Jugamos a que estamos en un cine…
una fantasía que combina el porno con la idea de estar en un lugar público.
En un relato anterior les contaba de mi esposa Mora y su erótica y sensual manera de expresarse con la boca. Expresarse en un sentido físico, durante el sexo. La verdad es que es una mujer hermosa y sexy, de vivaces ojos claros, labios carnosos y mirada penetrante, cuerpo sinuoso, tetas hermosas, cola redondita y pies pequeños, lindos y más lindos cuando los esmalta. Tiene una cabeza muy activa en situaciones sexuales que todavía no hemos realizado. Hay una de esas ideas que es, creo, la que más le pone la líbido en la estratósfera: ir a un cine porno. Por supuesto que en estos tiempos no da, ni abiertos están supongo, pero cuando podíamos había una gran traba que era el tema de los hombres que andan rondando con la verga en la mano o los mirones que se clavan al lado tuyo o se pajean ahi nomas sin importar nada. Ayer llegó a casa después de estar todo el día en el trabajo, le tenía preparada la cena y me dijo que iba a ducharse y que quería ver porno. Yo preparé la sala con la notebook, conecté la tele y apagué todas las luces. Le dejé la linterna en la mesa de luz y preparé una pipa con hierba y dí unas cuantas caladas. Escuché que salía del baño y entraba a la habitación. Apagó las luces y ví el fulgor del led moviéndose en el suelo. Apareció en la sala amplia, con un vestido suelto color negro muy liviano, descalza, con el pelo recogido y con una cola en la coronilla. A medida que se fue acercando pude ver que tenía los labios pintados en color oscuro, los ojos muy maquillados. Estaba encendida, lista y dispuesta a jugar con la fantasía todavía no concretada. El juego siempre es actuar espontáneamente, sin nada fijado. Se sentó en el sofá y la película porno que había elegido ya estaba en la pantalla del televisor. Yo vestido y ella con ese vestido sueltito que se presta para acariciar por debajo la piel. Cuando estábamos ya mirando uno de los segmentos, ella me acarició la pierna y me preguntó si tenía problemas con que fumara. Le respondí que no, que nadie mira ni hace problemas por eso. Me pidió un cigarrillo y pidió fuego, dio una pitada y se quedó mirando. Le acaricié apenas la rodilla, como al descuido y ella se desentendió. Insistí y me miró. Que estás haciendo, flaco? Nada, perdonáme. En la pantalla estaba una tetona grosera, 120 de balcón, mínimo, latina, pelo oscuro y piel morena que se llama Sheridan Love. Groseras gomas tiene y se luce haciendo turcas, así que se me fue parando y me masajeaba. Ella me miraba de reojo y yo abrí la bragueta y me acariciaba el bulto. No perdía detalle mientras yo la miraba como si fuera una desconocida con la cual había una sintonía de deseo. Le hice una seña suave, un cabeceo imperceptible de que me tocara. Ella se situó enseguida en el cine, miró a los costados y acercó la mano a mi verga al palo que estaba pujando debajo del pantalón. Me miró y se mordió el labio inferior. Querés chupármela?. “No, nos van a ver”. No pasa nada… acá todos lo hacen. “Te parece…?” Dale… chupámela un poquito hermosa… “A ver… sacala…”. La pelé y estaba super duro, ella miró como si no la conociera y gimió un “ufff”. En la pantalla, Sheridan estaba alternaba turca con mamadas. Se la ofrecí otra vez y bajó el cuerpo y atrapó la cabeza de un bocado suave, delicado. Ese momento en que su boca envuelve la punta de la chota me estremece. A medida que el clima se iba poniendo más y más caliente, comienzo a maniobrar para quitarme el pantalón y ella me ayuda sin dejar de atender su arte: abarca, saborea, chupa, acaricia, gime y va entrando en una burbuja de placer y lujurioso juego. “Arrodillate… te van a ver…”. Y ella me responde que no le importa, se pone en cuatro en el sofá y me dice que mire la película, que ella es esa perra que está en la pantalla comiéndose una verga rica. Gime, emite quejidos y yo me relajo por efectos del thc. Cerré los ojos y me dejé llevar por su boca. “Así, relajate… hdp… pensá en la puta de la película, mirala a ella… cerdo!”