Juanito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Llamaradaazul.
Recordaba perfectamente el día de su cumpleaños, lo guapo y alegre que estaba su hijo, expectante ante la fiesta que le habían preparado y a la que iban a asistir sus mejores amiguitos y los padres de éstos.
También se acordaba por un motivo ajeno al cumpleaños del niño y que ahora le parecía un poco egoísta.
Para ese día ella había hecho especial hincapié en estar más arreglada de lo que normalmente iba.
Hacía ya casi un año que su marido había perdido el interés sexual en ella.
Al principio lo achacó a que estaba sometido a mucha tensión en el trabajo debido a un reajuste que estaban haciendo de la plantilla, pero cuando se confirmó que su puesto no corría peligro, su maridó se relajó y ella esperó confiada a que se reiniciara el contacto sexual que ella tanto añoraba.
Las normas sociales impuestas por el hombre y para su propio beneficio, asumen que es el hombre el que está siempre dispuesto a un encuentro sexual, no importa ni el sitio, ni la hora, ni con quien! Y la mujer es una especie de ser sin deseo sexual, que solo se abre de piernas para satisfacer la lujuria del macho, que si no se ve satisfecha dentro del sagrado sacramento matrimonial, le otorga una especie de Derecho Natural para ir follando sin ton ni son.
Pero en su matrimonio parecía que se habían invertido los papeles, siempre había sido ella la más apasionada y la que se había quedado con ganas de más.
Ella nunca había tenido jaqueca y había estado siempre dispuesta a satisfacer a su macho, pero era el que se daba por satisfecho si follaban un par de veces al mes.
Habían sido muchas las veces las que ella había tenido que satisfacer su lujuria a solas, incluso cuando después de haber sido follada, porque en cuanto él se corría, sin preocuparse si ella había tenido un orgasmo o no, sacaba su enorme verga de su vagina aun hambrienta y palpitante y la dejaba boca arriba en la cama con ríos de espesa leche resbalando por la cara interna de sus muslos.
Él se quedaba inmediatamente dormido y ella, con las piernas temblorosas se metía en la ducha y allí, bajo el chorro de agua caliente, frotaba su sexo con pasión y rabia a la vez, hasta que una ola de placer brotaba del interior de sus entrañas y la dejaba apaciguada.
Otras veces, después de varios días sin que su marido la tocara, y cuando la lujuria la invadía, sabiendo que no iba a encontrar nada esa noche en su lecho, se masturbaba en cualquier rincón de la casa cuando estaba sola, y entonces era ella misma y se retorcía y gemía sin miedo a que Juanito o su marido la sorprendieran, mientras introducía febrilmente sus dedos en su sexo húmedo y pellizcaba esas grandes y oscuras areolas de sus pechos que se endurecían como piedras.
Por eso ella no esperaba que después del susto que habían pasado durante la crisis en el trabajo, su marido se volviera un semental, pero al menos que mostrara algún interés en ella.
Fue un día que asistió a una cena con los compañeros de su marido y sus respectivas mujeres, cuando se le cruzó por la mente la idea de que quizás su marido estuviera tan apático en la cama porque quizás estuviera teniendo una aventura.
Casi todas las parejas allí eran más jóvenes que ellos, y casi todos muy atractivos y bien vestidos.
Ella, a punto de cumplir los 40, se conservaba bien, pero pensaba que no podía competir con las treintañeras.
Esa noche se la pasó observando a su marido, estuvo durante toda la cena escrudiñando sus miradas y sus movimientos por si podía observar cualquier indicio que a sus ojos lo hicieran culpable de adulterio.
Mientras ella no quitaba la vista de encima é, no se percató de las miradas lascivas que algunos compañeros de su marido le dirigían a ella.
Puede que ella no fuera la más joven, pero era una hembra de armas tomar, aunque su marido no lo apreciara y la hubiera hecho olvidar que todavía levantaba miradas a su paso por la calle.
Era muy voluptuosa y el vestido ceñido que llevaba, aunque era antiguo y no tan caro como el de las comensales más jóvenes, resaltaba su espléndida figura.
¿Cómo es que su marido no se volvía loco en la cama con ella? con esas tetazas firmes de grandes areolas oscuras y esas nalgas poderosas.
