La Chantajeada (Mujer x Niño)
Un niño hace realidad el sueño de su maestra Olga, y luego, otro niño la chantajea….
Creé una nueva cuenta. Mi cuenta anterior era «ShotaCuentos». Volveré a subir los cuentos anteriores y los haré más largos. Mis cuentos se basan en las relaciones tabú entre mujeres adultas y niños jóvencitos. Si te gustan este tipo de cuentos, ¡sigue leyendo! Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios.
La campana de la escuela sonó indicando el final de la clase del Cuarto Periodo, y Olga Rodríguez estaba parada junto a la puerta de su salón para despedirse de su clase de Matemáticas. Enseñaba a estudiantes de sexto grado y, a los veinticuatro años, Olga era una de las maestras más jóvenes de Hope Middle School, y también era la más hermosa. Era una belleza de cabello negro, piel clara, ojos azules y un cuerpo increíble, lo que le valió las miradas de admiración no solo de los maestros varones de su escuela, sino también de los alumnos jóvencitos. Olga sabía que era hermosa y agradecía a Dios que lo fuera, ya que eso la había ayudado a ser contratada para el puesto de maestra de matemáticas de sexto grado en esta escuela. Olga había estado enseñando en Hope Middle School durante un año y le encantaba. Le encantaba enseñar y le encantaba estar rodeada de niños, especialmente de sus alumnitos varones.
En secreto, Olga fantaseaba con sus alumnos, y había momentos en los que estaba sola en su cama tocándose pensando en sus admiradores jóvencitos. Sin embargo, sus momentos favoritos eran en su escritorio, que tenía un panel trasero de madera que bloqueaba la vista de sus piernas. Su escritorio le permitía tener momentos en los que se tocaba el coño mientras imaginaba a sus alumnos mirándola, deseándola, admirando su cuerpo, sus piernas, sus grandes pechos, su culo, admirándola por completo. Olga disfrutaba de sus pensamientos mientras permanecía junto a la puerta, admirando a cada niño que salia de su salón de clases. Cuando terminó la fila de niños y niñas que salían de su clase, Olga se giró hacia el frente de su clase y notó a Lucas, uno de sus alumnitos de doce años, parado frente a su escritorio.
«Lucas, ¿está todo bien?» Olga le preguntó al jovencito, quien se acercó a ella mientras buscaba su teléfono en el bolsillo. Luego, Lucas le mostró la pantalla de su teléfono a la confundida maestra y Olga jadeó horrorizada.
«Te grabé haciendo cosas con Rodolfito y lo sé desde hace semanas, maestra», dijo Lucas mientras le mostraba a Olga la grabación en su teléfono. En la grabación se veía claramente a Rodolfito, uno de los alumnitos de once años de Olga de la misma clase, y a ella en su escritorio haciendo… algo. El escritorio de Olga oscurecía parcialmente la escena, pero los sonidos eran inequívocamente claros: los gemidos de Olga y Rodolfito se entremezclaban, y los sonidos de la silla de su escritorio crujían con cada empujón que Rodolfito le daba mientras se sentaba en ella. Olga se regañó a sí misma por ser demasiada descuidada e intentó arrebatarle el teléfono a Lucas, pero el jovencito rápidamente lo guardó y le entregó a Olga un objeto cilíndrico negro con una nota escrita a mano que Lucas había sacado de su mochila.
Cuando Lucas salió del salón de clases sin decir una palabra más, Olga tenía sus ojos puestos en él, mirándolo con incredulidad y sin esperar nunca ser chantajeada por él o por cualquier alumno. Sin embargo, Olga no se sorprendió demasiado, ya que sabía que Lucas estaba intimidando a Rodolfito, no sólo en las clases, sino también fuera de la escuela. Olga encontró cierto alivio al saber que Lucas no mencionó ni mostró ninguna grabación de lo que sucedió ese día por la tarde. Olga le envió un mensaje de texto a Rodolfito, quien estaba enfermo, para hacerle saber que, por ahora, no debían interactuar en ningún lado, ni siquiera con su hermanito Oscar, pero Olga no le dijo el motivo. Olga desdobló la nota que Lucas le había dejado y la leyó para sí misma. La nota decía:
«Maestra, hay un vibrador en el tubo y le pertenece a mi mamá. Se lo robé para poder dártelo. Es controlado a distancia y tengo el control remoto conmigo. Si no quieres que suba el video que te mostré a mi cuenta de Instagram, harás lo que te diga todos los días de ahora en adelante. Quiero que le digas a las niñas estúpidas de nuestra clase, incluido Rodolfito, que se vayan a esconder al almacén de al lado de nuestro salón de clases. Nuestra clase será solo para nosotros, los niños a los que ignoraste y no les diste tu cuerpo sexy, y cuando yo esté satisfecho, Rodolfito puede salir del almacén y unirse a nosotros. Segundo, quiero que tengas el vibrador dentro de tu coño para poder jugar con él cuando yo quiera desde la comodidad de mi silla. En tercer lugar, tienes que obedecer todo lo que te digo. Si te digo que nos muestres el culo, lo harás. Si te digo que le chupes la polla a alguien, lo harás. Si te digo que me chupes la mía, lo harás. Si haces estas cosas todos los días por mí, no le mostraré el vídeo al director. No lo subiré a mi Instagram. Será nuestro secreto. ¡No puedo esperar a mañana!».
«Maldita sea», pensó Olga mientras doblaba la hoja de papel para guardarla dentro de su bolso y salía del salón para ir a comer. Horas más tarde, regresó a su casa y durante todo el día se sintió incómoda. La situación en la que se había encontrado la hacía sentir ansiosa y paranoica, y había planeado a seducir a los niños de todos modos a su propio ritmo, pero no esperaba que la obligaran a hacerlo rápido, especialmente no por un niño de doce años. Olga se fue a dormir con la esperanza de que todo saliera bien, pero el peligro de que sus acciones con Rodolfito quedaran expuestas al público pesaba mucho sobre ella. Olga no quería enfrentar ninguna pena de prisión, y la única forma de evitarlo era obedecer a Lucas y cualquier orden que él pudiera darle, ella la haría. Olga soñó con los momentos que paso con Rodolfito y Oscar.