. Me sacó los pantalones y el calzón. La lengua recorría todo, desde los huevos hasta los pezones, le lamía como un helado y me chupaba como una ventosa los huevos y la verga. Yo registraba todo en mi mente y cuerpo, con los ojos cerrados. En un momento, levanto la cabeza: “mirame a los ojos, puta…”. Levantó la vista que refulgía en el medio de la oscuridad, atrás uno estaba bombeando a la tetona contra una escalera y las tetas enormes se bamboleaban. “Cogeme la boca, hdp…”. Uy, como no! Vení puta… vení que te cojo la boca. “Imaginate que es la concha de la puta esa, cogétela bien…”. La tomé de la coronilla, haciendo una “0” con los pulgares y los índices de las manos y ella se quedó con el cuello rígido. Embestí suave al principio y ella gemía con un “ogh… ogh… ogh” con cada embestida. Que buena concha tiene la puta esa… así me la cojo… así… así… y fuí haciendo el movimiento más rápido. A ver como tragás toda la chota, puta… y la tomé fuerte de la cabeza y se la mandé toda hasta que hizo tope en la glotis. Se atoró, segui moviéndome frenéticamente y volví a atorarla y dejarla sin respiración. Hizo una arcada y tosió, aflojé y otra vez. Tosió y se arqueó el torso con la arcada. Dejé que respirara y le dije que la tragara ella sola, respiró profundo y cuando abrió la boca para acometer contra la verga salió un chorro de saliva espesa. Era una imagen para una foto. Se la comió y esperó hasta atorarse en la tarea. Me coloqué dos anillos de látex para separar los huevos. Chupame los huevos, puta… Y mamó suave uno y otro. Los dos chupame, cerda… y se metió los dos en la boca y los absorbió ruidosamente y los comió hasta tenerlos bien asegurados en la boca y tironeó despacio. Dale, dale… chupá esas pelotas como sabés, zorra… y ahí tironéo con fuerza, moviendo la cabeza con un cuarto de giro. Así… así… que boca tenés! Como me calienta tu boca… “Abríte las nalgas… hdp… abrí las cachas…” Levanté el cuerpo y me abrí los glúteos, ella bajó desde los huevos y me jugó en el perineo y después metió la punta de la lengua en el ano, lamió y aleteó sobre la entrada, la escarapela de carne. “Te gusta que te chupe el orto… putito… como se te abre ni bien paso la lengua…”. Sí, dame esa boca, chupame el ojete… hermosa puta que sos… “Mirá la película, ella es la que está con vos… Le vas a dar la leche? Eh? Toda dásela…”. Vení, subite… así te clavo. “Ah, sos un cerdo hdp… querés que me siente en tu chota? Eh?… querés que me siente? Estoy toda mojada…”. A ver… vení. Me incorporé un poco y le acaricié la canaleta, estaba tibia y empapada. Es una manteca esa coneja… a ver… y mande dos dedos al interior de la cajeta, le acarcié la rugosidad y gimió. “Hdp que sos… como sabés tocarme… Tocáme así, soy tu puta…”. Saqué la mano de la entrepierna y estaba embebida en su humedad. La llevé a la nariz y dije que tenía olor a una puta sucia. “Seeee… soy tu puta sucia…”. Metí los dedos otra vez y los lamí. Dame un beso, pedazo de puta… mirá el olor que tenés en la coneja… le acerqué los dedos y con un profunda aspiración los olió. Se los metí en la boca y lamió hasta que los limpió. Volví a la concha y los lamimos entre los dos, jugamos con las lenguas curzándo de una boca a la otra. Se incorporó y se acomodó encima de mi cuerpo sobre el sillón del sofá, se acarició la cajeta y me puso los dedos en la boca: “ te gusta mi sabor, eh? Te gusta?”