Juego de Niños 4
Vivi se hace adicta.
Esa tarde fue el comienzo de muchas historias con Vivi. Comenzamos a hacerlo en cualquier lugar, muchas veces con gente muy cerca nuestro. El miedo a ser descubiertos era un aliciente que nos provocaban más ganas aún. Aprovechaba cualquier oportunidad que tuviera, para acariciar sus nalgas, incluso con nuestros padres presentes. Cuando se daban vuelta, mi mano se posaba a su culo y lo apretaba, para inmediatamente sacar la mano. Las primeras veces ella se sorprendía y, en más de una ocasión dio pequeños gritos. Cuando nuestros padres se daban vuelta, yo le daba un empujón en el hombro o la espalda y salía corriendo, como si se tratara de un juego. Ella siempre salía persiguiéndome, rodeando la mesa del comedor, corriendo por la sala de estar, etc. Pero siempre terminábamos en el patio o en el dormitorio del fondo, donde dormíamos mi hermano y yo. Nuestros padres reían y se alegraban de que nos lleváramos tan bien, sin imaginar que una vez llegábamos al patio o al dormitorio, Vivi se arrodillaba y comenzaba a mamármela con desespero. Normalmente la rutina se repetía. Ella de rodillas, sacaba de mi pene del pantalón y comenzada a mamarla mirándome a los ojos. Una vez que ya estaba caliente y sabía que pronto acabaría, tomaba su cabeza por los costados y comenzaba a darle embestidas más fuertes y profundas. Ella cerraba los ojos y se dejaba hacer, hasta que finalmente acababa en su boca. Ella no desperdiciaba ni una gota. Se quedaba con mi pene en el interior de su boca incluso cuando ya había acabado, como disfrutando de la sensación y del sabor. Su cara enrojecida poco a poco se iba relajando hasta que finalmente liberaba mi pene. Me sonreía, se paraba, me daba un golpe y salía corriendo nuevamente riéndose.
Uno de aquellos días nuestros padres organizaron hacer una carne asada en el patio de mi casa. La casa estaba llena, ya que estaba toda mi familia (mamá, papá y mis 2 hermanos), la familia de Vivi (sus padres y hermana) y había venido mi abuela y mi tía (por parte de madre). Dado que la casa no era muy grande, temprano habíamos sacado la mesa del comedor y la pusimos bajo la higuera. Además, la mesa de la terraza serviría para que comiéramos los niños.
Nuestros padres conversaban y se reían mientras encendían carbón en la parrilla y terminaban ya la segunda o tercera cerveza. En la cocina, nuestras madres y mi tía se encargaban de las ensaladas. Mi abuela estaba en el dormitorio de mis padres viendo la televisión.
Todos los niños estábamos jugando en el patio. Diferentes juegos infantiles fueron matando el tiempo, pero cada cierto tiempo, Vivi y yo cruzábamos nuestras miradas y nos transmitíamos el deseo. Eran miradas anhelantes, que nos mantenían en alerta, esperando alguna ocasión para perdernos de las miradas. Pero era muy difícil, había mucha gente en la casa.
El día continuó igual y llegó la hora de almorzar. A los niños nos ubicaron en la mesa chica de la terraza y nos sirvieron primero. Con Vivi nos apresuramos para ver si lográbamos escabullirnos en la casa, mientras los demás terminaban de almorzar. Pero no resultó. Mi hermano al vernos comer más rápido pensó que estábamos compitiendo y comenzó a apresurarse también. Aún no acabábamos cuando él grito, con la boca aún llena de comida. – Gané… soy el campeón.
Luego de terminar, nos disculpamos y pedimos poder ver televisión mientras los adultos terminaban de almorzar. Sabíamos que la sobremesa sería larga. Luego del almuerzo venían los bajativos (pisco, ron o whisky) y los juegos de carta de los hombres contra las mujeres. Con mucha trampa de parte de los hombres, lo cual provocaba muchas risas cuando nuestras madres los pillaban. Era una rutina que disfrutaban mucho. En muchas ocasiones nos quedábamos mirándolos y riéndonos de sus bromas. Era muy entretenido, pero ya no estábamos para eso. Ahora nuestras distracciones eran otras y estábamos con ganas de poder comenzar con ellas.
Nos fuimos al dormitorio, pero la decepción fue grande cuando mi hermano nos acompañó. Encendimos el televisor y pusimos un programa que ni siquiera recuerdo. Estábamos los tres sentados sobre la cama, apoyados en las almohadas, mirando el televisor, pero Vivi y yo, a pesar de mirar el televisor, no la veíamos. De reojo miré que mi hermano no estuviera atento y acerqué mi mano para acariciar el brazo de Vivi. Ella estaba sentada en medio de nosotros dos, conmigo a su derecha.
No podía hacer más que acariciar su brazo ya que si intentaba tocar sus senos, mi hermano se daría cuenta. Tras un par de minutos de lo mismo, Vivi sacó una de las almohadas que apoyaban su espalda y la puso frente a ella misma y la abrazó, todo esto sin quitar la vista del televisor. Con esto, mi hermano ya no podía verme desde el otro lado y pude, con mayor libertad, meter mi mano entre el vestido y la almohada y así acariciar su pecho izquierdo.
Tras unos minutos, su pezón comenzó a hincharse y su cara tomó un poco de color. Su respiración cambió y se hizo más agitada, pero levemente. Yo me di cuenta ya que estaba atento, pero mi hermano parecía no darse cuenta de nada, a pesar de estar apenas a unos centímetros de nosotros.
