Juego con un desconocido
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Noches han llegado a su fin con las manecillas del reloj, dibujando mis deseos que se amarran a tu imagen que, aún a mi pesar, no conozco. Caminamos sin conocernos directo al lugar dónde acordamos para conocernos, pero ¿no te conozco ya?, ¿qué sé de ti?, ¿qué cosas no sé aún hoy? El viaje me pareció más corto de lo esperado. Decidí llegar antes, o esa es mi intención, porque quiero verte llegar, no sé de qué parte aparezcas o qué camino tomes, aún así . espero tener suerte. Noches han pasado, te conozco poco, pero hay cosas íntimas que me acercan a ti ¿Te rogué? si, un poco ¡admítelo! "Llevo una chamarra negra tipo vinil, tenis azules y una playera de Blue demon, no tendrás problemas en reconocerme” Creo que ese fue el mensaje que te dejé cuando acordamos vernos, palabras más o menos, pero se llegó la hora. Te ofrecí un menú, tu elegirías lo que más te plazca una vez que nos veamos: puedes llegar y decir “hola y adiós es algo que puede pasar y lo entenderé, pero el menú funciona para ambos” esas fueron mis palabras. Podemos comer algo, podemos comernos el uno al otro, beber un café, una tisana, un chocolate, sentarnos en el parque… o desaparecer de los intrusos en la calle y escaparnos para uno, y solo un momento, en que mis besos se pierdan en tu cuerpo y tus manos dejen marcas en mi piel , algo que nos llevamos los dos como un sueño tal vez o un recuerdo fugaz. Tomo asiento en mi lugar para verte llegar, observarte un poco, solo un poco… pero te observo desde un sitio distinto al que quedamos en vernos. Mis ojos te comen entera. Llegas a la cita y aguardas un par de minutos. El mesero se acerca y pregunta tu nombre, sonríe y te entrega una nota. Se retira un momento para volver junto con una bebida que elegí para ti, una soda italiana de moras y cerezas. La nota dice: “Hola, pequeña bribona. No temas, soy el loco de todas las noches, ahora mismo te observo desde un sitio no muy lejano. Me acercaré a ti solo si pruebas la bebida que elegí para ti. No temas. Pruébala” Te veo sonreír y guardar la nota. Miras cuidadosa a tu alrededor esperando notar a alguien con un par binoculares. “Pequeña bribona, te he observado todas estas noches y no me temes”, pienso. Agitas la bebida para mezclar las esencias, acercas la pajilla a tus labios y pruebas… “Mmmm… no está mal” es tu expresión. Giras una vez más para ver si me acerco… pero no tienes suerte. Aún así , camino lentamente. pasó a pasó después de controlar mis nervios. Paso a lado tuyo, después de recorrer un camino con mis ansías a tope “¿qué hago?, ¿la beso? No, Juan, ella puede reaccionar como venadita asustada cuando algo la presiona. Un beso en la mejilla, eso es mejor . Calma. tal vez otra cosa venga mas adelante”. –Hola, pequeña bribona, ¿te gustó? Me siento frente a ti diciendo eso, mientras decía esas palabras tu bebías y no haces mayores muecas, tus ojos me recorren de pies a cabeza. –¿Cómo estás, Caro? –Hola, impuntual. Bien, gracias. No está mal la soda que pediste, buena elección. Gracias Sonrío ante tu flagrante intento de altivez. Platicamos, y poco a poco sueltas tus candados, uno a uno. Sonríes, pero pareces recordar que no debes hacerlo, por lo que de inmediato, y más de una vez ahorcaste tus sonrisas. Respondemos a preguntas uno y otro. Notas que veo tus labios al hablar, traté de no ser obvio, pero lo notaste. Te invito a caminar un poco, y aceptas. Pago la cuenta y salimos del lugar. Reímos y bromeo contigo al caminar, te hago refunfuñar: –Entonces… Persiana americana es de Yahir de La Academia, ¿no? jajaja. –Grrrr… –Ruedas los ojos–. Tengo planeado conocerte, pero sin duda también estar a solas contigo, una opción clara en las charlas que hemos tenido e implícita cuando hablamos de vernos en persona. Andamos por pasillos de tiendas, libros, ropa, ¡videojuegos! Entramos a la librería a curiosear y escojo un libro que he de regalarte, te negabas a aceptarlo pero logré convencerte, era un libro que por