Kenai el mototaxista 2
Kenai descubre el sexo con una mujer madura..
Desde los 12 a los 15 años Kenai se había convertido en uno de los mejores cacheros del barrio. Había poseído sexualmente a casi todas las chicas. Cuando ella se reunían a conversar siempre se deslizaba el tema de lo bien que lo hacía Kenai, sobre todo analmente. Las hacía sentir en la gloria, totalmente satisfechas. Hablaban de su enorme y grueso pene, que todas ellas habían gozado, sintiendo su sabor o llenándoles la vagina o el ano. Una conversación aparte era la cantidad de semen que expulsaba el muchacho por su verga, era verdaderamente una gran cantidad, que casi siempre lo recibían en la boca por el sabor particular que tenía.
A pesar de tener varios encuentros sexuales, Kenai estaba aburrido de tirarse a las mismas chicas de siempre. Él quería experimentar otras cosas, conocer a otras chicas, pero su radio de acción solamente incluía su barrio. En esos tres años había penetrado a casi todas ellas, pero ya había llegado a su tope, era necesario ampliar sus horizontes. La oportunidad se presentaría cuando cumplió 15 años y uno de sus tíos, considerando que ya era tiempo que trabaje, le dio una mototaxi. El adolescente estaba feliz con el nuevo juguete, salía a pasear con él, subía a sus amigos y se divertían yendo a beber cervezas. Además de la diversión podía trabajar y ganarse un buen dinero transportando gente. Lo mejor de todo lo descubriría al poco tiempo, la mototaxi era un instrumento de conquista sexual, algo que muchas chicas de barrios populares deseaban.
El estaba formando parte de una asociación de mototaxistas, casi todos jóvenes de entre 15 a 25 años, que guardaban las mototaxis en un paradero cercano a su barrio. Allí, mientras descansaban contaban sus anécdotas, sus problemas y se aconsejaban. Se hizo muy amigo de dos muchachos: Kevin, un chico alto y delgado de 15 años y Kenny, un chico un poco más grueso de 17 años. Kevin también recién se iniciaba en el negocio de la mototaxi, en cambio Kenny si venía haciéndolo desde los 14 años. Los tres conversaban de todo, sobre cómo les había ido en el día, cuánto habían ganado, o algunas anécdotas graciosas. Cuando agarraron un poco más de confianza comenzaron a contarse algunas conquistas sexuales, que poco a poco iban relatando con mayor detalle. Kenai les habló de su fascinación por el sexo anal, de cómo había comenzado con dos chicas y que desde allí no podía dejar de hacerlo, aunque ya estaba cansado de las mismas chicas de siempre. Kevin por su parte también había comenzado bastante chico, con una chica mayor que él y aunque ahora siempre estaba excitado, lo hacía esporádicamente con alguna que otra chica. Kenny, sin embargo, tenía mucha más experiencia sexual y les contaba como usaba en la mototaxi para sus conquistas.
- La moto es un imán para las perras -les decía Kenny- cualquier perra quiere siempre subirse, pasear y luego tirar con un mototaxista, creo que esto las arrecha -decía riéndose.
Kenny les habló de un lugar que está en las afueras del barrio a la espalda de un cerro. Era una especie de explanada donde la mayoría de mototaxistas se reunían para tener sexo con sus perras. Y era necesario que las chicas que iban allí sean lo más perras posible, porque generalmente estos adolescentes intercambiaban a las chicas para tener sexo con varias de ellas, ellas debían estar dispuestas a ser penetradas por varios. Kenny les contaba también la fascinación que sentían estos adolescentes por tener sexo con varias chicas al mismo tiempo, o experimentar pequeñas orgías donde siempre habían más chicos que chicas. Kevin y Kenai estaban asombrados escuchando las historias que contaba Kenny, querían ir inmediatamente allí y poder disfrutar de culos y vaginas por montones. Kevin tenía un incipiente erección que sobaba con suavidad, Kenai estaba totalmente erecto y se le notaba un bulto enorme en su bermuda.
- Arrechos de mierda, ya se les paró la verga -dijo Kenny señalando los bultos de los dos amigos- hoy vamos a ir en la noche, a eso de las 8.00. Yo llevaré un par de perras para compartirlas. Ustedes lleven las motos nada más.
Todos sonrieron y quedaron de acuerdo en verse esa noche. Cada uno tomó su mototaxi y se fue a trabajar. Kenai estaba pensando en todo lo que podría hacer esa noche, se imaginaba penetrando varios culos, escogiendo los mejores, lamiéndolos. Sentía un placer enorme y tenía una poderosa erección entre sus piernas; pensando en eso se estacionó al lado del mercado y una mujer de unos 40 años subió con sus bolsas a su mototaxi. Él le preguntó hacia donde se dirigía y le dio la dirección de aproximadamente unas pocas cuadras por allí. Llegaron y la mujer bajó y le pidió ayuda con sus bolsas. Le dijo si podía cargar sus bolsas hacia su casa. Kenai, que todavía tenía la verga semierecta, se la acomodó en la bermuda y bajó a ayudarla. La señora notó la gruesa verga de Kenai semierecta y sintió ramalazos de placer. Hacía tiempo que no probaba una pinga adolescente. Además el chico era simpático y de cuerpo bien formado.
