La chacha
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Teodoro, tengo 30 años, soltero.
Tengo una casa quinta en Bella Vista, muy grande para mí y decidí contratar servicio doméstico.
Tengo varios locales alquilados y compro y vendo propiedades.
No me puedo quejar de como me va.
Cuando puse el aviso en el diario, vinieron muchas mujeres de distinta nacionalidad, pero no me lograban convencer.
Hasta que llega una chica peruana, no mas de metro y medio, su cabello negro y muy lacio sujeto con una cola de caballo.
Unas sandalias que ya pedían que las tiren, una pollera verde más arriba de la rodilla, unas lindas piernas también hay que decirlo y una camisa que en una época fue blanca.
«Como te llamas?», le dije, «Delia siñor», me respondió bajando la mirada, «de donde sos?», seguí preguntando, «peruana siñor, de parte de sierra», respondia siempre mirando el suelo, «cuantos años tenes, y con quien vivis?», seguía preguntando, «tengo 28 años siñor y vivo con mi mamá», respondió, «hijos?», pregunte, «no siñor».
Delia estaba parada recta, con sus manos apoyadas en su falda.
«Que lindas piernas tenes, levantate un poco la pollera», le pedi viendo sus pies muy descuidados, unas hermosas piernas bien torneadas.
Delia se levantó la pollera hasta mas arriba de su bombacha.
«Me va a cachar siñor?», me dijo metiendo sus dedos en el elástico de la bombacha, «bajate la bombacha», le dije.
Delia sin decir nada se la bajó hasta sus rodillas y siguió con su pollera levantada.
Su concha bien peluda, «date la vuelta, quiero verte la cola», le pedí, ella se dio la vuelta subiendo su pollera, dejando que le vea sus redondas, duras y blancas nalgas.
Se las empecé a acariciar, «siñor, si me cacha por el chiquito, me da el trabajo?», me dijo dejando que las.
acaricie, las apriete, «agachate y abrite las nalgas», le dije sacando la pija que la tenía bien dura.
Delia estaba inclinada hacia adelante, abriendo bien sus nalgas.
Su ano estaba abierto, como salido para afuera.
Pase saliva por mis dedos y los pase por su ano, acomode mi pija y en dos embestidas se la metí toda en la cola.
«Tú mamá cuantos años tiene?», le dije moviendo mi pija dentro de la cola de Delia.
«45 siñor», dijo dando un gemido.
«Y si las contrato a las dos, tú mamá se dejaría coger también, las podría coger a las dos juntas», le decía metiendo y sacando mi pija de su abierto ano.
«No lo sé siñor, se lo pregunto», me dijo.
«Abrite la camisa y dejate las tetas al aire», le decía.
Yo metía mi pija bien adentro del culo de Delia, le apretaba las tetas, los pezones.
«Si tú madre esta de acuerdo con lo que dije, venganse hoy mismo», le dije cogiendo fuerte ahora la cola de Delia, hasta que me empecé a acabar.
«Limpiame la pija con la boca», le dije sacando la pija de la cola de mi chacha.
«Si siñor», me dijo, metiendo mi pija en su boca y sentía como la chupaba.
Delia se subió la bombacha y se fue.
Me quedé pensando en ella, por que negarlo, estaba buena la piba.
Como a las cinco de la tarde, tocan el timbre, abro la puerta y eran madre e hija.
Las hice pasar y Delia me dijo que quería hablar conmigo, fuimos a una habitacion, la madre de Delia quedó parada en el salón.
«Siñor, me dijo mi mamá que no tiene problemas que la cache a ella también, pero le da mucha vergüenza que cachemos juntas las dos, que si le puede dar tiempo», me dijo mirando el suelo, con miedo en la voz.
«Decile que venga», le dije.
Aparece la madre de Delia con sus ropas muy ajadas, se notaba la pobreza en ellas.
«Desnudate», le dije, viendo como sin levantar la vista del suelo, se empezó a sacar la ropa, «como te llamas?», le dije, «Delia Gisel siñor», me dijo sacándose el sujetador y sacándose la bombacha.
Yo la empecé a mirar desnuda, sus tetas grandes, bastante caídas para su edad, su concha bien peluda como la de su hija, y unas nalgas, redondas, no tan duras como las de Delia, lindas piernas también, unos pies muy descuidados.