¿Cómo podía desperdiciar la suerte que le había tocado cuando se casó con una mujer tan ardiente como ella? ¿Cómo es que no le daba uso a esa polla que era la envidia de la mayoría de los hombres?
Por eso decidió acicalarse el día del cumpleaños de Juanito, si su marido no le prestaba atención y el resto de los hombres de la fiesta la miraban, solo podía significar que su marido estaba teniendo una aventura con alguna lagarta.
El día del cumpleaños, Juanito fue muy feliz porque sus mejores amigos estaban con él y porque su mamá estaba guapísima! Todos sus amiguitos se lo comentaron y eso lo llenó de orgullo, incluso le hizo reír el comentario de sus amigos, a escondidas y en susurros, sobre las tetas tan grandes que tenía.
La verdad es que realmente nunca lo había apreciado porque había vivido siempre con ellas y le parecían normales, pero ese día se puso a compararlas con las de las otras mamás y se dio cuenta de que era verdad, eran enormes! y bien bonitas.
El día de su cumpleaños, Juanito aprovechó los achuchones de alegría que le daba su madre, para apretarse más de la cuenta contra sus tetazas y apoyar su cabeza sobre esos senos que lo habían alimentado de pequeñito, mientras que de reojo miraba maliciosamente a sus amiguitos para darles envidia.
De pronto, por la cabeza de Juanito paso un fugaz pensamiento: como sería el volver a chupar de esos pezones que lo alimentaron en el pasado? saldría leche? le gustaría el sabor?
Pero lo llamaron para que apagara las velas de su cumpleaños, y recibir sus regalos, y se olvidó.
La mamá de Juanito no consiguió ese día recuperar el deseo de su marido, pero la felicidad de su hijo hizo que se metiera feliz en la cama.
Juanito también se fue contento a la cama, y cuando estaba a punto de caer rendido por el sueño, lo último en lo que pensó fue en chupar de las tetas de su madre.
A la mañana siguiente Juanito se despertó con su polla dura, no era una pollita porque había heredado el tamaño de su padre, pero no le llamo la atención porque últimamente se levantaba muchas mañanas así, y tenía que esperar a que se le pusiera flácida para poder orinar y no salirse de la taza.
Un par de semanas después del cumpleaños, cuando Juanito se estaba duchando, se dio cuenta de que había pasado algo con su pito, parecía un poco más grande y estaba un poco más oscuro, y él conocía su polla bastante bien, porque hacía ya tiempo que había empezado a jugar con ella y se la manoseaba todas las noches antes de irse adormir porque le daba mucho gusto.
Eso sin contar las veces que por culpa de sus amigos se la tenía que enseñar al niño nuevo que llegaba al cole, que no se creía lo que los otros niños le contaban sobre lo grande que era.
Todos sus amigos bromeaban sobre su pollón.
Además, tenía un poco de vello alrededor de la polla y en los huevos.
Más tarde ese día él y sus amigos se metieron en las duchas después del partido, se lo comento a sus amigos, pero ninguno apreció ningún cambio de color o tamaño, pero si se dieron cuenta de los pelillos, que además habían aparecido en el sobaco y ninguno de ellos tenía, ni un solo pelo, ninguno de ellos!
A partir de ese día se preocupó un poco pero no le contó nada a su madre porque no quería preocuparla a ella también.
Así que decidió dejar pasar un tiempo para ver si a sus amigos les pasaba igual, y si no, entonces se preocuparía.
A partir de ese día dejo de bañarse con su madre para que ella no viera el cambio.
Una noche estaba Juanito en su cama tumbado leyendo uno de su comics favoritos, se había metido temprano en la cama porque estaba agotado después de todo el día en el colegio y el partido de futbol.
Su madre le había dicho que no se durmiera muy tarde, pero como tenia tantas ganas de terminar su comic, apagó la luz de su habitación cuando calculó que era la hora a la que su madre querría que se fuese a dormir, y con una linternita, se metió debajo de las sabanas para terminar su comic.
Había pasado ya un buen rato desde que apagara la luz y estaba a punto de terminar su comic, cuando empezó a oír esos ruidos de nuevo.
