La Bebota y el Payaso Manotas Final
Llegamos (por fin) a la conclusión de este relato en donde un viejo morboso, disfrazado de payaso, se aprovecha de la ingenuidad de un nenota muy desarrollada para su edad. .
La nena se veía tan radiante. Su hermosa y coqueta sonrisa blanca parecía iluminar su rostro. El sudor de su frente y su cabello desarreglado, daban testimonio de las cosas prohibidas que estuvo haciendo en arriba de la camioneta con el viejo morboso. Pisaba con cuidado, sus hermosas y perfectas nalgas se balanceaban de un lado al otro con su caminar; esas nalgas que el payaso Manotas había disfrutado a plenitud hace un momento y sus tenis, en aquella oscuridad, iluminaban sus pasos de una manera hipnótica.
– Después de usted, señorita jeje…
Dijo el payaso con un gesto de caballerosidad fingida, dándole paso libre a las escaleras. La nena solamente le dedicó una sonrisa coqueta y sincera, y empezó subir las escaleras. Supo de inmediato que su travieso amigo le iba a mirar las nalgas. Ella ahora era consciente de la obsesión del viejo verde por su culo, aunque ignoraba lo malsano que era ése acto siendo ella una niña. Así que de una manera natural empezó a mover de una manera más pronunciada su culo. Como si lo invitara a admirar lo que tenía para él. No sabía exactamente porqué, pero definitivamente ahora sentía la necesidad de estar exaltando sus atributos ante los ojos degenerados del viejo.
Por supuesto, el payaso no perdió la oportunidad de recrearse la vista. Subió los escalones detrás de la nena, con la vista fija en las nalgotas de Roxy. Riendo complacido y pasando la lengua por sus amarillentos y torcidos dientes. Esto hizo que trastabillara, lo que causó la risa de la nena, que imaginaba cuál había sido la razón de ése accidente.
– Jiji Tal vez debería concentrarse en donde pisa y no en otra cosa, señor jiji – dijo llena de orgullo y sintiéndose la nena más linda del mundo.
– Jaja es difícil ver a otro lado – confesó el viejo, lo que aumentó la alegría y el ego de Roxy.
– Ay jiji Qué cosas dice, señor…
Finalmente ambos entraron al cuarto donde estaba el colchón viejo y abandonado. La pequeña Roxy miró atenta aquel lugar. Se veía sucio, oscuro y desordenado. Solamente la luz de la luna, que entraba por la abertura que tenía la pared para la ventana, daba algo de luz a aquel cuarto.
– Uy, parece abandonado… ¿aquí vamos a jugar el juego final?… – preguntó un poco preocupada. Sin embargo, en un lugar de su interior, un sentimiento se formaba en su pecho y su vientre; algo de aquel lugar le causa expectación. No era solamente el hecho de saber que ahí tendría ese juego tan especial con su pervertido amigo; sino que las condiciones del lugar, por alguna extraña razón, la ponían en un estado de anticipación.
– Así es, Roxy. Este es el lugar ideal… Estamos solos e incluso hay un colchón para jugar a gusto… – dijo el viejo comenzando a desabrochar su viejo cinturón para soltar su pantalón, el cual cayó hasta sus tobillos, sobre sus zapatos enormes.
La nena al oír el sonido de el cinturón desabrochándose y el cierre bajando; volteó sabiendo lo que sus ojos encontrarían. Y le atinó, porque efectivamente su payaso travieso otra vez estaba en calzones dejando ver su erección en contra de la prenda. Sólo una risita traviesa y ya estaba llevando sus manitas al resorte de su shortcito, cuando fue interrumpida por el viejo.
– No, no… Aún no te los quites jeje Como dije, este juego es distinto…
La nena hizo un gesto de confusión, pero no reprochó nada. Solamente se dedicó a guardar silencio y poner atención al payaso, el cual comenzó a avanzar hacia el colchón cuidadosamente, arrastrando los pies contra el sucio y polvoriento piso, debido a que tenía los pantalones bajados no le permitían caminar apropiadamente. Esto le sacó unas risitas a Roxy pues pensaba que se veía gracioso avanzando así e imaginó que en cualquier momento se iría de bruces.
Una vez llegó al colchón se paró sobre él, justo en medio. Los resortes oxidados rechinaban ruidosamente.
– Muy bien, nena… Ahora quiero que vengas aquí y te pongas de rodillas delante de mí… – la nena no entendía cómo iban a jugar. Estando de rodillas el payaso no podría pegar su cosa dura a sus nalgas ni podría tocarle sus pechos como le gustaba; pero aún así hizo exactamente lo que él le pidió – Lo haces excelente, nena… ¿Recuerdas que te dije que te mostraría lo que te pego a la colita si jugabas conmigo? – Roxy asintió ansiosa y con los ojos brillosos de alegría, porque al fin iba a ver lo que era – Bueno, en este juego vas a ver cómo es… solo tienes que tomar mi calzón y bajarlo… – la nena casi de inmediato alzó sus manos, emocionada, para bajarlos, pero de pronto algo la detuvo.
– Ahm… Señor… ¿eso está bien?… Es que… se supone que no debo ver a las personas sin su ropa interior… – preguntó tímidamente Roxy, pero sin apartar la vista de aquel bulto que estaba delante de ella.
De las pocas veces que sus papás hablaron con ella sobre temas “sexuales” Fue la regla de no mirar el cuerpo desnudo de otras personas. Pero no fue tanto por instruirla en ese tema, sino porque al ser tan pura e inocente; muchas veces la nena entraba al cuarto de sus papás sin previo aviso y algunas veces los encontraba a medio vestir. O a veces entraba al baño cuando uno de sus papás estaba bañándose. Esto generaba problemas de privacidad que sus papás decidieron poner fin con esa regla.
– Oh, no te preocupes, Roxy. Recuerda que solamente estamos jugando, además, puedes ver a una persona desnuda si te da permiso de hacerlo y yo te doy mi permiso, para que podamos jugar a gusto – dijo el viejo acariciando el cabello de la nenota.