Hace dos semanas, en su clase de Matemáticas…
«¡Niños, espero que hayan tenido un excelente tercer período! Ahora, abramos nuestros libros de matemáticas y vayamos a la página cuarenta y cinco, por favor», dijo Olga mientras el sonido de mochilas al abrirse llenaba su salón. El sonido de los libros abriéndose siguió mientras cada estudiante pasaba las páginas de sus libros a la página cuarenta y cinco. Olga caminó entre las filas de asientos mientras hablaba sobre la división de Matemáticas, y a través de su visión periférica, captó a Julian, uno de sus alumnitos de once años, mirándole el culo. Pasó junto a él y deslizó sus dedos sobre sus hombros, lo que hizo que el niño se sonrojara por su toque. Le encantaba coquetear con sus alumnos de esta manera y, al estar cerca de ellos, sabía que todos tendrían un bulto en los pantalones cuando salieran de clase. Mientras caminaba de regreso hacia el centro del salón de clases, notó que el asiento de Rodolfito estaba vacío. Rodolfito era un niño gordito con gafas que luchaba por hacer amigos en la escuela y en su clase, y resultaba ser el alumnito favorito de Olga. Él le recordaba a ella misma cuando era más jovencita porque a esa edad ella también era gordita y usaba anteojos. Su ausencia la preocupaba y se preguntaba si estaría enfermo.
«Niños, ¿alguien ha visto a Rodolfito?» Olga preguntó a sus alumnos y vio que todos negaban con la cabeza. Caminó hasta su escritorio para sentarse y les dijo a sus alumnos que continuaran trabajando en su tarea de matemáticas mientras sacaba la lista de asistencia de la escuela y notaba que Rodolfito estaba presente durante su clase principal. Se cruzó de piernas y cogió el teléfono de su escritorio para llamar a la oficina de la escuela cuando de repente se sobresaltó porque algo le tocó la pantorrilla. Empujó su silla hacia atrás y miró hacia abajo y vio que el niño desaparecido, Rodolfito, estaba escondido debajo de su escritorio y le palpaba la pantorrilla con su manita. Su manita se deslizó hasta el tobillo de Olga y lentamente la deslizó por su pantorrilla, deteniéndose en su rodilla. Deslizó su manita de nuevo hasta su tobillo y jugó con los dedos de su pie, lo que la hizo reír por su toque. De repente, se dio cuenta de la situación en la que se encontraban ella y Rodolfito, y no quiso despertar sospechas en sus alumnos sobre por qué Rodolfito estaba debajo de su escritorio. No sólo estaba debajo de su escritorio, sino que también la tocaba, lo cual a ella le gustaba. Entonces, se le ocurrió una idea que la ayudaría a comunicarse con Rodolfito. Movió su silla hacia adelante mientras sacaba algunas hojas de papel y escribía un mensaje en una de las hojas para el peladito debajo de su escritorio.
«¿Te gusta tocarme las piernas, Rodolfito?» Olga escribió en la hoja de papel y se la entregó al niño debajo de ella. Olga lo miró y Rodolfito asintió con la cabezita de arriba a abajo mientras seguía sintiendo sus piernas. En ese momento, Olga deseó haber retrocedido en el tiempo para decirse a sí misma que debía usar medias negras para que Rodolfito pudiera disfrutar aún más la sensación de sus piernas. Aun así, Olga siempre se aseguraba de afeitarse semanalmente y siempre hidrataba su piel con lociones y perfumes perfumados. Se preguntó si Rodolfito estaba disfrutando de su aroma y la suavidad de sus piernas, y la única forma de saber si era así era palpando su entrepierna. Olga sacó el pie izquierdo de su zapato de tacón alto y miró hacia abajo para asegurarse de que estaba colocando su pie en la entrepierna de Rodolfito. Cuando Olga lo hizo, sintió su erección a través de la tela de sus pantalones cortos, lo que comenzó a excitarla aún más de lo que ya era. Escuchó al niño gemir cuando Olga comenzó a acariciar su erección con el pie a lo largo de su penecito. Olga soltó una risita al escuchar a su alumnito gemir, miró a Rodolfito y se llevó el dedo índice a los labios para decirle que no haga ningun ruido. Luego tomó otra hoja de papel para escribirle otro mensaje.
«¡Te mostraré algo que sé que te encantará!» Olga escribió en la segunda hoja de papel y se la entregó al niño curioso. Luego, descruzó las piernas y las abrió de par en par, dejando al descubierto su tanga roja a los ojitos curiosos del peladito. Olga podía sentir que estaba mojada allí abajo mientras frotaba su coño a través de su tanga, empapando aún más la tela roja con sus jugos. Lo único que Rodolfito pudo hacer fue mirar con asombro cómo su maestra se frotaba vigorosamente frente a él. Olga hizo todo lo posible por amortiguar sus gemidos, pero la idea de lo que estaba haciendo tan cerca de la carita de Rodolfito la excitaba inmensamente. Luego, Olga miró al niño curioso y separó su tanga para revelarle su coño rosado y mojado. Pudo ver los ojitos de Rodolfito abrirse y cuando lo hizo, supo que este era el primer coño que había visto en su joven vida. Olga se subió la falda para revelarle aún más al jovencito, de modo que pudiera ver su montículo afeitado, la parte interna de sus muslos y los jugosos labios rosados de su coño. Luego, Olga insertó dos dedos dentro de su coño y comenzó a tocarse delante del peladito, lo que la hizo retorcerse en su asiento y gemir suavemente de placer. Luego, Olga tomó otra hoja de papel, queriendo ir un paso más allá.
