desayuno, waffles con miel y fruta.
A partir de ese momento y por los siguientes días la pequeña descanso de cualquier asalto sexual y fue mimada como nunca, comida, postres, paseos, golosinas, ropa, accesorios, todo cuanto quiso se le dió.
Ocho días después, la pequeña recibe en su ano el enorme pene de Ernesto en toda su extensión, la chiquilla lo acepta sin problemas, jadea por el esfuerzo de tener algo así de grande y grueso entrando de su interior pero aguanta como una campeona por 15 sólidos minutos hasta que Ernesto eyacula en su interior con potencia todo el semen acumulado. Un lavado de pene, descanso, algo de bebidas y ahora la niña gruñe de dolor al recibir once centímetros en su interior, once centímetros que revuelven, empujan, estrujan, sacuden y jalan todo en su interior.
Ya no hay llanto desconsolado como la primera vez, lágrimas, jadeos y un pequeño cosquilleo cada vez que el clítoris es rozado por el largo pene, no hay orgasmo en el segundo encuentro de la nena, pero poco a poco la tierna vagina de 9 años se está acostumbrando a tener semejante bestia en su interior.
El resto del año fue lo mismo, 3 o 4 encuentros por semana. oral, vaginal y anal, la pequeña comienza a gemir tímidamente cuando el pene en hace pedazos su pequeña vagina, el sexo anal ya no es doloroso, le deja un saborcillo curioso, ese placer es como si hiciera del baño, no es suficiente para decir que le encanta, pero definitivamente ya no le incomoda.
No fue sino hasta tres meses después de su décimo cumpleaños que la pequeña alcanzó un orgasmo con el pene de Ernesto metido en su interior. Hasta ahora todos ese delicioso placer fue proporcionado por los dedos y boca de su amante, pero esta noche, todo fue diferente.
Después del sexo oral Ernesto estaba listo para acción anal, la pequeña Jimena mucho mas proactiva que al inicio decide cambiar el orden del placer esta noche. Montada sobre él, la nena apunta la gruesa cabeza a la esponjosa vagina lista para cabalgar a su macho como otras veces. Jimena disfruta estar arriba, poco más de 13 centímetros entran en su interior, ella tiene el control, decide cuánto entra y a qué velocidad.
Con apenas 8 centímetros dentro, la nena se balancea estimulando su punto G y clítoris que ahora es tan grande como medio grano de cacahuate, la niña está gimiendo con fuerza, tiene el ceño fruncido, el placer de siempre se hace presente, pero esta vez no son pequeñas descargas, se acumula en el epicentro de su receptor de placer, pequeñas ondas recorren su cuerpo a medida que la acumulación crece, poco a poco Jimena pierde el control, se mueve desesperadamente, sus gemidos son descontrolados, fuertes, está fuera de sí, le falta el aire, le cuesta trabajo respirar, no puede detenerse, algo dentro de ella está a punto de explorar, ella sabe lo que es, es un orgasmo, por primera vez tendrá el tan deseado orgasmo en su interior usando el pene de su amante como instrumento de placer.
Ernesto lo sabe, ha estado estimulando a la niña todo este tiempo, ahora la ayuda a moverse, no la va a dejar sola con todo el paquete que le queda demasiado grande. Moviéndose con furia sobre su amante Jimena está a nada de llegar a su orgasmo, hace contacto visual con el rostro desfigurado por el placer, gime, grita, jadea, libera toda la tensión de su interior previa a la explosión que la llevará al cielo y de vuelta con el pene del hombre que ama.
En un grito que le desgarra la garganta, Jimena explota en un orgasmo prolongado que libera toda su energía de golpe, el semen de Ernesto inunda su vagina presa del placer que le da tanto calor, presión y humedad del interior de la recién bautizada vulva.
No hubo segundo encuentro, Jimena quedó totalmente satisfecha, exhausta, consumida en su amor por Ernesto. Su estilizado y esbelto cuerpo retiene en su interior el flácido pene, entero, disfruta que su pequeña vagina se abrace alrededor del miembro que tanto placer le da. Ernesto está satisfecho, ama a su pequeña, sabe que su pequeña la ama, tiene asegurado años de satisfacción sexual con una niña que crecerá para ser solo de él.
