Kenai, el mototaxista 1
Esta es la primera parte de la historia de Kenai, un adolescente que le encanta tener sexo en su mototaxi. En esta primera parte contamos sus inicios sexuales..
En nuestra ciudad, las mototaxis han invadido casi todos los barrios, esos transportes endebles e inseguros, han tomado las calles y se han convertido en parte del paisaje de los barrios populares. Muchos de estos transportes son manejados por adolescentes y jóvenes que no teniendo otro empleo se dedican a eso. En varias ocasiones también utilizan estas mototaxis para robar y organizar asaltos. La mayoría de los chibolos que manejan estas mototaxis están en pandillas, grupos de adolescentes que se dedican a robar. Ellos también las usan para poder conquistar a algunas chicas, a las que llaman perras, y llevarlas a lugares alejados y poder cachárselas a su gusto. Es común ver en algunos lugares, cerca de los cerros o en las afueras, grupos de mototaxistas, adolescentes todos ellos, teniendo sexo furtivo con algunas de sus perras, incluso intercambiándolas para darse mayor placer. En la historia que hoy les traigo les contaré algunas andanzas de Kenai.
Kenai es un adolescente de 16 años, alto, bastante simpático, con cara de pendejo, de cuerpo bien formado y un poco grueso. A su edad tenía buenos músculos, practicaba el fútbol y lo hacía muy bien, eso le permitía tener un buen cuerpo, un espalda ancha y unas piernas torneadas que eran el delirio de muchas chicas y también de algunos chicos del barrio. Él había comenzado su vida sexual a los 12 años, cuando dos chicas de su mismo barrio supieron por el hermano de una de ellas, que lo había visto orinar, que tenía una verga grande para su edad además de gruesa. Ésa noche estaban en el campo de fútbol del barrio; Kenai jugaba con sus amigos y eran alrededor de las nueve de la noche cuando terminaron de jugar. Aunque estaba un poco cansado y sudoroso, vio que las dos chicas que antes habían estado sentadas mirando como jugaban los chibolos se le acercaron y comenzaron a conversar con él. Le parecieron simpáticas, pero no sospechaba nada fuera de lo normal. Aunque él veía algo de porno, no se imaginó lo que vendría después. Comenzaron a conversar, primero de cualquier cosa y luego dirigieron la conversación hacia temas sexuales. Antes, las chicas habían estado hablando de Kenai mientras lo veían jugar, pensaban en cómo abordarlo, ver si de verdad tenía una verga grande y desarrollada para su edad y saber las posibilidades de tener sexo con él. Kenai, que en esa época era un poco inocente, respondía sus preguntas, primero si tenía novia, o si había besado a alguien para luego comenzar a preguntarle cosas mucho más calientes, como si había visto alguna película porno o si ya se había masturbado. Kenai respondía todo aunque comenzaba a sentirse un poco nervioso, y por qué no decirlo algo excitado. Si había visto porno, les refirió que había visto algunos videos solo y con sus amigos, que cuando estaba en su casa viendo eso se masturbaba, pero nunca muchas veces. Él también aprovechó para preguntarle si las mujeres se masturbaban, a lo que ellas respondieron que sí. Una de ellas, mucho más pendeja que la otra, le preguntó si sabía cómo lo hacían. El púber respondió que una vez vio en un video que una chica se metía los dedos en la concha y la sobaba, pero que en realidad no sabía más que eso. Ella lo miro y le preguntó si quería ver como ella lo hacía. Kenai se excitó un poco más; como ya no había nadie en el campo de futbol lo llevaron a un punto más oscuro dentro del mismo campo. Una de las chicas se bajó el short y la trusa y le mostró su vagina pelada, Kenai miró esa vagina con sorpresa, solamente había visto conchas en las películas porno pero nunca en vivo y en directo, sin querer se llevó la mano al bulto que estaba comenzando a crecer para poder taparlo y ocultar su incipiente erección de la vista de ellas. La chica se sentó en el piso y abrió las piernas, embadurnó sus dedos con saliva y los comenzó a meter suavemente dentro de su vagina. El púber estaba viendo cómo lo hacía, escuchaba los gemidos de la chica y se llenaba de excitación. Ahora si tenía una poderosa erección dentro del short.
- Pero que es lo que te tocas para que sientas así -pregunto Kenai. Para él era fácil saber cómo se excitaba un hombre al masturbarse, cogia su verga dura y la acariciaba y la apretaba sintiendo algo delicioso, hasta que al final se venía en un chorro de delicioso semen. Pero no entendía como funcionaba con una vagina.
- Acércate un poco y mira -le dijo la otra chica invitándolo a que se agache y que acerque su cara a la vagina de la amiga.
Kenai miro de cerca la vagina de la chica, sentía su olor a sexo y veía como se metía los dedos y acariciaba algo que sobresalía. “Eso que vez se llama clitoris, es la parte que más arrecha a una mujer si la agarras o la lames” le dijo la amiga. “Lámelo si quieres”. Kenai la miro sorprendido pero muy excitado. La chica le dijo que meta su lengua en su vagina y que hiciese como si lamiese un helado. Kenai lo hizo y sintió un sabor entre salado y tibio, le gustó y comenzó a lamer con más fuerza, sorbiendo los jugos. La chica gemía de placer, se retorcía un poco. La otra, que aprovecho para subir su pequeña faldita, masajeaba su concha también mirando como el púber lamía la de su amiga. La otra chica al ver esto le dijo «¿te gusta?”. Kenai asintió con la cabeza y ese fue el momento en que aprovecharon para comenzar a tocarlo.