- Mira, ayúdame con esas bolsas y ponlas en mi cocina -dijo la mujer sin dejar de mirar el bulto de Kenai.
Kenai aceptó y entró en la casa y se dirigió a la cocina. Ni bien dejó la bolsa, la mujer le ofreció un vaso de agua. El muchacho en verdad estaba sediento, así que lo aceptó. La mujer sin poder ocultar su excitación le dijo “veo que tienes un problema entre tus piernas” y se rio. Kenai se puso un poco rojo de vergüenza, podía desenvolverse bien con chicas de su edad pero nunca le había pasado eso con una mujer mayor, sin embargo, la mujer no estaba mal, tenía la piel firme, unas caderas grandes y unos pechos enormes. Kenai sonrío y miro su bulto semierecto.
- Si, parece que hay un problema allí -le dijo sonriendo pendejamente.
Sin pensarlo dos veces la mujer se arrodilló frente al muchacho y abrió su bermuda. Metió la mano y cogió la enorme y gruesa verga de Kenai mirándola asombradamente. Se la acercó a la cara y la olió, aspirando ese delicioso y excitante aroma entre sudor, orina y líquido preseminal. El muchacho observaba como esa mujer madura cogía su verga y la meneaba deliciosamente, luego de eso ella abrió la boca y se la metió casi toda de una sola vez; el adolescente comenzó a sentir el calor de los labios y la boca de la mujer en su pinga erecta. Ella jugueteaba bien con la cabeza de su verga; lengüetaba por todos lados sin dejar de hacerlo con los huevos. Sentía una verdadera excitación allí abajo. Vio como la mujer sacaba sus tetas enormes y colocaba allí la verga del muchacho, masturbándolo firmemente y haciéndole un delicioso ruso, para luego volver a meterse ese manjar en la boca. Cuando Kenai no pudo más le dijo que se iba a venir, la mujer abrió la boca y le pidió que le eche todo el delicioso semen allí. El adolescente se masturbo un poco más y echó una gran cantidad de semen en la boca de la mujer y en sus pechos. Mientras eso ocurría, la mujer había aprovechado para meterse los dedos en la vagina y sobarse el clítoris. Kenai estaba satisfecho, pero aún quería más. La mujer se tendió en el piso y abrió las piernas mostrando una vagina rasurada. Él se agachó y comenzó acariciar la concha de la mujer, totalmente húmeda, luego acercó su cara ella y comenzó a lamerla fuertemente, metía la lengua y los dedos al mismo tiempo haciéndola gemir de placer. Después de un buen tiempo lamiendo aquella vagina sintió como ella eyaculaba en su cara, eso lo excito muchísimo y poniéndose de rodillas dirigió su gruesa pinga hacia la vagina de esa mujer metiéndosela con fuerza, la mujer gritaba de placer mientras el cabalgaba sobre ella disfrutando una de las mejores sesiones de sexo que había tenido. Mientras se la metía con fuerza, manoseaba y le chupaba las tetas a aquella mujer que le juraba que sería su esclava cada vez que quisiera tener sexo. Kenai disfrutaba embistiendo a aquella madura mujer, disfrutaba de su vagina muy húmeda y lo fácil que entraba su enorme verga, pero quería sentir algo mucho más ajustado. El muchacho se acercó al oído de la mujer Y le ordenó que se volteara para penetrarla por el culo. La mujer lo quedó mirando un momento y luego volteándose y colocándose en posición de perrito le dijo que se la meta despacio, que hacía tiempo no se la daban por el ano. Kenai le dio primero una buena chupada al culo de la mujer, para luego embadurnar con mucha saliva su verga y comenzar a meterla poco a poco. Aunque la mujer afirmaba que hacía tiempo no tenía sexo anal, su ano estaba un poco ancho lo que permitió que el adolescente pueda meterlo hasta la mitad y con un poco de esfuerzo terminar de meterlo completamente. Cuando tuvo toda la verga adentro, Kenai sintió que la mujer grito de placer, lo que encendió mucho más al muchacho y comenzó a bombearla, cada vez con mayor rapidez y fuerza. La mujer gemía y gritaba mientras se tocaba el clítoris, llegando tener varios orgasmos seguidos. El chico, quien le encantaba el sexo anal, estaba fascinado y después de un muy buen tiempo taladrando el culo ancho de esa mujer, se vino abundantemente dentro de ella. Cuando sacó su verga la tenía llena de semen y la mujer se arrojó sobre ella para limpiarla con su lengua.
Terminado todo, Kenai se vistió y cobró su servicio de transporte. La mujer, mientras se acomodaba las tetas dentro del vestido le dio el dinero y le hizo prometer que volvería para tener otra sesión de sexo. No era el mediodía, y Kenai ya había cachado deliciosamente. Nunca lo había hecho con una mujer madura, esa mujer había despertado en él todas las ganas y ansias de un muchacho ávido de sexo. Aunque se sentía satisfecho, estaba esperando a la noche para poder ir con sus amigos al lugar en que habían quedado. Kenai todavía tenía muchas ganas de sexo, pero sobre todo de una muy buena orgía.
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