Los juegos íntimos que experimentaron juntos a partir de que Jimena siente placer con la penetración, sexo a ojos vendados, amarres, juguetes, de todo se adherio a los juegos de la pareja, todos ellos en pos de darle placer a la pequeña Jimena y satisfacer el morbo de Ernesto que siempre soñó con usar a una mujer de esa forma.
El tiempo avanza siempre hacia delante, siempre, con la llegada de la menstruación llegó el uso de anticonceptivos, con la adolescencia la pequeña Jimena se volvió más activa sexualmente, demandaba sexo 5 a 6 veces por semana, a sus 16 años es una jovencita con un rostro divino, nada demasiado sorprendente, pero su cuerpo moldeado por los duros entrenamientos de gimnasia, ballet y Tae Kwon Do es perfecto, tallado por los mismos dioses galos, la ahora soberbia jovencita desfila por los pasillos de la escuela levantando miradas con sus hermosas piernas y prominente trasero.
No hay nadie en la escuela que no se haya masturbado pensando en ella, todos y cada uno de los galancillos que la asedian han sufrido el desplante y frío de su mirada, rechazados con un “no eres mi tipo.
¿Cuál es el tipo de hombre que le gusta a la preciosa, arrogante, orgullosa y soberbia Jimena? Se pregunta toda la escuela, incluido el plantel académico. La respuesta es simple, tienen que tener 40 años, medir 1.78, blancos, de mirada alegre, castaños, barbones, complexión media, conducir un Jeep, ser agentes de viaje, vivir en una cabaña apartados del mundo y cumplir todos y cada uno de sus caprichos, ¡ah! también debe ser un pervertido y llamarse Ernesto.
La chica es frívola, distante, arrogante y despectiva con todos, no confía en nadie, todos y cada uno de los hombres que se le han acercado ha sido con un solo propósito, cortejarla o intentar llevarla a la cama los más osados. Los días de calle quedaron muy lejos en el olvido, los días de inocencia también, los días de perversión y sexo son todos los días, la chica siempre está buscando nuevas formas de complacer a su amante, su perro guardian, su figura paterna, mejor amigo y unico hombre en su vida, pero de todas las enseñanzas de su difunta abuela recuerda una mejor que ninguna, “NO CONFIES EN NADIE”.
Diecisiete centímetros de carne se pierden en el fondo de la garganta de Jimena, los mismos que su edad, en su ano unas bolas chinas, en su vagina un dildo, ambos objetos vibran, manos atadas a la espalda, pezones decorados con dos hermosos piercings, la chica de 17 le da una de las mejores mamadas de su vida al pervertido que la crío de 47 años, sin manos, de cuclillas, piernas bien abiertas, senos expuestos para él, el pan de cada día, satisfacer a su hombre de la forma que el quiera.
Colgada en el techo abierta de piernas el pene de Ernesto entra en el ano con furia, una pelota silencia los gemidos de placer de Jimena, el dildo en su vagina vibra a máxima potencia, su clítoris que ahora es del tamaño de un cacahuate es castigado con una pinza, él sabe que esto la mata de placer, Jimena se viene una y otra vez, ama entregarse a Ernesto de cualquier forma, romántica, sensual, apasionada, sumisa, con o sin sadismo, la chica, casi mujer, disfruta sabiendo que su hombre la pasa bien.
El cumpleaños número 18 de Jimena marcó un cambio en su relación, “Cumple tu palabra, me prometiste hijos”. Ernesto no lo recuerda, pero Jimena Sí, tenía 9 años, la había desvirgado esa noche, de entre todas las cosas que le dijo le prometió una familia. No importa si no lo recuerda, Ernesto tiene 42 años, la hermosa mujer delante de él es legalmente mayor de edad, no es lo ideal, pero a sus 18 puede albergar vida en su vientre sin ningún problema, no obstante a Ernesto le gusta planificar, así educó a Jimena, por eso Jimena tiene un plan, ya se quito el DIU, es un día fértil, no han tenido sexo en 3 días por pretextos tontos de ella. Jimena entiende el negocio, le ayuda a Ernesto, lo ha hecho más productivo, la una vez pequeña e inocente niña es una mujer adulta al cuidado de su hombre, a quién por cierto tiene “acorralado”, lo cierto es que Ernesto es feliz, la niña que crió para ser su mujer está haciendo exactamente lo que él quiere.
