La amiga de mi sobrina 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JSV0410.
Saludos, como muchos sabrán, soy “Arnau” y soy el autor de los relatos sobre mi sobrina de 5 años y su mejor amiguita.
Esta vez, el relato es sobre una deliciosa tarde que pasamos su amiga Isabel y yo.
Como siempre me describiré para aquellos que no hayan leído mis otros relatos, soy bastante alto, moreno, un poco hinchado (pero no gordo), una polla de 17 cm que encuentro bastante normal (miren la foto de mi perfil), unos huevos un poco grandes y que siempre cuelgan y un dato nuevo que les voy a dar es que tardo bastante en escribir relatos porque he estado con los exámenes finales además de que me gusta ‘reservar’ mi leche para que las pequeñas tengan más para ellas.
Isabel, la amiga de mi sobrinita, tiene 5 años, es muy tímida (sólo al principio, pero su manera de actuar es muy morbosa), un poco nalgona, ojos marrones y una preciosa melena pelirroja que me vuelve loco cuando ‘jugamos’.
Empecemos el relato entonces:
Ocurrió de sopetón una tarde tranquila en la que yo había acompañado a mi hermano, mi sobrinita Eli y su amiga Isa al parque después de clases.
Eli se cayó del columpio y se puso a llorar, mi hermano corrió a verla y se fijó que se había hecho un corte con una piedra y decidió llevarla al hospital para que la curasen.
Le dije que me quedaba yo con Isa, que la llevaría a casa y que la pasase a buscar o me diese la dirección o número de sus padres (no sé cómo lo hago, pero parece que siempre consigo quedarme solo)
Mi hermano me dio los números de los padres de Isabel y yo los llamé para preguntar si los podía llevar a la pequeña a su casa; me contestó su madre diciéndome que hasta dentro de tres o cuatro horas no llegaban a casa, que tenían trabajo y reuniones.
Les dije que la llevaría más tarde entonces a lo que me contestaron que me invitarían a algo como agradecimiento.
Llamé a Isa para que se acercara y le dije:
“Isa, cielo, ahora mi hermano se lleva a Eli a que la curen.
He hablado con tus padres y me han dicho que me haga cargo de ti hasta que te pueda llevar a casa; ¿quieres que vayamos a mi casa a jugar un rato?” – dije mientras disimuladamente acariciaba las piernas de la pequeña por encima de la faldita de cuadros del cole.
“P-p-pero ¿a qué vamos a jugar señor Arnau? Hoy no estará Eli y no se si podré jugar solita… “ – me contestó ella con su ‘timidez’ picarona que me encanta.
La subí a mis brazos mientras le daba un beso en la mejilla y le dije que ella podría jugar conmigo siempre que quisiera sin ningún problema.
Estuvimos unos diez minutos hasta que llegamos a mi piso y la dejé en el suelo.
“Isa, hoy jugaremos a algo especial; piensa que estamos nosotros solos.
Pero te aviso que probaremos algo que quizá al principio no te gustará, ¿querrás intentarlo? “– le dije des de mi habitación mientras me desnudaba hasta quedarme en calzoncillos con una tienda de campaña en ellos.
Fui hasta el salón donde estaba la pequeña cuando de repente oí gemiditos; me sentí excitado y curioso por saber la procedencia ya que no sabía que estaría haciendo la niña.
Entonces, crucé la puerta y vi algo que levantó aún más mi excitadísima polla; Isa se estaba frotando su coñito con el borde de una de las patas de la mesa del comedor.
Me quedé un tiempo mirando como la niña gemía y jadeaba mientras ‘abusaba’ de nuestra mesa del comedor con la falda levantada y las pantis visiblemente mojadas.
Me acerqué a ella y la saqué de su trance levantándola en brazos y llevándomela a mi habitación, donde ‘jugaríamos’ hoy.
Cuando la dejé en el suelo, me miró con la carita roja diciéndome que le daba vergüenza que la hubiese mirado mientras hacía su juego.
Le contesté que no pasaba nada, que ella sentía curiosidad y quería probar, que no tuviera vergüenza conmigo.
“Señor Arnau, ¿Qué es ese juego nuevo que me quiere enseñar, me dolerá como el otro?” – dijo la pequeña abrazándome la cintura y frotando su carita en mi paquete.