– ¡Oh! ¿Entonces sí puedo? – dijo ella sonriente y feliz de recibir esas muestras de “cariño”. Nuevamente levantó sus manos hacia el calzón del viejo y tomándolo con cuidado, comenzó a bajarlo lentamente, hasta que la verga del viejo saltó fuera.
Era una verga morena. Con las venas saltadas y embarrada de la corrida anterior que había tenido dándole arrimones a la bebota. Además, estaba escurriendo presemen de la excitación creciente. Palpitaba y daba algunos espasmos. Las venas se marcaban claramente y el glande hinchado y casi morado apuntaba al rostro de la nena. Despedía un aroma bastante fuerte, que le llenó la nariz a la pequeña Roxy. Era un aroma extraño para ella. No terminaba de decidir si era desagradable o atrayente. Abrió mucho los ojos cuando vió aquello tan grande para ella. Y lo miró con mucha curiosidad.
– ¡Wow! ¿E-este es el “juguete” de los hombres?… – dijo la nena, azorada y ruborizada. Bajando un poco más el calzón descubrió las bolas peludas del viejo. Era como una selva negra ése lugar. – Ay… tiene mucho pelo aquí jiji
– Jeje es que ahí se guarda la lechita de la felicidad y cómo tiene que estar calientita, por eso tiene mucho pelo… ¿Te gusta mi juguete?… – preguntó el viejo, acercando más su verga al rostro de la nena de manera intencionada.
– Jiji no sé… se ve raro… nunca había visto un juguete así… ¿esto es lo que me estuvo pegando a mi colita?…
– Así es, nena… Mira lo feliz que se pone por ti jeje
– Ahora entiendo jiji… – dijo la nena comprendiendo porqué aquel “juguete” se sentía tan duro y grande bajo sus nalgotas. – ¿P-puedo tocarlo?… – preguntó un poco avergonzada, pero muy curiosa.
– ¡Claro! Jeje De hecho, para preparar el juego final, debes seguir una serie de pasos. El primero es que debes darle un masaje… a los juguetes de los hombres les gusta mucho que los acaricien… – explicaba el viejo como si su verga se tratara de un ser viviente. Como una mascota.
– ¡Oh! ¿De veras?… Bueno, entonces lo haré jiji… – La nena llevó una de sus manitas al miembro del payaso y empezó a acariciarlo torpemente, de la misma manera que acariciaría a un perrito de la calle.
Aunque el viejo suspiró al sentir el contacto de la tierna y suave mano de Roxy contra su miembro, no era lo que estaba buscando y de inmediato la corrigió.
– Jeje no, Roxy. Así no se hace… – pensó un momento cuál sería la mejor manera de enseñarle a hacerlo. – Imagina que vas a lavarlo… debes agarrarlo con tu mano y vas a masajearlo, con la mano cerrada, de arriba a abajo, suavemente.
La nena puso mucha atención a la explicación. Mirando hacia arriba. Luego agarró la verga del viejo y la cerró. El semen y presemen del viejo le embarró toda su mano. Soltó una pequeña risita al considerar que se sentía chistoso esa textura viscosa. Y luego comenzó a bajar y subir su manita de manera lenta pero rítmica.
– ¿Así?… – preguntó volteando a ver a su amigo, buscando su aprobación.
– Uff… lo haces… muy bien… le está gustando… mucho… – dijo el viejo cerrando los ojos, sonriendo y suspirando. Señal que la pequeña Roxy tomó con agrado y felicidad.
La nenota continúo con su tarea por un par de minutos. Soltando risitas y cambiando de mano cuando se le cansaba una. Cada vez lo hacía con más entusiasmo y con mejor técnica. De pronto fue detenida por el viejo, el cual quería dar el siguiente paso.
– Uff… ahora, quiero que te quites tu blusita… pero sólo la blusa… déjate tu corpiño puesto jeje…
A la nena le pareció extraña la petición. Ella hubiera pensando que el viejo quería verle sus pechos desnudos. Pero no protestó ni cuestionó la solicitud. Soltó la verga del viejo y embarró sus manos sobre el viejo colchón para limpiarse un poco del líquido baboso que tenía en las manos. Luego tomó su blusa y con mucho cuidado se la empezó a levantar, teniendo cuidado de que el corpiño no se le subiera también, lo cual fue algo complicado por lo ajustada que era la blusa. Pero al final lo logró.
Su corpiño de ositos quedó a la vista. Al ser para niñas sin pechos este casi no le cubría nada de sus redondos y grandes senos. La piel de sus pechos quedaba expuesta por arriba y por abajo. Se mantenía en su lugar por lo apretado que le quedaba. Sus pezones erectos, que revelaba lo excitada que estaba, se marcaban contra la tela delgada. Al viejo casi se le cae la quijada al ver semejante espectáculo.
– ¿Así está bien? Jiji… – dijo la nena poniendo su blusita por un lado. Esta vez no la dobló como hizo con su shortcito. En vez de eso, hizo algo más atrevido. La nena recordó lo mucho que al viejo le gustaban sus senos desarrollados y por instinto quiso realzar la vista de estos, así que llevó sus manitas hacia ellos y los apretó entre si, lo que hizo que aumentaran en tamaño.
– Uff Roxy… eres una traviesita jeje… así está excelente. – el viejo tomó su verga y flexionando sus rodillas, dirigió su verga por en medio de las tetotas de Roxy. La cual asombrada se quedó quieta mirando con curiosidad lo que su pervertido amigo hacía. El glande baboso del payaso hizo contacto con la suave piel de los pechos de la nena, lo que le sacó una risita a ella; luego hizo presión para que entrara en medio y se deslizara. A lo que la nena soltó un suspiro al sentir placer en esa intromisión.
– Uy… señor… jiji… se siente… raro… jiji 💕 – dijo la nena sonriente y sonrojada. Empezó a jadear un poco y vió como la punta del “juguete” del viejo se asomó por el medio de sus senos desarrollados. La textura era extraña. Muy diferente a sentirla en su mano. Era una mezcla entre sentir un pedazo de carne, duro y caliente; pero también como tener en medio una babosa viscosa. La sensación, por algún motivo, le causó bastante morbo.