Le dije que se arrodille frente mío y que me chupe la pija.
Gisel sin decir nada, hacía todo lo que le decía.
Yo estaba parado, acariciando sus grasos pelos, sintiendo como ella chupaba mi pija.
«Voy a llamar a tú hija, que me traiga una cerveza, vos seguí chupando, no pares», le dije viendo la cara que puso cuando llamé a Delia, «me traes una cervez de la cocina», le dije viendo como miraba a su madre de rodillas chupar mi pija.
«Mañana vamos a comprar ropa para ustedes, y mientras estemos los tres solos, ustedes van a estar desnudas», les decía, moviendo mi cintura para adelante y para atrás, metiendo y sacando la pija de la boca de Gisel.
Delia se dio vuelta y se fue.
Gisel me chupaba muy bien la pija, se notaba que no era la primera que estaba chupando.
Siguió hasta que doy un fuerte gemido y me empiezo a acabar en su boca, ella esperaba pasiva hasta que terminé de llenar su boca.
«Tragala», le dije.
Después que tragó la leche, pase mi pija por sus labios, «chupas muy bien la pija, como me gustó», le dije ayudando a que se ponga en pie.
«Veni, vamos a hablar con tú hija», le dije haciendo que salgamos de la habitación.
Gisel estaba desnuda e hice que Delia se desnude también.
«Bueno chicas, están contratadas, mañana vamos a ir a comprar ropa, esa que trajeron la tiran y vamos a ir a una pedicura amiga para que les arreglen los pies.
Acá van a tener casa, comida y sueldo, pero no quiero problemas», les dije a modo de bienvenida.
«Pero siñor, no tenemos plata para comprar ropa ni para que nos hagan los pies», dijo Gisel mirando el suelo, avergonzada.
«No te preocupes, eso lo pago yo», les dije viendo en las miradas de las dos mujeres, un brillo de agradecimiento.
Les dije donde iban a dormir, su baño con ducha y agua caliente.
Les dije que se bañen y preparen algo de comer.
«Siñor, siempre tenemos que estar desnudas?», me preguntó Delia, «sí, siempre que estemos solos los tres, cuando venga gente, les voy a comprar uniformes», les dije acariciando las tetas de ambas y las deje que se bañen, que se notaba que hacia bastante tiempo que no se daban.
Al otro día fuimos de compras, compré sus uniformes, les compre shampues, desenredante de pelo.
Fuimos con mi amiga que les hizo los pies, y por último nos fuimos a comer.
Esas mujeres estaban felices, reían, no sabían como darme las gracias.
Les compré maquillajes, me compré algo para mí también, «bueno niñas, quien me da la colita para cogerla?», les dije apretando las nalgas de madre e hija, «quiere cachar la mía siñor», me dijo Gisel, «listo, vamos», le dije y nos fuimos juntos a mi dormitorio, mientras Delia acomodaba la compra.
«Como quiere que me ponga siñor?», me dijo acariciando mi pija.
«Te pones en cuatro patas y te abris bien las nalgas», le dije.
Gisel se puso como le dije, «que abierto tenes el ojete», le dije acomodando mi pija y metiendola de una sola.
«Haaaaaaa», dijo Gisele, «te dolió Gisel?», le dije moviendo mi pija en círculos bien metida en su cola.
«Sí, pero no se preocupe siñor», me dijo gimiendo y abriendo bien sus nalgas.
«Que abierto tenes el ojete, te gusta coger por la cola?»,.
le dije metiendo y sacando mi pija de su ano.
«Solo lo he echo con mi esposo, y a él le gustaba mucho cachar mi chiquito», decía Gisel entre gemidos.
«Permiso», dijo Delia entrando con mis compras y viendo a su madre clavada por la cola.
«Ponete vos Delia», le dije esperando que Delia se acomode como estaba la madre, saqué la pija de la cola de Gisel y se la metí a Delia, escuchando como gemia ahora la hija mientras sacaba y metía mi pija de su ano.
Quedé temblando cuando empecé a acabarme dentro de la cola de Delia, la metía lo mas adentro que podía, Delia daba fuertes gemidos, Gisel estaba acostada boca arriba acariciando su concha.
La verdad que no me arrepentí de haber contratado a la madre y a la hija como mis chachas.
Dos serranas peruanas muy complacientes.
una cuarta y quinta parte por favor!