más que buscaste no conseguiste encontrar, ¡tuvimos suerte! Entonces me acerco a ti y te propongo: –Oye bribona , aquí hay una sexshop, ¿quieres entrar conmigo? Sueltas una carcajada. –Ah, ¿si?, ¿y para qué quieres entrar conmigo? Juan, no seas codo, ¡¿cómo tener sexo en una cabina?! jajaja. Ríes mirándome a la cara, pensando que me cohibiría, pero no. –La habitación del hotel ya está reservada "venadita". Si te digo que entremos es porque quiero que elijas algo que sea un regalo para ti, que uses cuando quieras, conmigo o si mi. Quiero darte algo que te haga disfrutar… Esa es mi respuesta. A que no te la esperabas. Sonríes a mi respuesta y muerdes tu labio inferior. Caminamos juntos y entramos a la sexshop, ya dentro curioseamos un poco, vemos disfraces, juguetes, látigos. No elijes nada y yo “me doy el gusto” de elegirlo por ti. Ya en la caja pago y guardan tu regalo en una bolsa para que no se note en la calle, te lo entrego pero tu no sabes qué es . Aún. Salimos de la tienda y me preguntas – Juan, ¿qué me compraste? ¿Qué hay en la bolsa? –Hmm… no te puedo decir. Solo te puedo decir que es tuyo, podrás usarlo conmigo o cuando tu decidas. –Ah, ¿si? pues vamos. Esa respuesta no la esperaba, pero trato de aparentar seguridad, porque ante todo seguridad. –Dijiste que reservaste una habitación ¿no?, ¿queda lejos? –Me preguntas–. –Jajaja no, no queda lejos. Cuando te respondo me acerco a ti tomándote de la cintura, te miro a los ojos y me acerco un poco más, “un beso en los labios, tal vez…” pero termino en tu oreja izquierda para decirte suavemente: –Ya no te puedes retractar… voy a ser tuyo… Doy una leve mordida a tu lóbulo, te estremeces un poco y me miras a los ojos. –Ah, ¿si? ¿mío? No te he soltado, mis manos toman tus caderas y siento la piel de tu espalda, tibia. Me acerco más a ti, tal vez entonces me anime a besarte, tal vez me tomes de los brazos a forma de abrazo, tal vez sonrías y te sonrojes. –¿En verdad quieres ir conmigo? –Te pregunto–. Te sueltas de mis manos, das media vuelta y caminas. Espero un momento, y me dices en voz alta volteando a verme por encima del hombro: –Juan, ¿vas a ir o me voy sola? Te doy alcance tomándote por la cintura, abrazándote por detrás y dejando mis labios muy cerca de tu cuello, luego subo un poco para besar tu mejilla y luego respirar en tu oído derecho. –Bueno, espero que tu regalo sea de tu agrado. Caminamos un poco más, y me tomas del brazo. Reímos un poco, te hago repelar más con comentarios como los de Yair, o de Paulina Rubio con covers que dan pena ajena. –Estamos a una cuadra del hotel –Te digo–. Antes de llegar te tomo de la cintura y trato de besarte, pero te adelantas a mí tapando mi boca, entonces dices: –Te hago sufrir mucho, ¿verdad? espera un poco más, aquí no, por favor. Solo un poco más . Sonrío y me hago tu cómplice. Acepto y llegamos al hotel. *** Te pido esperar mientras pido la llave. Giro hacía ti y tomo tu mano para que me sigas. Mientras mirabas el interior del hotel como diciendo “no está tan mal”. Presionó los botones del elevador y entramos en el al abrirse la puerta. Al salir te digo que debemos ir a la habitación 314. Caminamos y al llegar abro la puerta, y te invito a entrar . Te sigo y enciendo la luz, cierro la puerta con candado. No te escaparás. Te sientas en la cama: –Y bien, Juan ¿qué vamos a hacer ahora? Tomo una silla, y me siento frente a ti: –Bueno, las reglas son las siguientes, pequeña bribona: soy tu cómplice y amante por esta tarde, mis manos, mis labios, yo soy para ti, ese es mi juego, soy un desconocido que te desea, soy tuyo solo hoy. Puedes decir “basta” cuando desees, puedes pedirme lo que desees también, y decirme si algo no quieres. Y bien, ¿tu qué pides u ofreces? –Hmm… me gustan tus reglas… tengo mucha curiosidad por ti, también quiero ser tuya ésta tarde, quiero… usar esto – Señalando el regalo– sea lo que sea. Que empiece el juego. –Abre tu regalo. Bueno, abre la bolsa y veamos qué sacas primero. Una caja. –¿Qué es? –dices en voz alta–. Antes