– ¡Uff!… Lo sabía… tus pechos grandecitos iban a ser perfectos para estos masajes jeje… Ahora, lo que debes hacer es presionarlos como hiciste hace rato, y vas hacerlo subir y bajar…
Roxy dudó por un momento. No estaba segura de entender las instrucciones, pero con los mirando hacia sus propias tetas, llevó sus manos a ellas y las apretó contra la verga del viejo morboso, como si quisiera aplastarla con sus desarrollados senos. Luego se quedó un momento pensando sobre cómo hacer lo que seguía. Probó usar su torso, para deslizar sus pechos de arriba a abajo; pero le resultó un poco incómodo e incluso se sintió algo torpe; así que se ayudó de sus propias manos, para que mientras mantenía la presión contra la verga del payaso, pudiera controlar también el movimiento vertical del “masaje” para su amigo.
– Jiji esto es… uhmmm… chistoso, señor… mmm… ¿Lo estoy haciendo bien?… ¿Le gusta?... 💕 – preguntó la nenota mirando hacia arriba. Buscando los gestos de placer del payaso Manotas. Con una sonrisa coqueta y un anhelo de estar haciendo algo placentero para su buen amigo pervertido.
– ¡Uff!… Aaah… lo haces… uhmmm… lo estás haciendo… muuuy bien jaja… ¡Aaay madre mía!… Jaja – Tal como había dicho el viejo, desde que vió a la bebota de Roxy, lo primero que sus ojos vieron y desearon fueron sus grandes pechos. Y ahora no solo ya los había manoseado a gusto, sino que tenía a la incrédula nena haciéndola una buena rusa con ellos.
Roxy estaba muy divertida haciendo ese nuevo juego. Le gustaba ver los gestos descolocados que hacía el viejo. Además esa sensación que tenía en los pechos no solamente le parecía chistoso o raro; también lo encontraba placentero. La piel tersa y sensible de sus senos, le regalaban corrientes de placer al ser rozada de esa manera; pero también había un aspecto “prohibido” que le causaba morbo. “Quizás no debería estar haciendo esto… pero es muy divertido”
El cuarto se llenó de risitas traviesas, suspiros, jadeos; todo mientras los senos de Roxy se embarraban de mucho líquido preseminal y se ponían brillosos; al tiempo que su corpiñito se empapaba y transparentaba los atributos de la niña. El viejo tomó con sus manos la prenda y se la levanto a Roxy, la cual soltó un “Ay”, seguida de una risita nerviosas; mientras su senos salían liberados dando un suave y firme rebote. Tomó su verga y la dirigió a los labios de la nena. Como si fuera un lápiz labial, le recorrió el contorno de sus tiernos pero sensuales labios, embarrando su presemen como si fuera gloss para sus labios.
– Lo has hecho muy hasta ahora, nena… ahora, necesitas mojar muy bien mi juguete, porque lo ocupamos bien resbaloso jeje… lo que quiero que hagas es que lo chupes, como si fuera una paleta… – dijo mientras posaba una mano sobre la cabeza de ella y la otra la seguía manteniendo en su verga, llevándola contra la boquita de la nena.
Roxy no emitió palabra. No podía. Si abría la boca se le iba a meter aquella cosa. Le dió cosa sentir esa viscosidad en sus labios. Sencillamente se limitó a emitir un gemido de duda. No estaba segura de querer tener eso en su boca. ¿Y si sabía mal? El aroma tan fuerte que tenía no le desagradaba completamente, pero sin duda ése no era el aroma que tenía algo que tuviera buen sabor. Mucho menos de una paleta rica. Sin embargo no quería que el payaso fuera a detener el juego sólo porque ella se negaba a chupar su juguete. Así que en un movimiento de “inspección segura”, abrió muy poquito sus labios y sacó la punta de su lengua para obtener una leve probadita. Regresó su lengüita dentro de su boca y se concentró para experimentar apropiadamente el sabor. Era salado, para dulce como cualquier otra paleta que hubiera probado; eso le desagradó un poco. No era el sabor que ella esperaba de una paleta. No podría ni quería meter esa cosa en su boca. Alzó la mirada hacia arriba, dispuesta a pedirle al viejo que se saltaran ese paso del juego. Además, para ella parecía lo suficientemente resbaloso ya para poder continuar el juego. Sin embargo, cuando lo hizo, sus ojitos vieron algo que la llenaron de alegría y orgullo, como cuando se enteró que su cuerpo ponía muy “feliz” al payaso.
El viejo morboso, al sentir por un instante el contacto de la lengüita de Roxy con su apestosa verga, sintió que sus rodillas le fallaban. Todo su obeso y descuidado cuerpo recibió una corriente de placer. Tuvo que apoyar bien su mano en la cabecita de la nena para no perder el equilibrio. Una enorme sonrisa torcida y pervertida se reflejó en su lujurioso rostro y puso los ojos en blanco. Su expresión denotaba lo enormemente placentero que fue ese momento.
– ¿Señor? Jiji ¡¿Tanto le gustó?!…
Preguntó Roxy con sus ojitos brillosos por la ilusión de estar dándole tanta felicidad a su pervertido amigo.
– ¡Uff!… Demasiado… Mi juguete cada vez está más feliz…
Estas palabras hicieron que Roxy olvidara por completo el desagradable sabor salado que tenía el “juguete” del viejo. Ella misma tomó la iniciativa de poner sus manitas en las caderas del morboso payaso y abrió su boca para meter todo lo que podía de aquel pedazo de carne en su boca. Primero metió una cuarta parte. Sus labios se cerraron sobre la verga morena del viejo y su lengua hizo contacto con ella. Miró hacia arriba y vió como el viejo abrió la boca jadeando. Se rió un poco con la verga del viejo dentro y luego hizo otro esfuerzo más que la llevó a engullir poco menos de la mitad. Solamente se detuvo porque sintió una pequeña arcada. Sacó un poco más y entonces determinó que ése era el límite. Sin dejar de ver al viejo, pues le gustaba ver las expresiones descolocadas que hacía, empezó a sacar lentamente lo que había tragado, haciendo algo de succión como cuando chupaba sus paletas favoritas. El viejo sintió como si le estuvieran intentando succionar el alma a través de su sucia verga.