«Quiero que me lamas ahí abajo, Rodolfito. ¿Puedes hacer eso por mí, por favor?» Olga escribió en la tercera hoja de papel y se la pasó a Rodolfito, y cuando él la leyó, él emocionado movió la cabezita de arriba a abajo para decirle que eso lo haría por ella. Olga miró su sudorosa mata de cabello rizado y colocó sus manos sobre su cabezita mientras Rodolfito enterraba suavemente su rostro en su coño. Luego, Olga gimió cuando Rodolfito comenzó a lamer el interior del coño de Olga lentamente, haciéndola echar la cabeza hacia atrás de placer. Olga miró a sus alumnos y todos todavía estaban concentrados en sus tareas, y luego miró el reloj en la pared y vio que la hora del almuerzo en la escuela era en menos de diez minutos. Rodolfito continuó comiendo torpemente el coño de Olga, besándolo en zonas aleatorias y lamiendo su clítoris por error cada pocos segundos, haciéndola gemir con más frecuencia. Olga pasó los dedos por el cabello de Rodolfito rizado mientras empujaba su carita más profundamente entre sus piernas, apretando su cabezita suavemente con sus muslos. Olga ya no podía soportar el placer y sabía que el niño pequeñito la follaría en ese mismo momento. De repente, sonó el timbre indicando a toda la escuela que era la hora del almuerzo, y rápidamente se puso el zapato de tacón izquierdo y caminó hacia la puerta para dejar salir a los estudiantes. Olga luego cerró la puerta, regresó a su escritorio y volvió a sentarse.
«¡Se han ido todos! ¡Ahora puedes subir desde debajo del escritorio, cariño!» Olga le dijo a Rodolfito mientras se levantaba del suelo. Afuera, en el pasillo, Lucas recordó que había guardado su libro de Geografía dentro de su escritorio y que lo necesitaría para su próxima clase después del almuerzo. Lucas regresó al salón de clases de Olga y antes de que agarrara el pomo de la puerta del salón, escuchó crujidos y conversaciones dentro del salón. Lucas abrió la puerta suavemente para no hacer ruido y notó que su maestra, Olga, estaba quitandole frenéticamente la camisa a Rodolfito y comenzó a besarle el pecho suavemente. Lucas inmediatamente sacó su teléfono y comenzó a grabar lo que estaba viendo, lo cual le resultó increíble. De todos los niños con los que su maestra querría compartir su cuerpo sexy, ella eligió al niño gordito al que él estaba intimidando, lo que hizo que Lucas se enojara y se pusiera celoso. Luego, Rodolfito se bajó los pantalones cortos hasta los zapatos mientras Olga lo tiraba hacia abajo entre sus piernas.
Olga apoyó las piernas sobre la mesa de su escritorio y se sentó en la silla de su escritorio, con las piernas abiertas para su alumnito de once añitos. Rodolfito comenzó a frotar su erección sobre el coño de Olga, queriendo desesperadamente hacerle algo que él no tenía conocimiento de hacer, algo que la naturaleza había despertado para él en ese momento. Olga podía oír la respiración entrecortada de Rodolfito mientras él estaba allí frotándose entre los labios de su coño, y supo que había excitado al peladito, tanto como él la había excitado a ella. Para darle alivio, Olga agarró el penecito de Rodolfito y lo guió dentro de su coño. Aunque ya había tenido penes más grandes dentro de ella en el pasado, sabía que el penecito de Rodolfito sería el que le daría el mejor sexo que jamás había tenido. Ambos gimieron al unísono mientras Rodolfito la penetraba, pero una vez dentro de ella no supo qué más hacer. Luego Olga le susurró al oído para guiarlo.
«¡Qué rico papi! Ahora empuja tu penecito dentro y fuera de mi coño, tal como lo hacía yo con mis dedos», Olga susurró mientras colocaba sus manos sobre el pequeño trasero de Rodolfito. Olga lo empujó suavemente hacia arriba y hacia abajo para que Rodolfito pudiera entender mejor, y después de unos minutos de práctica, Rodolfito encontró un ritmo para sus embestidas. A Olga le encantaba mirar la carita de Rodolfito mientras la follaba lentamente y torpemente. Rodolfito tenía los ojitos cerrados y jadeaba de placer, y Olga supo que el niño de once años se estaba divirtiendo dentro de ella. Rodolfito abrió los ojitos y miró a la mujer debajo de él, y no podía creer la suerte que tenía de hacer esto con ella. A Rodolfito le encantaba el balanceo de los senos de Olga mientras la follaba, y Olga se dio cuenta de que Rodolfito los estaba mirando. Olga sacó sus senos de su camisa para que su pequeño y gordito alumnito pudiera verlas mejor, haciendo que Rodolfito acelerara sus embestidas dentro de ella al ver sus senos desnudos. Olga tomó sus manitas y las colocó sobre sus senos y Rodolfito comenzó a masajearlas con movimientos circulares. Entonces, el placer que sentía Rodolfito finalmente lo superó, y con un fuerte gemido, sacó su penecito y se corrió sobre el tonificado estómago de Olga. Olga pudo verlo eyacular unas gotitas de su lechita y ella también había llegado a su límite.
«¡Ayyy yo también me voy a correr, Rodolfito! ¡Me vas a hacer correrme! ¡Mmmmm, ayyy qué rico!» Olga gimió ruidosamente cuando una cascada de placer la invadió mientras experimentaba su orgasmo. Olga atrajo al niño hacia ella en un intenso abrazo mientras ella se sacudía violentamente debajo de su nuevo amante. Olga gimió susurrándole al oído lo mucho que lo había deseado, lo mucho que le había encantado tener su lechita sobre ella, y el pequeñito, que frotaba su penecito fláccido en el muslo de Olga, le dijo lo mismo. Allí descansaron juntos unos minutos para disfrutar de la compañía del otro, y mientras Olga miraba el reloj de la pared, le pidió a Rodolfito que se vistiera ya que la hora del almuerzo casi había terminado. Rodolfito se sintió decepcionado porque su tiempo juntos había terminado y Olga le hizo una promesa a su nuevo amante. Olga le prometió a Rodolfito que harían esto todos los días durante la hora del almuerzo y que tal vez en el futuro él podría visitarla en su casa para divertirse aún más.
«¿Pu-puede mi hermanito también unirse a nosotros, maestra? ¿Puedo traerlo después de la escuela? El va a la escuela Oak al otro lado de la calle,» preguntó tímidamente Rodolfito. Olga gimió y se interesó ante la idea de tener sexo con dos niños, y se preguntó cómo podrían los tres reunirse. Olga sabía que tendría que devolver sus llaves a la oficina principal no más de una hora después de que sonara el último timbre, y entonces se le ocurrió la idea de llevarse a los dos hermanitos a casa con ella.