de sacarlo, lo tomas y encuentras que es una caja. –Es un juguete sexual, un dildo. -Dices sorprendida- –Bueno, saca el siguiente regalo –Te pido amablemente–. Sonríes aún con la caja en la mano, observándolo. Lo dejas en la cama, como si lo fueras a acomodar en aparador, ahora. unos ligueros con baby doll. –¡Ay, Juan! ese es algo predecible jajaja. Si, después de contarte de mis deseos, lo es. –Puedes hacer uso de ambos regalos, o sólo uno, ya veremos más tarde. –Ok, Juan, me gustan, gracias ¿Y ahora? –Ahora te dejo en la habitación mientras te cambias, yo voy al baño, quiero refrescarme un poco. ___________ Una vez que me dejas sola en la habitación observo los regalos detenidamente. Me levanto de la cama, me miro en el espejo, observo por encima el baby doll imaginando como me vería con él, nunca he usado uno. Me desnudo poco a poco, tenis, tines, jeans, uso unas panties negras, combinan con el baby doll. Desato el listón de la blusa, me la quito, me quito el brassier, me observo un momento, y me pongo el baby doll “es lindo”, también los ligueros, se me complica un poco pero lo logro. Me quedo un rato mirándome en el espejo, coloco la ropa en otro lugar y me voy a la cama. Te escucho en el baño “¿qué tanto hace?”. ____________ Me miro al espejo después de mojar mi rostro, apoyando mis manos en el lavabo. Pienso y mi sangre recorre mi ser con fuerza, puedo sentir como el calor me recorre . Te imagino con y sin ropa, con el baby doll, jugando con el dildo. Imagino tanto que siento que el tiempo no me bastará. Tengo algo de miedo de querer más después, pero pienso que las reglas son las reglas, cuando juegas debes respetarlas y es hora de jugar. Salgo del baño y noto que las luces están apagadas. Camino con cuidado de no tropezar pero falló, la silla que use antes me jugó mal . Escucho una risa coqueta venir de la cama al escuchar mi “ouch” después de tropezar. No sé que viene ahora , no sé qué pasará, pero mis ansías por saber me comen. –Detente, Juan, espera ¿quieres verme? –Si. Si, por favor. Enciendes la luz cerca de la cama, tu sentada en la orilla y puedo verte . Luego subes a ella y gateas hacia a mi lentamente, me pides acercarme hasta la orilla también. Te detienes frente a mi, me tomas del cinturón con ambas manos, para luego soltarme y quedar frente a frente. Yo aún de pie y tu hincada en la cama. Nuestras miradas gritan mil cosas. Siento tu aliento tibio y silencioso. Llevas tu mano a la mía, la tomas después con ambas manos y la llevas a tu abdomen, indicándome el camino a recorrer, pero soy rebelde y no hago caso, mi mano derecha va más abajo, llega a los ligueros negros, los recorre desde los muslos, me inclino un poco, quedando mi cabeza a la altura de tus senos, pero no, aún no. Ahora con ambas manos recorro tus muslos suavemente, sintiendo apenas las medias que resguardan tu piel. Subo un poco más hasta tus caderas, sonrío imaginado como hace no mucho tus ropas cuidaban tu cuerpo ya desnudo. bueno, casi. Sigo por debajo del baby doll, acariciando tus costillas, tu no evitas las cosquillas que te provoco pero al darme cuenta evito seguir con ellas. Regreso a sentir tus panties. Te miro, busco tu mirada, “son lindas, se ven muy bien”. Luego llego a tus manos, las acaricio lentamente, con las yemas de mis dedos recorriendo de las muñecas hasta los codos. Ya nosotros frente a frente de nuevo, me acerco a ti, como si fuera a besarte… pero no lo hago, de último momento cambio de curso como un barco perdido en el mar. Respiro tu perfume a mis anchas, algo que no pude hacer en la calle. Me encanta. –¿Te gusta? – Te pregunto al momento, con mi boca cerca de tu oído–. Esta vez no te estremeces, no te ríes, pero podría jurar que escuché como mordías tus labios. –Si, me gusta… Beso tu cuello, un beso minúsculo, apenas mis labios pisan tus tierras, y me ayudas inclinándote levemente. Pongo mis manos en tus caderas y te acerco a mi. Un beso se convierte en muchos, cuando recorro tu piel hasta tu oreja. –Quieres que sea tierno, ¿verdad? y que luego sea rudo, esa idea me volvía loco cada noche que nos leímos. Me gustas mucho Caro, y soy tu amante, un desconocido que será tuyo. Soy tuyo. Cuando digo eso te tomo con fuerza por las caderas y te pego a mi cuerpo, de inmediato mis manos van a tu rostro, pero es demasiado tarde mis labios ya comen a los tuyos. Se conocen. Se sienten. Respiro de ellos. No sé donde empezar, solo siento tu aliento bañándome, muerdo tu labio, respondes con dos mordidas a modo de “ah, ¿si?”