– ¡Aaah!… ¡Roxanitaaah!…
El viejo apretó sus ojos y tuvo que contenerse para no descargarse en la boca de la chiquilla. Esa carga seguro sería la última y tenía muy bien pensando en dónde quería soltarla. Incluso ya tenía preparada una excusa para hacerlo.
– Jiji está actuando muy chistoso, señor 💕
Dijo la pequeña con su saliva, mezclada con el líquido viscoso de la verga del payaso, escurriendo por la comisura de los labios. Tan sonriente como siempre. El viejo no podía creer la suerte que tenía.
– Jeje… aah… es inevitable… lo haces tan rico que… ¡Oooh!…
Sin esperar a que el viejo terminara la frase, la nenota volvió a engullir la verga del payaso, entusiasmada por los halagos que recibía. El mal sabor ya era totalmente ajeno a ella. Sólo pensaba en toda la satisfacción que le estaba regalando a su amigo. Con la medida ya tomada de hasta dónde era su límite, Roxy empezó a utilizar un ritmo, un poco torpe, pero efectivo, de meterse la verga hasta donde podía, sacarla completamente y luego volver a hacerlo. En ocasiones la dejaba unos momentos dentro, para jugar con su lengua sobre el glande hinchado del viejo; tal como hacía con sus paletas favoritas cuando las retenía en la boca para que su lengua se paseara por todo el caramelo y así obtener todo el sabor. Sin embargo, esta vez no lo hacía por la misma razón, sino por hacerle “cosquillas” al juguete del viejo, a lo cual este respondía riendo pero descolocándose del placer; cosa que le causaba mucha gracia a la pequeña.
Sin lugar a dudas no era la mejor mamada; pero la situación era tan morbosa y excitante, que el viejo sintió que el alma se le iba, con todo y corrida incluída; así que aprovechó una ocasión en la que Roxy sacó la verga de su amigo, para detenerla.
– ¡Suficiente! Jaja… Con eso basta…
Dijo poniendo sus manos sobre los hombros de Roxy y arrodillándose delante de ella, que estaba en la misma posición. La nena tenía mucha saliva mezclada con presemen en sus labios, mentón e incluso en sus senos. Estaba agitada pero muy sonriente. Le divirtió en demasía el haber logrado poner en ese estado al payaso Manotas.
– ¿Ahora sí ya vamos a hacer el juego final? Jiji
– Sí, ahora sí. Vas a tener que quitarte toda tu ropita. Pero que no te dé pena. Yo también lo voy a hacer. Recuerda que es un juego y solo eso. Además, ya te dí permiso de verme desnudo, ¿recuerdas?… Y creo que tú también me darás permiso a mí de verte, ¿no? Sino, no podremos jugar…
Dijo el viejo comenzando a sacarse su camiseta y su saco. Revelando un cuerpo bastante descuidado, muy peludo y moreno. El maquillaje corriente y el sombrerito en su cabeza le daba un aspecto de lo más perturbador ahora que estaba desnudo, pero esto no lo percibía Roxy. La nena estaba aún en shock ante la noticia de que el juego requería estar desnuda. En un principio pensaba negarse, pero entonces escuchó las palabras: “Y creo que tú también me darás permiso a mí de verte, ¿no? Sino, no podremos jugar” De ella dependía si el juego llegaba a su conclusión o no. Sobre sus pequeños hombros recaía el peso de hacer que ése viejo payaso concluyera su divertido (y riquísimo, hasta ahora) juego con ella y ambos se fueran felices; o por otro lado detener la diversión (y la travesura) ahí mismo, quedándose con ganas de más y con la incógnita de no saber qué hubiera pasado después (y qué tan rico habría sido). Así que se quedó con la boca ligeramente abierta, con sus labios brillosos por la mezcla de los fluidos y emitiendo un sonido de duda alargada con sonido de vocal; mirando hacia abajo. Sus diminuto y apretado corpiño infantil estaba embarrado de la babosa sustancia, al igual que sus grandes senos. Ya una vez se los había mostrado fugazmente al viejo y no le dió demasiada pena. Por otro lado, ella misma se había quitado antes el shortcito para que el payaso (y ella también) pudiera disfrutar mucho mejor de su colita con el juego de los “empujoncitos”. Pero esta vez había que despojarse también de su calzoncito de ositos. Era solamente una prenda más de las que ya se había quitado antes, pero aún así se sentía como si fuera la prueba más grande.
Finalmente se decidió después de llenar sus pulmones de aire, en un profundo suspiro, el cual agrandó bastante sus senos por un instante para el disfrute del viejo. Tomó su empapado corpiño y lo levantó, liberando por segunda vez sus redondos pechos que dieron un leve y firme rebote al salir. Luego se puso de pié y tomó de una vez el elástico tanto de su shortcito como de su calzón; pensó que era mejor bajar ambos en un solo movimiento, como cuando te dicen que es mejor tirar del curita en un solo jalón. Suspiró nuevamente y de una los bajó ambos. Un hilo viscoso que unía su calzoncito con su vagina se estiró y luego se rompió. Las hormonas “adolescentes” de la niñita claramente ya habían hecho los preparativos y esto lo notó gustosamente el viejo. Sin embargo, aún no le aparecía ni un solo vellito. La nena estaba por sacarse sus tenis para terminar de sacar sus prendas cuando fue interrumpida por el payaso.
– Los tenis te los vuelves a poner cuando te saques tu ropita. Es que me gusta mucho como brillan jeje – dijo el viejo imaginando el morboso espectáculo que sería ver esas lucecitas parpadear al ritmo de la cogida que le pensaba dar.