«Mmm y ¿cuántos años tiene tu hermanito, Rodolfito?» preguntó Olga emocionada. Olga inmediatamente llevó sus dedos a su coño esperando la respuesta del niño. Olga comenzó a frotar el interior de su coño mojado, imaginándose en varias posiciones con los dos hermanitos. Olga se imaginó en lencería, en una de las camitas de los niños siendo follada duro y rápido. Olga se imaginó en una habitación llena de niños de todas edades. Se imaginó a niños de ocho años, de nueve años, y se imaginó a todos ellos vaciando sus bolitas en su cara, como para marcarla como su territorio.
«Oscar tiene nueve años», dijo Rodolfito, y entonces Olga empezó a susurrar y a temblar mientras un pequeño orgasmo la invadía silenciosamente cuando se enteró de la edad de su hermanito. Olga lo deseaba. Olga quería que alguien tan jovencito la penetrara, que la usara como su juguete, y Olga no podía esperar para conocerlo.
«¡Sí! ¡Tráelo después de la escuela pero en lugar de volver al salón, nos vemos en frente de la escuela Oak. Los recogeré y los llevaré a casa conmigo», dijo Olga mientras sacaba los dedos de su coño. Olga entonces le dio a Rodolfito su número de teléfono para que pudiera estar en contacto con ella y de repente, sonó el timbre y Lucas dejó de filmar cuando notó que su maestra y Rodolfito se levantaban. Lucas cerró suavemente la puerta y Rodolfito junto a su maestra se dirigieron hacia la puerta y se despidieron, sabiendo que se encontrarían con Oscar en su casa en unas horas.
Cuarenta minutos después de que sonó la campana final, Olga estacionó su auto frente a la escuela Oak y le había enviado un mensaje de texto a Rodolfito para avisarle que los estaba esperando a él y a Oscar en un Toyota blanco. Cuando Olga vio a Rodolfito y su hermanito menor, condujo hasta la entrada de la escuela y bajó la ventanilla del pasajero para poder gritar el nombre de Rodolfito. Rodolfito sonrió y acercó a su hermanito al auto de Olga y ambos se sentaron en los asientos traseros mientras Olga comenzaba a conducir hacia su casa. Luego, una vez que los tres estuvieron en la sala de Olga, Olga se agachó y le dio a Oscar, el niño de nueve años, un regalo de bienvenida. Olga tomó las manitas del pequeño y las colocó sobre sus pechos para que el niño pudiera entender lo que estaría haciendo en su casa junto con su hermano mayor. Esto puso celoso a Rodolfito quien pisoteó su pie derecho para quejarse de la atención que la mujer mayor le estaba dando a su hermanito.
«¡No tengas celos, cariño! Tu hermanito aún no ha hecho lo que tú has hecho conmigo, y es justo que él también lo haga». le dijo Olga al niño celoso mientras se alejó ligeramente de ellos y se levantó la falda azul, revelando su culo a los niños excitados. Olga lentamente bajó su falda hasta sus pies y se quedó allí con su blusa negra, tanga roja y tacones altos negros mientras se volvía hacia los niños. Rodolfito y Oscar admiraron su figura, cada uno mirando diferentes partes de su cuerpo. A Oscar, el más flaco y nerd de los dos niños, le encantaban sus caderas anchas, y Rodolfito sus piernas largas, su parte favorita de ella. Satisfecha de haber calmado a Rodolfito, Olga se levantó la blusa por encima de la cabeza para revelar sus grandes senos a los niños sedientos que tenía delante. Olga se sentó en su sofá, colocó los dedos a los lados de su tanga y lentamente la avanzó poco a poco hacia sus rodillas. Olga levantó su pierna derecha sobre su tanga e hizo lo mismo con la otra pierna, quitándose finalmente su última prenda de vestir. Los dos peladitos disfrutaron de toda su gloria desnuda y sintieron que era hora de que ellos también se desnudaran.
«¡Ayyyy Dios, estan bien duritos! Rodolfito, ¿por qué no le muestras a tu hermanito lo que me gusta?», Olga dijo mientras movía su cuerpo de lado para recostarse en el sofá. Olga levantó las piernas en el aire y, con una sonrisa, Rodolfito se apresuró a subirse al sofá entre sus piernas y acarició su penecito en el montículo del coño de Olga. Sin poder contenerse más, el niño de once años entró en el resbaladizo pasaje de la mujer, haciendo que los dos gimieran al unísono mientras Rodolfito entraba en ella. Oscar acarició su penecito con furia, excitado por lo que sus ojitos estaban viendo en el sofá frente a él. Vio como su hermano mayor se estaba follando a su maestra con tanta pericia y empezó a sentir celos. Vio cómo los senos de Olga rebotaban arriba y abajo por las embestidas de Rodolfito, y miró su cuerpo hacia arriba, hacia sus piernas levantadas que se balanceaban en el aire. Olga miró hacia abajo entre sus piernas y vio la pollita de Rodolfito entrando y saliendo de ella, complaciéndola de una manera que ningún hombre adulto podría jamás hacer. Oscar se sentía triste, envidioso y excluido de la diversión, y eso hacía que su penecito se volviera flácido. Olga inclinó la cabeza hacia atrás con placer y, mientras lo hacía, notó a Oscar, solito, acariciando su penecito lentamente y sin pasión.
«Oscar, no te preocupes, ¡ya tendrás tu turno! ¿Por qué no vienes aquí y te sientas a horcajadas sobre mi estómago y te mostraré dónde puedes poner tu pollita?», arrulló Olga mientras le indicaba a Oscar que se acercara. Oscar se levantó emocionado en el sofá y se sentó a horcajadas sobre el tonificado estómago de Olga y ella comenzó a acariciar su penecito, apuntándolo entre el valle de su escote. Olga usó un poco de su saliva para lubricar su escote para que a Oscar le resultara más fácil empujar entre sus senos. Oscar colocó su pollita entre los grandes senos de Olga mientras ella los apretaba para el niño. Oscar observó cómo su penecito estaba envuelto entre ellos, lo que hizo que él entrara y saliera lentamente de los senos de Olga mientras ella tiraba y frotaba sus pezones. Oscar gimió fuertemente mientras empujaba entre ellos, haciendo que su pollita se endureciera con cada embestida. Oscar colocó sus manitas sobre los senos de Olga y los apretó, permitiendo que Olga liberara sus manos. Rodolfito, que estaba pasando el mejor momento de su vida entre las piernas de Olga, pudo ver lo que hacía su hermanito menor frente a él y eso hizo que se metiera más rápido en el coño de Olga.