. Decido hacer una escala en tus nalgas, apretarlas y sentirlas con mis manos, abrirlas un poco también. Recorro tus labios con premura, para pasar a tu cuello y pecho, quiero comerte a besos en ese instante. Tus manos acarician mi rostro, parece que tampoco saben por dónde empezar. Intentas quitarme la playera pero te lo impido. –Aún no, quiero que esto dure todo lo posible. Después de decir estas palabras vuelvo a besarte, pero ahora con mas ímpetu. Mis manos aún no invaden tu sexo, ni tus senos, tus partes mas erógenas están por descubrirse, pero es un hecho que las probaré y re-probaré. Te cargo por las nalgas y te llevo a la mesa con espejo. Tu me regalas un abrazo con tus piernas. Te dejo caer con cuidado sin que nuestros labios se pierdan. Mi lengua busca y encuentra a la tuya, me encanta su calor. Ahora tomo tu rostro y sigo besándote. Tu, para mi gran fortuna, acaricias mi cuerpo, me tomas por las nalgas y me jalas hacia ti, yo hago lo mismo, sin dejar de besarte. Ahora quiero besar un poco más tu cuello. –Mmmm… – Te escucho gemir– Juan, he imaginado este momento varias noches, sólo no te detengas, quiero que me pruebes toda… – Me dices, con tu respiración agitada–. Mis manos te acarician desesperadas, mis labios comen tu piel a besos, y sólo siento como tus gemidos me encienden más y más. Te pido permiso para invadir tu parte íntima. –No me pidas permiso. Cógeme. –Dices un poco más agitada–. Eso me gusta tanto saliendo de tu boca que me acerco a tu sexo y con mi dedo medio recorro por encima de tus ropas siento como la humedad de tu sexo empieza a brotar, apenas empezamos con el juego y tus dulces jugos ya son mi recompensa. Froto lentamente con el dorso de mi dedo, acaricia de arriba abajo, llegando a la pieza donde estás sentada para luego volver a subir y repetir su viaje, primero el dedo medio, luego el índice, luego ambos. Mi boca no se separa de la tuya. En cuanto mis dedos sintieron tus sexo sentí un gemido más fuerte, más largo. Me miraste a los ojos. –¿Quieres probarme? Hazlo. Pruébame. –Dices agitada–. Sonrío y mis manos suben hasta tu cintura para quitarte las panties que ya NO están levemente húmedas. Acaricio tu ombligo y bajo por tu Monte de Venus. Te recargas un poco hacía atrás, yo pensando que quieres alejarte me mantengo en mi lugar, pero mis manos son rápidas y llegan a la entrada de tu sexo para abrirlo, eso te hace respirar profundo y tomarme del cabello. –¡Bésame! Mi dedo medio entra en ti. es algo indescriptible, tus besos mientras invado tu intimidad, tratas de “concentrarte” y haces un gran trabajo. pero yo también. Juguemos un poco más. Me pongo de rodillas y te llevo hasta el espejo, tu aún sentada te recargas en el y me dejas complacerte. No te miro de nuevo, ahora tu sexo probará mis labios y mi lengua. De golpe introduzco mi dedo medio, puedo sentir como tus jugos han hecho un buen trabajo lubricándote. Un gemido fuerte sale de ti, un gemido que pide repetirse cuando mi dedo sale de ti, pero, al menos ahora, no se repetirá porque mi lengua quiere ser quien te pruebe. Mi dedo medio queda seco después de que mi boca come cada gota de tus jugos. Me acerco lentamente a ti para respirarlos, luego con mi boca abierta, soplo suavemente para que sientas como el aire de mi boca choca con tu sexo. Tus muslos rodean mi cabeza, el calor de ellos me excita. Estoy duro, muy duro, y mi lengua solo responde lamiéndote de abajo a arriba, recorriéndote y haciendo camino, abriendo tus labios íntimos mientras avanza. Entonces mi dedo medio me ayuda, abre