Juego de Niños
Mis primeras incursiones a las 9 años con las vecinas de enfrente..
Juego de Niños
Después de muchos años, me animo a escribir esto que he mantenido vívido en mi memoria y que ahora quiero compartir. A pesar del tiempo, el recuerdo aún logra calentarme la sangre y añorar esos momentos que ya se han ido.
Primero que todo, quiero presentarme. Soy Marcos, y en el tiempo que ocurrió esto, tenía 9 años. Era un hijo, hermano y estudiante normal. Moreno como la mayoría de los latinos, delgado, y vivía con mis padres y mis 2 hermanos. Mi hermano mayor Esteban, casi 3 años mayor que yo, y me hermana menor Samy, que tenía 3.
Normalmente yo iba a la casa de unas vecinas que vivían frente a la mía y jugaba con las 2 hijas: Valeria o Vale, de mi edad y Viviana o Vivi, de la edad de mi hermano. Además, siempre estaba en su casa Pamela, una prima de ellas que también vivía cerca, a un par de cuadras. Ella era unos meses mayor que Vivi, es decir, tenía como 12 o 13 años.
Una tarde que fui a su casa luego de almorzar. Cuando llegué, su mamá me saludó y me dijo que pasara al patio trasero, donde estaban ellas jugando. Ella estaba muy apurada y nerviosa. No supe cuál era el motivo.
Pasé al patio y encontré a las 3 jugando. Vale estaba vistiendo y desvistiendo una muñeca, y Vivi y Pame escribiendo en unos cuadernos. Cuando me vieron, Vivi y Pame cerraron rápidamente sus cuadernos y se pusieron a conversar y reírse entre ellas, dándome miradas extrañas que no supe interpretar, pero que me dejaron alerta de que algo se tramaban.
Luego de conversar un rato con las 2 (Vale estaba jugando con su muñeca y no nos prestaba atención, salvo para mirarnos un par de veces y seguir con lo suyo) e insistirles que me dijeran que era lo que estaban escribiendo cuando llegué, apareció la mamá de ellas para decirnos que debía salir urgente y que volvería en un par de horas. Le pidió a Vivi y a Pame que no le abrieran la puerta a nadie y que, si algo llegara a pasar, que llamáramos por teléfono a mi mamá que estaba cruzando la calle. Que ella vendría en caso de alguna emergencia.
No era la primera vez que ellas quedaban solas en casa durante tardes enteras. Algunas veces incluso se iban a mi casa en donde tomaban el té con nosotros, mientras esperaban que llegara su mamá, lo cual a veces ocurría incluso de noche.
Y así fue como nos quedamos solos los 4. Las miradas de Vivi y Pame en completa complicidad fue evidente. Se acercaron más a mí, para que Vale no escuchara y me dijeron los planes de juego que tenían.
Cada una de ellas había escrito una mini historia que, además de ellas mismas, me incluía a mí. La idea era que representáramos la historia, y al final, debía decidir cual me había gustado más.
Obviamente acepté el juego gustoso, sabiendo quien sería el que decidiría quien ganaba. El desarrollo de cada juego no podía ser visto por la otra, para evitar que se copiaran. La que quedara desocupada, debía entretener a Vale para evitar que fuera a entrar y echar a perder el juego.
La primera en representar la historia fue Vivi. Ella era una niña de 12 años, de tes clara y pelo castaño claro. Era bonita de cara, pero sin ser excepcional. Su cuerpo ya había comenzado a desarrollarse y tenía un par de senos pequeños, aún en crecimiento, pero que ya se notaban bastante bajo la ropa. Además, sus caderas habían comenzado a enancharse y su cintura delgada hacían que de espalda se le viera un trasero muy bonito. Era fácilmente un palmo más alta que yo.
