Juego de Niñoz 3
La primera vez de Vivi..
Juego de Niños 3.
La primera vez de Vivi.
Unos días después de haber tenido mis primeros orgasmos con Vivi y Pame, la señora fortuna me sonrió nuevamente. A eso de las 3 de la tarde, llegaron Vivi, Vale y su mamá a mi casa. Vale debía ir al médico y su mamá quería dejar a Vivi en nuestra casa, para evitar que tuviera que acompañarlas. Dado que vivíamos en una ciudad pequeña, los especialistas atendían en la capital regional, que se encontraba a 70 Km aproximadamente. Era un viaje de casi una hora y media en transporte, solo de ida. Por ello, se tardarían toda la tarde.
Mi madre no tuvo ningún problema. Nuestras familias acostumbraban a dejarnos con los vecinos, cuando era necesario. Vivíamos en una villa, donde todos nos conocíamos y nuestras familias tenían un lazo de amistad especial.
Cuando su madre y hermana se fueron, mi madre nos pidió que jugáramos en el patio o en la pieza, pero que no hiciéramos ruido. Ella estaba algo ocupada revisando pruebas y preparando material para las clases. Ella es profesora y trabajaba media jornada en un colegio cercano a nuestra casa. Junto a Vivi salimos al patio. Nuestras casas no eran muy grandes, pero si lo eran los patios, lo que les daba la oportunidad de construir a los dueños, en la medida que las familias fueran creciendo.
Nuestro patio tenía mucha vegetación. Un gran parrón con uvas de diferentes variedades y colores. Además, había un manzano, ciruelos, entre otros. Pero lo mejor, eran 2 higueras al fondo del patio. Eran grandes y daban mucha sombra, por lo que mis padres tenían unas sillas y una mesa de terraza bajo ellas. A esto se sumaban unos biombos que se usaban para tapar el sol de la tarde que se filtraba por debajo de las ramas.
Siempre que Vale y Vivi venían a nuestra casa, nos íbamos al dormitorio de nuestros padres a jugar a las cartas sobre la cama o salíamos al patio y nos entreteníamos jugando a lo que fuera.
Pero esta ocasión era distinta. Los juegos de niños habían evolucionado entre nosotros y ya no nos interesaba jugar a las cartas o a pillarnos. Por mi cabeza, lo único que pasaba en ese momento era la visión de Vivi con mi pene entre sus labios.
Una vez bajo las higueras nos sentamos cada uno en una silla, sin hablar. Ni siquiera nos mirábamos. Ambos estábamos azorados y no sabíamos como romper el hielo. Ella fue la primera en hablar.
– El otro día no dijiste quién había ganado. ¿Ganó Pame o yo? – Me preguntó.
Sabiendo que esta pregunta iba a llegar, había pensado bastante como iba a responder. Si daba por ganadora a una de ellas, lo más probable es que la otra no quisiera hacerlo de nuevo. Y obviamente, yo no quería eso.
– No puedo decidirme aún. Ambas estuvieron muy bien – Le respondí, esperando que eso le bastara.
– Dejé que acabaras en mi boca. Y eso Pame no lo hace. Le da asco – Me dijo en tono de reproche.
Me quedó claro que ellas se contaban todo. O casi todo, ya que al parecer Pame no le dijo que me había entregado su culito.
– Pame me dejó metérselo – le dije.
– Eso no es verdad. Ella siempre dice que quiere llegar virgen al matrimonio. Por eso, cuando está con un chico sólo se lo chupa y no …. – Repentinamente se quedó callada.
– ¿Se lo hiciste por detrás? – Me preguntó con cara de molestia.
– No te puedo decir. Quedamos de acuerdo en que no podíamos contar nada a nadie más.
– Claro que lo hizo – dijo Vivi como hablando consigo misma. – Ya lo hizo con Manuel, cuando él le pidió tener relaciones.
– Quieres probar tú también – Aventuré.
– Me da miedo que me duela. Pame me dijo que las primeras veces fue muy doloroso – Dijo con cara de afligida.
– ¿Y si lo hacemos por delante? – Seguí tentando a la suerte.
– No quiero perder mi virginidad. Después nadie querrá casarse conmigo –
La ingenuidad de ella, y la mía también, en ese momento no me dejó rebatir lo que decía.
– Cuando lo hicimos con Pame, ella se echó crema atrás. Y también me echó mucha crema a mí. Y no le dolió nada – Aseguré yo. No quería perder la oportunidad.
Vivi estaba insegura, pero tampoco dijo no, por lo que le insistí. – Si quieres, voy a buscar una crema que tiene mi mamá en el baño. La usaba en mi hermana cuando estaba más chica – Le dije con ilusión.
– ¿Seguro que no me va a doler? – Me dijo con cara de miedo. No lo contesté. Corrí a la casa a buscar el pote que había visto. Al entrar al baño, busqué dentro del mueble y lo encontré. Vaselina líquida. Metí el pote en la cintura del pantalón y lo cubrí con la camiseta, por si acaso mi mamá me veía. Salí al patio nuevamente y corrí hacia las higueras. Vivi me esperaba nerviosa.
– ¿Y si tu mamá sale y nos ve? – Me preguntó preocupada.