tus labios y me deja ver tu tierno sexo, no me contengo y con ambos labios me pego a ti succionándote, tu me tiras del cabello estremeciéndote y tirando más fuerte. –Si, Juan, mas… Muerdo, pero muy suave… succiono como si mi lengua y labio compitieran por quien puede hacerte gemir más. Decido jugármela un poco y jugar con mi lengua y dedos, pero… tu me recuerdas algo. –Estrena mi juguete. Sonrío y voy por él. Tu no dejas de tocarte, algo que me detengo a contemplar. Veo como ahora has cerrado tus piernas, con tu mano entre ellas acariciándote. Mirándome como retando a que me apresure. Rápidamente vemos como funciona, te explico que el tronco gira con unas bolas en su interior, que dan placer cuando están dentro. Te propongo jugar y aceptas. Prendo el juguete y te dejo jugar con él. Mientras yo te observo de pie con mi miembro fuera de mis ropas erecto y masturbándome para ti. El juguete está encendido en el nivel mas bajo, lo pones en la entrada de tu sexo y me miras mientras lo introduces. Muerdes tus labios, aprietas con tu mano libre la orilla de la mesa. Me invitas a ser yo quien te penetre, y así será. Te detienes hasta que llega a la mitad, ahí aumentas la velocidad y tu boca se abre como si fueras a gritar. Te dejas caer de nuevo en el espejo. –Mmmm… qué rico, Juan… Entra y sale. Lo dejas por un momento en el clítoris y dejas que el juguete haga su trabajo. Yo mientras decido descubrir tus pezones y probarlos, lamerlos, morderlos. Seguimos así un poco más y llega tu primer orgasmo. Puedo ver como terminas en la mesa y yo quiero re-probarte, así que me hinco en el suelo con tus piernas en mis hombros . Y… ¡Adivinaste! Te vienes en mi boca. *** Te cargo de nuevo y mi boca te deja probar tus jugos íntimos. Beso tras beso nos hace dejar el juguete olvidado en la mesa. Te llevo a la cama y ahí me pides que te baje en el suelo, tus pies tocan tierra y de inmediato tratas de desnudarme, me quitas la playera y me besas en el pecho, bajando por mi abdomen te hincas frente a mi abriendo mi pantalón, pero te es un poco difícil porque el cinturón hoy no es tu amigo, mientras te ayudo con eso me frotas por encima del pantalón, acaricias mi falo efecto, sentir tus manos me enciende más, te siento ansiosa, deseosa, no más que yo, eso está claro. –¿Te gustaría darme sexo oral o quieres que te coja ya mismo? No respondes de inmediato. Cuando mi pantalón está en el suelo te escucho decir: –Mmmm… estás tan duro, Juan, quiero ponerlo aún más duro. Quiero comerte. Te tomo del cabello al escucharte, con mi otra mano tomo mi miembro y lo aprieto para que la sangre en él se agolpe y lo veas más duro. Me tomas de los muslos y abres tu boca, yo juego un poco contigo pero lo dirijo a ella. Antes, abro un preservativo de sabor. –¿Qué sabor te gustaría probar? –Te pregunto–. ¿Uva, manzana, canela, frutos rojos, maracuyá? –Frutos rojos. Dices mientras lo tomas de mis manos y lo abres para ponerlo en tu boca y luego colocarlo en mi pene Ya puesto tu lengua recorre el látex que apenas te impide probar mi miembro al natural. Lames, me miras, buscas mis ojos y yo los tuyos. –Dame –Dices en voz baja–. Yo te atiendo y acerco mi falo a tus labios para que entre en tu boca, tu lengua opone resistencia, ahora, tu mano ocupa el lugar de la mía en mi falo erecto, aprisionándome y soltando, ayudándote a controlar cuando entra y sale, variando entre lento y rápido, jugando al entrar “haciéndole las cosas fáciles” y luego no tanto, siento como te lo comes y eso me prende más. Creo que quieres jugar ahora y me avientas a la cama, mis piernas colgando en ella no te hacen mover mucho, sigues en el suelo y tus manos ahora me recorren mientras comes mi falo de la punta hasta su base. Tus tibios labios y tu lengua me hacen más y más gustoso de sentirte, lo aprisionas para jugar con su cabeza como si fuera una paleta, eso me vuelve loco. Entonces, después de lograr tu cometido y hacerme más duro te pido que me montes. Tu sexo aún húmedo no opone resistencia cuando te pones sobre