«¡Mmmm oh! ¡Ah! ¡Ah! ¡Olga! ¡Sí! ¡Me encanta follarte así!» Rodolfito gimió fuertemente mientras bombeaba rápidamente el coño de Olga. El niño de once años siguió y siguió, y Olga se sorprendió de su resistencia en comparación cuando la estaba cogiendo dentro del salón de clases hace horas. Mientras tanto, Oscar lentamente tomó ritmo mientras se metía entre los senos de Olga. La cabezita de su penecito estaba roja como una remolacha por la fricción de sus embestidas, y con cada embestida, podía sentir algo nuevo creciendo dentro de él y se preguntaba si tenía que orinar. Olga gimió mientras apoyaba su cabeza en el reposabrazos del sofá y cerraba los ojos para saborear el placer que los dos pequeñitos le estaban dando. Olga pensó en las edades de ambos niños y las sumó, y encontró excitante que ella todavía fuera mayor que sus edades combinadas. Rodolfito gimió mientras la bombeaba erráticamente. Rodolfito le dio su último, lento y profundo empujón antes de que sus compuertas se abrieran y estallaran dentro de su coño. Olga podía sentir el calor de su lechita brotando en las paredes de su vagina, cubriéndolas con su pegajoso néctar. Rodolfito inclinó la cabeza hacia atrás por el placer que invadió su cuerpo mientras vaciaba sus bolitas en Olga.
«¡Ay! ¡Ayyy sí, Rodolfito! ¡Correte dentro de mí, bebécito! ¡Llena mi coño! ¡Oscar, quiero que tú también te corras!» Olga gimió mientras apretaba su coño alrededor de la pollita de Rodolfito para ordeñarlo. Olga sintió los últimos espasmos de la pollita de Rodolfito mientras vaciaba toda su lechita en ella, y parte de su lechita comenzaba a salir del coño de Olga. Olga sintió que la pollita de Rodolfito se volvía más suave y flácida, y se preguntó si Oscar sería capaz de hacer lo mismo por ella en sus senos. Olga gimió mientras miraba la pollita entre su escote, y luego miró a quién le pertenecía ese penecito. Oscar le estaba dando todo lo que tenía y, aunque era extremadamente jovencito, tenía la pasión de un hombre adulto en sus ojos. Olga no podía esperar a tener más encuentros con el niño de nueve añitos. Oscar comenzó a empujarse más rápido y, mientras lo hacía, Olga miró hacia abajo entre su escote y le encantó cómo la cabecita de su penecito aparecía y desaparecía con cada uno de sus golpes. Al ver esto, Olga tuvo una idea que sabía que llevaría a Oscar al límite.
«¡Maestra, Oscar no puede correrse! ¡Es un estúpido!» dijo el niño mayor, ganándose un ceño fruncido por parte de la mujer mayor y de Oscar. Satisfecho, Rodolfito sacó su penecito del coño de Olga y, con él, un glóbulo de su lechita goteó hasta el sofá de cuero debajo de ellos. Mientras se levantaba del sofá, Olga relajó las piernas en el apoyabrazos del sofá cuando Rodolfito las soltó. Oscar parecía visualmente frustrado cuando empujó su pollita demasiado lejos, provocando que se saliera de los senos de Olga. Frustrado consigo mismo, Oscar se volvió fláccido y trató de relajarse para poder endurecer nuevamente su penecito y volver a colocarlo rápidamente entre los senos de Olga. Olga sabía que el comentario de su hermanito mayor le había hecho perder la concentración y, para ayudar a Oscar, Olga empezó a jugar con sus senos, amasándolos con movimientos circulares para Oscar. Olga besó sus senos y chupó sus pezones, dándole al niño de nueve añitos una imagen que lo volvería a poner durito. Oscar gimió mientras comenzaba a acariciarse, concentrándose en la nueva sensación en su ingle. Cuando Oscar volvió a ponerse durito, colocó su penecito nuevamente en el escote de Olga, apretando sus senos una vez más y comenzó a acariciarse entre Olga más rápido, haciéndola gemir fuertemente. Luego, Olga abordó el comentario de Rodolfito.
«Lo que dijiste no estuvo bien, Rodolfito. ¡Apuesto a que Oscar se correrá más que tú! Te correrás por mí, ¿verdad, cariño?» Olga le dijo a Oscar mientras se acercaba el coño y se frotaba el clítoris con furia. Olga todavía no había tenido un orgasmo, y la idea de que un niño de nueve años le follara los senos la estaba volviendo loca. Rodolfito se sintió herido cuando Olga le dijo eso y se preguntó qué había hecho mal. Rodolfito vio a su maestra en el sofá, totalmente concentrada en su hermanito menor, y empezó a sentir celos. Rodolfito escuchó las palabras de aliento que Olga le estaba gimiendo a Oscar, rogándole que se corriera sobre ella mientras veía a su hermanito menor empujarse lentamente entre sus senos. Verlos desde este ángulo hizo que Rodolfito se endureciera nuevamente, y comenzó a acariciar su penecito mojado y pegajoso, instantáneamente endureciéndose y listo para más. Mientras tanto, las embestidas de Oscar se hacían cada vez más lentas, y podía sentir que algo salía del centro de su ingle, y se preguntaba si era el mismo líquido que veía saliendo del coño de Olga. Oscar miró el rostro de Olga y con confianza en su voz le aseguró algo a la maestra pedófila.
«¡Sí Señorita Olga! Me voy a correr mucho para ti. ¡Más que Rodolfo!» Oscar gimió mientras empujaba erráticamente entre los senos de Olga. La extraña sensación en su ingle iba aumentando en intensidad y Oscar sentía que podía explotar en cualquier momento.