La nena soltó una risita tímida y siguió las indicaciones de su pervertido amigo. Una vez sacó sus prendas volvió a colocarse los tenis infantiles y se quedó paradita, tapando con sus manitas su parte más íntima, con la mirada hacia el suelo. Era evidente que la situación le avergonzaba. Pero el payaso no se preocupó por eso. Sabía exactamente qué hacer para poner de nuevo a la calenturienta niña en el modo adecuado.
– Muy bien, Roxy. Lo estás haciendo perfectamente. Eres la mejor jugadora jeje Ahora, un último paso. Quiero que te pongas a gatas en el colchón. Como si fueras una perrita (esto tenía más de un significado, que la nena no captó) ¿Sabes cómo es eso?…
– Ahm…. – la nena dudó por un momento. No porque pensara que era una posición vergonzosa, sino porque no estaba segura de captar bien la instrucción. Así que se hincó, puso sus manos sobre el colchón viejo y sucio, quedando a cuatro patas – ¿Así?… – preguntó intentando mirar hacia arriba, en dirección al viejo.
– ¡Perfecto! Eres tan inteligente – el halago hizo que la nenota volviera a sonreír como antes, disminuyendo un poco su vergüenza de estar desnuda. – Ahora, quédate así. No te muevas y cierra tus ojitos. Abrirlos es trampa, he jaja – la nena soltó otra risita y siguió las indicaciones.
El viejo caminó fuera del colchón, rodeando a la nena. Luego se hincó detrás de ella, admirando el tremendo culazo que tenía delante. Era como ver un corazón invertido. Pero sin duda esa imagen podía mejorar.
– Separa un poquito tus piernas, Roxy… – indicó el viejo tomando con sus callosas, toscas y sucias manos; los tremendos muslos de la nena, los cuales eran lisos y suaves. La nena obedeció abriéndolos, exponiendo más su intimidad. Al ver eso el viejo casi babea. – Perfecto… Ahora, baja un poco más tu cadera y sube tu torso… – la nena no entendió a qué se refería el viejo, pero no hubo falta, de nuevo las manos curtidas del payaso ayudaron, una presionando la espalda baja de la nena para que la curveara y la otra posándose sobre uno de sus pechos (por supuesto que iba a aprovechar la excusa), apretándolo suavemente y empujando hacia arriba delicadamente para que la nena subiera el torso. Este tacto indebido le sacó otra risita traviesa a Roxy, que poco a poco volvía al modo del juego.
Con estas correcciones ahora la vista mejoraba enormemente. Las nalgotas de Roxy lucían mucho más y esa pose sugerente resaltaba cada atributo de la bebota.
– ¡Uff! Pero qué bien te ves… Dan ganas de jugar a los “empujoncitos” todo el día contigo jeje – la nena rió orgullosa y esas palabras y esa pose, quedaron grabadas en su mente ya corrompida.
Sin embargo lo que vino después le cayó la risita de golpe. El viejo puso sus manotas sobre el culazo de la nena. Lo abrió un poco y ella pudo sentir el cálido aliento del viejo directo en su intimidad. Dió un respingo pero antes de que pudiera hacer algo, un trozo de carne húmeda y viscosa le recorrió toda su rajita, enviando una corriente eléctrica de placer por todo su cuerpazo. El corazón le dió un brinco, sus grandes senos dieron un ligero rebote y el aire se le escapó; abriendo los ojos de golpe
– ¡Señooor! Aaah… 💕
Por instinto la nena intentó apartar su culo del viejo, pero este, previendo lo que pasaría, rápidamente sujeto de las caderas a la nena y se la pegó a su horrenda cara. El maquillaje del viejo se embarró contra las nalgotas de Roxy y empezó a darle tremendas lamidas como si de un perro sediento se tratara.
La nena de inmediato supo lo que pasaba. El viejo estaba pasando su lengua sobre su intimidad. Algo parecido a lo que ella hizo cuando mamaba la verga del payaso. “Entonces así de rico sintió él” fue lo que pensó en medio de tanto placer que recibía. Siguió intentando apartarse, sin demasiada insistencia, pues la sensación era tan extraña como placentera para ella. Intentaba apretar el colchón con sus manos, logrando solamente arañarlo. No paraba de jadear y sus gemidos subían de intensidad. Por momentos cerraba los ojos y luego los abría levemente. Todo mientras la lengua viscosa del viejo empezaba a abrirse paso en medio de los labios vaginales de la nena y empezaba a saborear su interior. En este punto la nena ya no buscaba safarse, sino todo lo contrario, empezaba a empujar hacia atrás, en un movimiento instintivo que buscaba que esa lengua entrara más adentro, empujando con sus manitas.
El viejo habilidoso calculó exactamente el momento preciso en el que la nena estaba por llegar a su orgasmo y se detuvo. ¿El propósito? Sabía bien que la nena al ser virgen seguramente sufriría un poco su desvirgamiento, así que quizás dejarla al borde del orgasmo ayudaría a que fuera menos doloroso el proceso. Se apartó con la zona de la nariz y la boca totalmente libres de pintura y embarrada en fluidos de la nena. Se pasó la lengua por los labios y tomó su gruesa verga morena para dirigirla a la entrada de la bebota. La nena giró la cabeza para protestar por la súbita interrupción, con la intención de pedir que continuara, pero en ese momento sintió de nuevo otro contacto contra su vagina. Sonrió, pero casi al instante sus ojos se abrieron enormemente, a la vez que contuvo el aliento; pues el intruso que quería invadirla no era el mismo de hace un momento. Era grueso, caliente, grande y muy duro. “Su juguete… va a meter su juguete “ pensó temerosa al recordar lo enorme que era. No hubo tiempo para protestar. El viejo hizo la presión necesaria para que la cabeza se deslizara dentro. La nena apretó los dientes y cerró los puños. Sin vacilar, pero sin forzar una entrada agresiva, al viejo continúo presionando para avanzar. Encontró un obstáculo. Uno que ya esperaba. Una mano a la cadera de la nena, la otra a su boca para que no gritara demasiado fuerte. Y entonces atravesó el obstáculo. Un grito se ahogó en la palma del viejo. Detuvo su avance y, tal como imaginó, el orgasmo que estaba justo a la entrada esperando, salió. Fluidos de la nena escurrieron por sus piernas junto con algo de sangre. Era algo inevitable. Los ojos de la nena expulsaron algo de lágrimas a la vez que se ponían en blanco por el intenso orgasmo que tenía atorado y que finalmente salió.