. Es una manteca esa raja… estás goteando de caliente, zorra! “Hablame así, hdp… hablame más…”. En algún momento cambió el segmento y había una hermosa pendeja de ojos claros y melones preciosos. Zorra, se están juntando los tipos con la verga en la mano… quieren verte como chupás la verga… “Mmmmm… quiero que me des la leche en la boca”. Se acomodó la punta de la chota en la puerta de la cueva y se la comió delicadamente. La cueva estaba resbalosa, se deslizaba hacia arriba y ella empujaba hacia abajo para sentirla hacer tope contra el techo del útero, unas cuantas veces, suave, con delicioso movimiento de sus caderas. “Qué más querés… hdp…”. Quiero una boca para acabarle toda la leche adentro. “querés una boca? O querés el agujero de la pendeja esa…? Quiero un agujero para descargar los huevos… “Querés que te dé un agujero para que te vacíes?… sos un cerdo, un simio…”. Callate y sacame la leche… “Uyyyy, seeee… tratame así… hdp… querés que sea tu agujero donde acabar la leche?…”. Quiero acabar en tu agujero… dame… chupá como vos sabés… llevame al cielo, hermosa puta… como me gusta tu arte! Adoro tu boca. Te están mirando todos, estás en el medio del cine… están todos mirándote, todos quieren tu boca, hacelos desear. Le incorporó y volvió al suelo, arrodillada frente a mí: “relajate, cerrá los ojos y sentí mi boca… quiero que me des hasta la última gota de leche”. Ufff…. seee, toda te doy, preciosa. Sacala, toda, vaciame. Crucé los brazos detrás de la nuca y la dejé que se desplegara. La voluptuosidad de su vuelo erótico me pone loco, me puede. No puedo resistírmele, es deseo y fuego, necesidad y urgencia de alivio. Usó cada uno de sus saberes durante unos largos minutos hasta que escuché que quería la “lechona”. Me tomó el tronco de la poronga con la mano fuerte y me hizo una mamada feroz. Que querés? “La leche, dame la leche…”. La querés toda, cerda? La vas a compartir? “Seee… dame la leche, descargate en tu puta…”. La querés toda? “Seeeee…. ayyy… dámela…”. Ahí viene… ahí viene… “Ayyyy… dame toda… dame…”. Sintió el sabor del semen antes de que acabara y, como siempre, se enardece y me devora hasta lograr toda la carga en la boca. La tomé de la coronilla y acompañe el movimiento de subida y bajada con su boca como junta entre nuestros cuerpos. Sentí la incontenible descarga que subía desde mis huevos. Ahí acabo… acabo… “Dámela… dámela…”. Y exploté en su boca, sentí que era un lechazo profuso y la tos de ella me lo confirmó. Recuperó la respiración enseguida, en milisegundos, y volvió a chupar y chupar sin piedad, hasta que el último temblor recorriera toda mi humanidad. Tenía la boca sellada y se me acomodó encima, me tiró la cabeza hacia atrás, de los pelos, y acomodó su rostro encima del mío, me abrió la boca con los dedos y dejó que fluyera toda la descarga, un líquido tibio, con un dejo salado, semi líquido. “Tragala, puto”, me ordenó pero no lo hice enseguida porque pensaba en compartirla en un beso. Nada de eso, me lo hizo tragar como si fuera una mascota: me levantó la cabeza y me masajeó el cuello. Yo no quería pero me apretó la nariz y siguió masajeando mi cuello con más fuerza hasta que tragué gran parte del semen y ahí se sintió satisfecha: “Asi me gusta… ahora dame un beso con sabor a leche, puto!”. Nos dimos un tremendo beso, profundo, caliente, pasándonos la lengua por la cara. Pero allí no terminó todo porque cuando fuimos a la cama, se pegó una buena paja, larga, con el vibrador a full. Yo acompaño con la lengua y los dedos, juguetes fálicos en la cola y hurgando dentro de ella con los dedos hasta que se estremece, grita y se mueve frenéticamente en la cama con dos, tres polvazos seguiditos, uno atrás del otro hasta que pide un minuto y queda reposando hasta dormirse. Adoro la cabeza de mi mujer, es la caja de Pandora de las fantasías y de su erotismo.
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