«¡Ayy cariño, sé que lo harás! ¡Muéstrale a tu malvado hermano que vas a disparar tu lechita de niño sobre mí!» Olga gimió mientras implementaba su idea. Mientras Oscar empujaba hacia abajo, Olga abrió la boca y esperó su empuje hacia arriba, y cuando completó su empuje, Oscar sintió algo cálido y húmedo en la cabezita de su penecito. Oscar miró hacia abajo para ver qué era y se sorprendió al ver su penecito empujando la boca abierta de Olga con cada uno de sus movimientos ascendentes. Esa imagen había llevado a Oscar al límite y había despertado algo en él que había estado dormido desde su nacimiento. Oscar colocó sus manitas en el reposabrazos del sofá mientras se empujaba rápidamente dentro de la boca de Olga, haciendo que la mujer adulta gimiera de placer por su repentina penetración. Olga continuó frotando su clítoris con furia, y con la otra mano insertó sus dedos dentro de su coño y disfrutó de la follada bucal que le estaba dando Oscar.
«Señorita… ¡ahhh Olga! ¡Voy a… creo que voy a hacerlo!» gimió Oscar mientras sacaba su pollita de la boca de Olga, incapaz de controlar los espasmos de su cuerpo mientras frotaba su penecito en su cara. Olga pensó que Oscar iba a disparar largas hebras de lechita en su cara, pero el niño de nueve años disparó pequeñas hebras de un líquido cálido y claro en su cara que parecía pre-semen. Aun así, solo pensar que un niño de nueve años tuvo su primer orgasmo frente a ella y en su cara la envió al límite cuando dejó de frotar su clítoris, dejando que su propio orgasmo inundara su cuerpo, paralizándola, haciéndola temblar y gemir fuerte. Mientras Olga se recuperaba de su propio orgasmo, notó la expresión de extrema felicidad en el rostro del jovencito mientras se desplomaba encima de ella.
«No pensé que sería capaz de correrse a su edad», Olga pensó mientras calmaba la nuca de Oscar. Después de unos momentos, Oscar había comenzado a chupar los senos que había estado follando momentos atrás, y en ese momento, Olga le susurró al oído, diciéndole que hizo un buen trabajo y que en el futuro podrá fóllarle El coño igual que su hermanito mayor. Rodolfito, celoso por la atención que le estaba dando a su hermanito menor, apuntó su penecito cerca de la boca de Olga y ella lo apartó, y le dio al niño mayor un gesto de desaprobación. Confundido, Rodolfito dio un paso atrás y miró fijamente a su hermanito menor, sintiendo envidia de él mientras se vestía. Olga estaba en el cielo en ese momento. Había conquistado con éxito a su segundo niño.
El presente y el primer día del chantaje de Lucas…
A la mañana siguiente, Olga se duchó y cuando estuvo lista para vestirse, recordó la nota de Lucas y comenzó a temer lo que pasaría ese día. Olga exhaló frustrada y eligió su lencería, decidiéndose por un sujetador y tanga de encaje color canela. Luego, eligió un par de tacones altos que siempre usaba, que eran negros y complementarían sus suaves y largas piernas. Luego, Olga eligió una falda negra ajustada que abrazaba su figura y una blusa gris, y mientras se miraba en el espejo, Olga esperaba que los otros profesores no mencionaran su elección de ropa como inapropiada. Olga exhaló y esperó lo mejor mientras salía de su casa y se dirigía a la escuela. Mientras Olga caminaba por los pasillos, todos los niños de sexto a octavo grado tenían sus ojos puestos en ella, y algunos incluso comenzaron a seguirla solo para admirar su belleza, su cuerpo. Incluso los profesores varones estaban contemplando su delicioso cuerpo, ganándose sus ceños fruncidos por parte de las profesoras de la escuela.
Olga tuvo que admitirse a sí misma que le encantaba la atención que recibía, especialmente de todos los niños pequeños. Las horas fueron pasando y mientras sonaba la campana que señalaba el final de las clases del tercer período, su clase del cuarto período comenzó a poblar las sillas de los escritorios de su salón de clases. El corazón de Olga dio un vuelco cuando Lucas entró, y en el momento en que sus ojos se conectaron, Olga se sintió intimidada por él y tuvo que apartar la mirada. Olga suspiró y miró hacia la puerta del salón para ver entrar a su último alumno. Era Rodolfito, y en el momento en que lo vio, Olga se sintió molesta y decepcionada de sí misma por lo que le pediría a él y a las niñas en su salón. Olga le sonrió a Rodolfito mientras tomaba su asiento y observó el pasillo, y cuando estaba vacío de estudiantes y profesores, Olga le habló a su clase.
«Niños, antes de comenzar, necesito un favor de Rodolfito. Rodolfito, quiero que lleves a todas las niñas de nuestra clase al almacén de al lado. Es una tarea de nuestro director y los necesito a todos para organizarlo y limpiarlo. ¿Pueden hacer eso por mí, por favor? dijo Olga mientras Rodolfito y las niñas se levantaban de sus escritorios confundidos mientras caminaban lentamente hacia la puerta y formaban una fila, con Rodolfito liderando. Lucas se reía suavemente y Olga podía escucharlo a través del silencio del salón cuando, de repente, Olga sintió una vibración dentro de su coño que la hizo gemir suavemente. Afortunadamente, Olga se había alejado de sus alumnos para taparse la boca y nadie la había escuchado, pero Olga sabía que tenía que sacar a la fila de su salón de clases y dentro del almacén. Olga los llevó al almacén y abrió la puerta, y cuando Olga la abrió, Rodolfito la miró con preocupación, preguntándose por qué su maestra se comportaba de manera extraña a su alrededor. Olga esperó a que las niñas entraran y cuando estuvieron todas, Olga le entregó una nota a Rodolfito. Era la nota que Lucas le había dado, y mientras entraba al almacén, Rodolfito cerró la puerta y escuchó a Olga cerrarla desde afuera. Rodolfito desdobló la nota y lo que leyó le molestó muchísimo. Rodolfito finalmente entendió por qué su maestro actuaba de esa manera.
«Bien, niños, ahora que hemos solucionado eso, abran sus libros en la página cincuenta y comenzaremos la lección», dijo Olga molesta mientras cerraba la puerta del salón con llave y caminaba de regreso a su escritorio. Cuando Olga pasó por el escritorio de Lucas, sintió la manita de Lucas sobre la suya y se detuvo. Lucas le entregó discretamente una nota y Olga la abrió y empezó a leerla.
