La Cofradía IV
Primera vez siendo parte de la hermandad. .
Habian pasado varios días sin poder hablar con mi hermano. Estaba en epoca de exámenes y no hacia otra cosa que estudiar.
– Después conversamos – me dijo un día que toqué la puerta de su habitación. Ahora la dejaba cerrada, seguramente para que nadie entrara y lo viera desnudo.
– Mañana tengo un examen y necesito que me ayudes – le pedí cuando llegó.
Después de cenar puse mis mis cuadernos y mis libros sobre la mesa del comedor para estudiar.
– Ven – me llama mi hermano en voz baja. Dejé todo y fuimos a su dormitorio.
– Estas segura de lo que vas a hacer ? – me preguntó. Estaba segura, pero ahora no tanto, estaba nerviosa, no sabia que esperar.
– Si, estoy segura – dije dándole firmeza a mi voz.
– Bueno, desnúdate – me dijo mentras él comenzaba a desnudarse. No sabia que hacer, nunca me habia desnudado delante de él ni de nadie. El me habia visto algunas veces denuda pero por accidente y yo me tapaba en seguida con vergüenza.
– Y? Qué esperas ? Si no quieres está bien, lo hacemos otro día – pensé decirle que fuera otro día, pero el examen era al dis siguiente.
Comencé a desnudarme despacio. No tenia mucha ropa, una blusa, una falda y calzones.
– Ahora siéntate como yo – dijo sentándose desnudo y con las piernas cruzadas.
No tenia una erección y su pene le colgaba. Me senté delante de él y me miré. Me depilaba por lo que mi vulva quedaba expuesta, los labios gruesos no permitían que se viera mi clitoris ni nada más. Éso me dejó mas tranquila.
Entonces cerrando los ojos comenzamos con el ritual.
– Está bien, ya puedes pararte – me dijo estirando una mano para ayudarme. Abrí mis ojos, estaba acostada de espaldas desnuda y mi hermano desnudo, parado al lado mío dándome su mano. Le di la mano y me paré. Su pene erecto me apuntaba y me hacia sentir extraña.
– Ya sabes lo que sigue, pero no creo que sea necesario, creo que estas lista – me dijo.
– No, si es necesario, quiero saber si lo hice bien – pasándome delante de él, muy cerca. Queria saber como era todo, no iba a renunciar ahora por un prejuicio.
Puso su pene entre los labios y sentí un calor, un chorro de energía y un imán que me atraía hacia él. Lo abracé, él me abrazó y sentí como lentamente iba entrando dentro de mi. Lo sentia en mi estómago, en mi corazón y en mi cerebro cómo un tornado.
Cuando todo volvió a la calma tenía la boca de mi hermano sobre mi boca.
– Estás bien ? – me preguntó. Sentia su miembro duro dentro de mí.
– Qué pasó? –
– Creo que tuvistes un orgasmo, tuve que tapar tu boca con mi boca para acallar tus gemidos – dijo.
– Un orgasmo? – nunca habia tenido un orgasmos antes, no de ésa magnitud. Si no fuera porque él me tenia abrazada me hubiera caido al piso.
– Ahora vas a ir a estudiar ? – me preguntó.
– No, estoy bien así, me gusta – seguía sintiendo su dureza dentro de mí.
Nos quedamos quietos y en silencio, sentia a mi vagina hacer contracciones. Comencé a moverme lentamente, una cosquilla recorría mi cuerpo. Se sentia muy agradable. El también comenzó a moverse. Ahora no iba a permitir que un torbellino me privara del placer. Mirándolo a los ojos lo besé, sentí su lengua en mis labios y se la chupé, al momento que sus embates iban en aumento. Él chupó la mía y nuestras pelvis chocaban a un ritmo constante una y otra vez. Nada más nada, existía, éramos sólo el y yo. De repente la tormenta, las olas llegaban una tras otra y mi cuerpo vibraba tenso como la cuerda de un arco. Finalmente todo acabó y me dejé llevar por el mar de placer.
– Cómo te sientes ? – me preguntó en vos baja.
– De maravilla, me quedaría así, contigo, toda la noche – su miembro duro seguia dentro.
– Tú, acabaste ? – le pregunté.
– Si, dos veces, igual tú – me dijo. Me sentia mojada y frío en mis piernas.
– Estoy mojada – le dije.
– Si, lo sé, no te muevas – dijo sacando su miembro. Tomó un rollo de papel higiénico del velador, sacó un trozo largo, lo enrrolló en su mano y me lo puso en mi vulva. Comencé a limpiarme, me paso otro trozo y sacó uno para él. Después con otro trozo se arrodilló y comenzó a limpiar mis piernas. De pronto sentí sus labios y su lengua en mi vulva. Una corriente recorrió mi cuerpo haciéndome empujar mi vulva contra su boca, al mismo tiempo que acariciaba su cabello. Nunca me habia imaginado como se sentiria que me chuparan mi vagina.
– Vas a tenet que ir a lavarte – me dijo parándose.
– Ahora yo – le dije arrodillandome y metiendo su pene en mi boca se lo chupé con todas mis ganas.
– Ya, esta bueno, es tarde – me levanté y lo besé en la boca.
– Te amo – le dije. Siempre lo he amado pero nunca se lo había dicho. Seria que ahora lo amaba más que antes? Me puse la falda y la blusa y con un beso de despedida, fui al baño a lavarme. Me acosté pensado en lo sucedido, se sentía agradable estar entre mis sábanas, había tenido dos maravillosos orgasmos y me sentia satisfecha, además de que le habia regalado mi virginidad a mi hermano, después de esa sonrisa me dormí.
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