“Hoy me gustaría probar de poner mi cosita en tu culito, sé que te parecerá que es muy grande al principio, pero si en algún momento quieres parar lo dices y jugaremos normal” – contesté a la vez que la separaba de mí y me sentaba con las piernas abiertas en mi cama, para enseñarle mi ‘tienda de campaña’ a Isa.
“B-b-bueno, me gustaría probarlo.
Si sé que pasará lo mismo que con mi vaginita, quiero probarlo y que nos sintamos bien los dos,” – dijo la pequeña mientras me quitaba los calzoncillos y agarró mi rabo con sus manitas.
Me miró a los ojos y acto seguido, engulló mi glande de un solo movimiento; me sentía en la gloria con esa dulce boquita, la pequeña daba chupetones y lamía la punta de mi miembro a la vez que se iba quitando toda la ropa poco a poco hasta quedar desnuda ante mí.
Le acaricié su melena pelirroja mientras ella se comía ahora mis pelotas a la vez que me pajeaba con las manos.
La dejé hacer un largo rato hasta que noté que estaba a punto de correrme.
La separé de mí y le dije:
“Isa, ahora te voy a preparar para intentar el juego especial.
¿Estás lista?”- decía mientras le acariciaba la carita con mi rabo.
“S-sí, ¿Qué tengo que hacer? – contestó ella.
Le dije que se pusiera a cuatro patas y que aguantara, aunque notase cosquillas.
Ella se puso como yo le había dicho y solita meneó su culito como invitándome a entrar.
Me agaché y di una sola lamida a su anito, a lo que Isa respondió con un jadeo; seguí con los lametones hasta que decidí dar el paso y puse mi dedo lleno de saliva en su entrada.
Empujé poco a poco y conseguí que entrara, pasaba el tiempo e iba introduciendo mi dedo cada vez más hasta que noté que se había relajado y me dispuse a intentar un segundo dedo.
“Isa, ¿te molesta mucho, quieres que pare?”-dije a la vez que mi segundo dedo lograba entrar en ese apretado culito.
“A-a-aaaah, n-n-no, sigue, puedo aguantar, se s-siente b-b-b-bien”- me contestó entre profundos jadeos y gemiditos.
Continué con los dedos durante un buen rato hasta que conseguí que dilatara lo suficiente.
Le acerqué mi polla a la boca y le dije que le diera un par de besitos para prepararla.
Ella obedeció y dejó mi miembro perfectamente lubricado; me puse de nuevo detrás y apunté mi excitado y duro cañón de carne hacía ese anito abierto que pedía a gritos que lo rellenaran.
Puse mi glande en la abertura, empujé suavemente hasta que logré meter la punta; se sentía muy caliente y apretado.
Entonces, sin previo aviso, Isa se echó hacia atrás, ensartándose completamente en mi rabo.
Solté un gran suspiro de alivio al notar toda la longitud de mi miembro dentro de esa niñita de 5 años que parecía que tenía muchos más por su manera de actuar.
Se salió sola y me empujó hasta dejarme boca arriba en el sofá; agarró mi polla y la volvió a meter en su culito.
Empezó a levantarse un poco y dejarse caer con el clásico movimiento de cabalgar; ella cabalgaba solita mi rabo, gemía y jadeaba mientras hacía sonar sus nalguitas contra mi cadera, todo el salón hacía eco con el sonido de choque.
Estuvimos varios minutos así, ella cabalgando y yo alargaba mis brazos para agarrar sus planos pechos con una mano y acariciarle su melena con la otra.
En ese momento la detuve y se la saqué.
Ella se intentó lanzar a chupármela, pero la detuve y la puse a cuatro patas; la ensarté y decidí hacer algo que tenía en mi mente hacía tiempo, en esa posición de perrito la agarré de la cintura y la levanté, dejando sus brazos y piernas colgando.
Yo daba lentas y profundas embestidas contra ese desvirgado y aun apretadísimo culito cuando noté que la pequeña alargaba su manita y agarraba con fuerza mis pelotas; Isa intentaba meter mis huevos dentro de su vagina a la vez que yo la estaba follando por detrás.
Estuvo un largo rato intentándolo hasta que noté que mis huevos me daban mucho calor a la vez que tenía la sensación de que alguien me los estaba succionando.