«Maestra, si está leyendo esta nota, significa que pasó la primera prueba. Significa que me gustó que encerraste al estúpido de Rodolfito y a las niñas, y significa que me gustó que la escuché gemir cuando hice vibrar su coño. Significa que el vibrador está funcionando y puedo jugar con él cuando quiera. Ahora, esto es lo que quiero que hagas. No te sentarás en tu silla, te sentarás en tu escritorio y vas a cruzar tus piernas sexys para que todos las veamos. Así es como quiero que nos enseñes hoy. Quiero que todos nos vayamos con una erección en los pantalones.»
«A-ahora que estamos en la página cincuenta, voy a cubrir la primera lección», dijo Olga mientras caminaba hacia su escritorio y se sentaba en el escritorio. Todos los niños de la clase la miraron mientras cruzaba sus largas piernas, exponiendo sus deliciosos muslos a todos en la clase. Cuando Olga comenzó la lección, Lucas presionó un botón en el control remoto del vibrador, enviando una ola de placer a Olga mientras ella gemía a mitad de la frase. Olga se frotó la parte interna de los muslos, avergonzada de verse obligada a estar en esa situación, avergonzada de no tener el control. Olga miró a su clase y todos los niños estaban con los ojitos muy abiertos ante lo que estaban viendo. Olga podía ver los bultos en sus pantalones mientras seguía gimiendo suavemente por ellos. Lucas apagó el vibrador en ese momento y le permitió a Olga recuperar el aliento por la repentina invasión de placer que le envió de forma inalámbrica. Olga continuó cubriendo problemas de multiplicación, explicando que la respuesta al problema era veinte, y mientras continuaba la lección, sintió otra ola repentina de vibraciones que la hizo descruzar las piernas y separarlas, dándoles a los niños una visión de su tanga. Olga gimió mientras colocaba una mano sobre su tanga mojada para frotarse discretamente a través de su suave encaje. Las vibraciones terminaron exactamente a los veinte segundos, el mismo número que la respuesta del problema de matemáticas y Olga empezó a entender lo que Lucas estaba haciendo. Olga decidió poner a prueba su teoría.
«Niños, ¿quién puede decirme cuánto es dos por cinco?» preguntó Olga mientras todos los niños cachondos de su clase levantaban las manitas. Olga miró a cada niño y eligió a Julián, uno de sus alumnos de once años y el pequeño respondió «diez». De repente, Olga sintió las vibraciones y gimió con fuerza.
«¡Bien Julian! ¡Bien! ¡Mmm, sí, esa es la respuesta correcta!» gimió Olga mientras se frotaba el coño mojado frente a la clase. Julian sacó su penecito y comenzó a acariciarse lo que estaba viendo al frente de la clase, y todos los niños de la clase habían hecho lo mismo. Diez segundos después, las vibraciones dentro del coño de Olga cesaron, lo que hizo que Olga se sintiera frustrada y con ganas de más.
«¡Mmmm, ayyyy! Veamos. ¿Quién puede decirme cuántos niños en esta clase tienen una erección en este momento?» Olga gimió cuando notó que todos los niños frente a ella, excepto Lucas, se habían sacado sus penecitos y comenzaron a acariciarse mientras estaban sentados en sus sillas. Todos los niños se miraron unos a otros, queriendo contarse para poder darle una respuesta a la maestra y verla retorcerse de placer. Danielito, uno de los alumnitos de doce años, levantó la manita y dijo «diez» y Olga sonrió y sacudió la cabeza de arriba a abajo para hacerle saber a Danielito que tenía razón. Las vibraciones, sin embargo, nunca llegaron, y Olga miró a Lucas, pero el niño sólo agitó el control remoto del vibrador hacia Olga.
«Ayyy Lucas. ¡Sigue enviándome vibraciones por favor! ¡Por favor papito, no seas malo conmigo!» Olga gimió, lo que hizo que la clase jadeara de sorpresa cuando escucharon a la mujer adulta gemir el nombre de uno de sus compañeros. Lucas, feliz y satisfecho con los exitosos resultados de su plan, se levantó de su escritorio y comenzó a desabotonarse los pantalones. Lucas los dejó caer al suelo y Olga comenzó a quitarse la blusa gris por la cabeza y la arrojó al suelo. Luego, Olga se desabrochó la falda, se la quitó de las piernas y la arrojó al suelo encima de su blusa.
«Lucas, ¿ves ese taburete junto a la puerta? Cógelo y colócalo aquí en el suelo, frente a mí», dijo Olga mientras Lucas tiraba su propia camisa al suelo. Todos los niños de la clase también se desnudaron y todos estaban excitados y emocionados, esperando más. Olga se desabrochó frenéticamente el sujetador y se lo quitó, revelando a todos los niños de la clase sus grandes pechos. La habitación se llenó de jadeos de asombro, y Olga comenzó a deslizar su tanga hasta sus piernas, y finalmente quedó completamente desnuda para el grupo de niños de once y doce años. Luego, cuando Lucas colocó el taburete frente a la excitada maestra y se paró sobre él, todos los niños de la clase se pararon frente al escritorio para ver de cerca el cuerpo desnudo de su maestra. Como Lucas estaba parado en el taburete frente a Olga, su penecito estaba perfectamente nivelado con el coño de Olga, y el cachondo niño de doce años sabía exactamente qué hacer. Lucas agarró su penecito y lo apuntó al coño mojado de Olga y Lucas la penetró. Cuando Lucas entró en ella, ambos gimieron al unísono y Lucas comenzó a empujarse dentro y fuera de Olga, haciendo que la mujer excitada gemiera de placer el nombre del niño. Los otros niños comenzaron a masturbarse, todos susurraron entre ellos y miraron la escena erótica que se desarrollaba frente a ellos
.»¡Ayyyy, qué rico! ¡Lucas! ¡Ayyy Lucas! ¿Dónde aprendiste a hacer esto?» Olga gimió cuando Lucas empujó dentro de ella. Luego, Olga envolvió sus largas piernas alrededor de la cintura del niño de doce años mientras Lucas continuaba empujándose dentro de ella a un ritmo más rápido mientras bajaba su cuerpo sobre su maestra, con las manitas en sus senos, jugando con sus pezones.
