La amiga de mi sobrina 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JSV0410.
Ocurrió hace pocos días, como expliqué en el anterior relato, los padres de Isa me preguntaron si me la podía quedar un par de días conmigo ya que ellos tenían un viaje de negocios y no disponían de ningún familiar cercano para que cuidase a la niña.
Al final accedí y me dijeron el día y la hora a la que debía ir a buscar a Isa.
Sabiendo lo que iba a hacer, estuve casi dos semanas sin correrme; me masturbaba cada día tres veces sin acabar, para aumentar mi cargamento de leche.
Dado el periodo de abstinencia al que me había sometido, mis huevos estaban más grandes que de costumbre y colgaban un poco más de lo normal.
Preparé la casa para mi pequeña invitada, pero además añadí un pequeño regalo para Isa, ya que dije que jugaríamos a una cosa nueva que le gustaría mucho.
El día acordado, me acerqué a la casa de sus padres y pregunté si estaba lista; ellos me contestaron que estaba en su habitación con su mochila, que podía entrar y nos podíamos ir cuando ella estuviese lista.
Les agradecí la información y me dirigí a la habitación de Isa, abrí la puerta y la vi con la mochila en las manos y una sonrisa en su boca; su melena pelirroja destacaba por encima de todo, llevaba una camiseta blanca con un corazón en el pecho y una faldita rosa que le llegaba a las rodillas.
Se acercó a mí y me dio un abrazo, quedando su cara en mi paquete, movió la cabeza frotando su carita con mi entrepierna.
“¿Hoy jugaremos solitos otra vez, señor Arnau?, me prometió un juego nuevo, ¿Qué será?” – dijo restregando la cara contra mí ya notorio bulto.
“Hoy no serás ni amiga ni perrita, hoy toca algo nuevo Isa, dime ¿te gustan los gatitos?” – dije a la vez que de mi bolsa sacaba una diadema blanca con orejas de gato y se lo mostraba.
Ella asintió con la cabeza y se lo puso, se miró al espejo y me volvió a sonreír.
Me dio la mano y nos dirigimos a la puerta de su casa para irnos; sus padres me volvieron a agradecer todo lo que hacía por la pequeña y me dieron dinero para cualquier gasto de la niña y otro puñado de dinero como recompensa.
Me dijeron que las orejitas de gato eran un regalo muy bonito, aunque no hacía falta, les dije que no era nada, era un premio por portarse bien conmigo.
Fuimos a mi casa a paso ligero, con la pequeña en brazos medio dormida ya que eran las 8 de la mañana.
Subí al ascensor y la niña se despertó y me preguntó sobre lo que haríamos ahora.
Le contesté que estaría dos días en casa, así que le prepararía la cama para ella por la noche y después tomaríamos el almuerzo.
Me miró y me dio las gracias por cuidar de ella, a lo que contesté que no había problema.
Entramos en casa y la llevé a mi habitación, cogí el colchón de debajo de mi cama y le puse un par de sábanas, le dije que se estirara para ver si estaba cómoda, ella dio un salto y cayó en la cama con la falda totalmente levantada, dejando a la vista sus pantis de rallas blancas y azules (de mis favoritas, ya que las de rallas me encantan); cerró un poco las piernas y me dijo
“No mires tanto, que no quiero jugar todavía” – decía mientras agarraba las pantis y las estiraba marcando su coñito con la clara intención de provocar.
“No sé no sé, si quieres jugar más tarde deberás prepararte para ello, será una cosa muy especial, al principio te resultará incómodo, pero ya veras como te acostumbras rápido, gatita mía.
” – dije mientras abría mi armario.
Del armario saqué un set completo para vestir a la pequeña de gatita, las orejas ya las llevaba puestas, saqué una cola blanca que se sujetaba gracias a un tapón anal (se pone esa parte en el ano y sirve como apoyo) y un conjunto de sujetador y bragas con un poco de pelaje suave blanco en las costuras.
Dado que lo compré en una talla grande para mujer, estuve varios días cosiendo para ‘reducir’ sus dimensiones, aunque lo que me daba miedo era que la pequeña no aguantase la cola.
Miró con curiosidad todo el conjunto y me preguntó para que servía.
“Hoy serás una gatita; a las gatitas les encanta la leche y que las acaricien y las mimen, dime Isa ¿quieres ser una gatita?”- le dije mientras me ponía unos pantalones de ir por casa.
Ella no dijo nada, solo asintió y me dijo que lo haría, pero que saliera de la habitación, que sería una sorpresa.
Le hice caso y salí, a los pocos minutos, me preguntó como se ponía la cola de gato, le dije que primero se pusiese las pantis y después se pusiera la parte brillante en su culito (la cola era blanca y el tapón era plateado).
Tras unos minutos más, oí un gemidito y a Isa indicándome que podía pasar; yo estaba como loco imaginándomela; entré y vi que el conjunto le quedaba como un guante, las pantis y el sujetador blancos la hacían ver muy apetecible, al igual que las orejitas; se giró y levantó su culito para mostrarme como la cola de gato le ‘encajaba’ a la perfección.
Le dije que tocaba ir a almorzar, y que siempre que hablara, dijese ‘miau’, como los gatos.
“¿Qué tenemos para almorzar, m-m-miau? – dijo mirándome a los ojos y moviendo lentamente su cuerpo frotándose conmigo.
“Un buen vaso de leche y un par de tostadas, espero que te gusten” – contesté.
Fuimos a la cocina y preparé la comida, nos lo tomamos todo y fuimos al salón a ver la televisión un rato para pasar el rato antes de ‘jugar’.
Me fijé que la pequeña no se sentaba recta, si no que se inclinaba hacia delante para que el tapón no forzase su agujerito.