La mitad de la verga vieja del payaso estaba dentro. La nena apretaba de manera increíble. Su interior se sentía caliente y húmedo. Era una sensación sin igual. No había punto de comparación con otros encuentros que tuvo con mujeres adultas, a las que les pagaba por sexo. Lentamente fue quitando la mano de la boca de Roxy. Esta, una vez libre de la mordaza, empezó a sollozar suavemente mientras su cuerpo se recuperaba, tanto de la intromisión como del orgasmo. Se limpio su naricita y sus ojos, sin dejar la pose de perrito. Entonces giró su cabeza con media verga adentro.
– Señor malo… eso dolió mucho… p-pero… también se sintió… rico… ¿Por qué… por qué no me dijo que… iba a doler?… – protestó sollozante.
– Perdóname Roxy… pero si te lo decía, probablemente no ibas a querer jugar… y el dolor es poquito y sólo al principio… ya después nunca te volverá a doler… sólo es la primera vez… Lo siento mucho, Roxy… ¿Me perdonas?… – dijo sinceramente el viejo, apartando el cabello de la frente de la nena. Como si manosear a una menor de edad no fuera algo de lo qué arrepentirse.
La nena volvió a pasarse la mano por la nariz y los ojos. Sus mejillas se enrojecieron y sonrió mientras asentía; aceptando las disculpas de su amigo.
– Entonces… ¿ahora ya no va a doler más?…
– No, ya no. Lo voy a hacer muy, muy despacio. Y te vas a ir acostumbrando. Si sientes que te sigue doliendo, me dices y paramos. ¿Ok? – La nena asintió y regresó la mirada al frente. Suspiró y cerró sus ojos apretando sus puños, como preparativo para lo que viniera.
El viejo suspiró y, como si estuviera a punto de realizar una tarea que requiere ultra precisión, tomó suave pero firme las caderas de la nena y empezó a sacar muy lento lo que había logrado meter de su verga. La nena apretó los ojos pero no protestó. Era un ardor y dolor tolerable. Tenía la fe puesta en las palabras del viejo degenerado. Seguro que esa molestia iba a empezar a disminuir.
El viejo sacó su verga llena de un líquido cremoso embarrado con algo de sangre, hasta que solamente la punta quedó dentro. Jadeante empezó a meterlo de nuevo lentamente de regreso. La nena repitió los mismos gestos. El proceso se repitió, con la misma delicadeza, una y otra vez hasta que sintió que el cuerpo de Roxy empezó a relajarse. La nena dejó de apretar sus manos, extendiéndolas suavemente sobre el colchón. Dejó de apretar los ojos y simplemente los cerró con delicadeza. Su boca comenzó a abrirse lentamente para dejar escapar suaves gemidos. Esa era la señal que el viejo esperaba para poder empezar a subir de nivel el ritmo.
Comenzó a meter y sacar su verga con una velocidad progresiva. Disminuyendo la delicadeza pero pendiente de no sobrepasarse. Siempre hasta la mitad. Cuando sintió que las paredes internas de la chiquilla empezaban a contraerse supo que la nena estaba lista para más, así que de a poco empezó a meter más y más, con cada estocada.
Roxy sintió que el “juguete” del viejo iba más profundo. En ocasiones hacía una mueca de molestia, pero no protestaba. Solamente sugería.
– Aaah… con… con cuidado… señor… ummm… 💕
– Aaah… descuida Roxy… seré muy… ¡Uff!.. muy cuidadoso… con esta colita tan rica jeje…
El comentario sacó una risita a la nena, que la ayudó a relajarse más. La paciencia del viejo dió frutos. Después de unos minutos Roxy estaba recibiendo la verga entera del payaso Manotas. Las bolas peludas del viejo le golpeaban su parte trasera, mientras sus nalgotas chocaban contra la pelvis de él, justo por debajo de su panzota. No era una cogida ruda, pero sí intensa. El viejo daba estocadas pausadas, marcando un ritmo suave pero profundo. La nena soltaba pujidos, jadeos y gemidos. Todo mezclado. Su rostro que en algún momento era el de una nena infantil, ahora se veía como el de una nena lujuriosa, deseosa de recibir más verga del viejo. Incluso empezó a sonreír por lo delicioso que sentía.
– Aaah… señor payaso… uhmmm… si me hubiera dicho… que después del dolor… iba a sentir así de rico… igual me hubiera dejado meter su juguete… aunque me dijera la verdad… ¡Aaah! 💕
Confesó entre gemidos y sonrisas la que alguna vez fue la tierna e inocente Roxy.
Esto puso al viejo como loco quien le sacó la verga a la nena y con el uso de su fuerza la puso boca arriba. Desde hace rato que quería admirar los enormes senos de la nena rebotar con su metidas de verga. La nena se sorprendió del inesperado cambio, pero se rió un poco por sentirse como muñeca de trapo. El viejo no sólo le abrió las piernas para metérsela de misionero, sino que le elevó sus piernotas y la metió de un sólo empujón.
– ¡Uy, señooohr! 💕
El viejo se inclinó sobre ella, sin aplastarla, sosteniendo su pesado cuerpo con sus manos contra el colchón. Las piernotas de Roxy descansaban sobre sus anchos y peludos hombros. El viejo empezó a penetrarla como si fuera una mujer adulta. Enviando su verga entera dentro de la nena lo más adentro que cupiera. La nena abrió los ojos asombrada, exhalando gemidos cada vez más sonoros. Todo se escuchaba afuera en la calle. Cualquiera que pasara por ahí sabría que en la construcción abandonada había una pareja cogiendo. Lo que no sabrían era que se trataba de una nenota de diez añitos, tremendamente desarrollada y un viejo pedófilo disfrazado de payaso.