«Mi mamá me deja tener sexo con ella, desde que tenía nueve años. Yo también quería tener sexo contigo, maestra», dijo Lucas mientras agarraba las piernas de Olga y las levantaba en el aire para poder follar a su maestra a un ritmo más rápido. Lo que Olga escuchó salir de la boca de Lucas la excitó aún más, llevándola al borde del orgasmo, y comenzó a empujarse hacia arriba con cada embestida que Lucas le daba a su coño. De repente, la situación en la que se encontraba Olga resultó ser demasiado para ella. Olga experimentó un poderoso orgasmo, el más fuerte que jamás había sentido, recorrió su cuerpo y comenzó a gemir más fuerte, temblando incontrolablemente debajo de Lucas. Olga arrojó jugos de coño en el estómago de Lucas, algunos de ellos chorrearon en los cuerpitos de los otros niños que estaban parados junto a su escritorio. Mientras Olga se relajaba, Lucas le sacó el penecito y permitió que Olga se recuperara. Lucas se bajó del taburete, retrocedió unos pasos y esperó mientras acariciaba su penecuto duro y mojado.
Olga se levantó de su escritorio y Lucas le dijo que se acercara gateando hacia él. Lucas no pudo soportarlo más; estaba extremadamente excitado y sintió que su inminente orgasmo estaba a punto de estallar. Olga despreciaba al jovencito por chantajearla, pero la idea de ser el juguete de estos niños la había excitado tanto que tuvo el orgasmo más rápido y poderoso de su vida, y tenía que agradecerle a Lucas por eso. Entonces, todos los niños de la clase de repente formaron un círculo alrededor de Lucas mientras todos miraban a Olga que se acercaba arrastrándose hacia él. Cuando Olga estuvo frente a su nuevo amante, Olga agarró la erección del niño y se la frotó. Lucas comenzó a gemir ante el repentino toque de Olga, y la mujer excitada y satisfecha tomó a Lucas en su boca. La sala se llenó de gritos de emoción cuando todos los niños de la clase vieron lo que su maestra estaba haciendo con Lucas.
«¡Se siente tan bien! ¡Tu boca se siente tan bien Olga! ¡Creo que a Julian también le gustaría esto! ¡Mira su pene, está duro!» dijo Lucas mientras Olga miraba al niñ a su lado. Julián no fue tímido con lo que quería de Olga mientras metía su penecito en su boca abierta y tentadora. Julián penetró torpemente la boca de Olga, y mientras el niño de once años se lo pasaba en grande siendo mamado por su maestra, entonces, un tercer niño, Danielito, se paró junto a Lucas y Julián, y comenzó a acariciar su penecjto de doce años frente a Olga. Julián al notar que su compañero se masturbaba a su lado, sacó su penecito de la boca de Olga y Danielito se acercó a ella. Olga tomó al niño nuevo en su boca y Danielito inmediatamente comenzó a gemir al experimentar su primera mamada. Olga tomó en sus manos los penecitos de Lucas y Julián y comenzó a acariciar a los dos niños mientras chupaba a Danielito. Luego, después de unos momentos de esto, Olga escupió el penecito de Danielito y habló.
«¿Les gusta mi boca en sus penecitos, hmm? ¿Les gusta cómo su maestra los está chupando?» Olga gimió mientras seguía chupando a Danielito y acariciando a los otros dos niños. Olga se turnó para chupárselos, centrándose ahora en Lucas, haciendo que el jovencito gemiera fuertemente. Luego, Olga dejó de acariciar a Danielito y Julián mientras llevaba una mano a su coño mojado y comenzaba a frotarse fuerte y rápido, extremadamente excitada porque estaba en el centro de un círculo formado por niños menores de edad cachondos. Julián y Danielito estaban acariciando con sus penecitos el rostro de Olga mientras declaraban que se iban a correr, y mientras se acariciaban rápidamente el rostro de ella, el resto de los niños se acercaron y comenzaron a acariciarse más cerca de Olga. Luego, Lucas echó su cabezita hacia atrás en éxtasis mientras agarraba la cabeza de Olga y vaciaba sus bolitas dentro de la boca de Olga; y ella podía sentir su lechita salpicando el interior de sus mejillas.
Olga lo sacó de su boca y tragó lo que el pequeño de doce años le dio, sacando la lengua para que Lucas viera que efectivamente ella había tragado su néctar. Ver esto hizo que Julián y Danielito gemieran fuertemente mientras experimentaban sus propios orgasmos, siendo los dos primeros niños del grupo en correrse sobre el hermoso rostro de Olga. Los dos niños habían disparado largas hebras de lechita en la cara de Olga, algunas aterrizando en su barbilla, shs labios y la frente de Olga. Luego, dos niños más se acercaron a su maestra cubierta de lechita de niño mientras Olga tomaba a cada niño en su boca hasta que ambos no pudieron soportar más el placer. Olga también bebió sus lechitas, y con cada niño que quedaba, Olga se aseguraba de que se corrieran en toda su cara, completando su sueño de estar cubierta de lechita de niño. Cuando Olga hubo satisfecho a su amante de doce añitos y a sus amiguitos, Olga supo que había ganado la lotería de pedófilas, y no podía esperar más en Hope Middle School.
Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios a continuación. ¡Gracias por leer!
Primero que bueno poder leerte de nuevo. Fantástico, buenísimo. Espero la próxima entrega
buenisimo relato, que tal una historia de una milf que va a la playa a tomar el sol y le pide a un niño que le ayude con su protector solar y pues pasan cosas ricas.
Como me contacto contigo? Tengo una idea para un relato
me gusto mucho , me quede picado y ahora que va ver una segunda parte que paso con rodolfo y las niñas y vas hacer un relato anterior de juliancito con su mama
Pago por un relato de esta temática personalizado.
yo te puedo trabajar eso, acabo de subir un relato, el cual esta en proceso de hacerse publico, pero tenme paciencia hasta el próximo mes, de ahí en adelante podre hacerte todas las comisiones que quieras, cuando aparezca mi relato ayúdame a correr la voz.