No los oía muy a menudo y le daba un poco de miedo, eran como unos jadeos que iban acelerando y paraban de pronto con una especie de quejido bronco, y durante todo el tiempo que duraba, se oía un chirriar metálico.
Siempre pensó que eran parte de alguna pesadilla, porque lo despertaban en mitad de la noche y pronto paraban, Como se despertaba desorientado nunca sabía de donde procedían.
Pero esa noche él estaba bien despierto, leyendo su comic, cuando empezó el chirriar.
Estaba seguro de que venia del interior de la casa, se armó de valor y con sigilo se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de su cuarto, pegó la oreja y comprobó que el ruido procedía de muy cerca.
Abrió la puerta con cuidado y vio que había luz en la habitación de sus padres, la puerta estaba entreabierta y el ruido parecía proceder de allí.
Empezó a avanzar y sentía que la intensidad del ruido aumentaba, ya había llegado a la puerta del dormitorio de sus padres cuando empezó el jadeo.
A diferencia de las veces anteriores, no sintió miedo, sino una sensación muy rara que procedía como del interior del estómago, era como una especie calambre agradable que también sentía en sus pelotas e iba aumentando en intensidad a medida que aumentaba la intensidad del jadeo.
Se quedó justo detrás del umbral de la puerta, protegido por la profunda oscuridad que reinaba en el resto de la casa, la puerta estaba lo suficientemente abierta para permitirle a Juanito ver claramente una escena que hizo que sintiera como si el corazón le diera un vuelco, porque no comprendió al principio si lo que estaba pasando encima de la cama de sus padres era algo bueno, o algo malo.
Allí estaban los dos desnudos, y lo primero que pensó su inocente mente infantil, es que su padre estaba asesinando a su madre!
Él tenía una visión lateral de la cama, y allí estaba su madre tendida bocarriba, con las tetas desparramadas a los lados, agitando la cabeza de un lado para otro y una especie de quejido ronco y sordo.
Su padre estaba de rodillas, sujetándole las piernas abiertas y hacia arriba, y estaba pegado a ella moviendo su culo hacia delante y hacia atrás.
Pero con la misma rapidez, su mente ágil empezó a analizar la situación y observó que su madre no parecía resistirse, sino al contrario, empezó a susurrar entre jadeos que quería más, y más fuerte, por lo que no podría ser algo muy malo.
De pronto, su padre empezó a dar embestidas cada vez más fuertes y más rápidas contra su madre y a lanzar unos gruñidos cada vez más altos, su madre parecía haberse vuelto como loca y con sus manos agarraba el culo del padre de Juanito para que no se separara de ella.
Mientras Juanito observaba la escena sin comprender totalmente lo que ocurría, se fue tranquilizando, ya no sentía miedo, sino una especie de calor y cosquilleo que había ido creciendo desde los huevos, pasando como una especie de retortijón por el estómago y acabando inundándole el pecho, donde el corazón de Juanito palpitaba a una velocidad a la que jamás lo había hecho antes.
A la vez, su polla había empezado a endurecerse sola, no necesitó frotarla como otras veces, y creció y creció hasta ponerse durísima como nunca antes lo había hecho, apuntando hacia el techo.
De pronto, un gruñido gutural brotó del pecho de su padre, empujó con violencia su culo contra su madre y cayó derrumbado sobre ella soltando una especie se quejido de alivio.
Su madre entonces empezó a empujarlo para quitárselo de encima, y Juanito vio como la polla inmensa de su padre salía chorreando un líquido viscoso, del coño de su madre, calló de espaldas en la cama y casi inmediatamente empezó a roncar.
Su madre se levantó de la cama, y con el semen de su marido chorreando de su coño baboso y todavía caliente, se dirigió hacia la puerta del dormitorio, donde se encontró de bruces con Juanito allí parado como un monigote.
Mientras todo lo anterior sucedía, la polla de Juanito había empezado a palpitar cada vez con más fuerza, y de repente, coincidiendo con la aparición de su madre delante de sus narices, y sin saber cómo, salió disparado de la punta de su capullo el primer semen de Juanito, un chorro enorme, espeso y viscoso que calló como lluvia sobre Juanito y su madre, salpicándoles en la cara y en el pelo.
¿Continuará?
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