La Cofradía X
Continúa el tratamiento contra la anemia. .
– Ya, ahora que quedamos sólos, sigue contando lo de la chica con anemia – le dije a mi hermano sentándome en sofá al lado de él.
– Bueno, te cuento esto porque fue una de las experiencias que me marcaron – dijo.
– La historia sigue así:
A la semana siguiente la mamá me recibió muy contenta, estaba feliz.
– Sabes que ella se está recuperando? Si hasta esta comiendo, recuperó su color y tiene ánimo. Claro que va disminuyendo con el pasar de los días –
– Si, lo sé, no va a ser muy fácil ni muy rápido –
– Eso mismo me dijo el médico, que tuviera paciencia, que el tratamiento era lento, y así había sido. Si hasta había perdido las esperanzas. Cuando mi hija mayor me contó que habían unas personas que hacían oración por los enfermos, no vi ninguna relación con mi hija.
Después, la mayor le dijo a su amiga que pidiera una oración por su hermana enferma. Pasaron las semaneas y no pasó nada. Entonces me dijeron que podía venir una persona a hacerle una imposición de manos. Le dije que eso era una tontería – Nada se pierde con probar – me dijo ella y le encontré razón. Y llegaste tú, no muy convencida te permití que la vieras. Al día siguiente ella se sintió mejor, aunque dormía todo el día y toda la noche, a ratos despertaba, tomaba agua y aveces algún caldo. Lamentablemente con el correr de los días, su ánimo iba disminuyendo.
Pero ahora se siente mucho mejor, aunque sigue durmiendo harto, igual despierta con hambre. Incluso hoy en la mañana se duchó y se acostó de nuevo. Capaz que esté despierta… – dijo llevándome a la pieza.
Estaba durmiendo, me senté en la cama y le tomé la mano. Abrió los ojos y me sonrió.
– Bueno, los dejo – dijo la madre saliendo de la pieza.
– Estas lista – le pregunté mirándola a los ojos.
– Si, estoy lista – dijo dándome un suave apretón con su mano.
Me levanté, cerré la puerta con llave, aunque yo sabía que nadie iba a entrar mientras estuviéramos en » sesión «.
Me desnudé como siempre, hice toda la rutina, cuando retiré la ropa de cama, ella también estaba desnuda. Me subí arriba de ella y le apliqué el tratamiento. Después de su tercer orgasmo, le dije que tenía que irme.
– Me gustaría dormir contigo, aunque sea una sola vez – apretándose contra mí.
– Tal vez, algún día. Por ahora seguiremos con el tratamiento –
Cada semana durante tres meses le daba su » tratamiento «. Ella se estaba recuperando muy bien. El primer mes subió 1 kilo, de peso. Ya sé que es poco, pero ella había venido bajando de peso todos meses. El segundo mes había subido otros dos kilos.
Me preocupaba que ella se estaba enamorando de mi. En el cuarto mes le dije que una semana no podía ir por los estudios y era cierto. Al mes siguiente comencé a ir semana por medio.
– Me vas a dejar – me dijo un día muy apenada.
– No podemos seguir así, yo creo que tu mamá sospecha algo – le dije preocupado.
– Sospecha ? – dijo sonriendo.
– Lo sabe, yo se lo dije –
– Pero, cómo que lo sabe? De cuándo que lo sabe? – le pregunté asustado.
– Desde el segundo mes. Ella me preguntó que como era el tratamiento y no quise mentir –
– Eso no importa mi niña, lo que importa es que te estás recuperando – al día siguiente llegó con las píldoras anticonceptivas.
Aunque su enfermedad no permitía embarazos dadas las condiciones de salud, a medida que se fuera recuperando las condiciones irían cambiando.
– No me quieres? Aunque sea un poquito? – me pregunto acariciando mi erección que la mantenía igual.
– Si, te quiero. Pero conversemos de esto después de te hayas recuperado.
Seis meses después estaba casi recuperada. Los médicos hablaban de un milagro. Ya iba una sola vez al mes y después una vez cada 2 meses.
– Me parece que ya no es necesario que vengas? – me preguntó una noche la madre.
– Si, está mucho mejor. Ahora tiene que seguir sola, ella puede – le dije.
– Te estoy tan agradecida – me dijo dándome un abrazo.
– Si yo me enfermo, vendrías a darme un tratamiento? – mirando a mis ojos con una sonrisa coqueta.
– Si, claro, cuando quieras – le dije.
– Gracias, yo te aviso –
………,
– Y te cogistes a la mamá? – le pregunté.
– No, nunca me llamó, además de que yo estaba complicado y no hubiera podido ir – me dijo.
– Porqué? –
– En ese tiempo estaba haciéndole el tratamiento a un chico con leucemia – me dijo.
– A un chico? De qué edad? –
– Tendría unos 13 años, pero eso te lo cuento otro día. Ok?
– Ok, pero ahora me toca a mí el » tratamiento » – le dije coqueta y nos fuimos mi pieza, donde nos desvestimos rápidamente.
Interesante historia muy excitante y erótica.