mi y colocas mi falo en tu sexo, te sientas lentamente sobre mi, dejándome entrar por primera vez en tu intimidad, y te pido, te exijo que me montes duro, sonríes y apoyándote en mi pecho siento como subes y bajas lento primero, apretándome con tu sexo, delicioso. –Móntame y déjame oír mientras me haces tu amante… Luego te pido que te detengas, quiero ser yo quien te penetra, te detienes dejando tus caderas levemente levantadas y empiezo a follarte como en cada relato lo he hecho, “me vuelven loco tus gemidos” eso te decía cuando en un relato mi miembro te hacía gritar y ahora lo haces real. Inclinas tu cabeza cerrando los ojos, tu cabello cubre tu rostro, y lo descubro para que veas a quien te folla en ese instante. Cambiamos y ahora tu sigues cabalgándome, con mis manos guiándote y ayudando en lo posible. Mi piel suda con tus roces, mis labios me duelen porque mis dientes los han atacado sin tregua, lo has notado, y decides curarme con besos, me acaricias con tus manos, y ahora tus labios dejan nuevas mordidas en ellos. Te inclinas hacia atrás para dejarme entrar más, ayudándome a mantener mi erección y seguir con las embestidas. Tomo tus nalgas, apretándolas y te doy una nalgada para luego apretarla con mas fuerza. –Más… una más –dices bajito–. Yo simplemente obedezco. Te ayudo a montarme más rápido, a subir y bajar. Entonces, quiero dominarte un poquito, te doy vuelta y sin dejarte pensar en qué haré me pongo tus piernas a los hombros, mi falo busca y encuentra tu sexo y ya no hay mas treguas, entra de golpe. Con mi cuerpo embistiéndote y no dejando espacio entre nosotros, tomo tus piernas para ayudarme y controlar un poco más. Mis embestidas son más duras, más rápidas, y mi sudor se mezcla con el tuyo. Ahora dejo que mis gemidos acompañen a los tuyos. Me pides un beso y te lo doy. Tiras me mi cabello y los besos acompañan mis penetraciones. –Más… más Juan. Más rápido. Yo, excitado y gustoso obedezco. Ahora tus piernas tocan la cama y mis brazos se agarran del colchón para embestirte con más fuerza. Tus manos arañan mi espalda, la acarician primero y entre embestida y embestida tus uñas dejan un camino en mi espalda, algo que disfruto. Junto con las mordidas que dejas en mis hombros, mi pecho, mi cuello. Trato de besarte pero no puedo mantener mis labios quietos. Mi falo palpita, tu sexo se acopla al mío, y nuestro calor es mayor a rada momento dentro de la habitación. –Tendremos que ducharnos después, pequeña bribona. Te sigo sonriendo mientras te penetro desesperadamente. Respondes a mi sonrisa, pero no sabías que era una trampa: cuando sonríes soltando una pequeña carcajada mi falo entra muy adentro y duro, así me quedo dentro de ti, me observas como diciendo “más… no pares”, y de nuevo obedezco, pero ahora te cambio de lugar, volteándote y poniéndote en cuatro. Sigo con mis movimientos y me ayudo de ti tirando de tu cabello. –Grita que quieres mas. Más duro. –Te pido en voz baja a porque quiero oírte gritar. Ahora tu obedeces y te ayudo a que te incorpores para estar muy cerca de mi, tu espalda recargada en mi pecho, dejándome masturbarte mientras mi falo te invade sin contemplaciones. Nos vemos en el espejo, ves como tu amante te prueba, te folla, como acaricia cada parte de tu cuerpo, mis besos dejan marcas invisibles, ves a mis ojos clavarse en los tuyos… puedes sentir como viene tu segundo orgasmo, me aprietas hacia ti con una mano, y con la otra te empujas en el mueble hacia mi, tomándome con tus mano, apretándome. Yo no me detengo y te hago terminar conmigo dentro, aprisiono tu cuello con mi mano derecha, y con la otra te masturbo más y más rápido, es entonces cuando siento tus jugos bañando mi falo, tu sexo me devora y tus uñas se entierran en mis nalgas. Yo me tumbo contigo sobre la cama, medio acostado sobre ti, sin salir de ti. Solo para tomar un poco de aliento, tu cuerpo es mío y mis ganas son tuyas. Solo necesito tomar aire, porque tus ganas son mías ahora. Continuará…
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