– Nos podemos colocar detrás del biombo. Ahí no se ve nada desde la casa. Si mi mamá sale al patio, la veremos y nos vestimos. Si pregunta algo, estamos conversando de la serie Roboteck. (ambos veíamos esa serie animada).
– ¿Quieres poner la crema tú misma o lo hago yo? – Pregunté ilusionado.
– Hazlo tú. Yo no sé cómo hacerlo – Respondió.
Me acerqué a Vivi y le pedí que se diera vuelta. Una vez de espalda a mí, la hice hincarse en uno de los asientos y echar el cuerpo hacia adelante. Subí su vestido y ahí tenía el blanco trasero de Vivi. Redondo y firme. Cubierto por un calzón con flores, el cual comencé a tomar para bajarlo.
A estas alturas, yo ya estaba empalmado y me urgía el poder penetrarla luego. Tras dejar sus nalgas al descubierto, tomé la vaselina de la mesa y me puse una generosa cantidad en la mano. Luego, comencé a untarlo en su cola. La falta de experiencia me hice echarle en las nalgas más que el ojete. Después de eso, saqué un poco más de vaselina y me apliqué en el pene.
Como les mencioné, si bien ya había tenido sexo anal con anterioridad con Pame, fue ella quien se untó y me untó la crema. Así que hice los que ella había hecho. Metí uno de mis dedos en su cola. Lentamente, pero sin pausa. Vivi se quejó un poco, pero aguanto bien la intromisión. Luego, metí un segundo dedo que sacó un nuevo quejido de Vivi. Me pidió que parara. Así lo hice, pero sin sacar los dedos de su interior. Tras unos momentos, con mi otra mano tomé mi pene y comencé a posicionarlo en la entrada de su culo. En la medida que iba sacando los dedos iba metiendo mi pene.
Empuje, pero mi pene se salía. Intenté nuevamente, presionando la entrada, pero no lograba hacerlo. Vivi me pidió que me detuviera. Se dio vuelta y se sentó en el mismo asiento. Yo tomé sus piernas y las levanté para poder tener acceso a su cola. En esta posición podía ver las caras que ponía Vivi.
Cuando puse nuevamente mi pene en la entrada, ella cerró los ojos y respiró profundo. Tras un nuevo embiste, la cabeza entró. Poco a poco, comencé a moverme y a presionar, para poder seguir penetrándola. Al mirarla, su cara se había relajado. Al parecer no sentía dolor, por lo que seguí presionando hasta que me pene se perdió completamente entre sus nalgas. Fue una grata sorpresa darnos cuenta de que su esfínter era muy elástico. Al mirarla nuevamente, tenía los ojos abiertos y una sonrisa se dibujaba en su cara.
– ¿Te duele mucho? – Le pregunté.
– Solo siento raro. Casi no me duele.
Me acerqué a ella para besarla. Un beso ardiente, en el que nuestras lenguas se acariciaban. Mis manos se posaron en sus senos por sobre la ropa y comencé a masajearlos. Mientras, mi cadera comenzaba con el vaivén.
Vivi comenzó a dar pequeños quejidos. Lo estaba disfrutando. Su mano comenzó a acariciar su vulva. Lo hacía de manera circular, rozando tanto sus labios como su clítoris
– Tu trasero es más suave que el de Pame – Le dije. – Se siente muy rico –
Ella tomó mi cara con su mano libre y la acercó a la suya para besarnos. Yo ya estaba a punto de acabar, por lo que los embistes se hicieron cada vez más rápidos y fuertes.
Vivi estaba con los ojos cerrados y su cara estaba sonrojada. – No pares – Me pidió. Ya era evidente que lo estaba disfrutando mucho. Tomó uno de mis brazos y me apretaba hacia ella cada vez que la embestía. Parecía querer que fuera más profundo, a pesar de que me pene ya estaba todo dentro de su cola.
Seguí moviéndome a toda velocidad, durante un par de segundos hasta que sentí que iba a acabar. Y se lo dije.
– Sácalo. Termina afuera. No quiero quedar embarazada – Me dijo.
Sin pensarlo mucho, así lo hice. Y comencé a tirar lechazos al suelo. Ella se bajó de la silla y se hincó rápidamente al lado mío. Tomó mi pene y se lo metió en la boca. Esto me recordó la vez anterior, por lo que tomé su cabeza y comencé a cogérmela por la boca, mientras las últimas gotas de semen eran recibidas por su lengua. Ella seguía con su mano acariciándose cada vez más fuerte.
Nuevamente sentí que mis piernas flaqueaban, por lo que me senté en la misma silla que momento antes usaba Vivi, sacando mi pene de su boca. Ella, al ver mi movimiento, se acercó nuevamente a mi y volvió a meterlo en su boca. Su lengua jugueteaba con el glande y, siempre son lo ojos cerrados, seguía chupando. Al parecer quería sacar hasta la última gota de semen de mi cuerpo.
Tras unos segundos o minutos, no sé cuánto tiempo pasó, sentí como ella me soltaba. Se paró y recogió su calzoncito que estaba en el suelo y se lo puso. Ordenó un poco su vestido y se sentó en la mesa, frente a mí, mirándome con cara de felicidad, de tranquilidad. – Se sintió muy rico – Me dijo.
Aún no lo sabía, pera acaba de nacer una fanática del sexo anal.
vas muy bien por favor continua
Relatos muy excitantes, sin duda.