En su cajón de noche hay una caja, dentro de ella hay un anillo discreto, sencillo pero elegante, Jimena sabe lo que significa, no fue necesario preguntarle. Esa noche hacen el dulce, dulce amor, usando la pose de la plegaría, Ernesto montado sobre ella con su pene en lo mas profundo, la pareja se entrega al amor con el fin de procrear. Esa noche fue especial, Ernesto le da las gracias a la “pequeña” Jimena por no haberse ido nunca de su lado, ella llora de alegría dándole las gracias por haberla sacado de las calles y no haberla forzado a nada nunca “si alguien me merece, ese eres tú”, dijo ella antes de alcanzar un delicioso orgasmo detonado por el caliente esperma que es depositado en su interior con el fin de procrear.
Dos días de intenso amor, todo un fín de semana en el que Ernesto baño el útero de Jimena varias veces. El lunes por la mañana pasaron al registro civil a contraer nupcias, una llamada bastó para brincar todo el molesto proceso burocrático y pasar directo a la firma.
9 meses de gestación y el primogénito llegó a este mundo con la garantía que tiene dos padres que lo aman y están en la posición económica para darle todo lo que necesita, Monique Montserrat en honor a la abuela fue el nombre elegido para la hermosa princesa que llenó de alegría a Jimena, una hija, propia de ella, concebida con amor.
Los primeros años fueron de temor para Jimena, por mucho que ame a Ernesto, sabe el tipo de hombre que es, los gustos que tiene, confía en él, pero la espina está ahí. Cuando Monique tiene 6 años Jimena está en el hospital dando a luz a su segundo hijo, el pequeño Guillermo. Jimena dejó a Ernesto y Monique solos algún tiempo por el parto, confía en su esposo, está dispuesta a aceptar cualquier cosa, sabe que no le haría daño, pero Ernesto no es un monstruo, Monique es su sangre, es su hija, no es una niña que recogió de la calle para poder moldear a su gusto y desposarla años después, Jimena respira tranquila sabiendo que su pequeña está a salvo en compañía de su padre, la pequeña siempre le contaba todo a su madre, nunca mencionó nada raro, ni en los años siguientes, cargó con ese sentimiento de culpa por años, dudo del hombre que ama, no lo pudo sacar hasta que Ernesto cayó enfermo, 75 años son mucho tiempo para vivir, con un hilo de voz le da las gracias a Jimena por tantos años a su lado y los hijos, la mujer de 51 años libera su carga “Jamás haría algo que te hiciera daño”, esas fueron sus últimas palabras.
Una mujer de 55 años se toma una cerveza en cierto bar de la ciudad, concurrido por lo popular, lleva años en operación, frente a ella una niña de 8 años sucia, harapienta, con hambre le pide una moneda “Mis hijos ya son grandes, vivo sola ¿Te gustaría vivir conmigo?”, el rostro de la niña pinta una sonrisa ante la oportunidad de vivir con una mujer tan guapa de ojos claros y sonrisa encantadora.
Fin.
excelente relato, impecablemente escrito, de lo mejor que leí en el sito, felicitaciones.
Gracias, se hace lo que se puede, estoy trabajando en dos novelas, bastante largas, por eso casi no publico.
Me da gusto que te haya gustado está, espero que estés al pendiente de los relatos que vienen.
Gran relato, me encanto, extenso, pero bien desarrollado. Bravo.
Tengo muchos relatos… Algunos mejores que otros, estoy trabajando en novelas largas, espero me das la oportunidad y los leas.
Un relato excelente, extenso y bien narrado
Es el mejor relato que he leído
Me gustó mucho la trama y el final fue bastante bueno
Caray, he leído varios relatos de su página, y otra por ahí. Pero éste, wuao, es… no sé, tiene un contenido que, aparte de la pedofilia por parte de él, tiene un trama y drama, que cautiva, se ve que entra el juego el arrepentimiento, el cariño, el amor, la protección y la ayuda humanitaria hacia los personajes femeninos, amén de la sinceridad y fidelidad, que veo yo imaginariamente (sin estar en el contenido), como lector, que tuvo Ernesto hacia Jimena. Largo el relato, pero bien redactado. Se censura al hombre al inicio, pero al final, se aplaude su actitud.
Que grande! Excelente relato con paciencia y detalle, no a matar como otros de aquí te pillo y aquí te mato. Me gustó mucho y espero que tus otros relatos sean del mismo estilo