Me miró y bajó su mirada al instante a la vez que se ponía roja como un tomate.
Le pregunté porque se ponía así y me contestó que era porque hacia rato que tenía ganas de jugar, que esa cola de gatito en su culito la hacía sentir bien, pero que quería que yo jugase con ella ya.
La levanté y la senté encima de mis piernas, delante de mi ya notorio bulto.
Le di un beso en la boca, al principio ella no sabía que hacer, pero siguió las instrucciones que yo le daba y mejoró mucho.
Mientras nos besábamos, la iba acercando a mi y empecé a sobarle sus pequeños pechos con una mano mientras la otra le acariciaba la melena.
“Muy bien, eres una gatita muy buena, te voy a acariciar para que veas que te quiero mucho.
Mientras te acaricio, haz lo mismo conmigo para que vea si me quieres tanto como yo a ti.
” – dije mientras con ambas manos apretaba esos pequeños pechos y notaba que, aunque eran casi inexistentes, sobarlos excitaba a la pequeña.
Isa se estiró de lado y me bajó los pantalones de golpe, mi polla saltó como un muelle, apuntando a la cara de la niña; casi como un instinto, se la puso en la boca y comenzó a chupármela como toda una experta.
Metía todo el rabo posible en su boca a la vez que sobaba mis crecidos huevos con sus manos, estaban tan crecidos, que le cabía solo uno en cada manita.
Los estiró y estrujó hasta que cambió de posición y se los metió en la boca, succionaba un huevo a la vez que me masturbaba suavemente con sus manos; en ese momento baje mi cabeza hasta su panti y se la bajé poco a poco mientras daba pequeñas lamidas a ese coñito.
Estuvimos más de media hora en esa posición, ella comiéndome los huevos y yo lamía y metía mi lengua todo lo que podía en su vagina.
De repente, ella se levantó y me dijo que la cogiera en brazos, lo hice y ella se agarró como pudo a mí; yo para evitar que cayera, puse mis manos en sus nalguitas y le di otro beso en la boca, ella empujó con sus brazos hacia abajo y se ensartó en mi excitadísima polla.
Arqueó la espalda y gimió a la vez que hacía movimientos circulares con su cadera, moviendo mi miembro dentro de ese apretado coñito; entonces agarré y embestí con fuerza, hacía movimientos lentos pero fuertes.
Se podía notar que la pequeña estaba en la gloria.
“M-m-miau, m-me gusta-a mucho, q-quiero que siga, señ-ñor Arnau, quiero m-m-más” – dijo entre fuertes jadeos y gemidos.
La miré a la cara y la pequeña tenia los ojos cerrados y la boca abierta con la lengua afuera señal de gozo.
Embestía todo lo profundo que podía (media polla) y retrocedía hasta casi sacarla para repetir el proceso.
Tras varios minutos así, la saqué y Isa se lanzó a chupármela, la aparté y la puse boca abajo en la cama, la abrí de piernas y se la metí de un solo golpe; la pequeña gemía y soltaba grititos flojos.
“Ah, ah, ah, s-si, así.
Ah, ah, l-leche, quiero la leche.
”- susurraba ella.
De repente, noté una corriente eléctrica y mis huevos se exprimieron sin previo aviso.
Solté un largo ‘Aaaaaah’ y noté como de mi polla salían fuertes chorros de leche directamente en el coñito de Isa, la corrida duró bastante, cuando noté que se me bajaba un poco, la saqué y me hice una paja hasta que se volvió a levantar.
Isa se dio la vuelta con las piernas completamente abiertas, dejando a la vista un coñito abierto y del que salía semen blanco y espeso, ella lo recogía con la mano y se lo llevaba a la boca para saborearlo.
Cuando se recuperó, le dije que tocaba jugar un poco más aún, la levanté y la puse panza arriba con las piernas abiertas, le dije que agarrara mi polla y la sujetara bien mientras jugábamos; agarré mis huevos y los unté de saliva a la vez que los acercaba a la vaginita de Isa.
Gracias a la lubricación de la saliva y la leche que aun quedaba en ese huequecito, conseguí meter uno de los dos huevos, al poco rato entró el otro.
Isa me la machacaba con suavidad mientras yo la ‘follaba’ con mis huevos, era una sensación muy placentera y extraña a la vez.
Dado que mi rabo recibía ‘mimos’ más suaves que de costumbre, duramos casi media hora en esa posición hasta que dije:
“Isa, que viene la leche, esta vez quiero que la recibas en tu barriguita, que después ya te daré para que la tomes directamente” – decía yo mientras acelerábamos nuestros movimientos.
Mis huevos se tensaron y de la punta de mi durísima polla empezó a brotar semen como si fuera una fuente, varios chorros salieron despedidos directamente sobre la dulce niña que exprimía mi rabo.
Respiré profundamente y saqué mis huevos de su coñito, ella se abalanzó para lamerlos y quitar los restos de leche.
Le dije que tocaba ducharnos y irnos a dormir, que se había hecho tarde ya.
Nos fuimos a la ducha y me la chupó otra vez, aunque intentó metérsela en la boca hasta el fondo.
Dado ese intento de comérmela toda, me corrí directamente en el fondo de su boquita, llenándola de semen.
Acabada la ducha, limpié nuestra ropa y le saqué el tapón anal, que para mi sorpresa estaba casi limpio.
Nos pusimos el pijama y nos fuimos a dormir, pero antes de eso, le dije que dormiríamos juntos, ya que al día siguiente aun tendríamos la casa para nosotros, así que me la saqué del pantalón y se la metí, y así fue como nos quedamos dormidos.
Al día siguiente repetimos la jugada del gatito, pero eso ya es otra historia.
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