Las piernotas de la bebota saltaban sobre los hombros del degenerado viejo que se la metía con tanta intensidad, con sus tenis infantiles brillando tal como imaginó el viejo, lo que hizo que este se riera de satisfacción mientras bufaba como toro. La nena agarraba y apretaba los brazos peludos de su pareja. Mientras notaba que su pervertido amigo se deleitaba mirando como sus desarrollados senos se balanceaban de arriba a abajo con cada metida de verga. Esto la hizo sonreír orgullosa, pues todo este juego placentero lo consiguió gracias a su cuerpo y eso jamás iba a olvidarlo.
Sin embargo el descuidado y anciano pervertido no tenía la condición ni la fuerza para mantener esa intensidad por mucho tiempo. Empezó a agotarse rápidamente y cada vez le costaba más trabajo seguir.
– Roxy… ahhh… ya… ya me estoy cansando jeje… ¿Recuerdas… cómo… te frotabas… arriba de la… camioneta?…
No hubo necesidad de que la nena respondiera. Una sonrisa pícara y unos golpecitos de sus manos sobre los brazos del viejo le indicaron que debía apartarse porque la nena estaba más que dispuesta a complacerlo.
El viejo simplemente se dejó caer hacia un lado. Quedando desparramado y agotado por un lado. Cómo una enorme morsa peluda. Pero con la verga parada y babosa. En una acción que sorprendió al mismo viejo, la nena totalmente entusiasmada por seguir, se paró sobre el viejo, poniendo un pie a cada lado de la morsa, se puso de cunclillas y mirando hacia abajo tomó con su mano la verga del viejo para apuntarla directamente a su entrada. Una vez que sintió que la cabeza entró se dejó caer sobre ella. Sacando un suspiro tanto a ella como al pedófilo. Se acomodó bien sobre el panzón anciano y empezó a repetir los movimientos que hizo en la camioneta. Yendo de atrás hacia adelante, con tanta soltura, tanta sensualidad, que ya no parecía más una niña. Parecía toda una hembra que sabía exactamente lo que hacía.
El viejo no sabía de dónde agarrarse. Sentía que lo exprimían. Ya no era él quien se cogía a la nena, ahora ella quien se lo cogía a él, ¡y de qué manera!
La luz de la luna entrando por el espacio abierto de la pared, iluminando el cuerpo sudoroso y escultural de Roxy, era todo un regalo digno de admirarse y hacerse una buena paja con ella. No pasó mucho tiempo para que ambos estuvieran de nuevo al borde del orgasmo. Pero el orgullo del viejo no le permitía ser deslechado de esa manera. Debía hacerlo de la manera correcta. Debía reclamar el cuerpo de Roxy como suyo.
Reuniendo las fuerzas que pudo recuperar mientras Roxy se balanceaba sobre él, la tomó de los brazos y la arrojó hacia adelante. De nuevo la nena se sorprendió y se rió del brusco movimiento. Ella quedó con su rostro y su pecho contra el colchón; y su culazo bien parado y disponible. El viejo tomó su babosa verga y de nuevo la metió hasta el fondo.
– ¡Uuuy! ¡Señor, pero qué…! 💕
El viejo no dejó que la nena terminara la frase. Con su mano sobre la cabeza de la nena, atrapando su cabello dentro de ella y con la otra mano sobre su nalga derecha, apretándola. Comenzó a darle con toda su fuerza. Con toda la intensidad que su viejo cuerpo podía dar. Era el último esfuerzo. Los aplausos de las nalgotas de la nena resonaban por todos lados, acompañados de sus intensos gemidos.
Entonces las paredes internas de Roxy comenzaron a convulsionar. Apretando intensamente la verga del viejo. Estimulándola. A la vez que la verga del payaso se puso como roca, se hinchó.
– ¡Aaah! ¡Roxy!… ¡Roxy putitaaaah!… ¡Me vas a sacar la leche de la felicidad con tus nalgotas!… – dijo el viejo soltando la lengua por culpa del extremo placer que se le acumulaba en el cuerpo. Pero la nena no cayó en cuenta de las palabras que el viejo usaba para referirse a ella.
– ¡Siiii! ¡Yo gané! ¡Yo gané! ¡Aaaaah! ¡Señooor! 💕 – la nena, con la cara de lado y hundida en el colchón, no paraba de gemir de placer y alegría.
Ambos estallaron en un orgasmo intenso y sincronizado. Al mismo tiempo que las paredes internas de la nena exprimían la verga del viejo y expulsaba abundantes fluidos; el payaso aventaba chorros calientes y espesos de semen dentro de ella. La nena se sentía tan llena como desfallecida. Después de la intensa descarga, el viejo todavía soltó 1 … 2 … 3 … 4… disparos cortos más y cayó de lado casi desmayado. La nena se quedó con el culo parado y las piernas separadas. Con una enorme sonrisa en la cara, jadeante y sudorosa; con la legua de fuera y los ojos entre cerrados. Casi se podía ver un par de corazones en ellos; mientras el semen del viejo escurría fuera de su vulva y bajaba por sus piernotas; manchando aún más el sucio colchón.
Varios minutos después ambos estaban vestidos y recompuestos, subidos de nuevo en la camioneta. Con una sonrisa que no se les borraba de la cara. Parecían una pareja de pícaros, satisfechos con su travesura. Por fin llegaron frente a la casa de Roxy. Por las luces apagadas ella supo que sus papás aún no habían llegado. Cosa que le causó alivio.
Bueno, Roxy… no puedo decirte lo enormemente grato que fue jugar contigo.
– ¡Uff, señor! ¡Lo mismo digo! Jaja – ya no estaba la expresión de la niña tierna de antes. Lo dijo tal como lo haría una nenita putita después de una buena cogida. Y hablando de eso… – Pero hubo algo que dijo que me dió curiosidad jiji
– Haber dime… – dijo el viejo volteando su cuerpo hacia la nenota.