Después de unos 15 minutos de lo mismo, en los cuales ella había cambiado el color de su cara a un rojo más intenso y yo debía sentarme de lado para que no se notara tanto mi erección, ella me miró y se paró de la cama.
– Voy al baño y vuelvo – Dijo, dejando la almohada que abrazaba sobre mis piernas, con lo cual pude ocultar mi bulto. Mi hermano sólo la miró un segundo y siguió concentrado en el televisor.
En mi cerebro comenzó a pasar la película de lo que yo pensaba que ocurriría. Saldría de la pieza, supuestamente con destino al patio, para que mi hermano no sospechara. Al pasar junto al baño, ella estaría esperando y me dejaría pasar. Luego de eso, vendría una nueva felación express que me dejaría con mis piernas temblando y a ella, con una cara de satisfacción y relajo, que siempre me ha impresionado.
Tras decirle a mi hermano que iría al patio y salir del dormitorio, me di cuenta de que todo iba bien. Mi hermano siguió mirando el televisor sin siquiera prestarme atención.
Al pasar junto al baño, la puerta estaba a medio cerrar. Golpeé muy despacio y la puerta se abrió, dejándome pasar. Adentro estaba Vivi con la cara prendida, con su mirada vidriosa del deseo.
Tras cerrar la puerta y poner el seguro, se apoyó en la taza del baño, dándome la espalda y mirándome hacia atrás me dijo. – Me acabo de poner vaselina – Levantó su vestido y la vi ya sin sus calzoncitos y son sus nalgas y su orificio trasero brillando.
Quedé helado. Al mirar el mueble, vi el envase abierto. Sin perder el tiempo, lo tomé y me puse un poco en la mano para esparcirlo por mi pene que se había levantado y estaba casi ya en su mayor esplendor (nada de otro mundo a mis nueve años jeje). Tras aplicarme la vaselina y sacarme los restos de mi mano con papel higiénico, tomé la punta de mi pene y comencé a ubicarlo en la entrada de su ano.
Ella me pidió – Mételo rápido, apúrate – Y yo, muy obediente, apuré la cabeza en la entrada y comencé a presionar. Al primer embiste se salió, por lo que tuve que volver a ubicarlo. Ella, sacó las manos del inodoro y se abrió las nalgas para darme una mejor visión.
Y acá debo detenerme. Mis recuerdos de ese culito, a pesar de ser hace ya mucho tiempo, están claros en mi memoria. Unas nalgas blancas, redondas y bien formadas, duras y tonificadas. Con unos labios vaginales rosados, con algunos pelitos rubio oscuro en el pubis y un ano igualmente rosado, hermoso. En este momento estaba lleno de vaselina, anhelando se penetrado por mí. No hay nada como esa sensación de poder, de entrega absoluta de parte de una mujer.
En el segundo intento, la cabeza logró entrar y pude escuchar un leve quejido de parte de ella. Sus manos abrían más sus nalgas y su cadera comenzaba a presionar hacia atrás. Sólo fue necesario un segundo embiste para que me pene desapareciera completamente dentro de ella. Se quedó quieta por unos segundos en los que noté que tiritaba levemente. Un largo suspiro salió de su garganta.
– Apúrate, puede venir alguien – Basto que dijera esto para que comenzara a darle estocadas más fuertes y profundas, mientras me agarraba de sus caderas y la presionaba hacia mí, cada vez que mis caderas avanzaban a su encuentro.
Ella comenzó a quejarse más fuerte, por lo que puso su propia mano para tapar su boca. Yo cada vez más caliente y sintiendo que en unos segundos ya me derramaría, me detuve y comencé a acariciarla. Sus nalgas, sus caderas, sus senos por sobre el vestido.
Pero ella no estaba para esos trámites. – Deja de tocarme y apúrate. Hazlo más fuerte – Me dijo con la voz entrecortada, llena de deseo. Se notaba que lo estaba disfrutando mucho. Cuando ya iba a acabar, le di un par de enviones más fuertes para sacarlo, pero ella reconoció el movimiento y, con sus manos, me tomó de las caderas y me dijo. – No te salgas. Termina adentro. Quiero sentirlo –
Fue increíble. Sentir que me derramaba dentro de sus intestinos mientras seguía dándole estocadas a cada lechazo. Ella, dio un suspiro largo y sus piernas también flaquearon. Nos quedamos quietos unos segundos, con mi pene incrustado en lo más profundo de sus intestinos. Luego de eso, me retiré y cogí papel higiénico para limpiarme y devolver mi pene al pantalón. Luego de ello, Vivi se dio la vuelta y se acercó a mi para darme un beso largo y profundo.
– Gracias – Me dijo. – Y ahora ándate, antes de que nos pillen –
Abrí la puerta y salí. Antes de doblar para salir al patio, miré hacia atrás y puede ver a mi hermano mirándome desde la puerta de la habitación de mis padres. No dijo nada. Sólo me miro y se entró nuevamente. Me asusté mucho y me fui donde estaban nuestros padres jugando y riendo.
Unos pocos minutos después llegó Vivi y se acercó a mí. Al ver mi cara me preguntó que me pasaba. Era evidente para ella que esa no era mi cara normal después de haber estado con ella.
– Creo que Esteban nos vio. –
Su cara se desfiguró y sus ojos se pusieron vidriosos. Sin mirar hacia donde estaban nuestros padres, se dirigió hacia el parrón y se sentó allí. La alcancé allí y me senté al lado de ella, sin saber que decir.
Esto cambiaría todo… pero eso, ya se los contaré más adelante….
uff que nena mas caliente
Sin duda maravilloso!