Miré hacia abajo y vi algo que endureció e hizo crecer un poco más mi cañón de carne; tenía a una ‘tímida’ niñita de 5 años ensartada con mi polla por su culito y con mis grandes pelotas en su coñito.
La levanté con un brazo de manera que su espalda tocaba mi pecho, agarré con suavidad su pelo y lo aparté para darle pequeños besos a su cuello.
“Ah, ah, ah.
P-p-por favor, siga s-señor Arnau, n-no pares, m-m-m-me gusta mucho” – decía entre gemidos la pequeña.
Yo seguía con mis embestidas hasta que noté que mis huevos querían sacar su cargamento de semen.
Saqué mi polla; más dura y con las venas más marcadas de lo normal debido al calor del momento; y saqué mis pelotas de esa vaginita con bastante esfuerzo, era como si la niña no me quisiera devolver mis huevos.
“Isa, aquí tienes la leche, toda para ti; piensa que me estaba guardando para vosotras, pero al no estar Eli te la daré a ti, que te has portado muy bien” – le dije mientras le daba grandes sacudidas a mi miembro a la vez que Isa se metía el glande en su boca, le daba lametones y me agarraba los huevos.
Un par de sacudidas más y ocurrió lo inevitable; como si se tratara de un verdadero cañón, un gran chorro de leche salió disparado de mi polla directo a la abierta boca de la niña, acto seguido salieron muchos más chorros menos potentes, pero no menos abundantes.
Isa apartó mi mano y engulló todo lo que pudo de mi miembro, acabé de correrme directamente en su garganta.
Isa apretó sus labios a la vez que yo iba extrayendo mi palpitante miembro de su boquita.
Me fijé bien en esa obra de arte: tenía a esa preciosa niña de larga melena pelirroja de pie frente a mí, con la cara cubierta de chorrazos de semen completamente blanco, la boca abierta con restos de semen en su interior y sus manitas en mi miembro.
Una vez acabada esa corrida, yo continuaba con el rabo completamente duro y con ganas de dar un poco más de leche antes de cansarse del todo.
Agarré a Isa, que aún estaba tragando la abundante leche de su rostro y la puse panza arriba en el suelo, la abrí de piernas y de un solo golpe metí la mitad de mi pene en su aún abierta vaginita.
“Isa, aún me queda un poco más de leche, te la daré directamente en tu cosita, que hoy se lo merece.
” – le decía a la vez que le daba grandes embestidas a esa pequeña zorrita.
“Ah, ah, ah, si.
Ah, ah, p-por f-f-favor, mete tus bolitas en mi culito, quiero saber que se siente, ‘p-porfa’.
”- contestó ella con la cara completamente roja y con una mirada de placer absoluto.
Le seguí dando a su coñito a la vez que cedí a su petición, agarré mis huevos e intenté meterlos poco a poco en su anito, un huevo primero y seguido por su hermano.
Lo conseguí con un poco de esfuerzo y saliva.
Estuvimos poco tiempo así hasta que noté la tensión en mis testículos, de mi cañón de carne salieron muchos chorros de caliente semen que fueron automáticamente absorbidos por ese coñito.
Me quedé unos instantes dentro hasta que se me bajó la erección, al sacar mi pene, salió despedido el semen que había en el interior de la pequeña.
Cuando nos recuperamos de toda la acción que acabábamos de tener, me fijé en el reloj y vi que quedaba poco tiempo para que los padres de Isa llegaran a su casa.
Le dije que nos íbamos a ir ya, nos duchamos juntos y ella intentó chupármela una vez más, pero salió poca lecha dada la gran corrida que había tenido hacia poco tiempo.
Llevé a la pequeña en brazos a su casa y me aseguré de que podía caminar antes de llamar a su puerta.
Sus padres me recibieron con un gran agradecimiento por haberme hecho cargo de su hija; me invitaron a un refresco como muestra de gratitud y me preguntaron si me podría hacer cargo de Isabel un par de días, que tenían un viaje de trabajo y no podían llevar a la niña con ellos.
Accedí a su propuesta tras saber que Isabel no tenía tíos ni otros familiares que la pudieran cuidar.
Aunque todo esto se lo explicaré en el próximo relato; como conseguí que la pequeña ‘jugara’ conmigo disfrazada de gatita al tenerla toda para mi durante dos días.
Saludos
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