Su historia consistía en que éramos marido y mujer, y ella me estaba esperando con la cena lista, mientras yo llegada del trabajo. Para la ambientación, la casa era su pieza. Al llegar a “la casa”, abrí la puerta y ella estaba sentada en la cama. Y en este momento comenzaron las gratas sorpresas. Ella al verme, se levanta y corre a saludarme, dándome un abrazo y un beso en la boca que duró un par de segundos. Debo reconocer que en un principio quedé helado. Ella me soltó y se fue a una mesita de juego que era de su hermana Vale en donde tenía un par de tasas y platos plásticos. Nos sentamos a “comer” y luego de unos minutos en los que ella me preguntó como había estado el trabajo, si venía muy cansado y cosas así. Me dijo que fuéramos a acostarnos.
En este momento mi morbo comenzó a activarse. Estaba muy ansioso por saber hasta dónde iba a llegar esta “puesta en escena”. Me acosté obviamente con la ropa que andaba trayendo, un short y una camiseta y me quedé esperando a que ella se acostara a mi lado. Así lo hizo, con un poco de nervios por lo que se veía, ya que se movía de un lado para otro y se acercaba y volvía atrás a cada instante, para luego volver a acercarse nuevamente.
Luego de un minuto o dos de indecisión, se acostó a mi lado. Ambos, sin mayores experiencias, estábamos rígidos uno al lado del otro, sin movernos. Tras un minuto, que pareció eterno, ella se puso de lado en la cama, mirándome, a lo que yo respondí de la misma manera. Al estar frente a frente, los nervios comenzaron a irse poco a poco, hasta que finalmente tuve la suficiente valentía de acércame más y darle un nuevo beso en los labios. Ella, con el contacto de mi boca, cerró los ojos y correspondió a mi beso. Al principio sólo nuestros labios se tocaban, pero poco a poco nos comenzamos a soltar y mi mano se apoyó en su espalda, al tiempo que la suya se dirigió a mi cabeza y entrelazó sus dedos con mis cabellos. Primero fue sólo apoyar la mano, pero pronto nuestras manos comenzaron a tomar vida propia y comenzaron a moverse, mientras nuestras bocas se hacían cada vez más ávidas y mi boca se abrió para que mi lengua se arriesgara masajeando sus labios. Ella copiando mi avance, abrió sus labios y entrelazó su lengua con la mía. Su saber era dulce y me enardeció el roce de nuestras bocas, por lo que mi mano comenzó a moverse con mayor fuerza por su espalda. Fue como un desespero por tener más de ese goce que me estaba embriagando. Mi mano recorrió su espalda con un destino anhelado. Mientras abría los ojos para ver su reacción finalmente se fue a situar sobre sus nalgas. Ella se puso rígida al sentir mi mano y abrió mucho los ojos. Sin embargo, no se separó de mí ni dejó de besarme y tras unos segundos, cerró nuevamente los ojos.
Esta fue la señal que esperaba ya que, al no ver resistencia, mi mano tomó libertad y comencé a sobar sus nalgas por sobre el vestido que llevaba puesto. No pasaron más de unos segundos para que mi mano buscara el borde de su vestido para meterla debajo y poder tocar directamente sobre su calzón.
En este momento ella soltó mi cabello y su mano fue en busca de la mía, para detener mis caricias. Yo dejé de besarla para preguntarle que sucedía. Se suponía que éramos esposos y por lo mismo yo podía tocar su cuerpo. Sus mejillas ya sonrojadas tomaron un color más rojo aún, al tiempo que bajaba la mirada, avergonzada.
Sin decir nada, ella soltó mi mano y con la suya comenzó a acariciar mi cara y pelo. Nuestros labios nuevamente se fundieron en un beso, mientras mi mano comenzó a masajear ese trasero duro y suave. Tras unos minutos de lo mismo, ya ambos estábamos calientes y no fue necesario más que meter mi mano bajo el calzón para poder sentir su piel caliente. Ella comenzó a besarme con mayor intensidad y a emitir algunos quejidos leves que me calentaban más aún.
Saqué mi mano de su trasero y me fui directo a la parte superior de su vestido, del cual tomé sus tiritas y bajé por su hombro para descubrir sus pequeños senos. Su piel era blanca y sus pezones rosados. Me los llevé a la boca de inmediato lo que sacó un gemido más fuerte de Vivi. Mi mano volvió a bajar, pero esta vez por delante del calzón, en donde tomé su vulva con desespero. Ya tenía algo de pelito y mi mano siguió sobando e intentando ingresar a la gruta aún virgen.