– ¿Por qué me dijo putita? Jiji ¿Eso qué significa?… También dijo nalgotas, y eso tampoco lo entendí jiji
El viejo soltó una carcajada y hasta se sonrojó. Esperaba que la nena no hubiera puesto atención a eso, pero tampoco era que lo avergonzara.
– Bueno, Roxy. Son palabras que a veces los adultos decimos. Se usan durante el juego. Se le dice putita a una nena que le gusta mucho jugar a estos juegos y además es muy buena jugándolos. Y nalgotas quiere decir que tienes una colita muy grande y buena para los “empujoncitos”
La pequeña Roxy también soltó una carcajada y se divirtió mucho con los extraños términos que usaban los adultos.
– En ese caso… estos, ¿serían unos pechotes? Jaja – dijo la nena agarrándose los senos. El viejo se calentó sólo de ve cómo la nena los apretaba entre sus manos y se sintió orgulloso de haberlos manoseado y visto balancearse mientras se la cogía.
– Jaja bueno, sí, podrías llamarlos así, pero más bien les suelen decir tetotas o chichotas jaja – la nena hizo un gesto de extrañeza y se rió.
– Ay jiji todo esto es muy raro pero me gustó demasiado. Quisiera volver a jugar con usted jiji – dijo la nena con una sonrisa traviesa y mordiendo su labio, al tiempo que con sus manos juntaba sus pechos. Si al viejo le quedaran fuerzas y a la nena tiempo, seguro que se animaba a un rapidín en la camioneta.
– Bueno, la feria va a durar una semana. Si quieres, cuando ya estés solita, sales y te subes a mi camioneta para irnos a jugar jeje – propuso el viejo y también el tentó a la nena frotando su verga totalmente rendida bajo sus pantalones.
La nena miró con deseo la entrepierna del viejo y se rió algo apenada.
– Jiji ¿En serio? No sabía que la feria iba a durar tanto tiempo. ¡Sí! Yo saldré a jugar todos los días.
– ¡Perfecto! Pero recuerda, todo esto es un secreto. No le puedes contar sobre nuestros juegos a nadie. Ni a tus papis. Sino ya no me dejaran jugar contigo, porque a algunos adultos no les gusta que los viejos juguemos con nenas como tú. Piensan que les vamos a hacer daño…
– Pero qué tontería. Si lo conocieran bien sabrían que usted es un señor muy divertido y amable. No se preocupe, yo no le diré nada a nadie con tal de seguir jugando jiji
– Oiga, una cosa más… ¿por qué me echó su leche de la felicidad en mi cosita? Jeje Ósea, se sintió rico pero… fue raro jaja
– ¡Ah! Qué bueno que preguntas jeje Bueno, cuando te echan la leche de la felicidad dentro, tu cuerpo se pone más “bueno” y eso hace que tengas mejores pechos y mejor colita para jugar.
– ¡¿En serio?! – exclamó maravillada la nena – ¡Entonces quiero que siempre me eche su leche de la felicidad adentro de mi cosita! Jiji Así estaré más… ¿buena? – dijo en tono de pregunta para saber si lo había dicho bien – para jugar jiji
El viejo se rió y asintió confirmando que estaba bien dicho.
Y con esa promesa Roxy se despidió de un beso en la mejilla del viejo degenerado que la manoseo, le dió tremendos arrimones y además se la cogió llevándose su primera vez y su inocencia.
El viejo se fue de ahí sin poder creer la suerte que tuvo. Roxy se metió a bañar apenas entró a su casa, se puso su pijamita. Sus papás llegaron casi enseguida y tal como prometió no les habló sobre el payaso Manotas y sus juegos prohibidos. Cenó con ellos y se fue a dormir, soñando que el viejo la manoseaba dentro de su camioneta.
Tal como acordaron ambos, se veían diario después de que la nena llegara de la escuela. Comía, hacia rápido su tarea y se arreglaba para su amigo pervertido y jugaba sus juegos degenerados. El viejo le empezó a llevar ropa muy provocativa: tangas, minifaldas, tops muy escotados, sostenes de efecto push up, tacones; todo para vestirla a su gusto. La nena pronto empezó a comportarse con él como una verdadera putita, pero siempre pensando que era sólo un juego.
Sin embargo, no todo es felicidad en este relato. El viejo pedófilo, que era buscado por toquetear niñas, bajó la guardia por Roxy. Antes no lo lograban agarrar porque siempre se movía, errante, entre ciudades. En cuanto empezó a frecuentar la misma ruta, alguien lo reconoció. Dió aviso y lo agarraron. Confesó todo, menos sus juegos con Roxy, y como los papás de Roxy jamás se enteraron que su hija era acosada y ultrajada por un viejo morboso cuando ellos no estaban, no existía denuncia sobre su caso. Con los años de condena que le dieron, jamás volvería a salir y jamás volvería a ver a su bebota Roxy.
Roxy por su lado, un día salió y no estaba su pervertido amigo. Lo esperó dentro de su casa. Asomándose de vez en cuando por la ventana. Y así al día siguiente, y al día siguiente de ese. Después de un mes supo que no volvería a ver al payaso Manotas, lo que le causó gran tristeza, pero más que eso, su cuerpo empezó a exigir más de esos “juegos” Y, bueno… tenía la ropa que el payaso le había regalado, escondida en su cuarto. ¿Podría jugar con alguien más?…
-FIN-
Bueno amigos lectores, como podrán haberse dado cuenta, no soy un escritor dedicado. Este relato, sencillo en primera instancia, me tomó demasiado tiempo terminarlo. Principalmente por el trabajo, la manera en que tiendo a extenderme con los detalles y también la falta de disciplina al escribir jeje Pero por fin les he traído la historia completa.
He recibido sugerencias de que no deje morir la historia de Roxy y que escriba más escenarios para ella con diferentes tipejos morbosos. Así que me lo pensaré y veré si continúo con más experiencias de esta nenota desarrollada, o escribo otros relatos diferentes.
Espero que la historia de Roxy y el payaso Manotas les haya gustado y ya saben, si quieren conversar o hacer roleplay, mi telegram es @ViejoMorboso
¡Saludos!
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