- Si quieres te ayudo un poco con lo que tienes allí -le dijo la otra chica refiriéndose a la poderosa erección que se notaba en su short y que infructuosamente trataba de tapar.
Kenai se dejo hacer, ella le bajó el short y descubrió una hermosa pinga grande para su edad, de unos 16 cm. un poco gruesa y tirada hacia abajo. Estaba totalmente embadurnada con precum, olía a sudor y orina, y eso agregaba más excitación. La chica cogió entre sus manos esa deliciosa pichula y la comenzó a menear, Kenai sentía un enorme placer, por primera vez sentía que estaba haciendo todo lo que había visto en esas películas porno que siempre miraba. Luego de correrlo un poco, la chica metió a su boca ese manjar y lo comenzó a chupar deliciosamente, esta vez Kenai se sentía morir del placer, sentía muy bien el calor de la boca de la chica y los lengüetazos que le daba en la verga, además del masaje que le daba en sus huevos aumentando mucho más el placer. La otra chica dejó de masturbarse y corrió hacia la verga de Kenai y como ya estaba ocupada por la boca de la otra ella se metió en la boca sus huevos mientras le acariciaba las piernas. Ellas comenzaron a alternar entre verga y huevos para probar el sabor de todo, el púber estaba muy excitado, pensaba en los videos porno que veía, en sus actrices porno favoritas y sus escenas más candentes; luego bajaba la vista y veía ese par de chicas disputándose su verga, metiendosela en la boca. Él sentía que estaba en el cielo. De pronto sintio el deseo de venirse, les dijo que se iba a vaciar, ellas abrieron la boca y el frotó su verga apuntando hacia la boca de ellas y eyaculando abundantemente dentro. Las dos chicas probaron el delicioso semen del muchacho y lo bebieron con gusto, sabía delicioso un poco dulce, fue el semen más rico que habían probado.
- Ahora qué quieres hacer -le dijo una de ellas
- ¿Puedo metérselas? -dijo Kenai
- Claro, haznos lo que quieras papi -le dijo la otra
- ¿Pero puede ser por atrás? -dijo Kenai frotando su aún erecta verga.
Ambas se miraron y aceptaron el reto, una de ellas se puso en posición de perrito y se untó mucha saliva en el ano. Kenai se arrodilló y comenzó a tratar de ensartar su verga en el culo de esa chica. Al inicio no pudo, sentía que el ano de la chica estaba un poco cerrado pero poco a poco fue metiendo el glande y con un poco de esfuerzo entró la mitad de su verga, la chica gemía un poco y sentía dolor pero valía la pena tener dentro esa deliciosa verga de púber bastante desarrollada. Kenai sintió su verga apretada por el culo de esa chica y gimió de gusto, pensando en todas las escenas de sexo anal que había visto en las porno, no pudo contenerse más y metió de golpe todo lo que quedaba afuera, la chica emitió un grito, pero era tarde Kenai estaba bombeándola con fuerza. La otra chica miraba excitada esa escena y metía sus dedos su vagina y no conteniéndose se puso al lado de su amiga también en posición de perrito, para sentir luego esa verga en su culo. Kenai recordó algunas películas porno que había visto y mientras le taladraba el culo a una comenzó a meterle el dedo a la otra, cuando sintió que estaba un poco cansado del culo de esa chica lo sacó y lo metió de golpe en el culo de la otra, esta vez entró bastante fácil, la chica tenía el culo ancho; posiblemente otros muchachos ya la habían usado analmente y le había ensanchado el ano dejando paso libre para la verga de Kenai. El púber estaba en el clímax de la excitación; metía la verga en un culo, lo taladraba con fuerza, luego la sacaba y lo metía en el otro, jugaba alternando los dos culos y se sentía en la gloria; las chicas lo excitaban más diciéndole que era un chibolo cachero, un experto metiéndola por el culo y un delicioso amante. Cuando Kenai ya no pudo más se vino en el culo de una de ellas, toda la leche que botaba salía por los costados mojando las nalgas y las piernas de la chica. Mientras eyaculaba, la otra chica se había acercado a él y lo besaba en la boca, acariciándole el cuerpo y haciendo que su eyaculación sea mucho más placentera. Cuando terminó se levantó y limpió su verga con el short, las chicas limpiaron sus culos con sus trusas y se acomodaron la ropa. Ambas le dieron besos en la boca y le prometieron que iban a hacerlo otra vez. A lo largo de la semana y en los siguientes meses cumplieron. La noticia del tamaño de la verga de Kenai y de lo bien que lo metía por el culo, animó a varias chicas del barrio a tener sexo con él. Sin querer Kenai se había convertido en uno de los cacheros más solicitados del barrio.
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