Vivi estaba muy caliente y gemía cada vez más fuerte, lo que me tenía a mil. Seguí chupando sus pezones y acariciando su vulva. De pronto, ella comienza a contorsionarse, como si le estuvieran dando calambres. Yo aún no lo sabía, pero le estaba dando su primer orgasmo. Su cuerpo se puso rígido unos momentos y luego, lentamente se fue relajando.
Yo intenté seguir acariciándola, pero tomó mi mano y la sujetó para que me quedara quieto. Mi frustración fue enorme. Estaba muy caliente y no sabía porque ella había parado tan repentinamente.
Cuando ella abrió los ojos, su cara estaba roja y gotas de sudor corrían por su frente. Me dio un fuerte beso en la boca y me dijo que me iba a pagar por lo que había hecho.
Sin entender mucho, ella se sentó en la cama y comenzó a acariciar mi pene, que hasta este momento no había tocado. Tras unos segundos de tocarlo, metió su mano por dentro de mi pantalón y lo empezó a acariciar directamente.
Estaba muy excitado. Sentía algo en el estómago que no sabía identificar, pero que crecía a cada segundo. Cuando ella vio esto, me preguntó si iba a acabar. Yo no sabía a que se refería, ya que, a pesar de haber tenido algunas incursiones con otras niñas, nunca había llegado tan lejos. Le dije lo que sentía en el estómago y ella, sin decir nada se acercó y metió mi pene en su boca. La sensación fue grandiosa. Alcanzó a subir y bajar solo un par de veces hasta que sentí que se me tensaba todo el cuerpo y una sensación de placer que no había sentido nunca inundó todo mi cuerpo.
Sentí además que algo salía de mi pene y pude ver como Vivi recibía todo en su boca. Ya no movía su cabeza arriba y abajo, pero sentía como con su lengua, acariciaba mi pene. Ante la falta de movimiento de su cabeza, la tomé con ambas manos y comencé a cogerme su boca de manera desenfrenada. Fue mi primer orgasmo y fue grandioso.
Me quedé tendido, sintiendo espasmos de placer, aun sujetando la cabeza de Vivi sobre mi pene. Ella se dejó hacer. Después de unos momentos, solté su cabeza y ella se retiró rápidamente, dándome la espalda. Pensé que le había hecho daño y me asusté, pero al preguntarle, sólo respondió que estaba algo avergonzada. Le dije que había sido genial, lo mejor que había sentido en la vida, lo que hizo que me mirara y me regalara una sonrisa.
Me pidió que no le dijera a Pame ni a nadie lo que habíamos hecho. Le dije que sí, pero sólo si volvíamos a hacerlo cuando estuviéramos solos. Ambos sonreímos y salimos de la pieza.
Pame estaba con Vale jugando a pillarse. Al vernos, se vino donde nosotros y me preguntó que tal había estado. Le dije que muy bien, pero que no podía decirle nada. Vivi aún tenía su cara muy roja, lo cual era más evidente aún dado que su piel es muy blanca. Además, traía una cara de traviesa, como de culpa. Pamela al verla, la tomó del hombro y se la llevó para conversar ellas 2 solas.
Yo por mi parte, me acerqué a Vale y me quedé pensando en lo que había pasado. Estaba rememorando los detalles cuando recordé que esta era una competencia y que ahora deberíamos hacer la historia de Pame.
Mi imaginación comenzó a volar y me comencé a calentar nuevamente. Mirando hacia donde están ellas 2 conversado, pude ver a Pame con su mano tapando su boca, con cara de sorpresa, para después echarme una mirada cómplice. Ya sabía lo que había pasado. O al menos parte de ello.
Se pararon y caminaron hacia mí, ambas mirándome y sonriendo. Era el turno de Pame. Pero esta historia se las contaré en otra ocasión.
Interesante y excitante historia.
Buen inicio
A leer la siguiente!